Mis gritos no salen del poema. 9+1 poemas de Camila do Valle

 

Por Camila do Valle*

Traducción al español por Lucía Vogelfang, Cecilia Pavón,

Washington Cucurto, Teresa Arijó, Alicia Killner,

Marina Mariasch y Maria Gomez

Curador de la muestra Fabrício Marques

Crédito de la foto Evandro Teixeira

 

 

Mis gritos no salen del poema.

9+1 poemas de Camila do Valle

 

 

De cómo descubrimos que la noche emana del repique del tambor y que la luna es una herida cíclica

(Reparemos en el fragmento de diálogo entreoído anoche)

 

_Sin duda, sin duda: la noche es quilombola.

Así como es cierto que alguien clavó la uña

En el color del cielo de la noche

Y dejó allí una herida blanca y creciente.

Lo que talvez sea menos evidente –

pero, al final, reconozcamos, no todo precisa serlo –

es saber que la sustentación del color del cielo de la noche la hacen los

repiques de los tambores,

los que,

de esa forma,

también tratan de que la herida no se propague:

la herida crece, se circunscribe y mengua.

Se mantiene, así, el color del cielo que nos protege la libertad y la fantasía.

Por eso, la luna, amigos míos, es cíclica como dolor de amor.

El sufrimiento que causa la herida blanca es estancado por los tambores

calentados en las hogueras eternas de los quilombos.

Tambores que no cesan de tocar hasta que otro tiempo pinta la aurora.

Nos queda, en este por ahora

y siempre nos quedará,

la danza.

 

(traducción por Lucía Vogelfang)

 

 

 

micropunto

 

La explicación definitiva y resumida de las muertes por causa natural

de mis amantes:

Tontas veces yo me siento la mujer elástica en un espacio mínimo. ¿El elástico

también encoje? Nunca lo noté. Lo que hice la mayoría de las veces fue

estirarme,

infinita y azarosamente, desperezándome en una cama que

más allá del fin y más allá del cabo

es

el mundo. Lo único mío.

“Cada tanto serás invitado a retirarte de

mi vida por estar ocupando mucho espacio. No te acerques. Soy una mujer

elástico.

Necesito estirarme.”

Eso dice la nota que dejé en la puerta de mi casa

antes de que él tocara el timbre. Lo tocó. Mi agente le abrió

Le dijo a aquel hombre enorme que se fuera. Llorando. Después,

por la misma y justa causa

le dije a mi agente que se fuera. Llorando. Pero sigo elástica.

Las lágrimas no me encojen. Soy a prueba de agua.

Esa es la explicación para el hecho de no querer salir con hombres

pequeños. Yo

no encojo. Según mi naturaleza

necesito estirarme

Por eso, no cabe nadie en mi cama aparte de mí

por la mañana.

 

 

Escapulario

 

mi mano se desliza cual agua lenta por el dorso de ese animal

otrora sólo salvaje

ahora salvaje y sagrado

un animal bellísimo

pura sangre como el agua limpia que él hace llorar en mí

la sal de las lágrimas me provoca sed

y más sangre es derramada 

aunque distinta y no tan pura…

(el agua que llora lágrimas en mis ojos también le provoca tristeza a la

Rosa. las columnas sociales informan sobre un matrimonio reciente: la Rosa y la Amargura.

en tiempos pretéritos se trataba de otras dos: la Rosa y el Agua. pero el agua –fuerte,

universal y nómade – danzaba con todas las flores, colores y cosas. la Rosa,

precaria, regionalmente localizada, existiendo por fidelidad atávica y atada

a su propia tierra con raíces necesariamente fijas no aguantó lo que

para ella eran traiciones y se casó con la Amargura que finalmente fue sólo de ella,

de la Rosa. la Amargura fue como la primera, su aliteración, silenciada. el Agua se puso triste pero, de todos modos, continuó su carnaval de confetti y serpentina sobre todas las cosas. y, cada tanto, también sobre la Rosa. la Amargura, celosa, aumentaba de tamaño para defender su amor por la Rosa. entonces, la Rosa, por no poder soportar más ni ser infiel, ni el peso de la Amargura, comenzó a deshojar sus pétalos. que hasta el día de hoy mueren separados y secos. uno por uno. solteros. sin nadie que escuche sus historias de soledad.)

…en el vacío libre y curvilíneo que se construye mientras pienso todo esto, mi mano continúa deslizándose como agua bendita por la espalda de mi marido

mi mano-fuente: ¡que nunca se seque!

tinta o lágrima: esta es mi sentencia.

y ésta es mi oración en la cárcel:

“dame un poco de texto y escapo,

dame una sola palabra y no estaré a salvo”

 

(traducciones por Cecilia Pavón)

 

 

 

Una zaranda

 

¿Con cuántos versos se hace un amor?

Y una vez hecho ¿por cuántos poemas se lo puede trocar?

Es ése el problema de economía poética que persigue a los

poetas desde hoy hasta Camões.

Hago mías, así, las palabras de mi ex poeta preferido.

Pero nadie me responde del otro lado de la línea. Por más

que grite, mis gritos no salen del poema.

Continúo una tradición que sigue hablando sola y

observando por las grietas patrones y rigores ético-estéticos

para tratar de entender la ideología de los últimos

pandemonios del mercado editorial.

Sospecho que un amor no vale un verso.

Ni cien poemas.

No se puede trocar.

 

(traducción por Washington Cucurto)

 

La poeta Camila do Valle con su libro

 

Misión diplomática en la China (pianíssimo)

 

¿Dónde posar la palabra?

 

Como si el bolígrafo fuera el asa de una taza

 

de rara porcelana que yo habría de sostener

 

con todo cuidado

 

en el aire.

 

Del aire al plato podemos,

 

o no,

 

hacer añicos la dinastía Ming.

 

Delicadamente.

 

 

 

(Tendida de lado, escucho el ruido de la lágrima al caer en la palma de mi mano.)

 

Mi casa es la literatura. Y si se estrellan puertas y

ventanas, me visto de blanco

para confundirme con la pintura de las paredes.

Y si hay lluvia y se estropea la pintura, yo también quedo

estropeada.

Pero no dejo de ser literatura.

El límite del dolor no es el límite del texto, ni está en los

límites de la casa.

Mi casa es la literatura. Y si se estrellan puertas y

ventanas, me visto de blanco.

Para confundirme con la lectura de las paredes.

 

(traducciones por Teresa Arijón)

 

 

 

Cántico ázimo de sábado para un amor en Dubrovnik

 

Ante la idea de fuga serán

Azimos

El pan, el amor y el poema

No hay tiempo para fermentarlos

Durante una delicada travesía.

Aún así

son amor, pan y poema

Aquí como en Dubrovnik,

y, ázimos, serían bañados por el mar Adriático.

Donde vos estás, en este exacto momento, de sueños mojados por el Atlántico Sur

mientras ignoras las líneas de fuga y qué son

ázimos ¿El poema, el amor y el pan?

¿Es que no tendremos tiempo de fermentarlos?

Cada vez que oiga “Dubrovnik”

Con sus palabras adyacentes, tales como “Adriático”

Voy a mirar ciega mi mano gitana

y acompañaré la línea de la vida hasta el fin. Voy a pensar en vos en las líneas de fuga

Casi que no oigo las palabras “Dubrovnik”, “Adriático”, y

Así

Ázimos, el pan, el poema y el amor

Sin tiempo para fermentarlos

Volveremos sagrados la vida y el cuerpo en el ritual de Pesaj de todos los sueños

hundidos en el sábado y en la memoria.

 

(traducción por Alicia Killner)

 

 

Bajo efecto etnográfico

 

No, esto no es una autobiografía

No queda ningún diario de una gran pasión

Son notas de campo que toman el cuerpo como territorio y los sentimientos

como voces tradicionales en el momento mismo del evento

Intento de rendir cuentas

y darse cuenta

avances y retrocesos de un cuerpo sobre otro

paralelos, simultáneos

Estos textos son como pop-ups que se abren

como una observación atenta

a los efectos causados en mi cuerpo por la presencia

o el recuerdo de otro cuerpo.

 

(traducción por Marina Mariasch)

 

 

 

Del fuego y del espacio

 

De muy cerca, el fuego quema

Tomemos distancia para contemplarlo

 

(traducción por María Gomez)

 

 

 

 

Verdad ventana

 

Los ojos inmersos en el agua de lluvia

que llora por mí

Verdad ventana

El poema que banal sería

Si no fuese por las gentes

Enteras lloradas por ella

 

(traducción por Washington Cucurto)

 

 

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(poemas en su idioma original, portugués)

 

 

Meus gritos não saem de dentro do poema.

9+1 poemas de Camila do Valle

 

 

De como descobrimos que a noite emana do toque do tambor e que a lua é uma ferida cíclica

(Atentemos ao fragmento de diálogo entreouvido ontem à noite)

 

_Sem dúvida, sem dúvida: a noite é quilombola.

Assim como é certo que alguém cravou a unha

Na cor do céu da noite

E deixou lá uma ferida branca e crescente.

O que talvez seja menos evidente –

 mas, afinal, reconheçamos, nem tudo precisa sê-lo –

é saber que a sustentação da cor do céu da noite é feita pelos toques dos tambores,

os quais,

dessa forma,

também tratam que a ferida não se espalhe:

a ferida cresce, se circunscreve e míngua.

Mantém-se, assim, a cor do céu que nos protege a liberdade e a fantasia.

Por isso, a lua, meus amigos, é cíclica como dor de amor.

O sofrimento causado pela ferida branca é estancado pelos tambores

aquecidos nas fogueiras eternas dos quilombos.

Tambores que não cessam de tocar até um outro tempo colorir a aurora.

Resta-nos, nesse por enquanto

e sempre nos restará,

a dança.

 

 

 

Microponto

 

A explicação definitiva e resumida das mortes por causa

naturalis dos

meus amantes:

Tontas vezes eu me sinto a mulher elástico num espaço

mínimo. Elástico também encolhe? Nunca percebi. O que

fiz o mais das vezes foi me esticar,

aleatoriamente e sem fim,

me espreguiçando numa cama que,

além do fim e além do cabo,

é o mundo.

O único meu.

“Você, certamente e vez por outra, será convidado a se

retirar da

minha vida por estar ocupando muito espaço. Não ligue.

Sou uma mulher elástico.

Preciso me esticar.”

Foi esse o bilhete que eu deixei colado na porta da minha

casa antes que ele batesse a campainha.

Bateu.

Meu agente atendeu.

Mandou aquele homem que parecia enorme ir embora.

Chorando.

Depois, com justa e mesma causa,

mandei meu agente ir embora.

Chorando.

Mas continuo elástica: as lágrimas não me encolhem.

Sou à prova d’água.

Essa é a explicação para o fato de eu não querer namorar

[homens pequenos.

Eu não encolho.

E preciso me esticar segundo a minha natureza.

Por isso não cabe ninguém na minha cama além de mim

[pela manhã.

 

La poeta Camila do Valle en una presentación

 

Escapulário

 

a minha mão escorre qual água lenta no dorso desse

[animal

outrora somente selvagem

agora selvagem e sagrado

um animal belíssimo

sangue puro como a água limpa que ele faz chorar em

[mim.

o sal das lágrimas provoca sede

de mais sangue.

mesmo que seja outro e não tão puro…

(a Água que chora lágrimas nos meus olhos também provoca saudade na Rosa. as colunas sociais dão notícia de um recente casal: a Rosa e a Mágoa. em priscas eras, eram outras duas: a Rosa e a Água. mas a Água — forte, universal e nômade —k dançava com todas as flores, cores e coisas. A Rosa, precária, regionalmente localizada, existindo por fidelidade atávica e atada à sua própria terra, com raízes necessariamente fixas, não agüentou o que, para ela, eram traições e se casou com a Mágoa que, afinal, era só dela, da Rosa. a Mágoa, de semelhança com a primeira, só a aliteração, que fora, aliás, silenciada. a Água ficou triste mas, assim mesmo, continuou seu carnaval de confete e serpentina para cima de todas as coisas. e, vez por outra, inclusive, para cima da Rosa. a Mágoa, com ciúmes, aumentava de tamanho para defender seu amor pela Rosa. então, a Rosa, por não suportar nem ser infiel, nem o peso da Mágoa, desfolhava as suas pétalas. que até hoje morrem separadas e a seco. uma a uma. solteiras. sem ninguém para lhes ouvir as histórias de solidão.)

… no vão livre que se constrói enquanto penso tudo isso, 

a minha mão continua a escorrer qual água benta

no dorso do meu marido

a minha mão-fonte: que nunca seque!

ou tinta, ou lágrima: eis minha sentença.

e eis minha oração no cárcere:

“dá-me um pouco de texto que escapo,

dá-me uma só palavra e não estarei a salvo.”

 

 

 

Uma ciranda

 

Com quantos versos se faz um amor?

E feito, por quantos poemas se pode trocá-lo?

Essa é a questão de economia poética que persegue os

[poetas desde hoje até Camões.

Faço minhas, assim, as palavras de meu ex-poeta preferido.

Mas ninguém me responde do outro lado da linha.

Por mais que eu grite, meus gritos não saem de dentro

[do poema.

Continuo uma tradição que segue falando sozinha e

observando, pelas frestas,

padrões e rigores éticos-estéticos

e tentando entender qual a ideologia

de todos os últimos pandemônios do mercado editorial.

Desconfio que um amor não vale um verso.

Nem cem poemas.

Não se pode trocá-lo.

 

 

Missão diplomática na China (pianíssimo)

 

Onde pousar a palavra?

 

Como se a caneta fosse a asa de uma xícara

 

de porcelana rara que eu estaria a segurar

 

com todo o cuidado

 

no ar.

 

Do ar ao pires, podemos,

 

ou não,

 

espatifar a dinastia Ming.

 

Delicadamente.

 

 

 

(Deitada de lado, escuto o barulho da lágrima a cair na palma da minha mão.)

 

A minha casa é a literatura. E se arrebentarem portas e

janelas, me visto de branco

para me confundir com a pintura das paredes.

E se chuva houver e estragar a pintura, também eu ficarei

estragada.

Mas ainda não deixarei de ser literatura.

O limite da dor não é o limite do texto, nem está nos

limites da casa.

A minha casa é a literatura. E se arrebentarem portas e

janelas, me visto de branco.

Para me confundir com a leitura das paredes.

 

 

 

Cântico ázimo de sábado para um amor em Dubrovnik

 

Diante da idéia de fuga serão

Ázimos:

o pão, o amor e o poema.

Não há tempo para fermentá-los

durante uma travessia delicada.

Ainda assim,

São amor, pão e poema.

Aqui como em Dubrovnik,

e, ázimos, seriam banhados pelo mar Adriático.

Onde você está, neste exato momento, de sonhos molhados pelo Atlântico Sul

Enquanto você ignora a linha de fuga e que são

Ázimos¿ O poema, o amor e o pão¿

E que não teremos tempo de fermentá-los¿

A cada vez que eu ouvir “Dubrovnik”

Com suas palavras adjacentes, tais como “Adriático”,

Olharei ciganamente para minha mão

e acompanharei a linha da vida até o fim. Pensarei em você e nas linhas de fuga.

 Quase não ouço essas palavras, “Dubrovnik”, “Adriático”, e,

assim,

ázimos, o pão, o poema e o amor,

Sem tempo para fermentá-los,

Diante da ideia de fuga,

Tornaremos sagrados a vida e seu corpo no ritual de pesach de todos os sonhos submersos no sábado e na memória.

 

La poeta Camila do Valle

 

Sob efeito etnográfico

 

Não, isto não é uma autobiografia

Nem nenhum diário remanescente de uma grande paixão

São notas de campo tomando o corpo como território e os sentimentos

como vozes tradicionais no momento mesmo do acontecimento.

Tenta-se dar conta

e dar-se conta

dos avanços e recuos de um corpo sobre outro corpo

Paralelos simultâneos

Estes textos são como pop-ups que se abrem

como observação atenta aos efeitos causados no meu corpo pela presença ou lembrança de determinado outro corpo.

 

 

 

Do fogo e do espaço

 

De muito perto, o fogo queima

Tomemos distância para contemplá-lo

 

 

 

Verdade janela

 

Os olhos imersos na água da chuva

que chora por mim.

Verdade janela

E poema que banal seria

não fossem as gentes inteiras

choradas por ela.

 

 

 

 

 

*(Minas Gerais-Brasil, 1973). Poeta y narradora. Licenciada en Letras por la Universidad Federal de Juiz de Fora (Brasil), magíster y doctora en Literatura por la PUC de Río de Janeiro (Brasil) y posdoctora en Literatura Comparada en la Universidad de Oporto (Portugal. En la actualidad, investiga el ensayo y el imaginario de la colectividad en el pensamiento del portugués Eduardo Lourenço, así como la Literatura de la Amazonía y su relación con la Antropología. Se desempeña como profesora de Literatura en la Universidad Federal de Juiz de Fora. Ha publicado en poesía Mecânica da distração: os aprisântempos (2005), Rockland, Minas Geraes (2017) y Penélope terminou o bordado (2018); y en narrativa corta Roubei e engoli um colar de pérolas chinesas (‘Robé y me tragué un collar de perlas chinas’, 2006).

 

 

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