Texto y traducción
del italiano al español por Yuleisy Cruz Lezcano*
Crédito de la foto www.fortini.unil.ch
Mínima introducción a la poesía de Franco Fortini
Franco Fortini (verdadero nombre: Franco Lattes). El poeta nació en Florencia el 10 de septiembre 1917, vivió su juventud en esa ciudad, entrando en contacto tanto con los protagonistas de la temporada del hermetismo como con los intelectuales que antes de la guerra hicieron la historia de la cultura italiana, desde Eugenio Montale hasta Giacomo Noventa y Elio Vittorini.
Después de participar en la Resistencia de Valdossola se convirtió en redactor del Politecnico, de 1948 a 1953 trabajó en Olivetti, donde continuó colaborando como redactor hasta los años 1960. El poeta escribió para revistas y periódicos, entre ellos Officina, Quaderni rossi, il manifesto y Corriere della Sera. En 1985 recibió el Premio Montale-Guggenheim de poesía. Murió en Milán en noviembre del 1994. La producción de Fortini incluye no ficción, poesía, ficción, guiones, traducciones al verso y prosa del francés y el alemán.
Su obra poética está recogida en Fortini Fortini, Tutte le poesie (2014); una antología de escritos de no ficción se encuentra en Saggi ed epigrammi (2003). Las ediciones de Quodlibet incluyeron I cani del Sinai (2002, 2020), Un giorno o l’altro (2006), Lezioni sulla traduzione (2011), Dieci Inverni 1947-1957 (2018), Foglio di via e altri versi (2018), así como el catálogo razonado de la producción pictórica y gráfica Disegno Incisioni Dipinti (2001). Fortini ha traducido a Flaubert, Eluard, Doblin, Gide, Brecht, Proust, Goethe, Einstein, Queneau, Kafka.
La poesía de este autor es caracterizada de una descripción espacial que abunda de realidades, Fortini no es un autor típico italiano de la época, su poesía es universal y atraviesa el pasado, el presente y a veces regresa de nuevo al pasado, logrando imágenes que hacen vivir a través de su experiencia. Es cierto que no estamos en presencia de una poesía de apasionamientos y sí de palabras contenidas, medidas, pensadas, con una gradual tendencia al diálogo. Fortini conoce el arte de humanizar sus versos. Muchas veces obra el milagro de acercar el lenguaje del “Yo” a un tú, donde todo funciona en torno a ese diálogo, que en otras ocasiones se pierde para ganar el tono íntimo. Su punto de vista es el del hombre moderno que se pone delante de la historia, de los sentimientos, de los deseos, de la muerte, regalando con sus versos experiencias con altos niveles de realidad que trascienden la vida privada.
La poesía de este autor busca un significado no solo individual sino público, con un lenguaje sencillo, lleno de valores, rico de alegorías, metáforas, parábolas, vocablos de origen bíblico, que a veces constituyen sus herramientas expresivas.
Una severidad modesta.
5 poemas de Franco Fortini
La partida
Te reconozco, mordisco antiguo, volverás
muchas veces y luego la última:
Recogí mi fajo de papeles,
preparé la carpeta con notas,
recordé quién no soy, quién soy,
el esquema del trabajo que no haré.
Me despedí de mi esposa que ahora respira
en el sueño siempre la vida pasada,
el dolor que apenas le he mitigado
con imperfecta, piadosa de sí misma,
ternura aterrorizada.
Escribí algunas cartas a amigos
que no me perdonan y que no perdono.
Y ahora a punto de dormir,
un dolor terrible me muerde
como hace mil años cuando yo era un niño
y lo llamaba Dios Señor, y Dios Señor es esta
aguja del mundo en mí.
Dentro de poco, cuando todavía el aire de los patios
fuma por la noche y sobre la ciudad
la brisa pone patas arriba los plátanos, bajaré por la calle
hacia la estación de donde salen los trabajadores.
Contra el río triste y de pechos vivo de ellos
a través de la esperanza móvil que se ignora y resiste,
me iré hacia mi tren.
Las plantitas…
Las plantitas vienen a mi encuentro y me dicen:
«Tú, lo sabemos, no puedes hacer nada por nosotras.
Pero si quieres entraremos en tu habitación,
las ramas y raíces entre los papeles tendrán salvación «.
Dije que sí a esa demanda
y el rebaño de hojas está ahora aquí mirándome.
Con los bosques descansaré y con las hierbas extenuadas,
vencidos innumerables ejércitos que me defienden.
Estoy en la habitación…
Estoy en el la habitación donde todo está en orden
donde todo es septiembre.
En el alféizar se agitan, advertidas
de los cambios celestes, las hormigas.
Ninguna melodía esconda aquí
una severidad modesta
la única que no desentona.
¡Asonancias! Tus razones
cuando la noche no se mueve
desde el fondo de la madera las oigo.
El gusano que roía ya no está
pero se pueden imaginar los chirridos.
Ustedes, en los sistemas extraños que las desesperaciones
elevan dentro de la espesura ardua del mundo
y ahora en la habitación tranquila
del antepasado que soy o me convierto,
inmóviles indefensas
arañas delgadas cuelgan.
A los amigos
Se está haciendo tarde. Los veo de verdad
iguales a mí en el vicio de la pasión,
con los abrigos, los papeles, las luces
de la saliva, el cabello ya quebradizo,
con las palabras y los guiños, excitados
y deprimidos, consumidos y lactantes, roncos
por la conversación ininterrumpida,
como bajan este valle gris,
como la hierba golpeada presionan
donde ya se pierde el camino y la luz.
Las voces que escucho son tan distantes como los hilos
del viento frío entre las piedras y cables…
Cada palabra que me llega es un adiós.
Y aflojo el paso y los sigo en mi corazón,
uno aquí, uno allá, por la trayectoria.
Sabiduría
Había una mujer que solo yo amaba
como en los sueños se ama a sí mismo
y de bien y de mal la llené
como los hombres hacen consigo mismos.
Ella era la que yo había querido
que me llamara por mi nombre:
y lo decía, cuando la perdí.
Pero tal vez ese no era mi nombre.
Y yendo por otras estaciones y otros pensamientos
buscando otras cosas más allá de su rostro;
pero cuanto más me canso de nuevos caminos
siempre más claro conozco su rostro.
Quizás sea cierto, y lo han escrito los más sabios:
más allá del amor todavía hay amor.
Se pierde la flor y luego se ve el fruto:
Nosotros nos perdemos y se ve el amor.
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(poemas en su idioma origina, italiano)
Una severità modesta.
5 poesie da Franco Fortini
La partenza
Ti riconosco, antico morso, ritornerai
tante volte e poi l’ultima:
Ho raccolto il mio fascio di fogli,
preparata la cartella con gli appunti,
ricordato chi non sono, chi sono,
lo schema del lavoro che non farò.
Ho salutato mia moglie che ora respira
nel sonno sempre la vita passata,
il dolore che appena le ho assopito
con imperfetta, di sé pietosa, atterrita tenerezza.
Ho scritto alcune lettere ad amici
che non mi perdonano e che non perdono.
E ora sul punto di dormire,
un dolore terribile mi morde
come mille anni fa quando ero bambino
e lo chiamavo Iddio, e Iddio è questo
ago del mondo in me.
Fra poco, quando dai cortili l’aria
fuma ancora di notte e sulla città
la brezza capovolge i platani, scenderò per la via
verso la stazione dove escono gli operai.
Contro il loro fiume triste, di petti vivo,
attraverso la mobile speranza che si ignora e resiste,
andrò verso il mio treno.
(da Una volta per sempre, poesie 1938-1973)
Le piccole piante…
Le piccole piante mi vengono incontro e mi dicono:
«Tu, lo sappiamo, nulla puoi fare per noi.
Ma se vorrai entreremo nella tua stanza,
rami e radici fra le carte avranno scampo».
Ho detto di sì a quella domanda
e il gregge di foglie ora è qui che mi guarda.
Con le foreste riposerò e le erbe sfinite,
vinte innumerabili armate che mi difendono.
Sono nella stanza…
Sono nella stanza dove tutto è ordinato
dove tutto è settembre.
Sul davanzale si agitano, avvisate
dei mutamenti celesti, le formiche.
Nessuna melodia nasconda qui
una severità modesta
la sola che non disconviene.
Assonanze! Le vostre ragioni
quando la notte è senza movimento
dal fondo dei legni le odo.
Ma il tarlo che rodeva non c’è più
ma immaginari i cigolii.
Voi nei sistemi strani che le disperazioni
levano dentro il folto arduo del mondo
e ora nella stanza calma
dell’antenato che sono o divengo
immobili indifesi
ragni esili pendete.
(Da Composita solvantur, 1994)
Agli amici
Si fa tardi. Vi vedo, veramente
eguali a me nel vizio di passione,
con i cappotti, le carte, le luci
delle salive, i capelli già fragili,
con le parole e gli ammicchi, eccitati
e depressi, sciupati e infanti, rauchi
per la conversazione ininterrotta,
come scendete questa valle grigia,
come la tramortita erba premete
dove la via si perde ormai e la luce.
Le voci odo lontane come i fili
del tramontano tra le pietre e i cavi…
Ogni parola che mi giunge è addio.
E allento il passo e voi seguo nel cuore,
uno qua, uno là, per la discesa.
(da Poesia e errore, 1959)
Saggezza
C’era una donna che sola ho amata
come nei sogni si ama se stessi
e di bene e di male l’ho colmata
come gli uomini fanno con se stessi.
Essa era quella che avevo voluta
per essere chiamato col mio nome:
e lo diceva, quando l’ho perduta.
Ma forse quello non era il mio nome.
E vo per altre stagioni e pensieri
altro cercando al di là del suo viso;
ma più mi stanco per nuovi sentieri
sempre più chiaro conosco il suo viso.
Forse è vero, e i più savi l’hanno scritto:
oltre l’amore c’è ancora l’amore.
Si perde il fiore e poi si vede il frutto:
noi ci perdiamo e si vede l’amore.
(da Foglio di via e altri versi, 1946)
*(Cuba, 1973). Reside en Marzabotto (Italia). Emigró a Italia a los 18 años. Licenciada en Ciencias enfermerísticas y obstetricia y en Ciencias biológicas por la Universidad de Boloña (Italia). Se desempeña en la salud pública. Ha publicado Pensieri trasognati per un sogno (2013), Fra distruzione e rinascita: la vita (2014), Piccoli fermioni d’amore (2015), Frammenti di sole e nebbia sull’Appennino (2016), Soffio di anime erranti (2017), Inventario delle cose perdute (2018), Demamah: el señor del desierto (2019), L’infanzia dell’erba (2021), Doble acento para un naufragio (2023), entre otros.