Por Vasyl Makhno*
Selección de poemas por Natalia Litvinova
Crédito de la foto el autor
Mientras se mece la sombra.
5 poemas de Vasyl Makhno
Cuaderno de notas
ojeando mi viejo cuaderno de notas
quedé asombrado de hallar allí conocidos casuales
gente que había olvidado que existía:
algunos que conocí de vuelta a Ucrania
otros que conocí después en Nueva York,
algunos en Europa
(carece de importancia)
corriendo por las páginas
como un tímido zorro
pensaba todo el tiempo
que:
a algunos de ellos nunca intenté telefonearlos
(probablemente no hallé el tiempo o el deseo)
a otros nunca les respondí por escrito
(saludos que tecleé principalmente por e-mail)
algunos de ellos nunca me los tropecé de nuevo
(porque – de acuerdo a la teoría de las probabilidades – había una oportunidad en un millar
o más – probablemente – y no existía necesidad de ello)
echándole un vistazo rápido como un zorro
trastabillé sobre la roca de unos pocos nombres
cuyos propietarios ya nunca veré de nuevo
o encontraré
y tachándolos mecánicamente
de la libreta de apuntes
me pregunté a mí mismo
¿por qué jadeas entonces de ese modo?
Traducción de Rafael Patiño Góez
Cada cosa tiene su lugar
Un violín en un estuche de terciopelo verde
ha estado mucho tiempo ocioso
la madera de su cuerpo se pudrió completamente
y los finos huesos de sus cuerdas
cubiertos de fosforescencia
y resina
han dicho adiós a la música
pero este violín sí tiene su lugar
Un zorro en su húmeda guarida
y su zorra
aúllan con suavidad
se lamen mutuamente bajo la cola
la primavera llega
y deben propagar su especie
pese al número de cazadores
en su área
recién paridos
todavía húmedos de su madre
los zorritos tendrán su lugar
La música
aparece sólo como el resultado
de los movimientos esporádicos de un arco
sus gritos atestiguan
el orgasmo
del nacimiento
y la vida de la música
es tan momentánea
que es duro llamarla
vida
la cual puede no ser un complemento de la música
puede ser comparada al resplandor de un relámpago
como las blancas y gruesas venas
de la mano de Dios
el zorro
muerde dulcemente a su compañera
que en su estómago vacío
tiene unos pocos granos de rosa salvaje
el perfume lascivo bajo su cola
y su pequeño hocico tembloroso
aquellos chillidos
y la nerviosa corriente de deseo sexual
retuercen los cuerpos de los zorros
mientras se funden
en una hélice ardiente
y cuando su esperma
con la velocidad de la luz
inunda el interior de su abdomen
entonces los temblores nerviosos
y las convulsiones decrecen lentamente
el zorro le muerde todavía
su pelaje
y las agudas marcas de sus dientes
sólo curarán al inicio del verano
cuando los jóvenes zorros
– jugando –
se dispondrán a
mascar los verdes tallos de las plantas
Hilo
Como un hilo de lana te deslizas
por el diminuto
ojo de una aguja
hacia esta vida
y de inmediato
escapas
desde esta vida
desde ninguna parte y – probablemente – hacia ninguna parte
es así como resbalaste una vez
del útero materno
los músculos de su abdomen
te expulsaron
como un volcán erupciona lava
y al instante te marchitaste
desde el frío
y la soledad
el ojo de la aguja está siempre estrechándose
– volviéndose más pequeño –
– más delgado –
este hilo
buscas la llave
con la cual cerrar
la puerta tras de ti
y alejarte de aquello de lo que quieres protegerte
y anudas el hilo
de la vida
al principio con la intención
de arrancar tu diente de leche
para luego
hacer pequeños nudos
para no olvidar las cosas
más tarde pierdes cuenta
de los pequeños nudos
cuentas de rosario
se transforman en
gruesos nudos de pérdidas
y el delgado hilo de lana
se vuelve una cuerda
y cada vez hay menos y menos fuerza para halarla
tras de ti
Con esa cuerda
no hay manera de atravesar
el ojo de la aguja
como entre un bus
atestado
y eres abandonado en el paradero
solitario
el próximo bus
está retrasado, como siempre
Elegía del agua
Cada arcoíris bebe agua – y los peces vuelan en el viento.
Profundos océanos del mundo – agujero negro – polvo de pensamiento –
los peces resbalan de nuestras manos – a cambio de cinco panes,
a cambio de una mirada pesarosa y pálida como una vela desteñida.
Los pescadores llegan en barcos volcados como tortugas
que murmuran sobre los viejos días: chapoteo de agua –
húmeda esencia, pecas de sal – espantosas manchas de medusa
cubren la costa.
Los barcos crujen – el viento seca sus costillas
y redes verdes – no árboles – se mecen en las sombras.
Traducción de León Blanco
Elegía a Brooklyn
cada mañana mientras las panaderías judías iluminan la oscuridad
lo primero que llega a los ladrillos de las sinagogas – con rapidez de zorra –
es el aroma a canela – huevos batidos con azúcar –
y es así como comienzan los inviernos
porque la pasta huele a pino y el jazmín recién cortado
mezclado con ajo y cebolla te señala desde los anaqueles
a las siete empieza el sonido metálico de los candados
el chirrido del metro – los gritos de los vendedores callejeros –
descargan fruta según la demanda y los precios
melones listados que en sus costados parecen tigres
calabazas de Halloween – como damas de Hollywood
los coteros mejicanos – como luchadores olímpicos
escolares que brincan de arriba abajo – llegó su bus escolar de color amarillo
una anciana barre la calle – la hediondez a tabaco barato en el aire
Brooklyn ajetrea de mañana – quejándose por estar triste
por su avaricia draconiana su enfermedad
por el puente metálico arqueado como el tronco de un elefante
por este hormiguero humano que algún día será saqueado por saturno
los Hasids – como grosellas negras – cubrieron las ramas de las sinagogas
son las uvas arameas – la arcilla y pegamento de Umán*
el hilo del zapatero usado para coser oscuras palabras de un hebreo
con un taled sobre la cabeza – Dios le susurra su consejo –
y sus niños trinan – como aves del paraíso –
Brooklyn le canta con pan y chirridos de puertas
con cada generación hebrea – cada línea estampada tan tibia como queso
con la geometría de la cábala – con las piedras de Jerusalén
con la canción de las mujeres en la panadería que han inhalado suficiente humo
con un badajo tintineando antes del sabat – y leche de cabra
un cristiano – se encamina a una panadería un Hasid – a una sinagoga
y – Brooklyn sintiéndose hambrienta – traga su saliva
*Umán es una ciudad en Ucrania central, considerada un lugar sagrado por los Hasidim a causa de que la tumba del Rabí Nachman, a la cual se hacen peregrinajes, está allí.
Traducción de Rafael Patiño Góez