Por T.S Eliot
Traducción por César Eduardo Jumpa Sánchez*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Cátedra /
(der.) www.reprodart.com
La tierra baldía (1922),
por T.S. Eliot
“Nam Sibyllam quidem Cumis ego ipse oculis meis vidi
in ampulla pendere, et cum illi pueri dicerent: Σίβνλλα τί ϴέλεις; respondebat illa: άπο ϴανεΐν ϴέλω.”
Para Ezra Pound
il miglior fabbro.
I. El entierro de los muertos
Abril es el mes más cruel, germinando
Lilas desde la tierra estéril, mezclando
Memoria y deseo, revolviendo
Torpes raíces con lluvia primaveral.
El invierno nos mantuvo templados, cubriendo
La tierra en nieve olvidadiza, alimentando
Un retazo de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, viniendo del Starnbergersee,
Con una ducha de lluvia; nos detuvimos en la columnata,
Y proseguimos a la luz del sol, en el Hofgarten,
Y bebimos café, y hablamos por una hora.
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, nos quedamos donde el archiduque,
Mi primo en sí, me sacó en un trineo,
Y estuve asustada. Él dijo, Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y para abajo fuimos.
En las montañas, allí te sientes libre.
Leo, gran parte de la noche, y voy al sur en el invierno.
¿Cuáles son las raíces que aprietan, qué ramas crecen
Desde estos escombros rocosos? Hijo del hombre,
No puedes decir, ni adivinar, porque sólo conoces
Una ruma de imágenes rotas, donde el sol rebota,
Y el árbol muerto no provee guarida, ni el grillo alivio,
Y la piedra seca ningún sonido de agua. Solo
Hay sombra bajo esta roca roja,
(Entra bajo la sombra de esta roca roja),
Y te mostraré algo distinto a
Tu sombra por la mañana dando zancadas a tu tras
O a tu sombra por la tarde incorporándose a tu encuentro;
Te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu,
Mein Irisch Kind
Wo weilest du?
«Me diste jacintos por vez primera hace un año;
«Me llamaron la chica de los jacintos.»
—Pero cuando regresamos, tarde, desde el jardín del Jacinto,
Tus brazos repletos, y tu cabello mojado, no pude
Hablar, y mis ojos fallaron, No estaba ni
Vivo ni muerto, y no sabía nada,
Mirando dentro del corazón de luz, el silencio.
Red’ und leer das Meer.
Madame Sosostris, popular clarividente,
Tenía un tenaz resfriado, sin embargo
Es conocida como la mujer más sabia en Europa,
Con una terrorífica baraja. Aquí, dijo ella,
está su carta, el Navegante Fenicio ahogado,
(Esas son perlas que fueron sus ojos. ¡Mire!)
Aquí está Belladona, la Dama de las Rocas,
La dama de las situaciones.
Aquí está el hombre con tres bastones, y aquí la Rueda,
Y aquí está el comerciante de un ojo, y esta carta,
La cual está en blanco, es algo que lleva sobre su espalda,
La cual estoy negada a ver. No encuentro
Al Colgado. Témale a la muerte por agua.
Veo muchedumbres, circulando por una pista.
Gracias. Si encuentra a la Srta. Equitone,
Dígale que traigo el horóscopo yo misma:
Debemos ser tan cuidadosos en estas épocas.
Ciudad Irreal,
Bajo la niebla marrón de un amanecer invernal,
Un gentío fluía sobre el London Bridge, tantos,
No habría creído que la muerte deshiciera a tantos.
Suspiros, cortos e infrecuentes, fueron exhalados,
Y cada hombre fijó sus ojos ante sus pies.
Fluyeron cuesta arriba y bajaron por King William Street,
Hacia donde Saint Mary Woolnoth mantenía las horas
Con un ruido muerto en el último golpe de las nueve.
Allí vi a alguien que conocía, y lo detuve, gritando: «Stetson!
«¡Tú que estuviste conmigo en los navíos de Mylae!
«Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
«¿Ha comenzado a brotar? ¿Va a florecer este año?
«¿O la helada repentina ha molestado su lecho?
«¡Oh, mantén al Perro lejos entonces, que es amigo del hombre,
«O con sus garras lo desenterrará de nuevo!
«¡Tú! hypocrite lecteur! —mon semblable,—mon frère!»
II. Una partida de ajedrez
La silla en la que se sentaba, a manera de un trono bruñido,
Brillaba sobre el mármol, donde el vidrio
Sostenido por estandartes provistos de viñas afrutadas
Desde el cual un Cupidon dorado se asomaba
(El otro escondía sus ojos detrás de su ala)
Duplicaba las llamas de candelabros de siete brazos
Reflejando luz sobre la mesa mientras
El resplandor de sus joyas remontaron a encontrarla,
Desde cajas satinadas vertidas en suntuosa profusión;
En viales de marfil y vidrio colorido
Destaponados, acechaban sus extraños perfumes sintéticos,
Ungüento, polvoreado, o líquido —afligían, confundían
Y ahogaban el sentido en olores; agitados por el aire
Que refrescaba desde la ventana, éstos ascendían
Engordando a las prolongadas llamas de vela,
Arrojaban su humo hacia el artesonado,
Removiendo los diseños de la techumbre.
Gigante madera marina nutrida por el cobre
Chamuscada de verde y naranja, enmarcada por la piedra colorida,
En la cual a través de una triste luz un delfín tallado nadaba.
Encima del antiguo mantel se desplegaba
Tal como si una ventana desembocara en la escena silvestre
La variación de Filomela, por el bárbaro rey
Tan rudamente impuesta; aún ahí el ruiseñor
cubrió todo el desierto con una voz inviolable
Y aún así ella lloraba, y aún el mundo prosigue,
«Tris Tras» a oídos sucios.
Y otros muñones marchitos del tiempo
Fueron contados sobre las murallas; formas miradoras se
Inclinaban, apoyándose, silenciando la habitación cerrada.
Pasos se arrastraban por la escalera.
Bajo la luz del fuego, bajo el cepillo, su cabello
Se esparcía en puntos candentes
Brillaban en palabras, de ahí se pondrían salvajemente quietos.
«Mis nervios andan mal esta noche. Sí, mal. Quédate conmigo.
«Háblame. Por qué nunca hablas. Habla.
«¿En qué estás pensando? ¿Qué pensando? ¿Qué?
«Nunca sé lo que estás pensando. Piensa.»
Creo que estamos en el callejón de las ratas
Donde los hombres muertos perdieron sus huesos.
«¿Cuál es aquel ruido?»
El viento bajo la puerta.
«¿Cuál es ese ruido ahora? ¿Qué está haciendo el viento?»
Nada de nuevo nada.
«¿Tú
«No sabes nada? ¿Tú no ves nada? ¿Tú no recuerdas
«nada?»
Yo recuerdo
Esas son perlas que fueron sus ojos.
«¿Estás vivo, o no? ¿No hay nada en tu cabeza?»
Pero
O O O O that Shakespeherian rag—
Es tan elegante
Tan inteligente
«¿Qué debo hacer ahora? ¿Qué debo hacer?
«Deberé salir corriendo como soy, y caminar la calle
«Con mi cabello caído, así. ¿Qué debemos hacer mañana?
«¿Qué llegaremos a hacer jamás?»
El agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.
Y jugaremos una partida de ajedrez,
Prensando ojos sin párpados y esperando un llamado a la puerta.
Cuando el marido de Lil fue soltado, dije—
No he molido mis palabras, le dije a ella yo mismo,
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Ahora Albert está volviendo, ponte un poco irreverente.
Querrá saber qué hiciste con ese dinero que te entregó
Para que te compraras algunos dientes. Lo hizo, estuve allí.
Los tienes todos fuera, Lil, y consigue un lindo conjunto,
Él dijo, lo juro, no puedo aguantar observarte.
Y yo no puedo más, dije, y pensar en el pobre Albert,
Estuvo en el ejército cuatro años, quiere un buen momento,
Y si no se lo das, van a haber otros que lo harán, dije.
Oh ahí está, dijo ella. Algo por el estilo, dije.
Entonces sabré a quién agradecer, dijo ella, y dame una
mirada directa.
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Si no te gusta puedes proceder con eso, dije.
Otros pueden elegir a placer si tú no puedes.
Pero si Albert huye, no será por falta de aviso previo.
Deberías estar avergonzado, dije, para verte tan vetusto.
(Y ella con sólo treinta y uno.)
No puedo evitarlo, dijo ella, poniendo una cara larga,
Son esas pastillas que tomé, para lograrlo, dijo ella.
(Ella ya consumió cinco, y casi murió por el joven George.)
El boticario dijo que estaría muy bien, pero nunca he sido
la misma.
Tú eres un mentecato adecuado, dije.
Bueno, si Albert no te deja sola, ahí está, lo dije,
¿Por qué te casas si no quieres hijos?
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Bueno, ese domingo Albert estuvo en casa, comieron un jamón caliente,
Y me invitaron para cenar dentro, para alcanzar esa belleza en su calor—
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
APÚRENSE POR FAVOR YA ES HORA
Nas noches Bill. Nas noches Lou. Nas noches May. Nas noches.
Ta ta. Nas noches. Nas noches.
Buenas noches, damas, buenas noches, dulces damas, buenas noches,
buenas noches.
III. El sermón del fuego
La carpa del río está rasgada, los últimos dedos de hoja
Aprietan y se hunden en la mojada ribera. El viento
Cruza la tierra marrón, sin ser escuchado. Las ninfas han partido.
Dulce Támesis, avanza suavemente, hasta que termine mi canción.
El río no transporta botellas vacías, ni envolturas de sándwich,
Ni pañuelos de seda, cajas de cartón, colillas de cigarrillo
O algún otro testimonio de noches de verano. Las ninfas han partido.
Y sus amigos, los merodeadores herederos de los dirigentes de la ciudad;
Partieron, sin haber dejado dirección de domicilio.
Por las aguas de Leman me senté y sollocé…
Dulce Támesis, avanza suavemente hasta que termine mi canción.
Dulce Támesis, avanza suavemente, ya que no hablo ni alta o largamente.
Pero a mis espaldas tras una fría ráfaga escucho
El traqueteo de los huesos, y la risita alargada de oreja a oreja.
Una rata se arrastró tenuemente a través de la vegetación
Rezagando su viscosa barriga en la ribera
Mientras estaba pescando en el insulso canal
En una tarde invernal por el contorno detrás de la fábrica de gas
Cavilando en el rey por el desastre de mi hermano
Y en el rey por la muerte de mi padre a su delante.
Cuerpos blancos desnudos sobre la baja tierra húmeda
Y huesos arrojados en un pequeño bajo seco desván,
Traqueteados por el pie de la rata solamente, año por año.
Pero a mis espaldas de vez en cuando escucho
El sonido de bocinas y motores, los que traerán a
Sweeney hacia la Srta. Porter en la primavera.
O la luna brilló potente sobre la Srta. Porter
Y sobre su hija
Ellas lavan sus pies en agua de soda
Et O ces voix d’enfants, chantant dans la coupole!
Piu piu piu
Tris tras tris tras tris tras
Tan rudamente forzada.
Tereo
Ciudad Irreal
Bajo la niebla marrón de un mediodía invernal,
Sr. Eugenides, el comerciante de Smyrna
Sin afeitar, con un bolsillo lleno de grosellas
C.i.f. Londres: documentos a la vista,
Me preguntó en francés demótico
Para almorzar en el Canon Street Hotel
Seguido por un fin de semana en la Metropole.
En la hora violeta, cuando los ojos y la espalda
Se curvan por arriba del escritorio, cuando el motor humano espera
Como un taxi pulsando esperando,
Yo Tiresias, aunque ciego, pulsando entre dos vidas,
Hombre viejo con marchitos senos de mujer, puedo ver
En la hora violeta, la hora de la tarde que persigue
El regreso, y lleva al navegante al hogar desde el mar,
A la mecanógrafa al hogar en la merienda, despeja su desayuno, prende
Su hornilla, y reparte comida en envases.
Afuera de la ventana arriesgadamente extendidas
Sus combinaciones secándose rozadas por los últimos rayos del sol,
En el diván se apilan (por la noche su cama)
Calcetas, pantuflas, camisolas, y corsés.
Yo Tiresias, hombre viejo con tetas arrugadas
Capté la escena, y predije el resto—
Yo también esperé al invitado previsto.
Él, el joven carbuncular, llega,
Un secretario de casucha, con una mirada audaz,
Uno de los pobres en quien la confianza se posa
Como un sombrero de seda en un millonario de Bradford.
El momento es ahora propicio, como él adivina,
La comida se acabó, ella está aburrida y cansada,
Se empeña para envolverla en caricias
Las cuales permanecen irreprochables, si no indeseables.
Ruborizado y decidido, él la acosa al instante;
Manos exploradoras no enfrentan defensa alguna;
Su vanidad no requiere ni respuesta,
Y le da la bienvenida a la indiferencia.
(Y yo Tiresias he sufrido todo antaño
Ejecutado en este mismo diván o cama;
Yo que me he sentado por Tebas bajo la muralla
Y caminado entre los más crápulas de los muertos.)
Brinda un último beso paternalista,
Y tantea su camino, hallando las escaleras apagadas…
Ella voltea y mira por un momento dentro del vidrio,
Apenas dándose cuenta de que su amante se ha marchado;
Su cerebro permite transcurrir un pensamiento compuesto a la mitad:
«Bueno ahora esto ya se acabó: Y estoy feliz de que así sea.»
Cuando amorosa mujer se rebaja al disparate y
Se pasea en su recámara de nuevo, sola,
Se alisa el cabello con mano automática,
Y coloca un disco en el gramófono.
«Esta música se deslizó hacia mí sobre las aguas»
Y a lo largo del Strand, por la Queen Victoria Street.
O Ciudad ciudad, a veces puedo oír
Al costado de una taberna en Lower Thames Street,
El placentero lloriqueo de una mandolina
Y el traqueteo y parloteo desde adentro
Donde pescadores se arrellanan al mediodía: donde las paredes
De Magnus Martyr albergan
Esplendor inexplicable de blanco y dorado jónicos.
El río suda
Aceite y brea
Las barcazas van a la deriva
Con el cambio de la marea
Velas rojas
Amplias
A sotavento, oscilan sobre la pesada verga,
Las barcazas fregan
Troncos errantes
Alcanzan Greenwich abajo
Pasando la Isla de los Perros.
Weialala leia
Wallala leialala
Elizabeth y Leicester
Golpeando remos
En la popa se elaboró
Una coraza recubierta
Roja y dorada
La vigorosa oleada
Rizó ambas orillas
Viento suroeste
Transportó aguas abajo
El repique de campanas
Torres blancas
Weialala leia
Wallala leialala
«Tranvías y árboles polvorientos.
Highbury me dio a luz. Richmond y Kew
Me deshicieron. Por Richmond alcé mis rodillas
Indolente sobre el piso de una estrecha canoa.»
«Mis pies están en Moorgate, y mi corazón
Bajo mis pies. Después del suceso
Él sollozó. Prometió ‘un nuevo comienzo.’
No hice comentarios. ¿Qué debería resentir?»
«En las Arenas de Margate.
Puedo conectar
Nada con nada.
Las uñas quebradas de manos sucias.
Mi gente humilde gente que anticipa
Nada.»
la la
A Cartago luego vine
Chamuscando chamuscando chamuscando chamuscando
O Señor Tú me arrancas
O Señor Tú arrancas
chamuscando
IV. Muerte por agua
Flebas el Fenicio, hace quince días muerto,
Olvidó el graznido de las gaviotas, y la oleada del mar profundo
Y la ganancia y la pérdida.
Una corriente bajo el mar
Recogió sus huesos en susurros. Mientras se elevaba y caía
Pasaba por las etapas de su edad y juventud
Entrando en el remolino.
Gentil o Judío
O tú que das vuelta a la rueda y miras a barlovento,
Considera a Flebas, quien antaño era tan apuesto y alto como tú.
V. Lo que dijo el trueno
Después de la antorcha roja sobre los rostros sudorosos
Después del silencio frigorífico en los jardines
Después de la agonía en los lugares pedregosos
El griterío y el lloriqueo
Prisión y palacio y reverberación
Del trueno primaveral sobre las montañas distantes
Aquél que estaba vivo está ahora muerto
Nosotros que estuvimos vivos estamos ahora muriendo
Con un poquito de paciencia
Aquí no hay agua sólo roca
Roca y no agua y la ruta arenosa
La ruta enredándose sobre las montañas
Las cuales son montañas rocosas sin agua
Si hubiese agua deberíamos detenernos y beber
Entre las rocas uno no puede detenerse o pensar
El sudor está seco y los pies están en la arena
Si tan sólo hubiese agua entre la roca
Boca de montaña muerta con dientes cariados que no escupen
Aquí nadie puede estar parado, echado o sentado
No hay siquiera silencio en las montañas
Pero sólo el seco, estéril trueno sin lluvia
No hay siquiera soledad en las montañas
Si no rojos rostros henchidos burlando-gruñendo
Desde las puertas de casas cascanueces
Si tan sólo hubiese agua
Y no roca
Si hubiese roca
Y también agua
Y agua
Una fuente
Una piscina entre la roca
Si hubiese solamente el sonido del agua
No la cigarra
Y el césped seco cantando
Aunque el sonido del agua sobre piedra
Donde el tordo ermitaño canta en los pinos
Drip drop drip drop drop drop drop
Pero no hay agua
¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado?
Cuando cuento, sólo estamos tú y yo juntos
Pero cuando miro a lo largo de la vía blanca
Siempre hay alguien caminando a tu costado
Deslizándose envuelto en una manta marrón, encapuchado
No sé si es un hombre o una mujer
—¿Pero quién es aquél al costado tuyo?
Cuál es aquel sonido a lo alto del aire
Murmullo de lamento maternal
Quiénes son esas hordas en banda encapuchadas
Sobre interminables planicies, tropezándose en tierra agrietada
Anillados solamente por el plano horizonte
Cuál es la ciudad sobre las montañas
Quiebra y reforma y explota en el aire violeta
Torres en derrumbe
Jerusalén Atenas Alexandría
Viena Londres
Irreal
Una mujer reajustó su larga cabellera negra
Y manipuló la música susurrante en esas cuerdas
Y murciélagos con rostros de bebé en el aire violeta
Silbaron, y sacudieron sus alas
Y se arrastraron cabizbajos hacia una pared ennegrecida
Y boca abajo en el aire había torres
Doblando evocadoras campanas, manteniendo horas
Y voces cantando desde cisternas vacías y pozos agotados.
En este hueco decadente entre las montañas
En la pálida luz lunar, el césped está cantando
Sobre las tumbas derrumbadas, alrededor de la capilla
está la capilla vacía, sólo el viento está en su hogar.
No tiene ventanas, y la puerta se mece,
Huesos secos no dañan a nadie.
Sólo un gallo se paró encima del techado
Ki ki riki ki ki riki
En un destello de relámpago. De ahí una ráfaga húmeda
Trayendo lluvia
Ganga estaba hundida, y las inertes hojas
Esperaban la lluvia, mientras las negras nubes
Se acumulaban distantes, sobre Himavant.
La jungla se acurrucó, se encorvó en silencio.
Ahí habló el trueno
DA
Datta: ¿Qué hemos dado?
Mi compadre, sangre sacudiendo mi corazón
El atrevido desafío de un momento de entrega
Del cual una edad de prudencia nunca se podrá retraer
Por esto, y sólo por esto, hemos existido
De lo cual nada será anticipado en nuestros obituarios
Ni en las memorias envueltas por la benévola araña
Ni debajo de los sellos quebrados por el magro procurador
En nuestros cuartos vacíos
DA
Dayadhvam: He escuchado la llave
Doblarse en la puerta y una vez solamente
Pensando en la llave, cada una confirma la prisión
Solo por la noche, rumores etéreos
Reactivan por un momento un rajado Coriolano
DA
Damyata: El barco respondió
Alegremente, al experto manual con vela y remo
El mar estaba tranquilo, tu corazón hubiese respondido
Alegremente, al ser invitado, latiendo obediente
Ante manos dominantes
Me senté sobre la orilla
Pescando, con la árida planicie a mis espaldas
¿Debería al menos poner mis tierras en orden?
London Bridge está cayéndose cayéndose cayéndose
Poi s’ascose nel foco che gli affina
Quando fiam uti chelidon —O swallow swallow
Le Prince d’Aquitaine à la tour abolie
Estos fragmentos he orillado entre mis ruinas
Why then Ile fit you. Jerónimo está chiflado de nuevo.
Datta. Dayadhvam. Damyata.
Shantih shantih shantih
Notas sobre La tierra baldía
No sólo el título, si no también el esquema y una buena parte del simbolismo incidental del poema fueron sugeridos por el libro de la Srta. Jessie L. Weston sobre la leyenda del Grial: Del Ritual al Romance (Cambridge). En efecto, tan endeudado estoy, ya que el libro de la Srta. Weston elucidará las dificultades del poema mucho mejor que mis notas lo harían; y se lo recomiendo (aparte del gran interés en el libro de por sí) a cualquiera que crea que una tal elucidación del poema valga la pena. Estoy en deuda en general con otro trabajo antropológico, uno que ha influenciado a nuestra generación profundamente, me refiero a La Rama Dorada; he usado especialmente los dos volúmenes Adonis, Attis, Osiris. Cualquiera que esté familiarizado con estas obras reconocerá inmediatamente en el poema algunas referencias a las ceremonias de vegetación.
I. EL ENTIERRO DE LOS MUERTOS
23. Línea 20. Cf. Ezequiel II, i.
31. Cf. Eclesiastés XII, v.
42. V. Tristan und Isolde, I, versos 5-8.
46. Id. III, verso 24.
No estoy familiarizado con la constitución exacta de la baraja de naipes del tarot, del cual me he alejado obviamente para adaptarla a mi conveniencia. El Colgado, un miembro de la baraja tradicional, se acopla a mi propósito en dos maneras: porque está asociado en mi mente al Dios Colgado de Frazer, y porque lo asocio con el personaje encapuchado en la travesía de los discípulos a Emaús en la quinta parte. El Navegante Fenicio y el Comerciante aparecen más tarde; así como «la muchedumbre» y la Muerte por Agua se ejecuta en la cuarta parte. El Hombre con los Tres Bastones (un auténtico miembro de la baraja del Tarot) lo asocio, muy arbitrariamente, con el Rey Pescador en sí.
60. Cf. Baudelaire:
« Fourmillante cité, cité pleine de rêves,
« Où le spectre en plein jour raccroche le passant. »
63. Cf. Inferno III, 55-57:
«si lunga tratta
di gente, ch’io non avrei mai creduto
che morte tanta n’avesse disfatta.»
64. Cf. Inferno IV, 25-27:
«Quivi, secondo che per ascoltare,
«non aver pianto, ma’ che di sospiri,
«che l’aura eterna facevan tremare.»
68. Un fenómeno que he observado frecuentemente.
74. Cf. El Canto Fúnebre en el White Devil de Webster.
76. V. Baudelaire, Prefacio a Les Fleurs du Mal.
II. UNA PARTIDA DE AJEDREZ
77. Cf. Antony and Cleopatra, II, ii, l. 190.
92. Laquearia. V. Aeneid, I, 726:
dependent lychni laquearibus aureus incensi, et noceti flames funalia vincunt.
98. Sylvan scene. V. Milton, Paradise Lost, IV, 140.
99. V. Ovidio, Metamorfosis, VI, Filomela.
100. Cf. Part III, l. 204.
115. Cf. Part III, l. 195.
118. Cf. Webster: “Is the wind in that door still?”
126. Cf. Part I, l. 37,48.
138. Cf. la partida de ajedrez en Women beware Women de Middleton.
176. V. Spenser, Prothalamion.
192. Cf. The Tempest, I, ii.
196. Cf. Marvell, To His Coy Mistress.
197. Cf. Day, Parliament of Bees:
«Cuando de repente, escuchando, oirás,
«Un ruido de trompas y cacería, los cuales traerán
«Actaeon a Diana en la primavera,
«Donde todos verán su piel desnuda…»
199. No conozco el origen de la balada de la cual estas líneas se extrajeron: me las fueron comunicadas desde Sydney, Australia.
202. V. Verlaine, Parsifal.
210. Las grosellas fueron cotizadas a un precio «transporte y seguro gratis hacia Londres»; y el Aviso de Embarque etc. habrían de ser entregados al comprador después del pago del giro a la vista.
218. Tiresias, aunque un mero espectador y no de hecho un «personaje,» es aún así la figura más importante del poema, unificando al resto. Tal como el comerciante de un ojo, vendedor de grosellas, se funde en el Navegante Fenicio, y el éste último no tan distinto de Ferdinand el Príncipe de Nápoles, así todas las mujeres son una mujer, y los dos géneros se encuentran en Tiresias. Lo que Tiresias ve, de hecho, es la substancia del poema. El pasaje entero de Ovidio es de gran interés antropológico:
‘…Cum Iunone iocos et ‘maior vestra profecto est
Quam, quae contingit maribus’, dixisse, ‘voluptas.’
Illa negat; placuit quae sit sententia docti
Quaerere Tiresiae: venus huic erat utraque nota
Nam duo magnorum viridi coeuntia silva
Corpora serpentum baculi violaverat ictu
Deque viro factus, mirabile, femina septem
Egerat autumnos; octavo rursus eosdem
Vidit et ‘est vestrae si tanta potentia plagae’
Dixit ‘ut auctoris sortem in contraria mutet
Nunc quoque vos feriam!’ percussis anguibus isdem
Forma prior rediit genetivaque venit imago
Arbiter hic igitur sumptus de lite iocosa
Dicta Iovis firmat; gravius Saturnia iusto
Nec pro materia fertur doluisse suique
Iudicis aeterna damnavit lumina nocte
At pater omnipotens (neque enim licet inrita cuiquam
Facta dei fecisse deo) pro lumine adempto
Scire futura dedit poenamque levavit honore.
221. Esto puede no parecer tan exacto como las líneas de Sappho, pero tenía en mente al pescador «estibador» o «doris», el cual regresa a casa al anochecer.
253. V. Goldsmith, la canción en The Vicar of Wakefield.
257. V. The Tempest, como arriba.
264. El interior de St. Magnus Martyr es a mi parecer uno de los más refinados entre los interiores de Wren. Véase The Proposed Demolition of Nineteen City Churches: (P.S. King & Son, Ltd.)
266. La canción de las (tres) hijas del Támesis comienza aquí. Desde el verso 292 al 306 incluídos, ellas hablan en turnos. V. Götterdämmerung, III, i: las hijas del Rin.
279. V. Froude, Elizabeth, Vol. I, ch. iv, carta de De Quadra a Felipe de España:
«Por la tarde estuvimos en una barcaza, observando las partidas en el río. (La reina) estaba sola con el Señor Robert y yo mismo en la popa, cuando empezaron a hablar tonterías, y fueron tan lejos que al final el Señor Robert dijo, como estaba en el punto exacto ahí no había razón por la que no deberían casarse, si la reina lo desease.»
293. Cf. Purgatorio, V, 133:
«Ricorditi di me, che son la Pia;
«Siena mi fe’, disfecemi Maremma.»
307. V. Confesiones de San Agustín: «A Cartago luego vine, donde un caldero de amores profanos cantaban alrededor de mis oídos.»
308. El texto completo del Sermón del Fuego del Buda (el cual corresponde en importancia con el Sermón del Monte) del cual éstas palabras fueron tomadas, se encontrará traducido en la obra de Henry Clark Warren Buddhism in Translation (Harvard Oriental Series). El Sr. Warren fue uno de los grandes pioneros de estudios budistas en occidente.
309. De las Confesiones de San Agustín nuevamente. La colocación de estos dos representantes del ascetismo oriental y occidental, como culminación de esta parte del poema, no es fortuita.
V. LO QUE DIJO EL TRUENO
En la primera sección de la quinta parte tres temáticas son empleadas: la travesía a Emaús, el acercamiento a la Capilla Peligrosa (véase el libro de la Srta. Weston) y la actual decadencia de Europa del Este.
357. Este es Turdus aonalaschkae pallasii, el tordo ermitaño que he escuchado en la Provincia de Québec. Chapman indica (Handbook of Birds of Eastern North America) «está más en su hogar dentro de un apartado forestal y refugios de matorrales… Sus notas no son notables por su variedad o volumen, pero en pureza y dulzura de tono y exquisita modulación son inigualables.» Su ‘canción de goteo de agua’ está justamente conmemorada.
360. Los siguientes versos fueron estimulados por el relato de una de las expediciones en Antártica (olvido cuál de ellas, pero creo que fue una de Shackleton): se relató que el conjunto de exploradores, en el extremo de su fortaleza, sufrieron de un espejismo constante de que había un miembro más de los que fueron realmente contados.
367-77. Cf. Hermann Hesse, Blick ins Chaos: “Schon ist halb Europa, schon ist zumindest der halbe Osten Europas auf dem Wege zum Chaos, fährt betrunken im heiligen Wahn am Abgrund entlang und singt dazu, singt Betrunken und hymnisch wie Dmitri Karamasoff sang. Ueber diese Lieder lacht der Bürger Beleidigt, der Heilige und Seher hört sie mit Tränen.”
402. «Datta, dayadhvam, damlata» (Da, simpatiza, controla). La fábula del significado del Trueno se encuentra en el Brihadaranyaka—Upanishad, 5, 1. Una traducción se encuentra en la obra de Deussen: Sechzig Upanishads des Veda, p.489.
408. Cf. Webster, The White Devil, V, vi:
«…se volverán a casar
Antes que el gusano perfore tu mortaja, antes que la araña
Teja una delgada cortina para tus epitafios.»
412. Cf. Inferno, XXXIII, 46:
«ed io sentii chiavar l’uscio di sotto
all’orribile torre.»
V. también F.H. Bradley, Appearance and Reality, p. 346
«Mis sensaciones externas no son menos privadas para mí de lo que son mis pensamientos o sentimientos. En cualquiera de los casos mi experiencia atañe a mi propio círculo, un círculo cerrado de por fuera; y, con todos sus elementos semejantes, toda esfera es opaca para los otros que la rodean… En suma, considerada como una existencia que aparece en un alma, el mundo entero para cada cual es peculiar y privado a tal alma.»
425. V. Weston: From Ritual to Romance; capítulo del Rey Pescador.
428. V. Purgatorio, XXVI, 148.
«Ara vos précieux per aquella valor
‘que vos guida al som de l’escalina,
‘sovegna vos a temps de ma dolor.’
Poi s’ascose nel foco che gli affina.»
429. V. Pervigilium Veneris. Cf. Filomela en las 2da y 3ra partes.
430. V. Gerard de Nerval, Soneto El Desdichado.
432. V. Kyd, Spanish Tragedy.
434. Shantih. Repetido como aquí, un final formal de un Upanishad. «La Paz que trasciende el entendimiento» es nuestro equivalente para esta palabra.
*(Trujillo-Perú, 1989). Poeta, ensayista, traductor y dibujante. Magíster en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona (España). Cursa un doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de Paris X Nanterre (Francia). Está asentado en París desde el 2017, luego de un largo periodo de residencia en Nueva York (EE.UU., 2002-2015). Ha publicado en poesía Viracocha Borealis (2012) y Grizal (2015), así como artículos y narrativa en variadas revistas internacionales.