Los nudos de Eielson, por Juan Acha

El presente texto fue publicado originalmente por el crítico de arte Juan Acha en el catálogo Nudos. Jorge Eielson. artista peruano. Obras en técnicas diversas. Publicado en México D. F. por el Museo de arte moderno de Chapultepec y el Instituto Nacional de Bellas Artes, 1979.

La presente versión, ha sido tomada del libro la poética visual de jorge eielson (2004), editado por Emilio Tarazona y Drama ed. Pp.156-157.

 

 

Los nudos de Eielson

 

 

Por: Juan Acha*

Crédito de la foto: Izq. www.inca.net.pe

Der. © Centro Studi Jorge Eielson / Martha Canfield

 

 

No faltará quienes atribuyan contradicción a este artista, por producir objetos de arte y así mismo realizar performances; a parte de seguir siendo poeta. Sin lugar a dudas, es poco frecuente el tipo de artistas, como Eielson, que sienten en carne propia la insuficiencia de cada género o tendencia artística, para dar curso a todo lo que ellos llevan adentro y tienen que decir. (Mayor aún la insuficiencia de toda obra para lo que de ella esperan los diferentes miembros de cualquier grupo humano.) Tales artistas se ven en la necesidad, entonces, de diversificar la letra o la modalidad de sus manifestaciones. Escapan así de ser víctimas de la mayor aceptación que pudiera tener una de sus modalidades. Mejor todavía: obvian las pugnas por el poder o prestigio de tal o cual tendencia.

La pluralidad artística actual ?igual que la sempiterna coexistencia de muchas artes, no obedece, después de todo, a luchas por el entronizamiento de una tendencia en detrimento de las demás. La diversidad surge por necesidad de ampliar las necesidades artísticas, cuya mutua complementaridad y cuyas recíprocas contraposiciones no son sino las dos caras de una misma dialéctica. Esta mecánica no invalida, desde luego, los litigios que siempre sostienen entre sí las diferentes artes (o ideologías artísticas), dado que unas, por naturaleza, responden mejor que otras a los problemas y necesidades del tiempo y lugar concretos en que coexisten.

Es a comienzos de la década de los 60, que Eielson abandona la pintura tradicional y presenta con espíritu pop unas vestimentas cotidianas que solidifica. Luego retorna parcialmente a la pintura. Digo parcialmente por dos razones: porque sólo conserva el formato tradicional de la pintura, ya que renuncia a los habituales modos y medios pictóricos, al introducir nuevos. Y porque también practica las performances y crea sus constelaciones verbales (la palabra como elemento que conceptúa tautológicamente lo visual de un espacio gráfico).

Su diversidad de expresiones, sin embargo, hállase animada por un mismo realismo o anti-ilusionismo, realismo entroncado como el que circula en la pintura moderna desde el tableau-objet

del cubismo. Desde entonces, y en muchos casos, basta visual y pictóricamente la realidad de los elementos del cuadro; si éste muestra similitudes con la realidad visible, no serán referencias a ella sino meras coincidencias parciales.

El mejor esclarecimiento del realismo de Eielson y de su poesía artístico-visual, nos lo ofrece su poesía escrita (que también es el título del libro que reúne su poesía). Aquí advertimos una franca reducción (1944) del número de palabras, hasta llegar a unas páginas (1960) que más que poesía concreta y arte conceptual, contienen un realismo visual y conceptual, tal como la página rayada que lleva en el centro el siguiente texto: Papel blanco rayado con 6 palabras. Propiamente contrapone la realidad visual y concreta del papel a la designación verbal (o conceptual) de la misma. Toma, pues, la dirección contraria del cuadro de Magritte titulado Esta no es una pipa, cuya imagen es negada con la palabra en favor de la realidad física ausente. Es decir, con la palabra Eielson afirma una realidad física, casi siempre ignorada por habitual.

Telas, nudos, colores y pliegues reales y tangibles, comprenden sus nudos; también denominados Quipus en homenaje al mundo prehispánico de su país y como inspiración en la textilería paleoperuana.

Formalmente, el protagonista de estas obras lo tenemos en el triángulo conformado por la tela monócroma que parte de cada nudo y va abriéndose con sus pliegues radiales y tensos, sirviéndole de fondo otra tela templada de igual o diferente color. Algunas veces los triángulos son dos y los unen las telas retorcidas de sendos colores. Los volúmenes y espacios del cuadro son reales y se conjugan, en una bella y sugestiva totalidad, con las tensiones y con las luces y sombras virtuales que producen los pliegues y la superposición de telas, más la textura del mismo textil teñido, cuyas vibraciones sin más visivo-táctiles que las de las texturas pigmentarias. Otras veces, el artista prescinde de la tela de fondo o se limita a ella para que reciba las impresiones de un rostro de maniquí que la presiona por detrás. En todas estas obras estamos ante lo real y concreto de unos textiles. Pero la presencia del formato del cuadro ?incluso y el cuadro es vacío?, suele despertarnos ideas tradicionales de arte y de pintura, contra las cuales precisamente arremeten hoy los artistas. Tales ideas nos impulsarán a reclamar y preferir imágenes, esto es, la ilusión de realidades, y automáticamente tornaremos la realidad en abstracción. No importa si esto sucede. Hay remedio: tomar conciencia y aprovechar la fusión de la gran realística con la gran abstracción de Kandinsky, que aquí también se cumple.

Lo mismo puede acontecer con sus volúmenes, bultos o esculturas textiles, si nos presionan las ideas establecidas de escultura de museo, más que las enseñanzas que dejaron las actitudes conceptualistas de Duchamp. No queda, pues, sino la fusión mencionada, centrándonos en el realismo matérico, formal y táctil de estos materiales cotidianos que son torcidos y acumulados con ritmos vivaces y cromáticos con intenciones y logros artísticos. Eielson les impregna belleza y con ésta nos dice claramente que el arte no reside en las obras de arte reconocidas, por el solo hecho de ser objetos, sino por su estructuración o conjunto de correlaciones sensitivo-visuales de su materiales; conjunto que puede estar también en cualquier otro objeto. Y esta evidencia elemental se formula mejor en la pureza y claridad de lo más simple de los materiales y formas. No en vano se trata del cuestionamiento de ideas simples de arte que, como tales, son las más profundas y las más difíciles de cambiar o erradicar. En las performances, por último, que tendremos ocasión de ver, Eielson insiste en la pirámide, a título de cristalización y combinación del triángulo. Aquí el cuerpo humano mueve una pirámide de tela y a color, en medio de unos espacios de luces, palabras y sonidos ambientales. En esta poesía visual en movimiento se sintetizan todas las inquietudes artísticas de Eielson. Son performances, pero al mismo tiempo versiones vivas de sus cuadros y bultos. Su realidad nos resultará más real, gracias al distanciamiento que toman con respecto al espectáculo entretenido y masivo.

 

 

 

 

 

* Juan Acha, importante teórico latinoamericano, nace en Perú y muere en México en enero de 1995. Desde los años cincuenta inicia su labor como crítico de arte en su país natal. En 1971 se traslada definitivamente a México. Entre sus publicaciones más importantes se pueden mencionar: Art in Latin American Today  (1961), Arte y Sociedad en Latinoamérica (1979), Económica; Ensayos y Ponencias Latinoamericanistas (1984) y  Las culturas estéticas de América Latina (1994).

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