La poesía de Iosef Eliyá + 1 poema

 

Por Iosef Eliyá

Traducción del poema y de parte de un ensayo de T. Tokas[1]

por Mario Domínguez Parra

Crédito de la foto www.theshadesmag.wordpress.com

 

 

La poesía de Iosef Eliyá + 1 poema

 

 

El poeta judío griego Iosef Eliyá nació en Ioánina en 1901. Pertenecía a la comunidad de los romaniotes, que, a diferencia de los sefardíes (que vinieron a Grecia a finales del siglo XV expulsados por Isabel La Católica), se habían establecido en suelo griego al menos desde el año 80 d.C. Ioánina era considerada la metrópolis de los judíos romaniotes. Eliyá procedía de una familia pequeñoburguesa pobre. Su padre ora trabajaba como zapatero remendón, ora como pequeño comerciante, con contactos en Aryirókastro y Berati.

Cuando murió su padre, en 1921, Janula, su madre, a la cual el poeta amaba con locura, tuvo que trabajar fuera de casa como asistenta en casas de judíos y cristianos. Residían en una humilde casa, en la calle Arsaki. Los judíos romaniotes, antaño, daban a sus hijos dos nombres, el nombre principal y el del padre. Más tarde, para que no hubiera discriminaciones, adquirieron apellidos. Normalmente, los romaniotes se ponían como apellido el apodo que cada cual tenía y, así, el nombre completo del poeta era Iosef Ilía Kapulia[2].

Entre los maestros de Eliyá estaba el erudito Abraham David, que lo introdujo en la historia y la tradición judías. Más tarde el rico comerciante Sabetai Kampilí, el cual presidía la comunidad judía, lo apoyó económicamente y lo preparó para que fuese su heredero, hasta que llegó la radicalización de Eliyá y se hallaron en «bandos opuestos». Así, Kampilí se convirtió en el gran perseguidor de Eliyá, que era paupérrimo y que tuvo además enormes dificultades para, incluso, adquirir el Petit Larousse durante el penúltimo curso.

 

 

Merece la pena que nos refiramos brevemente a las particularidades de los romaniotes de Ioánina, para así seguir las huellas de los primeros esfuerzos tanto lingüísticos como literarios de Eliyá. Esta comunidad estaba apartada de los sefardíes. Por ejemplo, estos últimos no daban consejo a aquellos en temas de jurisprudencia. Los romaniotes no participaron en el congreso judío de Tesalónica de 1919, organizado por la Asociación Sionista de Grecia, y generalmente se distinguían por la introversión y el conservadurismo.

A finales del siglo XIX, había 4.000 miembros de la comunidad de los romaniotes, número que disminuyó tras la Primera Guerra Mundial. En el censo de 1913, la población de Ioánina era de 16.528 habitantes, de los cuales 11.842 eran cristianos, 2.184 musulmanes y 2.502 judíos. El comercio de la ciudad estaba en manos de los griegos y de los judíos[3], mientras que la riqueza pertenecía a unas pocas familias judías. Por el contrario, la mayoría de los judíos pertenecía a la clase pequeñoburguesa, incluso a clases empobrecidas.

La comunidad judía hablaba griego, no solo en su día a día, sino también en sus ceremonias, en las que se mezclaban palabras del hebreo, del griego normativo (el que se hablaba en Épiro), del turco y del italiano. En el griego que hablaban sobrevivían también elementos antiguos. Sin embargo, la comunidad no abandonó el alfabeto hebreo, porque le confería sacralidad.

Eliyá pronto se convirtió en una personalidad de las letras griegas, entre las más brillantes de entreguerras. Podemos situar al poeta en dos corrientes que se unen con el (más amplio) movimiento social progresista de la década de los veinte: la primera, política, judía, antinacionalista; y la segunda, de corte espiritual e ideológico. Estas dos corrientes eran igualmente dinámicas. Durante aquella época soplaban aires de modernidad que inquietaban a las comunidades judías de las ciudades de Tesalia y las Islas Jónicas, de Ioánina y Tesalónica. Los judíos pobres se zafaban de los antiquísimos prejuicios religiosos e idólatras y avanzaban con entusiasmo por el camino de los proletarios revolucionarios de la ciudad y del campo.

 

El poeta Iosef Eliyá

 

Los objetivos del movimiento obrero (el de aquella época) no eran solo políticos o económicos. El aumento del nivel intelectual de las masas era parte de sus insistentes reivindicaciones. El movimiento para el despertar intelectual de las provincias recibió la mayor de las ayudas por parte de las organizaciones del Partido Comunista de Grecia y de las Juventudes Comunistas de todo el país. Los periódicos y revistas comunistas eran leídos por los jóvenes con avidez, al igual que los libros de los comunistas e intelectuales progresistas.

Eliyá cursó estudios en la escuela de la Alliance Israelite Universelle de Ioánina. Esta escuela, con sede en París, funcionaba desde 1860 y abrió sucursales en algunas ciudades griegas. En Ioánina funcionaba desde 1904. Propulsó las ideas de la llamada asimilación de los judíos, ideas progresistas para aquella época, que crearon rivalidades externamente, pero también entre las diferentes comunidades judías.

En Ioánina existía ya desde el último cuarto del siglo la escuela judía Talmud Torá, solo para varones, donde, además del hebreo, se enseñaba el griego y el turco. Las niñas judías —hijas de judíos ricos— se matriculaban en colegios netamente griegos, porque era difícil crear colegios segregados para niñas y porque la educación mixta estaba prohibida, no solo para los judíos, sino también para las otras nacionalidades.

Entre otras cosas, la Alliance quería «contribuir a la emancipación y al progreso intelectual de los israelitas de todo el mundo, un hecho que podría lograrse solo con la educación laica y occidental, no con la educación religiosa». Su trabajo, empero, enfrentó muchas reacciones adversas, porque no eran pocos los judíos que consideraban que la estructura tradicional de las comunidades israelitas estaba bajo amenaza.

Más tarde, Eliyá trabajó como docente en esta escuela, con pequeñas interrupciones, desde 1919 hasta 1924.

La influencia proveniente de la comunidad judía y, en parte, de la Alliance configuraron en Eliyá puntos de vista sionistas y, en un principio, escribió poesía de contenido análogo, es decir, sobre la fe en que los problemas de cada uno de los judíos del mundo se solucionarían no solo con la asimilación, sino con la fundación de un nuevo estado. Por aquella época publicó sus primeros poemas románticos, eróticos e idílicos, en los que permea el «sueño insatisfecho», alejado del pesimismo: «Nostalgia», «Amor», «Ternura», «Entierra la pasión a escondidas», «De las canciones de Pamvótida», etc.

 

 

En 1918, influido por el sionismo, publicó en la revista Israel, de Tríkala, el poema «Los tres rabinos»[4], poema en el que se observa un tipo de verso sencillo, un tanto inseguro, con intensas influencias de la poesía popular.

Durante la década de los veinte, en Ioánina se observaba una intensa vida intelectual. Ya estaba en funcionamiento la Escuela Zosimea, tres colegios femeninos, cinco colegios que utilizaban el método de enseñanza mutua, etc.

Como dijimos anteriormente, desde 1872 funcionaba la Asociación Hebrath Talmud Torá. En 1915, Yeoryios Hatsí-Pelerén (padre de Dimitris Hatsí, Pelerén era un pseudónimo) comenzó a publicar el periódico Épiro y en sus páginas se repetía la necesidad de la fundación de una institución filológica que incluyese una biblioteca y que presentase todo lo mejor que la ciudad pudiese mostrar en materia de artes y letras. En Ioánina se publicaban también Libertad, del literato Jristos Jristovasilis, El Heraldo, El eco de Épiro, así como también otros periódicos de alcance más modesto, hecho que permitió a Eliyá publicar sus obras.

En 1920 fue llamado a filas para hacer el servicio militar durante la campaña de Asia Menor[5]. Mientras estaba en el ejército escribió poemas revolucionarios, antibélicos, lo cual irritaba a sus superiores. Durante su estancia allí, en 1921, murió su padre y, como era hijo único, fue licenciado del ejército a causa de haberse convertido en cabeza de familia. Con su regreso aumentaron las diferencias con las organizaciones sionistas. La ruptura definitiva tuvo lugar con el poema «Nuestra Torá (Nuestra ley)».

Ya entonces Eliyá profesaba la creencia de que «el sionismo constituía una forma de sometimiento de las clases trabajadoras ante sus correligionarios burgueses y ante el oscurantismo de los judíos». Durante los siguientes cuatro años, extraordinariamente productivos, dio clases en la Alliance y también clases particulares de francés y hebreo, estudió toda la filología bíblica y postbíblica, escribió poesía (a pesar de las continuas desavenencias con su madre) y divulgó por todas partes las ideas socialistas de la liberación social.

La Asociación Epirota de Antiguos Combatientes y Víctimas del Ejército jugó un papel muy importante, tanto para la ciudad de Ioánina como para el movimiento, tras la Catástrofe de Asia Menor. Esta asociación extendió su influencia comunista hasta las indigentes clases medias y agrícolas. Esta fue la consecuencia de un movimiento que estaba en contra de la expedición a Asia Menor, cuyo auge comenzó en 1920 (dos años antes del desastre final) y que componían tanto el Partido Socialista Obrero de Grecia como los grupos de comunistas en el frente. En la publicación de la mencionada asociación, Nueva Lucha, Eliyá publicó un poema en primera página, en 1924. El equipo editorial no dejó pasar la ocasión de organizar un funeral en la catedral de la ciudad por los asesinatos de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.

 

 

En 1924 publicó el poema «Los fariseos», que escandalizó enormemente tanto a las autoridades griegas como a la comunidad judía. El periódico Nueva Lucha fue clausurado y el equipo editorial al completo fue encarcelado durante poco tiempo. Poco antes de ser detenido, Eliyá había publicado una investigación filológica sobre la poesía postbíblica (que llegaba hasta los filósofos poetas de la España medieval, todo bajo el prisma de la teoría marxista), dedicada a Abraham David, su maestro.

Se marchó de Ioánina en 1925, tras ser excarcelado y haber sufrido una agresión, a Aryirókastro, donde fue recibido por sus amigos judíos. Fue despedido de la Alliance. Vendió su casa de Ioánina y fue a vivir con su madre a Atenas. Allí entró en contacto con un nutrido grupo de escritores, entre ellos la narradora Galatia Kazantzaki y el poeta Kostas Várnalis. Tradujo el Chir Ahchirim (Cantar de los cantares) y lo publicó en 1927. También tradujo el Libro de Isaías, con valiosos comentarios, obra que constituye un capítulo único de las letras griegas. También fue de gran importancia su traducción del Libro de Jonás. Se encargó de las entradas (escribió 203) de la Gran Enciclopedia Griega relacionadas con la cultura judía.

Regresó a Ioánina en 1927, donde recibió una entusiasta acogida. Durante su breve estancia investigó las costumbres de su patria, la lengua particular de los judíos, así como también la poesía judía popular del lugar. Llegó a publicar un estudio sobre todos esos temas. Escribió el poema «En el lago de Ioánina», gracias al influjo de Kostís Palamás.

Regresó a Atenas tras no conseguir una plaza como hebraísta en la Universidad de Tesalónica (a pesar del apoyo de N. Beis) y, por causas profesionales, aceptó un destino en el instituto de Kilkís como profesor de francés (hacía poco que se había sacado un importante título que le permitía impartir la asignatura). Puede que fuese el único hebraísta en suelo griego en aquella época. Como poeta recibió el aprecio de los grandes de la época: Kostís Palamás, Kostas Várnalis, Grigoris Xenópulos, K. Dimarás, entre otros. Aceptó la plaza en Kilkís porque podía desplazarse a Tesalónica durante los fines de semana para consultar libros hebreos en la biblioteca de la floreciente comunidad judía. Pero el director del centro era un antisemita declarado. Así que el poeta se vio obligado a dejar de utilizar su nombre judío. El director llegó al extremo de no darle la baja por enfermedad a Eliyá cuando estaba enfermo de tifus, a comienzos de 1930. Escribió el poema «Kilkís» en referencia a Prévesa, el último poema de Kostas Karyotakis. Solo consiguió la baja una vez terminaron las clases y para entonces ya era tarde. Murió en Atenas el 29 de julio de 1931. La editorial Γαβριηλίδης publicó en 2009 su obra completa en dos tomos.

 

Dibujo del poeta Iosef Eliyá

 

1 poema de Iosef Eliyá

 

 

Nuestra Torá (Nuestra Ley)

 

A medianoche, en el infructuoso estudio sumidos,

con vuestro aire mustio que el ahogo aja sin parar,

ante vuestro apolillado y viejo Talmud combados,

vuestra alma esclavizada con frenesí revelar

anhela qué reza nuestra Torá.

Pero, aunque cegada por la vetusta fe esfumada,

¿no lo sentiste en el avance del tiempo? Apagada

La menorá antigua. Luz nueva en nuestro viaje, al frente:

Y ya no urge de la vida el desdoble diligente

a ubicar qué reza nuestra Torá.

Oh, hermano, al que subyugó tu pretérito «grandor».

Trashojemos de la vida el existente pliego.

Entra aquí, dios, para que veas escrito algo a fuego

–con cadenas de Obrero, con báculo de Opresor–

brutal que no reza nuestra Torá.

 

 

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(poema en su idioma original, griego)

 

 

«Το Τορά μας» (O Νόμος μας)

 

Μεσονυχτίς στην άκαρπη μελέτη βυθισμένοι,

με τη χλωμή σας τη θωριά που η φτώχεια όλο μαραίνει,

στ’ αραχνιασμένα σας «Ταλμούντ» τα παλαιικά σκυφτοί

κι η σκλαβωμένη σας ψυχή με πάθος αναζητεί

να βρει τι γράφει το Τορά μας.

Μα, αν τυφλωμένη απ’ την παλιά ξεθωριασμένη πίστη,

στου χρόνου το περπάτημα δεν το ‘νιωσες; -εσβήστη

η αρχαία λυχνία. Καινούριο φως στη στράτα μας μπροστά:

Και το γοργοξετύλιγμα της ζωής πια δε ζητά

να βρει τι γράφει το Τορά μας.

Ω αδέρφι που σε μάγεψε το αρχαίο σου «μεγαλείο».

Της ζωής να ξεφυλλίσουμε το ζωντανό βιβλίο

έλα εκεί μέσα θε να βρεις πυρογραμμένο κάτι

– με του Δυνάστη το ραβδί, με τα δεσμά του Εργάτη –

φριχτό που δε γράφει το Τορά μας.

 

 

 

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[1] El texto en cuestión: «Γιοσέφ Ελιγιά: Αφιέρωμα στον κομμουνιστή, Ελληνοεβραίο ποιητή» («Iosef Eliyá: homenaje al poeta judío griego, comunista»).

[2] «Posaderas, trasero».

[3] Nótese el matiz: muchas personas solo consideraban griegos a los cristianos.

[4] Poema que estoy traduciendo.

[5] El ejército griego invadió Turquía en 1919, con la esperanza de llevar a cabo la Gran Idea, la recuperación de los territorios de la antigua Jonia. La población griega de Esmirna y de otras ciudades (descendientes de griegos que vivían allí desde hacía siglos) lo recibieron con gran júbilo. Pero en 1922 ya fue abandonado por las grandes potencias que en un primer momento lo habían apoyado. Las fuerzas turcas de Kemal Atatürk entraron en Esmirna y asesinaron a todos los griegos que no pudieron escapar de la ciudad, lo que se conoce en Grecia como Catástrofe de Esmirna o de Asia Menor (no solo en Esmirna tuvieron lugar asesinatos de griegos, sino también en otras ciudades de la península de Anatolia). Poco más tarde hubo un intercambio de población: griegos de Anatolia fueron enviados a Grecia y musulmanes de Tracia a Turquía.

 

 

 

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