Por João Rasteiro*
Traducción del portugués al español por María Leonor F. Crespo
Curaduría de la muestra por Víctor Rodríguez Núñez
Crédito de la foto Ana Nazaré Rasteiro
La siderurgia del mal.
7+1 poemas de João Rasteiro
Auschwitz ¿Y después?
El corazón, el cuerpo, las manos y los poemas
han sido gaseados en una tarde de marzo: destellos
concebidos en el despojo del poeta sin rosas.
*
El corazón estaba demasiado triste y los poemas
primaverales, demasiado joviales, y el amor cavilado
en la ruptura del dorso con la astucia del contagio.
*
Los desiertos se desarrollan y deposito guirnaldas,
nuestro amor era errante, pero tan sublime,
en la solercia de la palabra nunca se sabrá cuánto.
*
En el laberinto de sus témporas ni siquiera dios vio,
si hubiéramos visto su inigualable sombra,
no hubiera sido muerte alquímica bajo el escarnio.
*
“No habían podido”, pues él era ya en sí
el principio y el final de todo: la luminosa crueldad,
el más preciso y claro rasgo en las cenizas de la memoria.
El bote de los peces
“El amor es una noche a la que se llega sólo”
después de la infancia ocultada en el follaje puro
y de la fimbria de un electrocardiograma.
*
Y no hay una aptitud clara, sino una isla,
y se encontrará ya disponible otra lengua
que asegura que jamás abandona la tierra
el perfume de la rosa de su perder,
tus anteados ojos y el lecho despojado
donde brota la fresca lágrima y la culpa pura.
*
En ocasión de la aurora todavía se asoma el azul
y como un halcón deleita al pájaro,
en nuestra distancia, aún somos un hondo cielo,
y en medio, la frecuencia cardíaca
que logremos ofrecer, la única lucidez
en caracteres ilegibles de sangre y saliva.
*
Y no hay virus o náufragos en el mediterráneo
que te cabalguen lejos de mi lengua
y “la boca besada es caliente de cuerdas y lazos”
y el gran mar sube al cielo a los pies del pescador.
*
Ahora, forajido, lo que sé del corazón es mirarlo
y sentirte, y de los huesos puros botan peces,
para que por ti me sostenga y tú te sostengas
por mí donde el carbón se vierte en el espacio angular.
La textura de la tierra
Si dios detuviera la textura guarnecida de la tierra
embelesada de hombres y mujeres bajo el sol,
palabras encendidas, turbias inquietudes
del verbo en la lengua, del querer, y del bien querer,
alargaría esa textura bajo nuestra habla
adornada en la claridad divina del error y el pecado.
*
Pero, crédulo, poseo solamente la poesía;
ella es lo que alargo bajo nuestra habla.
La surca lentamente, tú eres la voz de mi poesía,
Esta pura naciente de palabra incorpórea.
*
“Si yo tuviera las telas bordadas de los cielos”, y dios
la textura guarnecida de la tierra, la poesía
serías tú, la bordadura del amor, y el centro del amor,
todo lo que hay de solícito “de oro y plata” en la figura de la fe.
Somos huérfanos de una gran hambre
En el Senado
todos fallamos el elocuente discurso
de nuestros efímeros días,
el amor en los intersticios de la Polis,
en la historia que tras el crepúsculo
merecíamos tener en este purpúreo suelo,
y el panegírico del cuerpo
donde se derramaba el vino,
y el eco luminoso como la palabra radiante
en la sabiduría y gloria de Babilonia,
nos olvidamos por la nitidez de la hoja
de fausto “banquete para las aves de rapiña”,
nosotros, “¿los poetas en tiempos de indigencia?”
*
En el Senado
todos ignoramos la siderurgia del mal
de nuestras resplandecientes batallas,
la ceguera en la divinidad de los hombres,
de la voracidad que antes de la oscuridad
se desgasta bajo el tiempo del banquete,
y la extrema jactancia del narciso
en la cual desvive la inocencia de la belleza,
y la condena que nivela el golpe
sobre la renuncia pura de otras Grecias,
“en uno entre los más, en uno entre los que se” entregan,
nos deshacemos ante el polvo de las leyes
deportando héroes “como expolio para los perros”.
*
En el Senado
todos olvidamos el derrumbamiento del verbo
de mis perfumadas rosas y manos,
un poema deslumbrado entre tus senos,
del lugar de aquella fuente en tu cuerpo
sumergido hoy isla de bruma inaccesible,
y prosigo, prosiguiendo tú en mí
un poema o “idea de Polis rescatada”,
y no cuido de mensurar la culpa,
la mía, la tuya, la nuestra, bajo el corazón del ágora
“nosotros, los ateos, nosotros, los monoteístas,
nosotros”, alimentamos el incesto que me agita
“cargando un rescate inmensurable” y cruel.
*
En el Senado
ahora, la finura acumulada del lino
y del blando en dos frágiles mundos de cristal,
te lame el nombre, cada olor y memoria
circunscrita a una sola raíz de tristeza,
la mía que se esconde “bajo cada piedra”,
mi fulgor, el fulgor de las Grecias
donde siempre “puede esconderse un escorpión”.
*
En el Senado
se decide ahora si la cicuta
deberá ser el castigo, para mí que no te he olvidado,
si para aquella madre que enseguida olvidó el hijo
recién nacido, lanzándolo a la papelera
un fondo de cuerpo donde no subsiste suelo,
oh miserables ángeles desnudos
bajo un estrecho soplo, un frágil vuelo divino.
*
En el Senado
se excede el pudor de la orfandad
de palabra justa, y en rama de laurel
ardiendo está nuestro nombre
y aunque centelleando pujante el sol para ellos,
como usuarios de parca sabiduría
en anzuelos de añadiduras tan irrelevantes,
no entienden que “¿sin bárbaros qué será de nosotros?”.
Autopsicografía II
“Más alto todavía, siempre más alto”,
la alondra exhaló su mágico cantar
en la expuesta y febril colmena del poema.
*
La fingida tristeza retracta a la auténtica
con semejante maestría en su lengua de voces
“entreteniendo la razón”, que la distinción
presente entre lo fingido y lo auténtico
es ilícita, la fingida tristeza que se aferra
al pasadizo del poema es auténtica
y la auténtica es absolutamente fingida.
*
Pero, en ciertas verdades oscuras
donde medir la distinción “que se llama
corazón”, ¿cuál de las dos es la exactitud?
*
El tumulto es lejano en todas las lenguas
y en ninguna, “y así en los arroyos
de la rueda gira” tu triste ausencia, la única
y entera verdad, mi triste soledad.
Fronteras de cuerpo vacío
Hay filamentos de acero impíos,
la tiniebla que brota recuerda un pez-araña
agonizando bajo los dientes del agua
y se entraña por los bordes de la nieve de mi cuerpo
desembocando en abismos en mi estómago.
*
Y disemina allí sus impías telas
―Dos telas de soledad. La mía
y la mía que heredé fermentada del amor,
las enigmáticas “declinaciones de ti” en mí,
y ahora el verbo es un virus en la peste del mundo.
*
Ahora llegado a la nada del todo de tu ausencia,
todavía “agarro la madrugada como si fuera
un niño” masticando las raíces
del último árbol que se frota al paladar del cielo
estéril de azul. Fronteras de cuerpo vacío.
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(poemas en su idioma original, portugués)
A siderurgia do mal.
5+1 poemas do João Rasteiro
Auschwitz e depois?
O coração, o corpo, as mãos e os poemas
foram gaseados numa tarde de julho. Clarões
concebidos no esbulho de poeta sem rosas.
*
O coração estava demasiado triste e os poemas
Primaveris, joviais demais. O amor cismado
na ruptura do dorso com o ardil do contágio.
*
Os desertos adolescem e deposito grinaldas,
o nosso amor era errático, mas tão sublime,
na solércia da palavra nunca saberão o quanto.
*
No labirinto de suas têmporas nem deus viu,
se houvéssemos visto a sua inigualável sombra,
não teria sido morte alquímica sob o escárnio.
*
“Não tinham conseguido”, pois ele era já em si
o princípio e o fim de tudo, a luminosa crueldade,
a mais precisa e clara feição da cinza da memória.
O pulo dos peixes
“O amor é uma noite a que se chega só”,
depois da infância oculta na folhagem
e da fímbria de uma eletrocardiograma.
*
E não há uma aptidão, mas uma ilha,
e achar-se-á já disponível outra língua
que assegura, que jamais abandona à terra
o perfume a rosa do seu perder,
os teus fulvos olhos e o leito despojado
onde apoja a fresca lágrima e a culpa pura.
*
No ensejo da aurora, ainda assoma o azul,
e como falcão que deleita o pássaro,
na nossa distância, ainda somos um céu,
e no meio, o batimento cardíaco
que conseguirmos dar, a única lucidez
em caracteres ilegíveis, de sangue e saliva.
*
E não há vírus ou náufragos no mediterrâneo,
que te cavalguem para longe da minha língua,
“a boca beijada é quente de cordas e laços”,
e o grande mar, sob o céu aos pés do pescador.
*
Agora foragido, o que sei do coração é olhá-lo
e sentir-te, e dos ossos puros pulam peixes,
para que por ti me sustente, e tu te sustentes
por mim, onde o carvão se verte em espaço angular.
A textura da terra
Se deus detivesse a textura guarnecida da terra
embelezada de homens e mulheres sob o sol,
palavras acesas, turvos sobressaltos
do verbo na língua, do querer, e do bem-querer,
prolongaria essa textura sob nossas falas
adornada na claridade divina do erro e do pecado.
*
Mas, crédulo, possuo somente a poesia;
é ela que prolongo sob nossas falas.
Trilha-a lentamente, tu és a voz da minha poesia,
esta pura nascente de palavra incorpórea.
*
“Se eu tivesse os tecidos bordados dos céus”, e deus
a textura guarnecida da terra, a poesia
serias tu, a bordadura do amor, e o centro do amor,
tudo o que há de solícito “de ouro e prata” no vulto da fé.
Somos órfãos de uma grande fome
No Senado
errámos todos o eloquente discurso
de nossos efémeros dias,
nos interstícios da Pólis pereceu o amor
na história que depois do crepúsculo
merecíamos ter neste púrpuro chão,
e também o panegírico do corpo
por onde se derramava o vinho
e o eco cintilante como a palavra radiosa
na sabedoria e glória de Babilónia,
no alastro olvidámo-nos pela clareza da folha
de fausto em “banquete às aves de rapina”,
nós, “os poetas em tempo de indigência?”
*
No Senado
ignorámos todos a siderurgia do mal
de nossas resplendorosas batalhas,
somos hoje a cegueira na divindade dos homens
sob a voracidade que antes da obscuridade
se desgasta sobre o tempo do banquete,
e a extrema altivez do narciso
no qual desvive a inocência da beleza
é a pura condenação que nivela o golpe
sobre a renúncia cristalina de outras Grécias,
“num entre os mais, num entre os que se” doam,
desfazemo-nos ante a poeira das leis
deportando heróis “como espólio para os cães”.
*
No Senado
deslembrámos todos a profligação do verbo
de nossas perfumadas rosas e mãos,
o poema deslumbrado entre teus seios
no lugar daquela fonte de vida em teu corpo
mergulhado é hoje ilha de bruma inacessível,
e prossigo, prosseguindo tu em mim
em poema ou “ideia de Pólis resgatada”,
e não cuido sequer de mensurar a culpa,
a minha, a tua, a nossa, sob o coração da Ágora,
“nós, os ateus, nós, os monoteístas,
nós”, os ocultos, alimentámos o incesto que nos agita
“carregando um resgate imensurável” e cruel.
*
No Senado
agora, só a fineza acumulada do linho
e do branco em dois frágeis mundos de vidro,
lambe-te o nome, cada odor e memória
circunscrita a uma só raiz de tristeza,
a minha, que se esconde “sob cada pedra”,
o meu fulgor de ti, e o fulgor das Grécias
onde sempre “pode esconder-se um escorpião”.
*
No Senado
decide-se agora se a cicuta
deverá ser o castigo, para mim que te não esqueci,
se para aquela mãe que logo esqueceu o filho
recém-nascido, atirando-o para o caixote do lixo
num fundo de corpo onde não subsiste chão,
ó miseráveis e insuportáveis anjos despidos
sob estreito sopro, sob frágil voo e divina incúria.
*
No Senado
excede-se o pudor da orfandade
da palavra justa, e em ramo de loureiro
a arder está o nosso pueril nome
e embora cintilando pujante o sol para eles,
como usuários de parca sabedoria,
em anzóis de aditamentos tão irrelevantes,
não entendem que, “sem bárbaros o que será de nós?”
Autopsicografia II
“Mais alto ainda, sempre mais alto”,
a cotovia soprou o seu mágico canto
no exposto e febril cortiço do poema.
*
A fingida tristeza retracta a autêntica
com tal mestria em sua língua de vozes
“a entreter a razão”, que a distinção
presente entre o fingido e o autêntico
é ilícita, a fingida tristeza que se apega
ao passadiço do poema é autêntica,
e a autêntica, é absolutamente fingida.
*
Mas, em certas verdades obscuras,
onde aferir a distinção “que se chama
coração”, qual das duas é a exactidão?
*
O tumulto é longínquo em toda a língua
e língua nenhuma, “e assim nas calhas
da roda gira”, a tua triste ausência, a única
e inteira verdade, a minha triste solidão.
Fronteiras de corpo vazio
Há filamentos de aço impiedosos,
a treva que jorra lembra um peixe-aranha
agonizando sob os dentes da água
e entranha-se pelas orlas da neve do meu corpo
desaguando em abismos no meu estômago.
*
E dissemina-se ali em suas impiedosas teias:
duas teias de solidão. A minha
e a minha que herdei levedada do amor,
as enigmáticas “declinações de ti” em mim,
e agora o verbo é um vírus na peste do mundo.
*
Agora só o nada do todo da tua ausência,
mas ainda “agarro a madrugada como se fosse
uma criança” mastigando as raízes
da última árvore que se esfrega ao palato do céu
estéril de azul. Fronteiras de corpo vazio!
*(Coimbra-Portugal, 1965). Poeta, ensayista y traductor. Licenciado en Estudios portugueses y lusófonos por la Universidad de Coimbra (Portugal). Trabaja en la Casa de la Escritura de Coimbra (Portugal). Su obra A rose is a rose is a rose et coetera (2017 y 2018) fue llevada a escena por el grupo de teatro Os Controversos. En 2009 editó un número especial dedicado a la nueva poesía portuguesa para la revista colombiana Arquitrave y, en 2018, publicó en España la antología de poesía portuguesa contemporánea Aqui Nesta Babilónia. Obtuvo el Prémio Literário Manuel António Pina (Portugal, 2010). Ha publicado en poesía A Respiração das Vértebras (2001) y OFÍCIO Poesia: 2000-2020 (2021), entre otros, y en español se ha publicado su antología Poemas en punto de hueso (2001-2017).