A propósito de la reciente edición del vinilo Audiopinturas: Estructuras verbales para voz (1972) de Jorge Eduardo Eielson y del lanzamiento del nuevo álbum de Liquidarlo Celuloide, Anamnesis, la autora de la nota hace un repaso por la trayectoria de Luis Alvarado y su disquera Buh Records, pionera en darle cabida a proyectos de música experimental y contemporánea.
Por Eliana Fry García-Pacheco
Crédito de la foto (izq.) Centro Studi Jorge Eielson /
(der.) Buh Records
La promiscuidad sonora de Buh Records
¿En qué pensamos cuando hablamos de música experimental? Sin tener mayores referencias, probablemente sea Erik Satie nuestra primera alusión mental. Aunque la influencia del francés en innegable para los artistas musicales del siglo XX, en esta charla Luis Alvarado ha de introducirnos en la complacencia de los sonidos contemporáneos.
Durante la tempestad, aparecen, embelleciéndola, el rayo, que es la luz, y el trueno, que es el ruido que lo procede. Ruido para algunos, sonido para otros. Para otros como Luis Alvarado, capaz no solo de legitimar sino de comprender sin juzgar la exploración musical, encontrando armonía en las técnicas no convencionales por las que decenas de músicos peruanos se hacen decantado. Por ello, dentro de los muchos títulos que lo definen, el más certero es el mismo que utiliza desde 2012 para su programa en Radio Filarmonía: “Cazar Truenos”. Eso es Luis Alvarado, un cazador de truenos, un hombre que sigue intentando capturar la fugacidad, el estruendo y el ímpetu de los nuevos sonidos.
Katzenjammer
“Para quienes desarrollamos nuestras obsesiones musicales iniciada la década de los dos mil, la idea de un jazz peruano resultaba inimaginable. Uno iba descubriendo la discografía de Miles Davis, de John Coltrane, nos ahogábamos en los mares de información que internet empezaba a ofrecer, cientos de carpetas con discografías completas eran nuestra puerta de acceso al mundo del jazz y sus versiones más contemporáneas. Pero ¿jazz peruano? No, en nuestras computadoras no había nada.” Así inicia Luis Alvarado el prólogo del libro Chincha Saudita – El viaje musical de Perujazz, editado en noviembre de 2015. Y más allá de constituir el registro fundamental de la banda formada por Manongo Mujica, Jean Pierre Magnet y Chocolate Algendones, este párrafo brinda señas sobre los impulsos primeros que lo forjarían como el arqueólogo musical de las nuevas estéticas.
Entonces, ¿agitador musical, gestor musical, curador musical, investigador o crítico? “Soy un poco todo eso”, afirma Alvarado. “Me defino como una persona un poco caprichosa: le pongo el ojo a algo y hasta que no lo lleve a cabo, no lo desarrolle, no voy a estar contento. En ese sentido soy muy obsesivo con mis propios proyectos, muy terco, muy insistente porque siento que ha pasado tanto tiempo con mucha música olvidada en el Perú que es como que mi trabajo tiene cierta urgencia. Siento que el tiempo se me va. Además, trabajo con artistas muy mayores… y, bueno, nunca se sabe.”
Sin duda, Buh Records, disquera lanzada en 2004, es su proyecto más significativo, logrando consolidarse internacionalmente con mucha fuerza. Incluso la británica The Wire (una de las revistas de música más importantes del mundo) acaba de dedicarle un artículo de cinco páginas. Así, va editando más de 100 álbumes. Y a pesar de que es real la necesidad de venderlos en los diferentes formatos publicados —CD, vinilo, casete—, Alvarado no limita el acceso a la escucha de toda la discografía del sello de manera digital. Su catálogo lo componen tanto artistas internacionales, como Acid Mothers Temple; muchos latinoamericanos y, por supuesto, peruanos, colaborando a internacionalizar el sonido de varias bandas nacionales nuevas como Liquidarlo Celuloide, Pauchi Sasaki, Ale Hop, Teté Leguía o Efraín Rozas.
Pero es la colección Sonidos Esenciales lo más destacable del sello. Desde la reedición del álbum Cholo de El Polén, hasta el descubrimiento de sonidos como los de Miguel Flores (exbaterista de Pax), Arturo Ruiz del Pozo, Luis David Aguilar, José Sosaya o César Bolaños. Todas verdaderas joyas de nuestro reciente pasado musical, compositores que se imbuyeron en las técnicas de la electrónica entre el setenta y el ochenta. Sí, acá también hubo cultores del avant-garde.
“Esencialmente me siento como alguien que quiere cerrar ciclos en Lima. Siento que hay muchos proyectos truncados, inconclusos. Por eso quiero rearticular la historia, poner ciertas cosas en su lugar, simplemente para que se sepa que estuvieron ahí”, arguye Luis, tal vez sin ser consciente de la magnitud que tiene y tendrá su trabajo.
Es inevitable no pensar en los esfuerzos que en el mismo sentido hacen Andrés Tapia, con Repsychled Records, o Carlos Torres Rotondo con sus espléndidas investigaciones sobre los inicios del rock en el Perú. En consecuencia, es también inevitable preguntarse por qué los hallazgos de Alvarado no cuentan con la misma difusión ni se reciben con la misma algarabía que la reedición de un disco de Los Mad’s, por ejemplo.
“Es verdad que las ediciones de Andrés han tenido una presencia mayor en el ámbito local, y tiene mucho que ver con los grupos que ha reeditado, como Traffic Sound o Los Saicos, y pasa que simultáneo también hubo reediciones internacionales de otros sellos. Todo eso colaboró con que tenga una prensa muy fuerte. Son grupos que tienen una gran presencia en Lima de por sí. Yo soy muy fan de toda esa movida de bandas de los sesenta. Pero creo que estoy en otro momento, en realidad. También pada que de los grupos de rock ya se reeditó todo entonces ya no hay mucho más que hacer. Ahora como que se está mirando otro tipo de músicas, como la cumbia, o lo experimental. Pero sí, siento que localmente Buh Records necesita más difusión de lo que ha tenido.
Mira, el Perú ha vivido en un permanente boom musical. Lo que ocurre es que es un país sordo, un país indiferente, con un periodismo musical paupérrimo y eso sin duda afecta la visión externa de lo que se produce acá. Poca gente puede saber qué pasó en ciertos periodos por la simple razón de que no había nada escrito. Es una de las razones por las que yo me he puesto a investigar, escribir cosas, sacar discos. Al no existir documentación se cree que no ha pasado nada. Creo que la crítica musical, el periodismo musical ha sido siempre uno de nuestros puntos en contra como escena musical. También que somos un país muy diverso en cuanto a público. Somos una escena compleja en ese sentido.”
Esteta de la resistencia
Lo-Fi, noise, psicodelia, progresivo, space rock, postrock, ambient, free jazz… Es largo el inventario de géneros por el que discurren los gustos de Alvarado. Ayudó a ponerle orden sus primeras colaboraciones como periodista cultural. Su primer texto fue publicado en el último número de la revista 69. Luego continuó en Caleta, a inicios de los dos mil. De hecho, muchas de las reuniones editoriales se llevaron a cabo en la pizzería que su madre tenía en Pueblo Libre, donde también se realizaron varios conciertos. Sin embargo, decide dejarla y lanzar su propia revista: Autobús. “Salí de 69 porque quería escribir de otras cosas y no me entendía, así que era mejor tener algo propio. Era algo muy nuevo para mí también… son cosas de juventud”, recuerda.
Dieciocho años después, ¿la movida independiente, lo que definimos como underground, ha cambiado? Dentro de esta floración de redes sociales e ilimitado acceso a la información, ¿es posible seguir hablando de estas? “El underground es una cultura al margen de la cultura establecida y en Lima existe una cultura de música independiente muy activa. Creo que es un espacio que siempre va a estar, es un espacio formativo, donde se inicia uno. Hacerte un lugar dentro del underground supone trabajar bajo cierta ética de independencia y autogestión que es necesaria y que no se debe perder. La profesionalización no nos debe hacer olvidar que existen estas formas autogestionarias de trabajo que son importantísima para poder preservar tu propio discurso y hacer la música que quieres.
La movida en el Perú es ecléctica. De por sí somos una sociedad ecléctica, los géneros musicales conviven, las generaciones conviven. No es una movida tan especializada, quizá. Incluso la escena experimental convive con otros géneros. Creo que ese eclecticismo, que se refleja muy bien en los grupos de fusión, por ejemplo, es algo valioso y me parece una de sus principales virtudes y uno de los principales aspectos que habría que repotenciar. Y, sin embargo, obviamente, grandes industrias musicales producen circuitos especializados muy, muy específicos, como en Europa o Estados Unidos. Pero a mí lo que me gusta de la movida en Lima es que hay ese tipo de combinaciones de músicas inusuales. No sé, el sonido limeño siempre tiende a ser algo como que se desfasa de la norma y eso me atrae mucho”, explica Luis.
En su libro Pensamientos verticales, el compositor estadounidense Morton Feldman se pregunta si el ruido es algo verdaderamente sencillo de alcanzar. Afortunadamente para Luis, cada vez son menos los prejuicios que hay que abatir con respecto de la música experimental como menos complejo comprender cómo cada artista aborda esta misma disciplina desde referencias disímiles, logrando un apetecible espectro que no tiene solo asidero en Lima, sino también en ciudades como Trujillo o Arequipa, demostrando razón en otras de las máximas de Feldman: “el tiempo resuelve la complejidad”.
Alvarado no recuerda bien cómo empieza afanarse tanto con estas sonoridades pero tiene claro que si la música experimental le interesa es
“porque me gusta que las cosas sean un poco más libres. A estas alturas me da lo mismo a qué suenen las cosas. Lo que busco no es que algo sea ruidoso, psicodélico o raro. Lo que busco es que lo que hagan los artistas trate de desbaratar la costumbre o cualquier tipo de modelo sobre el cual se esté moviendo todo lo demás. La experimentación sonora sigue siendo valiosa en la medida en que por experimentación entendamos a aquel artista que está tratando de trabajar sobre suelo virgen, sobre algo distinto, que está arriesgando. Y esa es la palabra clave. Lo interesante de un artista, más que experimentar en el sentido más estético de la palabra, es cuánto riesgo puede movilizar, cuánto riesgo es capaz de poner en marcha, en práctica, dentro de sus proyectos, cómo puede generar una situación de tensión, de desconcierto, de interpelación. Eso es lo que busco”.
Crear para no morir
Curiosamente, los truenos no se desplazan mediante ondas acústicas ordinarias, es decir, comunes. Por el contrario, se desplazan por medio de ondas de choque. Tal vez sea por ello que Alvarado no se detiene e insiste. Pero él no solo es sonido, también es luz, como la del rayo que contiene al truene, alumbrando y revelándonos cuan necesario es el caos. Es así que nace el “Integraciones – Encuentro de experimentación sonora” al alimón con Fundación Telefónica, la única institución privada que apoya íntegramente las artes visuales y sonoras en la ciudad.
A finales de octubre se realizó la octava edición que incluyó un cartel con músicos de Sudáfrica, Argentina, Suiza, Colombia, Estados Unidos, México, Costa Rica, Brasil y, por supuesto, Perú.
“Ya venía trabajando en la fundación haciendo conciertos de música experimental, conocía muy bien la escena y el circuito internacional por la relación que tengo con muchos sellos de fuera. Esta reciente edición estuvo orientada a las músicas creativas con un alto componente de experimentación sonora, que ponen el foco en la creación en términos de innovación, de no convencionalismo. Esta edición fue de las más potentes. El ingreso siempre es libre. Y es algo deshabitual ver algo así en otras partes de Latinoamérica. Es decir, hay muchos festivales pero ninguno logra enlazar la escena latinoamericana como éste y eso es algo muy valioso para nosotros. Además porque ayuda a captar a un público mayor interesado por este tipo de propuestas musicales, para crear esa posibilidad de mostrar cosas nuevas y de conectar con la sensibilidad de personas que habitualmente no son parte del círculo que asiste a estos conciertos.”
Así, el ahínco de Luis intenta organizar el sonido en nuestro tiempo y espacio, darle cabida en nuestro contexto. Un accionar de características casi sociológicas pero necesario para desbaratar las obcecaciones que persisten sobre el arte, más aún en un país donde las políticas culturales son casi inexistentes.
“Busco promover actitudes un poco más desobedientes, radicales No me gusta usar la palabra gestor cultural. A estas alturas me parece tan rimbombante, snob; simplemente soy un agitador, alguien que hace las cosas. Tomo riesgos, sí. Me gusta esa adrenalina de estar tirándome a la piscina a ver qué puede pasar al hacer esto. Vivo de esa adrenalina y felizmente hasta ahora la piscina ha estado con agua cada vez que me he lanzado. O, como diría un amigo, soy un curioso con suerte.”