La reinvención de la Historia, por Roberto Ramírez Paredes

 

Por Roberto Ramírez Paredes*

Cuento por Kevin Cuadrado**

Crédito de la foto (der.) Eliseo Gavilanes

 

 

La reinvención de la Historia,

por Roberto Ramírez Paredes

 

El lector promedio de literatura, al menos uno despistado, se rascaría la cabeza, intrigado, cuando, en su librería favorita, se topase con un volumen llamado Historia de las ideas (2019). ¿Qué pasó? ¿Desde cuándo la librería decidió mezclar los libros de historia y literatura?

Y es que un libro llamado Historia de las ideas, en primera instancia, nos remite a la rama de la Historiografía que estudia la evolución del pensamiento de la humanidad a través de sus culturas, de esos libros intocables a los que se acercan solo los interesados, los cientistas sociales, generalmente.

Pero es aquí justo donde empieza la trampa y el juego que propone Kevin Cuadrado en su primer libro de cuentos: nada es lo que parece. Disfrazado de un volumen historiográfico de ciencia incuestionable, adentro se esconden 35 cuentos que cuestionan la historia. 35 cuentos breves que hacen con la historia lo que cualquier ser humano normal hace con el jarabe que acaba de comprar en la farmacia: sacudirlo fuertemente hasta que los polvos y los líquidos sean inseparables, indistinguibles.

¿Cómo es que Cuadrado convierte a la historia en un jarabe literario? Para mí no fue difícil descubrirlo porque yo soy un schwobiano. Kevin Cuadrado también lo es y seguramente muchos de los aquí presentes también lo son, pero lo desconocen porque en estos tiempos de celulares e internet, parece ser que el nombre de Marcel Schwob no es tan relevante como hace cien años.

Me reconozco como un fanático de Marcel Schwob, un súbdito suyo, y este fanatismo me permite reconocer a sus hijos, que son mis hermanos, apenas los leo. Kevin Cuadrado es un hijo de Schwob de la misma manera que lo fue Jorge Luis Borges, y este libro, Historia de las ideas, es la prueba más clara de que el autor judío francés sigue vivo, ciento trece años después de su muerte, aunque muchos falazmente insisten en que cada día se lo olvida más.

 

 

Cuadrado, quizá consciente, quizá inconscientemente, sigue el mismo mecanismo trazado por Schwob en 1896, en su volumen de cuentos Vidas imaginarias: fantasear sobre las vidas no contadas de personajes célebres de la Historia y relatarlas usando toda la imaginación de la que se sabe capaz.

De esta forma, como con el libro de Schwob y con otro canónico, Historia universal de la infamia de Borges, Cuadrado ha creado un volumen de cuentos que si bien puede servir como un divertimento sobre las posibilidades de la Historia, incluso como una advertencia, también es catálogo de B-Sides de eventos, orígenes y personajes adentrados en la cultura popular y otros que pugnan por obtener ese reconocimiento.

Si en la prosa de Marcel Schwob desfilan Empédocles, Eróstato, Crates, Pocachontas, Paolo Uccello, en las páginas de Kevin Cuadrado, que también recrean la brevedad de Augusto Monterroso y la agudeza de Juan José Arreola, desfilan, cómo no, Borges y su ceguera, Dante y su infierno, el mítico Ulises, Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe, la génesis de El libro de la selva, la verdadera historia de la Odisea, pasajes de vidas ignotas, crímenes horrendos, inocentes sentenciados, pintores muertos de frío…

La lista de “celebridades” es tan infinita como entretenida: estas personalidades caminan frente a los ojos del lector con la fluidez de lectura y el acierto narrativo que Cuadrado le confiere a sus creaciones que, en conjunto, crean una ficción armada de realidad que amenaza con devorar la misma realidad, la misma en la que el lector sostiene estas páginas o que él cree que es la realidad. Lo jura pero no hay forma de estar seguro.

Es que estas celebridades, en la imaginación de Cuadrado, tienen un quiebre desconocido dentro de la historia conocida, es decir, cumplen a cabalidad lo que la historia de las ideas propone: estudiar cómo cambia el pensamiento.

Por ejemplo, los lectores de Edgar Allan Poe recordarán su cuento “El gato negro”, en el que, en tono macabro, Plutón, desde el más allá, delata al criminal que ha emparedado a su víctima; en Cuadrado, Plutón es el gato de Poe, que además de hablarle, le cede gentilmente sus siete vidas, y por ende sus siete muertes, para que el gran cuentista estadounidense pueda crear el relato mencionado.

También tenemos el episodio que le faltó a El libro de la selva, de Kipling: el autor es mordido por la serpiente Kaa y ambos mueren al mismo tiempo, en latitudes diferentes, pero aunados por la misma ficción. Un tal Alfred, a quien me niego a llamar Hitchcock, tiene un eterno retorno como el héroe de Poe del poema “El cuervo”, a quien el cuervo se niega a dejar en paz, pero en cambio a este Alfred, a quien me niego a llamar Hitchcock, las palomas acosan como en una película que me niego a confesar que es de Hitchcock.

Penélope, la mujer que espera, su hijo Telémaco y Ulises, el eterno nostálgico, tienen un encuentro en una suerte de diario personal, en el que, a diferencia de la Odisea de Homero, aquí se usa el calendario gregoriano y revólveres.

 

El escritor Kevin Cuadrado.

 

Este, a breves rasgos, es el juego histórico-literario que Kevin Cuadrado propone en su divertimento conformado de relatos que cuando no están desafiando a la historia, al teatro, a la crónica y al diario personal, se sostienen por su aliento poético y su imaginación y originalidad.

Dioses, héroes, artistas, filósofos, nostálgicos tienen cabida en este libro, que nos revela el mapa de lecturas e influencias de Kevin Cuadrado y, al mismo tiempo, el mapa de la historia de las ideas, las de Occidente, y que se mueve con gran soltura por varios géneros y estilo literarios: el policial, el surrealismo, lo fantástico y maravilloso, el terror, la ciudad.

Bien se pregunta Solange Rodríguez sobre este texto: ¿A quién le pertenecen las fantasías que consumimos todos los días, a la mente que las produjo o a los lectores que las reproducen y las recuerdan? Al leer este libro de cuentos, el lector lentamente se dará cuenta de que la respuesta poco interesa, porque ya ha hecho suyas estas historias, estos orígenes, ya no interesa si Plutón le ayudó o no a Poe, no interesa cómo Alfred se inspiró para crear su película Pájaros… Lo realmente importante es que esos cuentos ya no son de Kevin, sino del lector que ha decidido darles la legitimidad que se merecen dentro de la historia de las ideas.

 

 

1 cuento de Historia de las ideas (2019),

de Kevin Cuadrado

 

 

El paraíso de las guitarras

 

Una mañana en el paraíso de las guitarras, la guitarra de Cabral le dice a la de Víctor Jara:

—Disculpe que…, un madero modestamente cantor le interrumpa, pero dígame ¿dónde dejó a su humano?

La guitarra de Víctor le miró, luego le hizo un ademán instándole a guardar silencio y le dijo, señalando a un grupo de niños que en ese momento jugaba en la calle:

—¿No lo escuchas? Su voz no ha cambiado nada.

 

 

 

 

 

*(Ecuador). Novelista. En 2012 obtuvo una mención honorífica en la VI edición del Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo, organizado por la Universidad Veracruzana y, en 2017, ganó el Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit. Ha publicado las novelas La ruta de las imprentas y No somos tu clase de gente.

 

 

 

**(Quito-Ecuador, 1993). Narrador, poeta, editor y promotor cultural. Licenciado en Comunicación social. En la actualidad, dirige el sello independiente Bichito Ed. Es miembro del Centro Internacional de Estudios Poéticos del Ecuador y dirigió Tarea Poética: Fonografías de César Dávila Andrade (2016). Obtuvo el premio del Fomento Cultural del Ministerio de Cultura y Patrimonio (2018-2019) y la Convocatoria de la Alianza Francesa y La Souris Qui Raconte (narrativa, 2018).Ha publicado en narrativa La tristeza del pájaro azul (2018) e Historia de las ideas (2019); y en ensayo El devenir dios en la poesía de César Dávila Andrade (compilado en el libro Distante presencia del olvido, 2018).

 

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