Por Augusto Munaro
Crédito de la foto (izq.) Ed. Zindo & Gafuri /
(der.) Ed. Alto Pogo
“La linealidad me resulta artificial”.
Entrevista a Mónica Rosenblum
La cuestión del pellejo (2016) y el caso peralta o por hache y por bé (2015), ambos libros recientemente publicados por Mónica Rosenblum, ponen al lenguaje sobre la mesa de disección. Son obras únicas que tejen una construcción de voces improbables que se superponen en la más ordenada demencia, y, en cierta forma, delatan hasta la maravillosa ridiculez de cualquier discurso. Lo fantástico burlón, el sinsentido irónico, lo jocoso desestabilizante son, para nosotros, liberación. Ambos libros operan como obras abiertas, de búsqueda permanente. El encantamiento que produce su lectura, en consecuencia, es inigualable, ya que presiona la sintaxis de cada verso u oración al extremo, para lograr un salto semántico, resignificando la lengua.
Entrevista
Augusto Munaro [AM]: Tanto tu obra narrativa como poética pareciera ir contra el consenso. Es decir, se construye en la zona de la indefinición. Allí donde hay ambigüedad y confusión. La vacilación a cambio de la certeza en la comunicación. ¿Por qué te interesa experimentar con esos intersticios en particular?
Mónica Rosenblum [MR]: Naturalmente me siento atraída hacia esos espacios de vacilación. No sabría decir si es que mi escritura va contra el consenso; sí es cierto que esos intersticios que mencionás me resultan atractivos; creo que la escritura es un lugar en el que me resulta posible y a la vez interesante cuestionar algunas certezas. Tampoco es que me proponga deliberadamente esos cuestionamientos; muchas veces simplemente me suceden durante la escritura.
[AM]: En la cuestión del pellejo hacés un interesante cruce con el Génesis. ¿Por qué, ese libro del Antiguo Testamento y cómo trabajaste el tono para aquella serie que conforma: “Preguntas frecuentes para Caín”?
[MR]: Elegí el Génesis en particular, justamente, porque allí hay una conversación que siempre me generó perplejidad, desde que di con ella, hace unos treinta años aproximadamente: […] Entonces el Señor preguntó a Caín:»¿Dónde está tu hermano Abel?». «No lo sé», respondió Caín. «¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?» […] (GÉNESIS 4:9). Este diálogo ―entre “El Señor”, quien, al ser omnipresente, no sólo sabe dónde está Abel, sino que, además, ha presenciado toda la escena, y Caín, quien responde que no sabe dónde está su hermano cuando acaba de matarlo y sabe, a su vez, que El Señor ve y sabe todo― fue el disparador de la serie Preguntas frecuentes para Caín; la sordera, la impunidad, la retórica de esta conversación no dejan de sorprenderme aún hoy. En relación al tono y también al ritmo de esa serie de la cuestión del pellejo, es algo que, de alguna manera, “vino dado”; surgió en mí como un ruido suave, como un murmullo primero que luego se asentó para quedarse. Una pregunta gatillaba la otra, y después todo ese oleaje se detenía, hasta la próxima serie de preguntas. En un principio fueron únicamente, preguntas para Caín. Más adelante surgieron también algunas para Abel y otras más para El Señor. Lo que fue más desafiante para mí fue el trabajo de preguntar desde la curiosidad, ir moldeando esa curiosidad que por momentos me desbordaba, el trabajo de despojar la curiosidad del juicio y el prejuicio.
[AM]: La cuestión del pellejo trata temas muy fuertes. La inocencia, el odio y la violencia. ¿Te considerás una persona religiosa?, ¿ves algún paralelismo entre poesía y sentimiento de religiosidad?
[MR]: No me considero una persona religiosa en los términos de las religiones ni de lo institucional que las representa; más bien al contrario: me indignan y espantan las aberraciones que en sus nombres se han cometido y se siguen cometiendo. Sí, cultivo un sentimiento de religiosidad, como vos decís, a través de una búsqueda espiritual de muchos años. Creo que esta ―la espiritual― es una de las dimensiones que nos abarcan, junto con la mental, la emocional y la física. El paralelismo en el que puedo pensar entre poesía y religiosidad es el de la palabra plena, la palabra que surge a partir del recogimiento profundo, a partir del silencio de ese recogimiento.
[AM]: También hay en vos un enfrentamiento muy marcado ―creo― entre escritura vs. oralidad. Sobre todo, se cristaliza mejor en el caso peralta o por hache y por bé ¿cómo fuiste escribiendo esa fluidez tan intensa, cuyo ritmo, recuerda bastante al monólogo interior?…
[MR]: Con el caso peralta… sucedió que “se me dictaba”; tanto así que hubo varias noches en las que me tuve que levantar a escribir. Fue una voz que, literalmente, me decía todo eso, a la que yo llamé durante un tiempo “la loca”. En los comienzos me asusté bastante. Por suerte tuve amigas y compañeras muy queridas que en ese momento estuvieron junto a mí alentándome a seguir; quienes, además, esperaban con muchas ganas las nuevas entregas. Y acá quiero mencionar a Romina Freschi y también a mis amigas y compañeras de Grupo Enjambre: Juana Peralta (es por ella que el libro se llama el caso peralta…), Juana Roggero, Teresa Elizalde y María Alicia Gutiérrez. Y con respecto a lo del monólogo interior, sí, creo que hay mucho de eso; o tal vez de permanentes conversaciones entre varias voces.
[AM]: Vuelvo a el caso peralta… Por un lado está la fábula, por el otro, vas armando el rico entramado a través de arborescentes notas al pie, que interpretan esa fábula… ¿Hay un modo en particular de leer el libro?, ¿un orden: abajo y arriba o viceversa? ¿por qué?
[MR]: En un principio yo lo concebí así tal cual como está ordenado: el texto del relato, las notas, luego más texto, más notas, en ese orden, que también por supuesto, incluye poemas y textos de otrxs autorxs. Pero luego, y sobre todo por comentarios de otras personas, entendí que también es posible leer primero todo el texto principal, por un lado, y las notas por el otro. Y de abajo hacia arriba jamás lo había pensado, pero podríamos probar, ¿no?
[AM]: Tampoco hay mayúsculas… ¿alguna razón por esta decisión?
[MR]: En general, en los últimos años, en mi escritura abandoné las mayúsculas. No la puntuación, pero sí las mayúsculas. Sé que tiene que ver con algo estético/visual, por un lado, y por otro, y en el caso peralta… en especial, con algo de la jerarquía, las minúsculas como una suerte de democratización en la hoja; como manifestar que no hay letras más importantes que otras, todas son iguales.
[AM]: En ciertos pasajes, hay una fuerte presencia de los espacios en blanco… ¿Qué papel juega aquí la metáfora espacial en la página?…
[MR]: Hay situaciones que no pueden nombrarse, y entonces el espacio en blanco es eso: la representación de lo innombrable; de ese silencio, y del respeto por esa imposibilidad; es hacerle un lugar tanto simbólico como concreto y real; no intentar llenarlo con nada que alivie ese vacío. Soportar el vacío. Si falta una palabra, si algo no se puede nombrar, es porque también falta en la lengua escrita. Entonces, que esa ausencia se note. Que la página de cuenta de eso. Es también dejar de asumir que todos los espacios de la página deben ser llenados.
[AM]: En ambos libros hay una voz que cuestiona lo real. Me refiero al peso glacial de las preguntas. Me gusta porque en tu propuesta no hay –en esencia- respuestas, sino planteamientos. Preguntas que incitan a más preguntas. ¿Lo ves como algo paradójico?
[MR]: Creo que no alcanzo a ver lo paradójico; sí las preguntas que incitan a más preguntas, y la voz que cuestiona también. A lo mejor las preguntas, hablo en general, y habría que ver en cada libro y en cada sección, se relacionan con el orden dado o establecido; son planteamientos en el sentido de que buscan comprender o a veces, como vos decís, cuestionar, lo que es, lo que hay, o la parte visible de lo real; o es como si buscaran captar más allá de lo visible “a los ojos”.
[AM]: Otra impronta en tu escritura es ese ir contra la linealidad, lo cual posibilita la interpretación de varios planos. Por cierto, Mónica, ¿la escritura es un espacio, pero también un tiempo?
[MR]: Sí, reconozco que, en general, la linealidad me resulta bastante artificial. Es que nada es tan lineal, ¿no? Y siempre hay varios planos en juego, así como varios tiempos: la separación entre pasado presente y futuro no es tan real; y, en un punto, la separación entre tiempo y espacio es arbitraria. Y pienso que sí: la escritura puede ser un tiempo y también puede ser un espacio. Y mientras yo te estoy diciendo esto ―porque sólo puedo decirte una cosa por vez― en lo invisible están sucediendo un montón de otras cosas, y, paralelamente, en mi mente y en mis emociones suceden un montón de otras, y otro tanto en el contexto inmediato y en el mediato.
[AM]: Leo un poema de la cuestión del pellejo: “nadie salva el pasado/ ni en el rebovinaje más puro/ en la tierra de todos/ donde todo se puede/ nadie salva el pellejo/ del otro/ aunque quiera” En poesía, ¿el precio de la certeza es la lucidez del desengaño?
[MR]: En ese poema que citás aparece la certeza de la imposibilidad de salvar a otrx. Pero no siempre la certeza va de la mano del desengaño, o del desgarro. A veces encontramos la certeza en la fuerza de un sentimiento como el amor, o de una cualidad como el coraje. Otras veces nos llega a través de la belleza de un pequeño gesto, o de la convicción de un principio; podemos encontrarla en el silencio de la contemplación, en el eco de una voz, en lo imprevisto de un encuentro. En otras palabras, si bien son pocas las instancias de certeza, no siempre son las que derivan de circunstancias dramáticas, por suerte.
[AM]: Nos cruzamos, no hace mucho en un evento en torno a Miguel Ángel Bustos. ¿Ves en su propuesta un momento culmine de la escritura?, ¿por qué?
[MR]: Sí, definitivamente. Miguel Ángel Bustos es para mí un poeta mayor, así con todas las letras; admiro mucho su escritura, la exquisitez de su lenguaje, su misticismo, su visión. Además, era un poeta muy original, y de una erudición única.
[AM]: ¿De qué modo pensás que tu licenciatura en Lingüística Inglesa e Historia Universal hayan permitido profundizar tu tarea escritural? ¿Y tu posgrado en Psicología Clínica?
[MR]: En general, pienso que todo lo que unx hace está presente de alguna manera en la escritura, ya sea que podamos identificar puntualmente esa manera o no. Y en particular, creo que, por ejemplo, El caso peralta o por hache y por bé es un libro que, en parte, se aboca a analizar algunas expresiones del lenguaje. Aunque también está atravesado por lo histórico y lo psicológico-filosófico; en otras palabras, creo que, aunque no te pueda señalar tan específicamente como en el caso peralta… la incidencia de mis estudios académicos, es claro que estoy atravesada por todas esas miradas; habrá veces en que eso se hace más perceptible que otras.
[AM]: ¿Qué autores te incitan a querer escribir?
[MR]: La verdad es que son unxs cuantxs lxs autorxs que me incitan a escribir. Pero en este momento elijo nombrar, especialmente, a mis compañeras de la colectiva Poetas por el Derecho al Aborto Legal. Juntas hemos publicado el libro Martes Verde, conformado por cincuenta y tres poemas que fueron leídos durante los martes en que se debatía el Proyecto de Ley en el Congreso. Y me encuentro, junto a estas compañeras, aprendiendo y comprendiendo otra dimensión de la poesía que tiene que ver con la acción y con lo comunitario; y si bien yo soy terapeuta comunitaria y estoy abocada a esa tarea, no había reparado antes en la posibilidad de generar un movimiento así desde y con la poesía, y es por eso que hoy, como te decía, me surge prestar especial atención a estas voces.
[AM]: Por cierto, ¿te encontrás escribiendo algún nuevo libro?
[MR]: Sí, me encuentro en un nuevo proyecto, por ahora en la parte de lectura caótica e investigación, así que no hay mucho que pueda contar, todavía no tiene una forma clara. Sin pausa, pero sin apuros, confío en que ya se plasmará.