Por Marina Casado*
Crédito de la foto (izq.) Ed. RIL /
(der.) www.revistaaltazor.cl
La vida y la poesía: Posibilidades abiertas (2022),
de Tzveta Délcheva
“EMPECÉ A ESCRIBIR poemas/ como tantos otros que tenían/ necesidad de hablar de la sexualidad,/ sin utilizar su vocabulario./ […] Y porque deseaba vivir,/ vivir como esos que aman”. Son versos de la poeta búlgara Tzveta Délcheva**, autora de Posibilidades abiertas (2019), un poemario que recibió dos de los premios más importantes en Bulgaria: el Iván Nikólov y el Jristo Fótev. Ahora, acaba de publicarse en España una edición bilingüe en el sello Ærea, de RIL editores. El traductor y autor del magnífico prólogo que abre el libro es Reynol Pérez Vázquez, dramaturgo y narrador mexicano.
Escribir por el deseo de vivir. ¿Puede la poesía concedernos esa posibilidad? O no una sola, sino muchas y abiertas, como reza el título. Porque, realmente, el lector se sumerge en el universo poético de Délcheva sin apenas darse cuenta, gracias a un estilo aparentemente ligero y condensado que, sin embargo, proyecta una profundidad que se extiende en todos los ámbitos de una vida. En su prólogo, Reynol Pérez Vázquez menciona algunos de los temas fundamentales en la obra: la revisión del pasado ―a caballo entre la nostalgia y la desolación―, la naturaleza ―en la línea de la poesía búlgara contemporánea―, el viaje físico y mental, la pasión amorosa y la crítica social. Existe también, como señala el traductor y prologuista, un compromiso con el acto de escribir, con la literatura: “De eso, de lo que no puede/ hablarse, es necesario que se escriba,/ de este modo se hace pesado y se embellece”, “QUIERO escribir/ de aquello/ que podría/ suceder./ Ser/ menos yo/ e incluso/ no serlo”. La voz poética se funde con la obra, se deja devorar por ella.
Sin embargo, es precisamente la preponderancia de esa voz la que permite al lector sumergirse en cada uno de los poemas, identificarse en ellos y también identificar a la poeta, que lo conduce por múltiples y sucesivas reflexiones sobre el pensamiento y el mundo: “desear la vida de otros significa caer al fondo de una inmensidad”, “la intimidad que no se alimenta/ lo suficiente y pierde volumen”, “JAMÁS REGRESES/ al lugar/ donde has sido/ feliz”… En estas reflexiones también hay una búsqueda incansable de la propia identidad que no llega a cumplirse: “tal cual yo soy ahora,/ ya nadie me conoce”, “APRENDÍ A DESCRIBIRME, a soportar sin dolor/ la metamorfosis”. Y de su escritura, que también es ella misma: “LOS POEMAS A LOS CUALES RENUNCIÉ,/ no conseguían describir aquello/ que merecía describirse, […]/ sonaban superficiales,/ tan pronto como empezaban a hablar conjuntamente;/ en vez de sumergirse en mis sótanos/ y surgir de allí con aquello que/ me fue dado escribir”. En muchas composiciones, se cruzan dos voces: una más real y otra más íntima, representada por las cursivas. A veces, se funde con la naturaleza: “PESTAÑEO COMO UNA VIOLETA antes de crecer”, “ME PERDERÉ en el zarzal de un verano calcinado,/ me aguijoneará una legión de avispas,/ creceré torcida como un peral silvestre/ con una sombra de manchas temblorosas”. En ocasiones, alcanza así un fuerte lirismo: “Tu sol se pone en mí,/ tu voz camina delante de él/ y le abre las puertas,/ penetra cada vez más hondo,/ lleva de acá para allá polvo solar,/ entra, sale,/ toda entera soy estrellas”.
Pero la voz poética no limita la mirada a su interior, sino que, como ya se ha mencionado, observa el mundo y lo critica descarnadamente: “UNA ESPOSA SE EDIFICA IGUAL QUE UNA IGLESIA./ respetando los requisitos canónigos/ cualquier estilo es admisible”, “LOS PLANES PARA ESA FAMILIA/ ardieron en el taller/ en tiempos/ de la guerra civil”, “¿DÓNDE ESTÁN AQUELLOS ARISTÓCRATAS que nacieron/ para no dedicarse a otra cosa excepto al arte/ y así poder vivir en una pobreza elegante?”.
A través de un estilo sobrio y directo, pero no exento de imágenes y metáforas, la autora nos conduce por el laberinto de sensaciones, recuerdos y pensamientos que conforman su existencia en un universo determinado, que también es el nuestro. La vida se hace poesía y brota espontáneamente, a veces en forma de fogonazos; en otras ocasiones, desarrollándose a través de poemas más largos. Pero siempre laten los versos.
*(Madrid-España, 1989). Poeta y ensayista. Periodista por la Universidad Carlos III de Madrid (España) y doctora en Literatura Española. Profesora de Lengua castellana y Literatura en la Comunidad de Madrid y colaboradora habitual en El País con reportajes sobre el Madrid literario e histórico. Ha obtenido el Premio Carmen Conde, el I Premio del VII Certamen de Poesía Rafael Morales y el Primer Premio del Certamen de Relato por el XX Aniversario de la UC3M (Universidad Carlos III de Madrid), el Primer Premio del VI Certamen Literario Ser Madrid Sur y el del XV Certamen de Relato Corto Eugenio Carbajal, así como ha sido finalista del Premio Adonáis de Poesía en 2018, 2019 y 2020. Ha publicado en poesía Los Despertares (2014), Mi nombre de agua (2016), De las horas sin sol (2019) y Este mar al final de los espejos (2020); y en ensayo El barco de cristal. Referencias literarias en el pop-rock (2014) y La nostalgia inseparable de Rafael Alberti. oscuridad y exilio íntimo en su obra (2017).
**(Panaguiúrishte-Bulgaria, 1960). Poeta y novelista. Desde 1980 vive en Sofía. Licenciada en Derecho por la Universidad de Sofía San Clemente de Ójrid (Bulgaria). Se desempeña como editora, articulista literaria, jurisconsulto y funcionaria. Obtuvo los Premios Iván Nikólov y Jristo Fótev. Ha publicado en poesía De las ciudades y las cosas, traducido al francés; El fin del verano, la eternidad, traducido al alemán; y el más reciente, Posibilidades abiertas (2019), entre otros; y en novela Reconstrucción (2010) y Estimados desconocidos (2015).