La poesía integral de Jorge Pimentel

 

Por Roger Santiváñez

Crédito de la foto (izq.) Eds. del Movimiento Hora Zero /

(der.) www.encuentratupoema.pe

 

 

La poesía integral de Jorge Pimentel

 

 

Cuenta la leyenda que Jorge Pimentel* y Juan Ramírez Ruiz se conocieron —siendo ambos estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villareal de Lima— mirando una vitrina de notas, circa 1968. A partir de allí los uniría una grande e intensa amistad que los llevaría a lanzar en enero de 1970 el Movimiento Hora Zero, sin duda, el colectivo de jóvenes poetas radicales más significativo de la poesía peruana y, quizás, el punto culminante de un proceso de neovanguardia latinoamericano que habría empezado en 1958 con el Movimiento Nadaísta colombiano y proseguido a lo largo de la década de los 60s a través de El techo de la ballena venezolano, los Tzántzicos del Ecuador y que hubo de prolongarse —en la segunda parte de los 70s y en los 80s— con el Infrarealismo surgido en México, el Movimiento Kloaka del Perú, Sicoseo del Ecuador, Tráfico de Venezuela o la Lumpen-poesía del Uruguay.

En esta edición, hemos recogido los Poemas Integrales que obran en el libro Kenacort y valium 10 publicado por Jorge Pimentel a fines de 1970. Como se sabe la Poesía Integral fue la teoría o Arte poética del Movimiento Hora Zero sustentada por sus dos fundadores. Tanto por Jorge Pimentel en el acápite “UNA POESIA INTEGRAL” en el manifiesto Nosotros tenemos la razón, inserto en las páginas iniciales de Kenacort y valium 10, así como en el documento denominado POESIA INTEGRAL (Notas acerca de una hipótesis de trabajo) Primeros apuntes sobre la estética del Movimiento Hora Zero inscrito en la parte final de Un par de vueltas por la Realidad libro de Juan Ramírez Ruiz, editado en 1971.

Para entender qué es la Poesía Integral —tal como la concibe Hora Zero en 1970— debemos situarnos en el contexto peruano de la década de los 1960s. Se vive una convulsionada etapa, bajo el radiante y utópico influjo de la triunfante revolución cubana. En las provincias de Lares y La Convención —al interior del Cuzco— Hugo Blanco ha liderado una masiva sublevación campesina (1961), el guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN) intenta abrir un foco guerrillero que aborta con el trágico saldo del asesinato del poeta Javier Heraud (1963), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y nuevamente el ELN se alzan en armas en distintas zonas de los Andes, siendo brutalmente reprimidos por el Ejército en 1965.

Por otro lado, y como producto de la misma situación de miseria en que se debaten las masas campesinas bajo la oprobiosa explotación de los hacendados latifundistas, a lo largo y lo ancho del territorio peruano se agudiza el fenómeno de la migración masiva desde el campo a las ciudades, principalmente a Lima; un hecho de tremendo impacto social que había empezado a fines de los años 40s pero que, al promediar los 60s, era ya una incontenible avalancha que habría de cambiar el rostro de la antigua, señorial y aristocrática Lima de la oligarquía para convertirla en la ciudad mayoritariamente provinciana y andina de nuestros días, en un proceso de transformaciones que cambió la historia del Perú.

 

Cofundadores del Movimiento Hora Zero (izq. a der.) los poetas Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz.
C. 1970

 

Toda esta situación va a producir una crisis socioeconómica y política que desemboca en el golpe de estado que lidera el militar nacionalista general Juan Velasco Alvarado, el 3 de octubre de 1968, iniciando una serie de reformas estructurales (principalmente una radical Reforma Agraria que expropia a los terratenientes y entrega la tierra a los campesinos que la trabajan) destrozando el espinazo de la oligarquía y proponiendo una nueva sociedad de participación plena. En estas circunstancias surge el Movimiento Hora Zero en 1970 fundado por Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel con el singular manifiesto “Palabras urgentes”, donde se traen abajo prácticamente toda la poesía peruana anterior a ellos describiéndola como cifrada en formas poéticas incipientes; es decir, que no representaban esa nueva realidad que ellos, su generación y el pueblo en su conjunto vivían. Y que para expresar dicha nueva realidad era insuficiente una poesía en estricto lírica: se requería, entonces, una Poesía Integral capaz de reunir en el texto la totalidad de la experiencia poética —individual y social— testimoniando aquella sociedad en proceso de cambio que ellos avizoraban. De este modo están configurados los ‘poemas integrales’ de sus dos primeros libros: Un par de vueltas por la Realidad de Juan Ramírez Ruiz y Kenacort y valium 10 de Jorge Pimentel.

En esta ocasión vamos a enfocarnos en la obra primigenia de Pimentel y, en concreto, en sus ‘poemas integrales’ agrupados en las partes finales del libro. Para empezar, es pertinente comentar el título. Como puede verse se trata de dos fármacos, de uso común circa 1970: kenacort, una crema disolvente del acné juvenil y el valium, famoso ansiolítico y relajante. Son pues dos elementos de la vida cotidiana y urbana de aquella época tomados metafóricamente como un símil de la poesía: nos sirven de alivio, así como los poemas en sí. Si la poesía evita el dolor, el libro sería ese par de fármacos con el mismo fin y, en simultáneo, también significaría un retrato de la vida diaria en el contexto de las grandes ciudades latinoamericanas a fines de los años 60s.

Con esto podemos entrar al primer poema integral de la serie que aquí presentamos titulado “Material para ser tomado en cuenta. Años 50-52. Y ciertas cosas de sumo interés” en el cual, mediante un tono narrativo, nos encontramos situados en una familia típica de la clase media-media del barrio de Jesús María en la gran Lima. Una familia que, por la crisis, entra en disolución (“una pequeña burguesía disociada angustiada”) frente a la que el poeta consigna: “Poco a poco la desunión de la familia se hacía más notable/ y yo contemplaba la calle desde el segundo piso del edificio de departamentos” en medio de una depresión que casi diluye su identidad acosado por el caos que lo rodea:

“Yo era yo, pero a veces, no era nadie y a mi alrededor delfines, calendarios,/ castillos de arena, epiplones, vaho, nerviosismo, hachas, mal aliento, centauros/ lápices, libros, vasos, platos, cigarros, marzo, abril, febrero, jueves, septiembre/ cayendo en un total estado de hipnotismo”.

 

Está clara la sensibilidad de un joven clasemediero frente a un mundo que parece destruirse por todos lados y para quien sólo una especie de esperanza poética se grafica en los versos finales del poema: “Entonces, ahora que recuerdo yo caminaba rozando los árboles/ hace mucho, pero hace mucho tiempo”.  

En este ambiente el joven personaje, alter ego del poeta sin duda, observa unos ejemplares viejos de los libros del gran poeta español de la generación del 27 Vicente Aleixandre y recordando su adolescencia escribe el poema titulado “Vicente Aleixandre recobrado en 1969 de los años y días de 1957 y lo que significó en mi carácter huidizo terco como la consistencia de la sal”. En este texto comprobamos que prosigue la desazón pequeño-burguesa y la crisis familiar mientras “todo iba rápido como la velocidad de un expreso interprovincial en su noche de perros” leemos en una conseguida imagen realista de lo que rodeaba su experiencia. Y aquí vemos cómo el mundo de afuera empieza a penetrar los ámbitos del poema: “la calle y la gente mustia parada en las esquinas/ los heladeros/ las floristas/ la policía golpeando sus brazos contra el viento”. En este sentido va el texto “Débil muestra de un eterno amor profesado (a la manera de Gabriel Riquetti de Mirabeau)” referido totalmente a la calles; es decir, a una relación de pareja que sucede en el centro de Lima y en sus intrincados recovecos donde puede hallarse un lugar para citas furtivas: “Hotel Colón, casona vieja de gente asiática/ Cincuenta soles por noche y una sola cama” y en donde somos testigos de un desenfrenado encuentro amoroso, cuyo final es narrado poéticamente con notable oralidad urbana: “Oh amada mía! Luego del vaso de leche en ‘LAS VEGAS’ salón de té y el resabido jugo de papaya para mí y el sánguche de jamón del país o los bizcochos rojos del parque universitario”. Esta tipificación del personaje femenino cobra vivo interés en el poema “Siuko” en el cual aparece nítido lo que llamaríamos el nuevo sujeto social que la Poesía Integral trae a la literatura peruana hacia 1970.

En efecto, dicho poema constituye una suerte de crónica policial sobre el abuso sexual cometido sobre una muchacha nisei (descendiente de japoneses inmigrantes) y la consiguiente venganza y suicidio de su hermano. Pero lo interesante es la carga testimonial sobre la dura y finalmente trágica lucha por la vida de la persona proveniente de los sectores populares en el Perú. Otro claro ejemplo del nuevo sujeto social, lo tenemos en el siguiente poema “Una anécdota para decir otras cosas (el viejo pedigüeño bajo el puente del rímac) “. El texto discurre sobre un personaje llamado Yeremía Roble, borracho en una cantina que va enhebrando un discurso de connotaciones políticas (rebeliones campesinas en el Cuzco, posición antimperialista, la revolución cubana, la guerra de Vietnam) pero no con un social-realismo carente de impacto estético, sino con la frescura de la oralidad popular que el poeta reproduce y comentarios en el mismo tono, como un miembro más de esa masa representada a través del viejo Yeremía, de quien se nos dice: “se pierde por las calles y su lucidez se pierde/ y su cuerpo se pierde como manojos de algo espeluznante y parecido/ Y su cuerpo cede mientras un último vértigo de cerveza lo va desplomando”. Y así como la realidad real del mundo queda graficada por la vía de noticias periodísticas en versos como este: “Y en Londres la artista de cine Vanessa Redgrave sale en paños menores/ a la puerta de su hotel con una cinta alrededor de la cabeza en protesta/ a la guerra del Viet-Nam” también las canciones que se escuchan por la radio quedan estampadas significativamente en relación a la historia narrada: “Cumbia que te vas de ronda/ Cumbia que te lleva el viento”.

 

 

Prosigue un poema cuyo título es elocuente “La ciudad de día y de noche”. Es decir, una visión de Lima construida en base a vivencias personales que principia con un testimonio realista y coloquial:

“La calle y los millones de personas esperando colectivo/ Y mujeres con sus niños al brazo, mujeres solitarias/ Y hombres de trabajo mordiéndose los labios/ Hace frío. El café por el otro lado de la calle/ donde corre un viento que no te cuento”.

 

Y avanza con una enumeración caótica de restaurantes, cafés, salones de té, aparece un tipo ofreciendo los servicios de unas lolitas con tarifas y todo; lo mismo que las voces de los vendedores ambulantes de La Colmena (céntrica avenida limeña) y su rítmico canto desbordante:

“(Pepsi-Cola Coca Cola/ Pepsi-Cola Coca Cola/ Pan con huevo. Pan con huevo/ Cigarrillos Fósforos/ Jebe-Jebe Jebe-jebe/ Lander americano para caballeros/ La negra historia de los Prado/ Oiga, vea, Oiga vea/ Casimires baratos, Perfumes/ Llaveros, zapatos americanos/ Cortes de tela/ Jebe-Jebe Jebe-Jebe/ Pan con huevo,/ OIGA, OIGA)”.

 

El panorama se completa con refranes populares introducidos en el registro de la pobreza, imágenes de parejas de amantes furtivos, la vociferación de la gente y el remate final con la violencia callejera: “!QUIETO!/ !MANOS ARRIBA! !ESTO ES UN ASALTO!” no sin antes estampar una íntima reflexión poética que sintetiza la crispada sensibilidad del autor en medio de la multitud: “y en silencio/ ver como es tragada de raíz/ tu propia y singular semejanza”.

Completa esta edición la suma de cuatro extensos poemas integrales. El primero de los cuales se llama “Viajes de Tiroloco Mc Grow alrededor del globo”, título que parece ser una reminiscencia de un caballo-dibujo animado de la época que sería un símil del propio poeta quien “busca a su padre entre los/ escombros/ de una ciudad putrefacta” pero que “en el camino se encuentra con Agamenón”, rara mención al personaje de La Ilíada que quizá es una referencia a la cultura clásica, el que “lo hace desistir de la idea/ para ir tras algo más preciado/ que es la de dar con la clave de todo”, según se nos informa en “Desmundo” una especie de antesala del poema en sí. Vemos entonces un desencadenamiento de imágenes de la realidad social intercaladas por una letanía que reitera la invocación “!Liturgia!” como llamando al rito de la palabra salvadora en medio del caos en el que asistimos al registro de la vida y tragedia de seres marginales (se alude de pronto al suicidio de José María Arguedas) y de todos modos se sigue buscando “la clave de todo”, a despecho de las contradicciones y más allá de los juegos de lenguaje y los titulares de los diarios que son consignados como intervención directa de la realidad que rodea al poeta. Todo esto traspasado por un telón de fondo que podemos cifrar en el enigma y misterio de vivir.

Los tres poemas y/ o secciones finales “Estabas sola”, “Violentia” y “Sinfonía en Marlene” están centrados en la experiencia amorosa. Hay un personaje femenino que camina con el poeta en su periplo urbano. Así notamos, en el primer poema, el terrible acoso del Sistema y la neurosis que ejerce contra la libertad y belleza de los individuos, en este caso una muchacha que es burlada por un mundo opresivo en el que —de todos modos— hay un espacio para el amor y la solidaridad frente a la implacable presión de la sociedad. En la sección “Violentia”, el texto nos sitúa con una pareja de amantes jóvenes en un parque que comienzan a tomar conciencia de la realidad social, política e histórica en la que se encuentran. Hay una descripción documental de la explotación salvaje a la que se somete, desde el Virreinato, a las masas populares. Se grafica expresionistamente la lucha de clases y se la denuncia con una objetividad tal, que lleva a la protesta extrema. Pero se reivindica la poesía y el surgimiento del Movimiento Hora Zero como un nuevo estado de conciencia moral. Y tras celebrar —a su modo— el amor de las parejas en los parques, el poeta se sumerge en la ciudad.

 

El poeta Jorge Pimentel

 

Se trata de crónicas urbanas, espejo de la desesperación de los jóvenes rebeldes de aquella generación, apareciendo a la vida en la segunda parte de los años 60s en el Perú, quienes anhelaban un cambio radical que acabara con la injusticia de una sociedad clasista, explotadora y racista. Esto está bellamente ilustrado en “Sinfonía en Marlene”, texto que cierra Kenacort y valium 10. Es la historia de una muchacha llamada Marlene pero que no es sólo ella, sino “Una generación, son las generaciones, un período, 50, 100, 1000 años, una época, un universo, una nación, un continente/ latinoamérica toda”.  Es narrada a grandes rasgos la vida de Marlene en el avatar de las angustiadas clases medias y su relación con el poeta, quien en sus cuitas le confía “Y lo que veas, emparéntalo y llévalo al plano de la poesía”. Hay una parte del extenso poema que principia “Buenas noches. Es tu madre. Acuéstate” que tiene una resonancia a un área de La tierra baldía de Eliot en su muy bien configurado conversacionalismo. Y la realidad está perfectamente interiorizada en versos como este: “un gentío cruza en las aceras de tu mente, tienes el tráfico congestionado”. Se incluye también, y de eso se trata en Poesía integral, un conato de atropello en la caótica avenida Abancay del centro de Lima como una fotografía instantánea de la realidad real que testimonia la discusión entre las partes involucradas con la procacidad oral de su lenguaje tal cual.

En suma, la Poesía Integral de Hora Zero, cuyo primer emblema representativo fue sin duda Kenacort y valium 10 (1970), significó una revolución en el ámbito latinoamericano y de la lengua española, presentando un matiz de extrema radicalidad en el campo de la entonces predominante Poesía Conversacional, deriva sesentera de la Antipoesía y el Exteriorismo de los 50s. Los Poemas Integrales de Jorge Pimentel tienen un lugar señero en la historia, y esta edición de La Rata Cartonera y Pareidolia Records le hace merecida justiciar y celebración.

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1944). Poeta. Cofundador del Movimiento Hora Zero junto al poeta Juan Ramírez Ruiz. Se ha desempeñado como periodista en Visión Peruana, La República, Página Libre, Cambio, etc. Ha publicado en poesía Kenacort y valium 10 (1970), Ave Soul (1973), Palomino (1983), Tromba de agosto (1992), Primera muchacha (1997), En el Hocico de la Niebla (2007) y Necesito ser mundo (2020).

 

 

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