Los «nudos» de Eielson: enlace universal, por Javier Sologuren

 

Reproducimos aquí la crónica que escribió el poeta y editor Javier Sologuren sobre la obra plástica de Jorge Eduardo Eielson. Esta crónica fue originalmente publicada en el suplemento cultura “Lundero”, n° 157 del periódico La Industria, el 26 de mayo de 1991. Siendo republicada en el libro nu / do: homenaje a j.e. eielson, publicado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el año 2002; pp. 247-248.

 

 

 

Los «nudos» de Eielson: enlace universal

 

 

Por: Javier Sologuren

Crédito de la foto: © Archivo Mario Pera

Exposición de Jorge Eduardo Eielson en

Galería Enlace, Lima.

 

 

Quipus, nudos

 

Estas criaturas de Jorge Eielson se llamaron inicialmente quipus, denominación que traía aparejadas connotaciones históricas y culturales bien definidas. Y, claro está, en primer término constituían una inequívoca referencia a la escritura (en su fase embrionaria) y, por consiguiente, al mensaje que destina.

Quipus pasó a ser nudos. El motivo de esta sustitución bien puede ser el hecho de que con este último nombre se amplía su cobertura significativa, accediéndose con ello a la universalidad de una idea: nudo es atadura, enlace, centro, causa. Así ya no se reduce —como quipus— a las fronteras de un idioma específico:

 

               nudo es un enlace que lleva a un centro;

               es también un lenguaje, pero sin confines.

               Ya lo dijimos: universal.

 

quipu
Muestra de «Quipus 49 R (red and black)» de Jorge Eduardo Eielson, en la Galería de arte Enlace, Lima – Perú, por cortesía del Centro Studi Jorge Eielson y Martha Canfield.
Trabajo en Acrílico sobre lienzo en madera. 190 x 150 x 18 cms. Hecho en 1993.
© Archivo Mario Pera

 

La energía expansiva:

 

Cada «nudo», cada imagen encierra y libera tensiones de una extrañada potencia

que el poder demiúrgico del artista

gobierna con la seguridad y la serenidad de la forma plena

—de la cifra cordial precisa—

cuya sugestión obra parejamente, pongamos por caso, a la del ying y del yang.

Todo un mar hirviente de ímpetus y furias

(la vida fisiológica y la instintiva y anímica)

se ordena remansa y cristaliza

en el espacio del cuadro

para asumir la mirada de un rostro imperturbable y perfecto que bien puede tener su equivalente, pues en ese orden se halla,

en el envolvente apaciguamiento de un buda.

Apaciguamiento dentro del reino del arte,

asumido por la visión estética en toda su pureza.

 

nud
«Nudo», por Jorge Eduardo Eielson, 1993, en la Galería de arte Enlace, Lima – Perú, por cortesía del Centro Studi Jorge Eielson y Martha Canfield.
Tela dorada anudada. Diámetro 40 cms.
© Archivo Mario Pera

 

El nudo es un plexo de fuerzas vitales

 

encerradas como el Genio en la lámpara aladinesca

y, a la par, abiertas y operantes en el curso de un es­pacio

silenciosamente incruento.

Nudo: enlace: centro.

Nudo-puño, nudo-plexo, nudo-sexo.

Nudo del cuerpo en apertura solar y germinal.

Poderosa expansión de ese centro

como brazos abiertos haciéndose alas,

como impulso fálico y genésico.

 

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Jorge Eduardo Eielson (der) en una instalación de Nudos.
© Centro Studi Jorge Eielson

 

Magia o misticismo del color

 

Eielson ha liberado al color en su función construc­tora de la imagen (ni pincelada, ni perspectiva), la que es, en cambio, asumida íntegramente por la tela en tensión, alcanzando en su tridimensionalídad un pun­to superior donde ya no se distinguen pintura y escul­tura.

Eielson es el artista que ha sabido anudar la magia o la mística del color con los vectores formales en un canto abierto como una llama sutil y firme en el espa­cio.

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