Ma. Lyda Canoso: “La poesía es un relato, no en el tiempo, sino en profundidad”

Por Augusto Munaro

Crédito de la foto (izq.) www.4.bp.blogspot.com /

(der.) Ed. Ruinas Circulares

 

 

Ma. Lyda Canoso:

“La poesía es un relato, no en el tiempo,

sino en profundidad”

 

 

Rubia intencional (2017), el nuevo libro de la narradora y poeta María Lyda Canoso*, parece expandirse hacia planos aún más profundos y personales que los brindados por su rica producción anterior. Reafirma aquí, ese procedimiento en que cada verso parece deslizarse hacia otro grado de realidad. Se descubre –entre otras cosas- la voluntad de reconstruir un mundo entre el sueño y la memoria, en un juego personal de construcción en torno al pasado y las operaciones del recuerdo. Con un manejo preciso del verso libre, Lyda Canoso atraviesa las capas de la nostalgia con profunda claridad imaginativa. Y el jazz, claro (siempre el jazz con el blanco y el negro, “Blue Moon” y Billie Holiday y Ella Fitzgerald), que se difumina gradualmente en “esa membrana débil que divide los campos entre, el sueño y la vigilia”.

 

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Entrevista

 

Augusto Munaro [AM]: Empezaste a publicar poesía tardíamente. ¿Cuándo comenzó a interesarte?

María Lyda Canoso [MLC]: Me interesó toda la vida. Publiqué tardíamente por cuestión de terquedad. Obtuve en 1987 el Premio del Fondo de las Artes por un libro de cuentos: Por qué te niegas al olvido, fueron 1.500 ejemplares. Y eso me determinó la idea de que yo jamás iba a pagar por editar, convencimiento que me duró muchos años. En esos días del Fondo tuve el privilegio de hacerme amiga de Libertad Demitrópulos y de Joaquín Giannuzzi. Fue una amistad literaria: les había gustado mi libro. Recuerdo haberle dicho entonces a Joaquín que yo “no abordaba la poesía por tenerle demasiado respeto”.  Y que él me contestó entonces: “vos ya estás haciendo poesía”.  Eso para mí fue como un mandato, una autorización. Escribo desde la adolescencia. Pero cerca de mis treinta y tantos, ya habían nacido 5 de mis 6 hijos. Viendo que poco podía hacer con la plástica, me dediqué de lleno a sistematizar la escritura. Decididamente provengo de la narrativa. La diversidad de las voces familiares. Somos los Canoso una familia de conversadores con gran anecdotario del pasado. Pongo mucha atención a las voces. Porque detrás de una inflexión hay un matiz, una vacilación, un énfasis, y en todo ello hay tantos planos que reproducirlos es cuestión de orfebrería. Considero que la poesía es la síntesis de un proceso como el del alquimista, con su piedra filosofal, síntesis a la que uno arriba después de haber recorrido un largo camino. Todo, todo, en la escritura, lleva a la poesía. Por un lado, la depuración de la palabra. Por el otro, creo que la poesía tiene que ver con el sueño, y con la inexorabilidad de la muerte, esa “otra vida” que se nos manifiesta noche a noche.

Dicho esto, debo confesar que pocas veces recuerdo mis sueños, pero de ellos me queda una sensación. Es una manera de entrar en ellos, de recuperarlos, tanto a los sueños como a la memoria, de aquellos hechos aparentemente intrascendentes pero que son casi “epifanías” se pueden recuperar y activar con la poesía. Pero en el caso de los sueños, le asigno mucha importancia a alguna palabra que de ellos recuerde. Una palabra, tal como ese territorio “Rosebud” que tan bien metaforizó Orson Welles en “Citizen Kane”. Me inicié en el trabajo formal con la escritura, en la SADE. Allí concurrí al taller de Cuento y Novela de Sofía Laski. Luego frecuenté durante varios años los grupos de estudio de Ricardo Piglia, que me apuntaló en el plano teórico. Y, por último, sintiendo que la poesía era un género que me interesaba explorar, pero que debía estudiarla en su forma, le pedí a una escritora amiga, Liliana Díaz Mindurry, que me admitiera como alumna y me ayudara a sistematizar la notación del verso libre. Además, esa proximidad me llevó a poder ver otras poéticas. Fue también una gran experiencia de lectura bajo otra óptica.

 

 

[AM]: Más allá de lo obvio, según tu criterio: ¿qué función debe cumplir un título en relación al poema?

[MLC]: Un título es una parte esencial del poema. Aun del libro. El título tiene que tener encanto. Debe “re presentar” el todo del poema, pero no revelar, en lo posible, el misterio. Y tener como en el caso de este libro, un poco de sentido del humor. Un libro es un objeto. Un objeto de Arte. Para mí todo el libro debe llevar el mismo tratamiento.

 

 

[AM]: Rubia intencional está atravesada por la cultura norteamericana. La sensibilidad musical de una Billie Holiday, y Ella Fitzgerald, la pintura de Hopper, y un barrio en particular… Harlem.

[MLC]: A esta altura debo revelarte que soy una pianista de jazz frustrada. Adoro el jazz. De chica soñaba con tocar en uno de esos oscuros clubs jazzeros de New York, pero no pudo ser. Fundamentalmente por mi temperamento. Pero me quedó una base considerable, mezclada con el cine de Hollywood, que veía semanalmente en el cine Moderno, no tan moderno, en mi pueblo, Casilda, donde vi esos “clásicos” kitsch de la MGM. También jugó mucho a mi favor la excepcional memoria auditiva que tengo. Entonces no me daba cuenta, pero me estaba construyendo un “repertorio de standards”, que me influyó en la escritura.

 

 

[AM]: ¿Cómo irrumpe Billie Holiday en tu voz poética?

[MLC]: Como suele irrumpir Billie. Con ese lamento de la negritud que pude percibir también en mis primeras lecturas: La cabaña del tío Tom, y ciertas anécdotas de Huckleberry Finn, esos libros amarillos de la colección Robin Hood, los de mi hermano. Y, obviamente, las canciones de Stephen Foster: el “Old black Joe”.

 

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[AM]: Tus poemas tienen un desarrollo narrativo, hasta incluyen diálogos.

[MLC]: Creo que la poesía es un relato, no en el tiempo, sino en profundidad. Con la poesía podés captar el instante o abarcar grandes paneles de tiempo, y el transcurrir de todo ello. Aparte, podés desmontar los mecanismos. La poesía propone más libertad, aunque hay que establecer un pacto bien decodificable en lo formal con el lector, en cuanto a que la lectura se haga comprensible. En eso cuido mucho al poema.

 

 

[AM]: “En campos del amanecer”, hay unos versos tuyos que dicen: “hay quienes opinan que yo debiera ser más clara/ con lo que digo explicar el poema/ pero no lo voy a hacer  no explico nada” ¿Analizar un sentimiento es, de algún modo, degradarlo al rango de anécdota?

[MLC]: Por empezar, huyo de lo autorreferencial, y de la explicación para dirigir también la lectura. De lo confesional. Para escribir me despojo de mi yo. Digamos que construyo un “yo lírico”. Por otra parte, soy una mujer normal, con marido, hijos y nietos. Hago mis compras y me ocupo de mi casa. No creo que en la poesía todo tenga que ser explicado en forma anecdótica. Pero miro la realidad con una mirada poética.

 

 

[AM]: Con frecuencia en tu poética sustituís las comas por dobles espacios. ¿Se trata de una expresión más acorde a tu respiración?

[MLC]: Es una gran pregunta. Me hice el propósito de escribir con libertad. A favor de ese instinto que a uno le brota cuando “se mete” en la poesía. En la poesía todo tiene su peso, su valor. El verso libre tiene que ser pautado como una partitura para poder leerse. Esa es la clave, tener consideración por el lector, en caso contrario, todo sería caótico. Tengo escritura de asmática. Busco darle aire a la poesía, y creo haber encontrado ya mi forma expresiva. Creo innecesarios los signos, considero que en la poesía “hacen ruido”, pero verás que alguna vez los uso, invariablemente cuando cito. Escribo de la manera más clara que puedo, considerando la oscuridad de la poesía.

 

 

[AM]: El verso blanco te ha acompañado muy bien a través de todo el libro…

[MLC]: Así es, yo le llamo verso libre. Mucho aprendí también leyendo a Denise Levertov. Creo que escribir es sumergirse en un campo experimental.

 

 

[AM]: Con “En el sueño soy negra”, te soñaste cantando salmos. ¿Qué lirismo vez encarnado en ese tipo de canto de alabanza?, ¿por qué?

[MLC]: Creo que aparte de lo ideológico, se corresponde con las canciones de Stephen Foster.  No soy una persona creyente, o practicante de alguna religión, más bien pienso que deben haber sido cantos de la resistencia de los negros, a quienes admiro profundamente. Una resistencia a veces a lo Gandhi. Sucedió con Marielle Franco, gran luchadora social, que lamentablemente, en los últimos sucesos de Brasil, murió baleada por sicarios. No tuve tiempo de que este libro llegara a sus manos.

 

La escritora María Lyda Canoso
La escritora María Lyda Canoso

 

[AM]: Hay una presencia sustancial del cine también, desde citas a películas como Picnic o The swimmer, hasta el modo de articular cada poema como si se trataran de escenas. Es una interesante operación la que ideaste.

[MLC]: Sí, es así. Imaginame como una niña que iba metódicamente al cine los domingos, con amigas. Vi todo tipo de películas, sobre todo las acuáticas de la MGM, con Esther Williams a la cabeza. Tengo así una especie de culto al kitsch, tomado en forma paródica, sobre todo en algunos pasajes de una de mis novelas: Corazón de Manhattan, libro que ya prefigura mi poesía como tratamiento de los materiales narrativos, libro que obtuvo el 3er. Premio Municipal.

 

 

[AM]: “Blue Moon” es un poema muy emotivo sobre tu niñez. El modo, casi mágico, con que irrumpieron, por primera vez, las palabras de Billie en tu mundo afectivo, mucho antes de conocer el verdadero significado de las palabras…. ¿Cuál fue la historia de ese poema?

[MLC]: No olvidemos que fue escrito ya desde mi madurez. Una especie de conjunción de tiempos. A ese tema particularmente lo adoro, me sume en una particular melancolía, equiparable a la que se me producía en ese alejamiento temporario de mis padres, de mi casa, de mi pueblo. Recuerdo mi tristeza por estar alejada, cuando pasaba esos veranos en San Isidro. La misma luna, las mismas estrellas que mi madre me decía que mirara cuando la extrañara, que ella las estaría mirando.

 

 

[AM]: Sabemos que estudiaste Historia del Arte en Roma, y que muchas de tus piezas son producto de la observación, principalmente de obras pictóricas (Monet, Van Gogh, De Chirico, etc) o cinematográficas. ¿Ese entrenamiento del ojo es imprescindible a la hora de desarrollar tu sensibilidad lírica?

[MLC]: Ese fue un largo viaje que duró un año. En Londres fui alumna que concurría diariamente de una escuela de Arte, la “Wimbledon School of Art”, como ya había hecho en Rosario Bellas Artes, me especialicé en Vitrales, que considero que ya era un acercamiento a la poesía, en esa explosión y tratamiento del color.  Recién este año volví a Europa, en un viaje muy particular. Conocí Giverny, maravillosa región que se construyó Monet para pintar, uniendo jardines y hasta cambiando el curso de un arroyo. Por otra parte, percibí lo miserable de la vida de Van Gogh viendo su cuarto diminuto, que en sus cuadros parece mucho más espacioso, en la hermosa región de Auvers–sur-Oise. Ambos vivieron rodeados de la poética de sus cuadros.

 

 

[AM]: En “Sueños”, trabajás hasta tres niveles de espesor de un sueño dentro de otro. Y desplazás el eje narrativo a través de varios puntos de vista diferentes. ¿Querrías referirte al proceso de escritura de ese poema en particular?

[MLC]: Adoro las cajas chinas. Creo que lo que vemos es un envoltorio de mucho que viene adentro, despojar de sus capas a la cebolla. Esa es la actitud de quien escribe. Pero sigamos con tu pregunta: llego allí al nivel de Giverny, ese lugar hermoso cerca de Paris que se armó Monet para pintar. Fue comprando varias casas a la vera de un río y se armó el paisaje. No te puedo explicar el poema porque no le hallo explicación, pero allí veo los camalotes, el puentecito chino verde. Fui a Europa para ir a Giverny. Fue como viajar a un sueño recurrente.

 

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[AM]: Por cierto, ¿son sueños autobiográficos, o atravesados por la ficcionalización?

[MLC]: Tal cual vos lo decís. En este caso, el sueño se me hizo autobiográfico. Pero primero soñé con los cuadros de Monet, y luego fui.

 

 

[AM]: Con respecto a la ensoñación como estado de invención, siempre en relación a tu poética: ¿el tiempo de la poesía, es el tiempo de soñar despierto?

[MLC]: Sabés que, durante todo el tiempo de la escritura de mis libros, jamás soñé. Creo que debe haber algo así. O me despertaba a las 4 de la mañana con alguna palabra. Tengo la urgencia de escribir antes de que se me olvide, de ahí la bata bordó áspera y de emergencia.

 

 

[AM]: Pregunta capciosa, María. Según tu entender: ¿todos los poemas están escritos para que se entiendan?

[MLC]: No es mi caso. Trato de descifrar esa nebulosa desde donde parten, pero no siempre lo logro. Escribo para entenderme, para no olvidar. Descifrar se territorio, para mí, es garantía de seguir escribiendo, pero entonces no pienso en el lector. Que el lector se arregle con su propia subjetividad. Pretendo algo así como un “lector activo” como el de Cortázar. Es más, mi manera de leer es muy suelta, abro los libros por la mitad, o primero espío el final. Como el “lector salteado” macedoniano. Por último, y desde el corazón te digo que, para mí, es estar dentro de la poesía.

 

 

[AM]: ¿La poesía es ese lugar donde, en un principio, se devuelve a la palabra, el valor sagrado?, ¿por qué?

[MLC]: Por esa pluralidad de sentido que tiene la poesía. Con la poesía uno puede penetrar el misterio. Experimentar la levedad, estar en varias partes al mismo tiempo. Como en un cuadro cubista. Como los “Sueños”, la película de Kurosawa.

 

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[AM]: ¿Qué dos o tres poetas te han acompañado siempre y por qué?

[MLC]: Amelia Biagioni, quizá por el paisaje, la lejanía, ambas somos santafesinas, en ese punto lo agregaría a Saer, a Arnaldo Calveyra. Y, obviamente a Joaquín Giannuzzi. Ah, y Circe Maia. ¡Y a tantos!…

 

 

[AM]: ¿Actualmente estás escribiendo un nuevo poemario?

[MLC]: Esta pregunta es interesante. Yo misma me la hago todo el tiempo. Escribo poemas, sueltos, que quizá responden a un plan que desconozco. Lo sabré al promediar la producción, cundo de una de sus líneas salga el título.  Olvidé decirte que por lo general titulo al final. Cuando ya tengo el libro que se me va armando solo. Intervengo mucho en la diagramación. Veo al poema también como un efecto visual. Su diagramación. El libro es un todo, desde las tapas, la solapa, para mí el libro es un objeto único, aunque se reproduzca por cientos.  Además, soy fanática del “libro anotado”. Los escribo o subrayo mucho.

 

 

 

 

 

*(Santa Fe-Argentina). Estudió Bellas Artes en Rosario (Argentina), Vitrales en Londres (Inglaterra) e Historia del Arte en Roma (Italia). Lleva publicados una decena de libros, en los que se destacan sus poemarios Contra el brillo final (2011), Debajo de abajo (2013), Amazonía (2013), Falsos lugares (2015) y Presencia prohibida de las cosas (2015).

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