Por Ximena Rivera*
Selección Mario Pera
Crédito de la foto Raúl Goycoolea /
www.dosdisparos.com
Los niños son también una dificultad.
7 poemas de Ximena Rivera
El vacío
No sé modular la palabra amor,
ese verbo grande y final.
Grande, grande es mi súplica,
mi ruego es comprender por qué
el amor demora siglos en llegar a ser amor.
NO ES VERDAD que Dios exista.
No es verdad la serpiente
……………….………el árbol
……………….………la manzana.
¿Y si no es verdad que Dios exista?
¿y si no es verdad la serpiente
……………….………el árbol
……………….………la manzana?
¿Para qué insistir en esta historia?
Sabemos que no hay fundamento
en el cuento del exilio.
………..Podemos vivir en paz,
………..podemos dormir tranquilos.
Ya que
no es verdad que nuestros hijos se mataron.
(…)
¿POR QUÉ LOS ANCIANOS y los enfermos son una carga hoy para nosotros? Algo que no nos interesa, que no es asunto nuestro.
Los niños son también una dificultad, pero de otra factura, ya que sabemos que son la carne fresca que llevará nuestro pasado marcado a fuego en la memoria.
No sé cómo llegamos a esto, pero un poeta comentaba que no sabía de dónde venía la tristeza, y le preguntaba a un dios natural por ella.
Para mí la tristeza viene de Pompeya, y es una tristeza indiferente, como un amante estático con un cuerpo inerte y una sonrisa sub urbana.
(…)
2
Ahora bien
La iniciación puede verse
Como un regreso guiado
Una vuelta a uno mismo
No al que fue o al pasado, sino al ahora
Puede verse como la recuperación de la visión
Por lo cual el ahora parece detenerse
Y sin embargo
Es una inmovilidad que transcurre
Imposibilidad lógica -clásica-
No obstante realidad irrefutable
Que abarca el ahora antes de la separación
Antes de lo falso o verdadero
Antes de lo bello o lo feo
Antes de lo bueno o lo malo
Antes de la otredad
Antes de la fragmentación
¿Es importante ver?
Supongo que sí
Porque en este territorio ver significa
Ver todo el mundo en el mundo de todos los días
Sí, allá está aquí
Y no hay nada que decir
Y sin embargo cuando todo el mundo se ve
El mundo inevitablemente habla
Ahora bien ¿cuál es el centro de una esfera?
……………………………..AQUÍ ESTÁ
Y está también la separación entre centro y periferia
El centro de toda figura
Sea cual sea la figura
Es un punto X distante de su figura
Porque es el desarrollo de la figura
Al morir perdemos 23 gramos
¿Entonces qué hay en nosotros que pesa 23 gramos?
YO RECUERDO UN ESTADO de la noche, una especie de olvido sumamente físico, un olvido cósmico, por decir algo, que para ustedes se manifiesta en sueños. Es una navegación que me lleva de mi nombre hacia la noche, noche abajo; un viaje nocturno, una ruta por un brazo de la noche, que soy yo misma. Me digo Ximena para reconocerme, me nombro, y lo olvido. Ya sé: es la locura que viene, y en el río de aquella noche lloro con un llanto que corta la piel y reseca la lengua. Cuando salgo de puerto, de inmediato reconozco el hecho insólito de una nueva lengua: me creo en otro país, por lo tanto, estoy en otro país; ningún nombre está sujeto a sus cosas, los nombres están salidos, idos de sus cosas. Todo es intercambiable, pero en un principio entendible y aceptable. Por ejemplo: la calle es un río, la pared un árbol, mi bebé un ícono.
III
A la manera de Antonin Artaud, soy una imbécil, porque mi pensamiento es estrecho y corto: mi pensamiento no sucede. Acá hay horarios de visita. Se rompe la monotonía, pero en la casa no sabemos si esta ruptura es algo positivo o negativo. Por ejemplo, me visitan chicos de alguna comunidad cristiana que sólo tienen una imposición de venir, por compasión a la casa de reposo. Pero yo entrego una imposición con respecto a mi pensamiento, por lo cual, sólo alcanzan a ver una especie de espejismo. Y frente a eso, se ponen a pensar en esta imposición, como si todo esto significara la señal de una experiencia privilegiada aquí.
Mi yo se desgaja como un panecillo en la mesa donde ellos comen. ¿Habrán pensado alguna vez por qué no bebo agua en esta mesa?
No estoy triste, no se confundan: yo soy una imbécil y lama fama me encarcela.
Pero pasa que ustedes perciben no sé qué debilidad, no sé qué amorfía en esta aseveración. Debilidad mi ansia de concordancia, mi hipócrita necesidad de ustedes, cuando les represento la angustia y corro a pedirles piedad por las calles.
Por supuesto, ustedes se conocen a sí mismos, claro. Pero yo velo lo que hacen. Es más, todos acá vemos muy bien lo que hacen. Les pregunto, entonces: ¿es que así se acaba la poesía, el lenguaje, los diálogos?
Por otro lado, ellos observan mi cuerpo, mi ajado cuerpo, miran mis ojos, piensan en mí.
¿Piensan en mí? ¿En mí?
Y creen que éste es su privilegio.
Se apropian del privilegio como lo haría un sacerdote o un zapatero. Yo, que hablaba de zapatos frente a ellos, para que ocuparan la palabra privilegio como una prostituta o una verdulera que diera un juicio sobre la realidad, ya que ellos ocupan todo su quehacer verbal para no salir nunca del círculo del verbo.
En esto percibo una sombría sombra que avanza. Me agobian, tanto como yo los agobio a ellos.
Pero me pregunto: ¿qué ven cuando me ven?
¿Ven acaso el desequilibrio, este aplanamiento, estas ausencias, este hundimiento en la realidad? Me pregunto:
¿Qué ven cuando me ven?
El silencio
Comprendemos después
el canto del gallo al amanecer.
Es una contradicción
bastante benévola ésta
saber que el mundo cantando siempre
permanece silencioso.
*(Viña del Mar-Chile, 1959-Valparaíso-Chile, 2013). Poeta. Publicó en poesía Delirios o el gesto de comprender (2001), Una noche sucede en el paisaje (2006), Puente de Madera (junto a 13 poetas jóvenes, 2010) y Poema de agua (2011). En 2016 se publicó Obra completa (edición póstuma).