“La poesía no es búsqueda, es estar en torno a, es ser encontrado”. Entrevista a Hugo Mujica
Por: Enrique Solinas
Mujica Básico
Hugo Mujica es el poeta argentino más interesante, profundo e insólito que ha logrado trascender su propio origen. Nació en Buenos Aires, en 1942, Estudió Bellas Artes, Antropología filosófica, Filosofía y teología. A los diecinueve años partió a Estados Unidos, estableciéndose en New York, donde se vinculó con jóvenes artistas plásticos norteamericanos.
Hacia finales de los ‘60, conoció a Allen Ginsberg, quien lo introdujo al gurú Swami Satchidananda, con quien vivió un tiempo en una granja con otros discípulos. En un viaje que realizó con Satchidananda, conoció la vida monástica de la orden Trapense, donde se quedó viviendo como monje bajo voto de silencio durante siete años. Allí conoció también a Thomas Merton y comienza a escribir poesía.
Entre sus principales libros de ensayos se cuentan Kyrie Eleison (1991), Kénosis (1992), La palabra inicial (1995), Flecha en la niebla (1997), Poéticas del vacío (2002), Lo naciente (2007), La casa y otros ensayos (2008) y La pasión según Georg Trakl (2009). En narrativa publicó hasta la fecha los libros de cuentos Solemne y mesurado (1990) y Bajo toda la lluvia del mundo (2008).
Su obra poética, iniciada en 1983, ha sido editada en Argentina, Costa Rica, Chile, Colombia, Ecuador, España, México Venezuela, Uruguay y traducidos en Brasil, Italia, Francia, Estados Unidos, Eslovenia y Bulgaria.. En 2013 publicó Poesía completa 1983-2011, en la editorial Vaso Roto, México-España, y también en 2013 se editó su último libro de poesía: Cuando todo calla en Visor, por el que recibió el XIII Premio Casa de América de Poesía Americana. Su vida y sus viajes han sido el material principal de su obra.
- A fines de 2013 Ediciones Vaso Roto publicó el primer volumen de un proyecto de tres, que reuniría casi toda tu poesía completa.
Claro, es “casi completa” porque el mismo día que se presentó esta edición de Vaso Roto también se presentó el libro con el que gané el Premio Casa de América en España, Parte del premio era la publicación del libro. Posterior a la poesía completa, salió por Visor Cuando todo calla.
Vaso Roto está publicando mi obra completa, que está compuesta por tres volúmenes, uno de poesía y otros dos donde estarán casi todos mis ensayos y los cuentos. Los tres volúmenes se llaman Del crear y lo creado. Son tres libros voluminosos y espero que numinosos también.
- Siempre hay lectores de tu obra y nuevos lectores también. ¿Cómo percibís esto?
Sí, eso es real. En primer lugar lo percibo porque libros como La palabra inicial, el ensayo sobre Martín Heidegger tiene siete ediciones. Mi Poesía Completa (1983-2004) de Seix Barral tuvo seis ediciones. Y además el feedback que recibo por los medios, por las redes sociales, y además, cuando voy a los lugares me sorprende que no tengo que explicar quién soy y qué escribí. Me tratan como si me conocieran desde siempre.
- La característica principal de tu poesía es el despojamiento y el vacío. Desde tu primer libro en adelante, es como si fueras escribiendo y te fueras despojando cada vez más de las palabras, donde el silencio y la soledad se hacen más evidente, y donde la naturaleza toma un papel preponderante.
Sí, creo que es como un flujo y reflujo. Por ejemplo, pienso en mi libro Responsoriales, que es prácticamente casi aforístico, y otras veces, mis poemas son más largos. Igualmente, un poema mío no ocupa una página entera. Es como un extenderme y un volver a concentrarme, como si en esa concentración hubiera tomado lo esencial de la experiencia anterior. Yo creo que hay un dar vueltas en torno a algo. Estoy de acuerdo con Heidegger que dice que el poeta esencial es aquel que es fiel a un pensamiento y es un pensamiento que no está pensado. Creo que en realidad cada uno de nosotros tenemos muy poco que decir, si no fuera por la neurosis de hablar. Y ese poco es todo lo que tenemos para decir y para dar, porque es lo propio, eso único que hace a cada uno quien es.. Después podemos decir lo que otros dicen. Y yo trato de mantenerme fiel a eso.
- ¿Entonces afirmar que estás en la búsqueda de algo que no es posible precisar?
La palabra “búsqueda” no me gusta porque ya dice un acto de la voluntad, y yo creo más en la recepción que en la voluntad. Entonces yo diría que es un “estar en torno a”, de alguna forma “expectante”, sin buscar, como quien es encontrado y sale a ese encuentro por azar. El que busca siempre encuentra lo que buscaba. Si sabe lo que buscaba no es creación, no es novedad. Para mí, esa actitud receptiva, como la mano del mendigo, que no espera la limosna, simplemente espera. Me gusta más esa imagen que “buscar”, porque buscar presupone y en la creatividad no puede haber intencionalidad porque lo que se crea todavía no está ni es. La intencionalidad es un saber de anterioridad, un planear, y en la creación el saber está al final, míticamente la intencionalidad de Prometeo, la creatividad es su hermano gemelo: Epimeteo.
- Es como si estuvieras en el mundo esperando el acontecimiento, que puede llegar o no, no depende ni de tu voluntad y vos estás dispuesto a recibirlo.
Exacto, así se crea. Crear es poder sostener un clima de cierta serenidad, silencio para que cuando la creatividad acontezca uno la pueda acoger. Todo el tiempo están aconteciendo cosas que no les damos cabida. Entonces, la creatividad, para mí, es el saber de la recepción. El saber acoger o “el saber del no saberse”, como se llama mi nuevo libro de ensayos que está por salir en Trotta.
- Te quería preguntar, a partir de esto, sobre el tipo de ensayo que hacés: vos tenés dos líneas bien diferenciadas. Un ensayo con una estructura poética y por otro lado, un ensayo más tradicional, si se quiere, como Kénosis o Kyrie Eleison.
Sí, esos son mis primeros ensayos. diría que todavía son mero ensayos, meras ideas, aún no son literatura, creación, como siento que fueron después. Te diría que empiezo a encontrar mi voz en los ensayos a partir de La palabra inicial, valga la redundancia. Ese es un libro que si bien es bastante ortodoxo en el sentido de las líneas corridas, de escribir prosaicamente, pero ya es una intervención poética en el pensamiento de Heidegger, ya la poesía toma la palabra. Sigo con Flecha en la niebla y ahí se me rompe la continuidad y empiezan a hablar varias voces. Yo me identifico con La palabra inicial para adelante o quizás con Origen y destino, que lo reescribí todo para la edición de Vaso Roto. Ese libro fue un libro pequeño, el cual salió después La palabra inicial.
- En el ensayo vos te expresás distinto a la poesía, es otra forma de síntesis, aunque hay un punto de encuentro.
Si, por ejemplo, en el libro Lo naciente, muchos críticos y lectores lo ubican como poesía, lo mismo pasó con los editores en Vaso Roto. Pero es un ensayo, a pesar de estar hecho de poemas. Para mí, el ensayo implica una intervención de la voluntad. Entonces, dividí el libro en capítulos, “En silencio”, “Espera”, hay como una presencia mía ordenadora, dentro de la cual acontece lo más poético, que es lo más receptivo. Lo diferencio en eso. Tiene una continuidad, una intención además, de pensar ese tema. Cuando escribo poemas nunca se me ocurre pensar sobre lo que voy a escribir, cada poema va por su lado, se me dice a mí. En cambio, cuando hago ensayo voy pensando, por ejemplo, “¿qué es la escucha?”, y ahí va la reflexión.
Cuando escribí Flecha en la niebla, empezó a aparecer lo poético directamente en mis ensayos. Ahí me di cuenta de que lo que estaba diciendo, narrando, eso ya lo había dicho en un verso de un poema, lo había intuido. Yo creo que mi captación de la realidad es intuitiva, en el sentido de intuire, de “calar adentro”, y después de que eso se plasma en un poema, en algún momento, a veces, eso sigue expresándose. Uno captó la esencia, pero la esencia se sigue revistiendo de lo accidental también, de lo más existencial. Y, para mí, la narrativa mía, parte de la intuición poética, la glosa.
- El reconocimiento como creador hace tiempo que lo tenés, y eso se refleja en las distintas reediciones de cada uno de tus libros. Entonces, ¿qué significa para vos haber ganado el Premio Casa de América 2013?
Este premio tiene que ver con el reconocimiento por parte del ámbito poético, de mis pares. Cuando uno crea, está perdido, porque no hay objetividad ya que se partió de nada, y por lo tanto uno no puede comparar esa experiencia con nada. Este premio es como si los colegas te alentaran en tu camino.
- En el espacio poético, sos un creador solitario, una rara avis, de difícil clasificación a la hora de pensar el panorama poético argentino.
Eso sucede porque no estoy asociado a nada ni tengo nada que cambiar con nadie. Eso lo acepto porque sé cómo se mueven las cosas y no participo. Podría reclamar si participara de ese espacio y encima no me diera algo. Pero prefiero concentrar mi tiempo y mi actitud en otras cosas. Me gustaría que fuese diferente, yo sé que ése es el precio y me parece bien.
Es verdad esto que decís, cuando salió en Visor la Antología de Poesía Argentina, en el prólogo hay un ensayo que habla de movimientos y promociones. Cuando hablan de mi poesía, no me pueden ubicar en ninguna parte, aparezco entre dos puntos aparte, sin compparación. Y creo que ese es mi lugar. Sé que estoy haciendo una poesía que no entra en categorías. Y mi vida fue y es así también, un poco de fronteras más que de territorios..
- ¿Cuál es tu visión de la poesía latinoamericana actual?
Es un problema que me preocupa, nosotros no tenemos distribución de nada. Yo sé mucho más de España, de Francia y de Alemania que de lo que sé de Ecuador, suponte. Cuando voy a festivales o a eventos me conecto con creadores de otros países. Ahí se pone en evidencia el aislamiento que padecemos los países latinoamericanos en distribución de libros, que es lógico, dado que la distribuidora es una empresa y la poesía no es un producto de venta redituable. Entonces se entiende que no quieran invertir cuando no hay demanda. Y por lo tanto, me conecto, conozco, me nombran, leo a gente ya consagrada, cono por ejemplo, Osvaldo Sauma de Costa Rica, Rafael Cadenas de Venezuela; Rafael Corcuera, Rodolfo Hinostroza y Eduardo Chirinos de Perú; Luis Armenta Malpica de México, por ejemplo.
Yo creo que antes vos nombrabas a Olga Orozco, Enrique Molina, o a otros poetas y que todos sabíamos muy bien quiénes eran. Se trataba de un mundo jerárquico, hasta hace veinticinco años atrás. Entonces era fácil distinguir, porque había un lugar desde el cual medir. La problemática de ahora es que, como todo es válido, tampoco hay tanta escuela o movimiento. Cada cual está en lo propio o hay grupos, pero nadie reconoce jerárquicamente a otros. Salvo que sea alguien singular que trascienda. De alguna forma todo vale, todo es posible, y en el medio de eso hay algo que sería difícil generalizar.
- ¿Y eso lo cuestionas o lo aceptas?
Lo acepto, la poesía ahora es así, es más, la vida ahora es tal. No hay jerarquías. Se terminó la idea del Uno. Antes estaba el predominio de que había una verdad, una estética o una historia. Entonces te parecías a eso o no, y según te acercaras o te alejaras, valías. Ese mundo desapareció. Eso es lo que la palabra jerarquía significa, la cercanía al arjé, al origen, a lo inicial.
- ¿Cómo sentís la recepción de tu obra en los festivales?
Trato de no detenerme mucho en esas cosas, creo que no es bueno mirarse y medirse, aunque puedo hacer un comentario sobre eso. Suelo medir la recepción por el silencio que genera mi lectura, y es muy impresionante. Me pasa siempre.
Cuando salió la tercera edición de mi poesía completa por Seix Barral, ahí me cuestioné un poco “qué estoy diciendo, por qué pasa esto”. Siempre lo cuento, y una mujer me dijo “lo que pasa es que vos nos contás cómo somos nosotros cuando todavía estábamos desnudos. Después nos vestimos, el que se viste de azul busca un escritor que hable en azul, el de verde busca un escritor que hable en verde, y así. Pero vos todavía contás la vida cuando es la de todos”. Y yo creo que pasa eso. Mi poesía es sutil, y sin embargo toca algún lugar donde todos estamos ahí. Y eso la gente me lo devuelve.
Me pasa también, que por ahí viene alguien y me dice “cuando vos dijiste esto y aquello”, y yo no dije eso. Yo no sé todo lo que dije, pero uno sabe lo que puede decir o no. Y yo creo que eso es el acto creador. Transmitir la creatividad, no lo creado.
- ¿O sea que sos como una llave para el otro?
No yo, la creatividad es poder transmitir la creatividad. Cuando Aristóteles dice que la creatividad es mímesis, que imita a la naturaleza, no dice que hay que pintar flores. Dice que hay que imitar el acontecer, el brotar. Lo que yo desearía transmitir, como dije antes, es la creatividad, no lo creado. Lo creado es el vehículo que me sirvió a mí para que esa fuente mane. Y si yo puedo transmitir esa fuente, le mana en el otro, y el otro desde esa creatividad crea lo propio, o se sigue creando así, todos nacemos también desde los otros.
- ¿Cuál es la poesía que más te interesa?
Aquella que tiene la capacidad de producir en el otro una conmoción. Algo tiene que trastabillarse en quien yo soy a través de lo que no soy, que es eso creativo nuevo que llega a mí. Necesito la emoción y todo. A pesar de que mi poesía es pensante, tiene emoción y la emoción, la conmoción, para mí es imprescindible.
Así escribe Hugo Mujica
Cinco poemas
HAY PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO
Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
HACE APENAS DÍAS
Hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
Cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
Hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
sobre el mármol de su tumba.
Bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro.
EN PLENA NOCHE
También en plena noche
la nieve
se derrite blanca
y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.
Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,
la que nos expande
las pupilas.
Lo que busca con su bastón
el ciego es la luz, no el camino.
ALBA
Quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
Hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.
MÁS HONDO
Hay vidas
en las que el alma
se abre
más hondo
que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago
sin cielo ni trueno,
como una herida sin pecho
o un abismo
donde la belleza es alba.
NACE EL DÍA
Nace el día
bajo un cielo despejado,
la claridad en la que todo
se muestra,
lo que hacia ella brota
y lo que su misma luz marchita.
Todo nacer pide desnudez,
como la pide el amor,
como la regala la muerte.