Poemas por Karo Castro*
Comentario crítico y selección de poemas por Aleyda Quevedo Rojas
Crédito de la foto Ed. Balmaceda
La mujer gallina o
el peso del dolor en las alas
+ 11 poemas de Karo Castro
Me encontré a la poeta Karo Castro (Santiago de Chile, 1982) en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2017. Allí, en la Fortaleza de la Cabaña de San Carlos, ese legendario emplazamiento donde se desarrolla la feria del libro más grande del Caribe, ella me entregó su libro: “La mujer gallina”. Y a mi regreso a Quito, vestida de calma me sumergí en una lectura silenciosa, de esas que solo tu propia casa te puede regalar, cuando has encontrado un libro conmovedor y desgarrador, y así me metí en el complejo gallinero, doloroso gallinero del que Karo, la poeta, había extraído poemas-historias-testimonios-, de excelente factura, para revelarnos el enorme peso que llevó en sus alas la protagonista del libro, a quien está dedicado: Corina Lemunao, una mujer que bajó a las profundidades del infierno, la tortura y el aislamiento y murió a los 58 años de edad de tuberculosis. Una mujer confinada a la terrible jaula, en la que suele convertirse la estupidez de la sociedad y el abandono de padres y familiares.
Muy bien editado por Ediciones Balmaceda Arte Joven, publicado en 2016 y con un texto de contratapa de la magnífica poeta: Elvira Hernández, éste libro quizá es uno de los más interesantes dentro del panorama de la poesía joven del cono sur. Karo Castro recrea, crea, imagina, reinventa, se pone en los zapatos de Corina Lemunao y mejor aún, se coloca las alas de ésta mutada y condenada mujer, para revelarnos una experiencia de horror y falta de humanidad. Desde el magnífico epígrafe de Alejandra Pizarnik: “Has construido tu casa/has emplumado tus pájaros/has golpeado al viento con tus propios huesos/has terminado sola lo que nadie comenzó/”; es absolutamente posible presentir que los poemas de Castro están hechos de palabras fuertes y precisas, tan capaces de revelar las miserias humanas: domesticación, gallinero, jaula, sangre, incubadora, desplegar las alas.
Elvira Hernández señala sobre el libro: “La mujer gallina” es el intento de Karo Castro de encontrar palabras para hablar de la tortura a un ser mutado –seres que siempre aterrorizan a las sociedades estáticas- infligida por su entorno familiar y más cercano, tolerada por una sociedad insensible, agazapada y discriminatoria, y permitida por un país gobernado muchos por la fuerza de la razón. Es la experiencia poética que nos comunica de un acercarse a la subjetividad de una niña violentada a la que no se le quiso reconocer humanidad –en una cadena de negociaciones y no reconocimientos- pero que dejó a la vista que la monstruosidad no se depositó en ella sino en esa humanidad cuestionada que nos pertenece. Es como si las aves, esos seres alados y canoros, lograran evadir las condiciones miserables que hacen la domesticación y el gallinero, para adquirir un sentir muy cercano a una ética que al ser humano se le ha escapado ya”.
El poemario tiene además, la virtud de sobrepasar la historia y las anécdotas en torno al personaje y las leyendas urbanas que se tejieron cuando el caso salió a la luz y a los medios de prensa; va más allá, intuyendo, recreando y tejiendo la subjetividad e intimidad de una mujer que nació y vivió dentro de un doloroso proceso de no vida. Las notas de prensa refieren que Corina Lemunao (1 de mayo de 1953-2001) nació con claros signos de autismo y asperger, y por ello su familia, en el pueblo de Loquimay (Temuco), la confinó a vivir en un gallinero, donde pasó su infancia y gran parte de su juventud. Segregada de los otros por el carácter animal que se le atribuyó, el confinamiento le causó atrofio muscular en piernas, espalda y brazos. Se dice que era la mujer gallina porque no hablaba con la gente y que solo hablaba con los pájaros. Dicen que se entendía solo con gallinas, ruiseñores, pavo reales y otras aves del campo. Dicen que los pájaros le dejaban mensajes. Dicen que ella dominaba el lenguaje secreto de los pájaros que es el lenguaje de los dioses. Vivía en un gallinero donde la frontera entre la realidad y lo abyecto, no era posible de distinguir con definida claridad. Fue rescatada por las autoridades en 1992 en condiciones infrahumanas. Pasó 21 años encerrada en el gallinero de la parte trasera del patio de su casa familiar, su madre la encerró allí. Más notas de prensa señalan que Corina Lemunao había sido violada dos veces, que nacieron dos niños por esos ultrajes y que fueron dados en adopción, y que su rostro se parecía al de una gallina. Nadie en todo Chile podía creer cómo una mujer vivió así por más de dos décadas. Uno de esos hijos dados en adopción, regresó a buscar a Corina desde Suecia y llegó a abrazarla, confirmando así que toda realidad supera a la ficción. Y la poesía bajó a ese infierno para narrarnos la experiencia desgarradora de Corina, una mujer que se quedó en mi retina y que ahora verán volar, libre y menos infeliz, en estos poemas de Karo Castro, que tejen memoria. Alguien alguna vez preguntó: ¿para qué sirve a poesía?, quizá al leer éstos poemas encuentren una y mil respuestas.
11 poemas de Karo Castro
Yo gallina
Deambulo entre maizales con el cuero quemado
Hambrienta hedionda
enlodada hasta los pies
Me sepultaron a los cuatro con las alas dobladas
Sin más alimento que gusanos y moscas
y plumas / muchas plumas para saciar el vuelo
Yo gallina ojo silencioso
Pestañeo agujereado
Yo gallina embrión reflejo mi herencia
Gemir / cacarear / gemir / cacarear
Conozco el lenguaje de los pájaros
Succiono el vacío desde mi pulgar
Yo gallina niña
Niña ave / Niña sin voz
Niña cacarea niña
Yo gallina me hago
Me reconozco en el olvido
de la página de un diario en los noventa.
Nací sola
Me encontraron en la calle
Me botaron porque soy hija de los perros
Mi mamá tuvo sexo con perros
Por eso camino en cuatro patas
Y te muestro el hocico baboso
Cochina
Mongólica
Estúpida
Yo Chicken no hablo con la gente
Conozco el lenguaje de los pájaros
Hablo con los pájaros que
se entienden con las gallinas
Tengo mensajes que cantarles
y ellos tienen mensajes que entender
porque los pájaros también son santos
porque los pájaros hablan el lenguaje secreto de dios.
Fenómena
Me contarán los dedos
Uno a uno los dientes
Medirán el largo de todos mis pelos / plumas
Me abrirán la boca / pico
buscando la voz sin voz
el lenguaje inexistente
Mis uñas / garras
color tierra intentarán cortar
el único brillo de mis ojos.
Salir de madrugada descalza
Arrastrase a golpes
Llenarse de maíz la boca
Pensar en el estómago hueco
En los gusanos que me esperan
debajo de las piedras
Arrancarse los dientes, los sonidos
Coronarse de sangre la cabeza
los pómulos
la piel porosa
pegada a las costillas alas
Sacarse sueños de los ojos
de la lengua espontáneamente salvaje
alojada en el pescuezo.
Mutismo selectivo
Quisiera encontrar a un ser humano
que se haya olvidado de las palabras
y con él conversar.
Lao Tsu
Un campo de vibraciones a lo lejos
Escucho algo más a lo lejos
Parece desalojarme del gallinero
Una soledad poblada
Una afonía vibrante
Tiemblo
La voz es un estruendo
Aprendí a resistir el silencio
y callar
No temer a la jaula de acero
Soportarla como algo natural e inevitable.
Agua / espejo
Da terror reconocerse
reencontrarse
verse el rostro dividido
Niña / ave
me recuerdo polluela
incompleta
masticando gusanos
en los cajones
No queda luz en la mirada
Rota / muda
Sigo las migajas de trigo que dejaste
canto mi agonía a este cuerpo doloroso
sembrado de agujeros.
Jaula dos
De jaula en jaula me traen
me hielan
me paralizan con ropas y botones
y yo tan lejana de sus voces
sin tierra ni barro que escurra por mis senos
tiemblo
¿Quién soy?
¿Qué soy?
¿Dónde están mis alas abandonadas?
Imaginar ya es inútil.
Ellos vendrán a salvarme
Se ocuparán de mí
me dejarán un pijama y óvulos fértiles sobre la almohada
Mi pecho emplumado
está colgado en un ropero
La vida es pequeña aquí
de una brillantez artificial
Como Ícaro no quiero derretir mis alas
por eso cacareo cada mañana sobre los huesos recogidos
para recordar entre sábanas
el olor a tierra húmeda.
Embrión
Palpita la noche
Mi vientre fértil se abre
Tengo los pechos hinchados de ti
Zurcidos por un mismo hilván
me lío a tu sangre
desde adentro
para siempre.
Anunciación
Llegaré aunque no crean
Las nubes abrirán el paso
Sin cercos que me detengan
Dejaré atrás el techo
Los árboles más altos pasaré
Liviana sobre sus cabezas
Se romperá el cielo con mi canto / con mi carne
Con mis alas
Te lo prometo
Soy la ave reina.
En mi cuerpo agoniza la voz del pájaro
Este cuerpo me lleva por donde yo no quiero
Y en el fuego de cada una de tus miradas
Se queman los pájaros.
Rosamel del Valle
Desterrada del nido ajeno
Mis espinas cantan la melodía más dulce a través de la ventana
Soy la máscara
El espejo trisado
La negrura del sol
La araucaria hecha leña
La deformación grotesca de lo humano.
*(Santiago de Chile – Chile, 1982). Psicopedagoga, licenciada en Educación, participó en los talleres de Balmaceda Arte Joven dirigidos por Paz Molina, Lila Calderón, Alejandra Basualto, Carmen Berenguer y Sergio Parra. Con el Premio Mustakis a jóvenes talentos publicó junto a Fanny Campos y Marcela Saldaño, el libro: Inclinación al deseo y al caos (2002). Ha publicado además, las plaquettes Divas y El Gallinero. Con La mujer gallina obtuvo la Beca de Creación Literaria que otorga el CNCA en 2016 y una mención en los últimos Juegos Florales Gabriela Mistral. Ha desarrollado su trabajo poético mediante performances y acciones poéticas. Actualmente forma parte del sello editorial Ediciones G.