La presente entrevista fue publicada en la revista Caretas N° 358, del año 1967, pp. 32-34. El autor de las preguntas es anónimo.
La mutación de Jorge Eielson.
Los nudos del Renacimiento
Por: anónimo
Crédito de la foto: Centro Studi Jorge Eielson
«Nudo», 1993. Tela dorada anudada.
© Archivo Mario Pera
La intelectualidad limeña ?bohemia o no? recordaba aún al joven escritor que en 1948, después de ganar premios nacionales de poesía y teatro, había partido a París. De vez en cuando llegaba alguna noticia de Jorge Eielson: una exposición en Roma, un par de cuadros adquiridos por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, otra exposición en los Estados Unidos… ¿Cuadros? ¿Exposiciones? Sí, porque su ya conocido interés por el arte plástico se había confirmado definitivamente y al retornar al Perú, Jorge Eielson ?ahora concentrado en la Quinta Heeren? lo haría como cultor de las artes plásticas…
Hace dos décadas, partió un joven poeta peruano rumbo a Europa. Ahora, en 1967, Jorge Eielson vuelve a Lima y expone en la Galería Moncloa los objetos plásticos que hoy constituyen su manera de seguir haciendo poesía. Si fuera obligatorio clavarle un “ismo” a lo que ahora hace, no habría más remedio que llamarlo nudismo.
Se trata de planchas pintadas de un solo color sobre las cuales se estiran cuerdas anudadas, quipus pops que expresan una estadística estética de reminiscencias incaicas y gordianas. En la mayoría de los casos, la visión es integral en cuanto el mismo autor toma asiento con expresión grave, frente a su creación. ¿Cómo se llega a esto? ¿Por qué ?pregunta CARETAS? deja un poeta de escribir y se pone a anudar conceptos plásticos?
“Yo nunca me consideré escritor”, responde Eielson, “en el sentido responsable y cabal de la palabra. Nunca fui hombre de letras ni cenáculos literarios. A todo esto he preferido siempre la directa percepción y expresión de mis ideas e intuiciones, incluida la responsabilidad por mis propios errores, errores que sigo cometiendo como cualquier hijo de vecino”.
¿Hijo de vecino? Entonces, ¿el escritor o el artista no pertenece a una élite?
“No. Mucho menos en esta era de masificación y de aceleración histórica sin precedentes. Y esta masificación no es un peligro o, en todo caso, lo es transitoriamente. Asistimos a una verdadera mutación de la condición histórica del hombre, en escala universal, y este es un hecho nuevo desde que existe la humanidad. Los pequeños peligros inmediatos, causados por la avalancha tecnológica, no hacen sino balancear ?aunque sea aún torpemente? el más grande peligro de la explosión demográfica, con su secuela de miserias físicas y morales. Los hombres de élite, en este nuevo mundo que está naciendo, no son sino restos de una sociedad que desaparece inexorablemente. EL periodo de transición que estamos viviendo anuncia una especie de nuevo renacimiento equivalente, grosso modo, al Trecento italiano, algo antes del Giotto y de los grandes descubrimientos del Quattrocento”.
Y ese mundo venidero, ¿cómo será políticamente?
“Una sociedad de tipo socialista, poco diversa de la que planteara Marx, pero con notable retardo histórico y humano”.
¿Cómo encuentra a Lima después de veinte años?
“Una pequeña metrópoli apocalíptica, completamente desfigurada en su gracioso rostro colonial. Pero este fenómeno es casi universal y no se puede pedir a nuestra ciudad lo que otras no han podido evitar. Por otra parte, veo que han proliferado los grupos artísticos y que las tendencias más actuales son captadas rápida ?aunque todavía un poco simiescamente? por los jóvenes artistas. El pueblo es uno de los más puros, corteses y civilizados de la tierra, pese a lo que digan los limeños. El espíritu del limeño es una mezcla de engreimiento con pedantería, que esconde una profunda melancolía (el clima, tal vez) y un cierto sentimiento de frustración. Todo esto vuelve al limeño agresivo y autolesionista; un actitud malsana que desfigura el verdadero fondo de los peruanos, que es de una calidad extrema y que me llena de orgullo”.
Usted ha recibido premios y distinciones. ¿Está usted satisfecho?
“¡Dios me libre de estar satisfecho nunca de nada! Tengo una clara conciencia de mis límites, pero tengo derecho a luchar, como he luchado contra una suerte de ineptitud natural en el terreno pictórico. Si he amado siempre la pintura, ahora la amo aún más, porque poco a poco he logrado conquistar algo de su preciosa sustancia. ¡Y qué difícil no disecarla en el trayecto y, manteniéndola viva, comunicarle una forma, un pensamiento, darle una voz! Y una vez que ya parece sometida, y que en adelante el mundo de las formas, de los colores y de las luces nos parece una baraja fácil de distribuir, comenzarlo todo de nuevo. La pintura actual, el arte actual, exige una lucidez meridiana que nada puede compartir con la ceguera instintiva del llamado pintor espontáneo y sincero. Sincero y espontáneo es Felipe Pinglo, calidades que más bien deberían aplicarse a la esfera de lo moral o puramente humano. Un fenómeno así nos conmueve humanamente, no estéticamente. No toca a nosotros medir la grandeza de esos sentimientos si no tan sólo deslindar esferas”.
¿Cómo ubicaría usted su trabajo?
“Difícil de responder. El rol del pintor de vanguardia es el de abrir caminos, no seguir corrientes. Siempre se ha hablado de ‘modas’, olvidando que lo anterior también fue ‘moda’ en su oportunidad. Sólo que hoy el ritmo del cambio se ha acelerado”.
¿Puede la expresión pictórica peruana participar de un status que pertenece más bien a países más desarrollados? ¿Hay que ‘irse a Europa’?
“Si por ‘expresión pictórica peruana’ se entiende lo local, de ninguna manera. Si, en cambio, se refiere a un patrimonio espiritual y cultural implícito en lo profundo del ser y del existir peruanos, sí. En el primer caso no vale ni siquiera la pena hablar de pintura puesto que el Perú presenta problemas locales que requieren una solución mucho más urgente y a los que de inmediato habría que dar la prioridad. Lo prueba la inquietud política y social que casi obsesiona a los jóvenes intelectuales de las últimas generaciones. En ellos está el porvenir del Perú, como país y como Estado.
Pero si pasamos a lo peruano universal, a aquellas esencias que nos han deparado un lugar de excepción en el curso de la historia, la realidad local queda automáticamente superada por un status universal hacia el cual marchan ?con ritmo diferente? las diversas sociedades, culturas y manifestaciones creativas de la época. Existe un lenguaje universal de las formas del cual hay que apoderarse para poder decir la propia palabra. En el terreno de la búsqueda pura, de las artes visuales propiamente dichas, tal lenguaje existe igualmente, aunque con un grado de dificultad sensiblemente elevado, pero no imposible de alcanzar. El gran pintor peruano contemporáneo comenzará a existir el día que habrá comprendido y hecho suyo este lenguaje, cosa que no se puede obtener viviendo tan sólo en el Perú, puesto que el escenario del arte actual es desde hace ya algún tiempo el mundo entero. Esto no quiere decir que baste aproximarse a las grandes fuentes metropolitanas, a ciudades como París, Londres o Nueva York, sobre todo esta última, para obtener lo que se desea. Es evidente, como siempre, que lo que sigue contando antes que nada es el talento personal, pero éste puede frustrase o periclitar, ahogado por el medio, sin que haya producido los frutos a que estaba destinado. Es una idea banalmente romántica decir que quien está destinado a algo lo logra siempre. La cantidad de talento humano que se desperdicia en el mundo por razones exclusivamente materiales y por negligencia de la Sociedad es impresionante”.
¿Podrá usted lograr esos objetivos? ¿Hacia dónde va Eielson?
“Ah, si tan sólo tuviera todo ese talento que en otros se pierde miserablemente… Ahora sólo desearía contribuir, en lo poco que me es posible, a la felicidad interior de los demás mediante una pintura abierta y visualmente en estado de inocencia, en la que la mayor parte de los elementos adquiridos, culturales e intelectuales, han sido eliminados paso a paso para dejar vibrar tan sólo lo más elemental de su estructura. Por lo menos eso es lo que me propongo”.