Por Valentina Ghelfi*
Traducción por Mario Pera
Crédito de la foto la autora
Las cenas solitarias.
5 poemas de Valentina Ghelfi
DESPUÉS DE UN GRAN amor
Un sopor del alma
Una transformación
Un viaje
De mí a mí
Pasando por los brazos
De perfectos desconocidos
El Señor Desconocido[1]
Lo encontré
Una noche en la que quería
No entender nada
No recordar nada
Exagerar todo
Nos cruzamos
Y decidimos
Que seríamos
Para siempre desconocidos
Así que bailamos,
Nos aferramos, mejor, el uno del otro
Cayendo el uno entre los labios del otro
Bailando
Para olvidar todo la hora siguiente
A caballo entre el día y la noche
Fingimos ser grandes y descarados
Cruzamos la red
Sin entender bien nada
Corriendo a ciegas
Esperando encontrar la perla
Entre los muslos del otro.
ES COMO SI dentro de cada uno de nosotros hubiera una mesa.
Cuando estamos enamorados, la mesa está preparada para dos y todo está listo y
hermoso y ordenado. Se cena, también, en pareja: nuestro invitado se sienta frente a nosotros,
cena tras cena.
Cuando termina una historia de amor, la mesa permanece preparada, pero el mantel está
manchado, los platos sucios, el vaso medio vacío y las migas por todas partes. Cuando
se intenta invitar a cenar a otras personas, ninguno logra sentarse y se termina
por cenar solo. Se está triste porque se sigue viendo el fantasma del invitado, pero no
se tiene la fuerza para quitarlo todo de la mesa.
Después de un tiempo —y se necesita mucha paciencia— se encuentra la fuerza para liberar la
mesa. Sí, las cenas continúan solitarias, pero al menos se está bien: para uno mismo, no está mal.
Y, al fin, llega la magia.
De improviso, y nunca se sabe bien cómo, entre un bocado y otro se alza la mirada
y uno se da cuenta de que la mesa está de nuevo lista para dos.
Y el otro lugar está libre.
QUISIERA LLORAR entre tus brazos
porque tenemos los mismos males dentro
y no podemos curarnos.
Se abre dentro de nosotros
el mismo abismo
y no podemos curarnos.
La soledad no se cura
sino cuando, con lucidez,
superamos el Uno
en la carne que resbala.
Pero hay más que esto:
hay que reconozco en ti
un dolor
y una lucha eterna.
Coraje
y una fuerza
indecible.
En ti y en mí reconozco
la misma incurable nostalgia.
Eva
Hermana
Alma mía
Bautizada
en nombre del pecado
Yo digo
¡VIVA!
Este pecado
que pesa en nuestro regazo
por los siglos de los siglos
Eva
Amiga
Compañera
Yo veo
La fatiga del ser
Fémina
Yo conozco
La rabia del ser
Mujer
Yo sufro
La mirada que nos marca
Y por eso te tomo de la mano
Alma gemela
Te perdono todo
Me perdono todo
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(poemas en su idioma original, italiano)
Le cene solitarie.
5 poesie di Valentina Ghelfi
DOPO UN GRANDE amore
Un letargo dell’anima
Una trasformazione
Un viaggio
Da me a me
Passando attraverso braccia
Di perfetti sconosciuti
El Señor Desconocido
L’ho incontrato
Una notte in cui Volevo
Non capire niente
Non ricordare niente
Esagerare tutto
Ci siamo incrociati
E abbiamo deciso
Che saremmo stati
Per sempre sconosciuti
Così abbiamo ballato
Ci siamo, meglio, sorretti a vicenda
Crollando l’uno tra le labbra dell’altro
Ballando
Per dimenticare tutto l’ora dopo
A cavallo tra il giorno e la notte
Ci siamo finti grandi e spudorati
Siamo andati oltre la rete
Senza ben capire nulla
Correndo alla cieca
Sperando di trovare la perla
Tra le cosce dell’altro.
(di Los Señores ed io)
È COME SE, dentro ognuno di noi, ci fosse un tavolo.
Quando siamo innamorati, allora il tavolo è apparecchiato per due e tutto è pronto e
bello e in ordine. Si cena anche, in due: il nostro ospite siede di fronte a noi, cena
dopo cena.
Quando finisce una storia d’amore il tavolo resta apparecchiato, ma la tovaglia è
macchiata, i piatti sono sporchi, il bicchiere mezzo vuoto e briciole dappertutto. Per
quanto si provi ad invitare persone a cena, nessuno riesce ad accomodarsi e si finisce
per cenare soli. Si è tristi perché si continua a vedere il fantasma dell’ospite ma non si
ha la forza di sparecchiare tutto quanto.
Dopo un po’ di tempo – e ci vuole tanta pazienza – si trova la forza di liberare il
tavolo. Sì, le cene restano solitarie, ma almeno si sta bene: tra sé e sé non è poi così
male.
E alla fine arriva la magia.
All’improvviso, e non si sa mai bene come, tra un boccone e l’altro si alza lo sguardo
e ci si accorge che la tavola è di nuovo apparecchiata per due.
E l’altro posto è libero.
VORREI PIANGERE tra le tue braccia
perché abbiamo dentro gli stessi mali
e non possiamo guarirci.
Si spalanca dentro di noi
lo stesso abisso
e non possiamo guarirci.
Non si guarisce la solitudine
se non quando, lucidamente,
non superiamo l’Uno
nella carne che scivola.
Ma c’è più di questo:
c’è che riconosco in te
un dolore
e una lotta eterna.
Un coraggio
e una forza
indicibile.
In te e in me riconosco
la stessa immedicabile nostalgia.
(di Quello che succede dentro)
Eva
Sorella
Anima mai
Battezzata
nel nome del peccato
Io dico
VIVA!
Questo peccato
che ci pesa in grembo
dai secoli dei secoli
Eva
Amica
Compagna
Io vedo
La fatica di essere
Femmina
Io conosco
La rabbia di essere
Donna
Io soffro
Lo sguardo che ci marchia
E per questo ti prendo per mano
Anima gemella
Ti perdono tutto
Mi perdono tutto
(inédito)
[1] El título del poema figura en español en el original.
*(Piacenza-Italia, 1994). Poeta y actriz. Graduada en Idiomas y en actuación por la Scuola del Piccolo Teatro (Milán). Ha participado en diversos proyectos teatrales. Colabora con el escritor y hebraísta Matteo Corradini en la lectura La Shoah delle ragazze. Ha continuado su formación teatral siguiendo un curso de alto entrenamiento con Danio Manfredini y, en paralelo, estudia Letras modernas en la Universidad La Sapienza (Italia). Colabora con el Ausl de Piacenza, para fomentar la “Educación en la afectividad”, a través del teatro, en las escuelas secundarias. Ha publicado en poesía Los Señores ed io (2018) y Quello che succede dentro (en prensa, 2020).