Vallejo & Co. presenta un interesante rescate de Eliana Fry García-Pacheco para la sección Papeles viejos. Se trata de una entrevista que publicó el reconocido poeta Enrique Verástegui al notable historiador peruano Wilfredo Kapsoli (1945) y que fuera publicada, originalmente, en la revista “Variedades”, suplemento dominical del diario La Crónica, el 15 de diciembre de 1975, por su autor.
Por Enrique Verástegui*
Curadoría por Eliana Fry García-Pacheco
Crédito de la foto www.youtube.com
La historia que no nos contaron
En un momento en que el Perú traza su propio camino para su liberación, la búsqueda de nuestro pasado tiene, en más de un sentido, el objetivo de contribuir al encuentro o a la creación de una identidad nacional que hunda sus raíces en las viejas rebeldías populares
La alienación, en una de sus más pérfidas modalidades, procuró borrar de la memoria de los peruanos aquellos hechos que, no obstante, creaban sus perfiles más singulares. La historiografía oficial sirvió para el caso, ofreciéndonos una visión extraña, nublada por la soberbia del conquistador.
Hoy recorre el cauce abandonado por la oligarquía una historia apta para el rescate de la cultura popular. Y para cuestionar las ideas que muchos peruanos tienen de sí mismos. Por lo menos esa parece ser la orientación que hoy anima a una corriente de científicos sociales, entre los que se encuentran Wilfredo Kapsoli, joven historiador que esta semana diálogo con «Variedades».
Enrique Verástegui [EV]: Dr. Kapsoli, acaba de publicar usted Sublevaciones de esclavos en el Perú (s. XVIII). El objeto (el tema) es novísimo, diría que inédito en la historia nacional: los esclavos no tenían historia, eran sombras, sujetos pasivos de los que apenas podíamos incluir algo. Este libro nos descubre otro mundo: la revuelta de los oprimidos, la lucha contra unas relaciones de producción específicamente asentadas en el valle de Nepeña.
Wilfredo Kapsoli [WK]: El hecho de haber escogido el valle de Nepeña para esta investigación, en parte responde a la documentación, que nosotros hemos encontrado en el Archivo General de la Nación donde —por suerte— se conservan los libros de contabilidad de las haciendas, tanto de San Jacinto, Motocachi, como de San José. Y a su vez, porque al mismo tiempo hemos localizado expedientes donde se puede ver claramente los procesos realizados a quienes se sublevaron en cada una de las haciendas, en distintas épocas. Por otro lado, también obedece a una situación que —en la universidad de Ricardo Palma— se programó una investigación básicamente referida a la zona de Chimbote y Huaraz para ver el problema agrario en el siglo veinte: a mí me tocó dirigir la parte, digamos, de proceso histórico de esta región y es allí donde ha comenzado su elección. En tercer lugar, porque soy ancashino, ¿no? y porque en San Jacinto hay muchos paisanos míos que han venido en calidad de emigrantes, particularmente en condición de enganchados para la plantación azucarera.
[EV]: Eso puede explicar, en cierto modo, el interés suyo por la investigación agraria.
[WK]: En general, yo en San Marcos, donde he estudiado, tanto en las clases como por la herencia de los propios profesores, no pude encontrar una explicación de parte de la historiografía tradicional sobre los movimientos obreros y campesinos, y como he tenido una experiencia directa en el campo (he vivido hasta los 15 años en mi tierra: Pomabamba, Áncash) eso me permitió —ya en la universidad— cuestionarme: ¿por qué este sector de la población peruana, mayoritario y todo, no estaba presente en la historia nacional? De suerte que parte de mi preocupación hasta ahora ha sido estudiar y comprender la historia del movimiento campesino en el Perú, básicamente en el Perú contemporáneo. Ahora, esto tampoco me obliga a una especie de superespecialización solamente en el tema, toda vez que gran parte de la historia nacional está por hacerse: la presencia de los sectores oprimidos de la población es algo totalmente inédito todavía. El tema de las sublevaciones de esclavos es, prácticamente, tratado por primera vez que rescata además una situación que en la práctica se ha producido: el cuestionamiento de los propios esclavos al sistema de opresión. La historiografía tradicional, esencialmente reaccionaria, oculta y deforma la realidad y presenta el mundo de la sociedad colonial como un mundo más bien de quietud y en cierta forma cubierta por un manto ideológico ya sea de carácter religioso o sea puramente conservador. Entonces, el tema de los esclavos ha sido tocado con una visión paternalista en algunos casos, filantrópica, con ciertas conmiseraciones, pero en ningún momento se trató de explicar este fenómeno como un fenómeno de explotación como producto de una división de clases y, por lo tanto, producto de un sistema opresivo que trataba de acumular riquezas expensas íntegramente de la fuerza de trabajo de los esclavos.
[EV]: Digamos que el estudio de usted tiene un lente ideológico de rescate de los sectores oprimidos y, digamos también, que la historiografía tradicional también tiene un lente de clase ¿no?, pero evidentemente desde el punto de vista del opresor. Ahora bien, partiendo de esto, ¿cómo enjuicia la historia nacional o, mejor, cómo lee los trabajos de otros historiadores: Porras Barrenechea, por ejemplo?
[WK]: Pienso que la historia es parte de las ciencias sociales y, como tal, cualquier investigador está totalmente inmerso dentro de su época y dentro de la extracción de clase a la cual pertenece.
[EV]: Perdón, ¿usted cree que la extracción de clase determina un trabajo de investigación?
[WK]: No tajantemente, pero ya hay un condicionamiento previo, o sea dos cosas serían para mí —en el historiador— decisivas en su elección de temas y en su quehacer: uno, su extracción de clase, y luego; la época que le toca vivir. Algunos evaden esa extracción, otros se identifican con ella: los casos particulares de Porras Barrenechea o de Vargas Ugarte o de Riva Agüero son típicos en esa connotación de clase, elección de temas y posición política a través de la historia: ellos no podían en ningún momento escribir una historia que rescate luchas populares, o una historia que trate de desentrañar el poder económico existente en el país porque hubiera sido cuestionarse a sí mismos y cuestionar a las clases a las cuales pertenecían, de tal modo que lo que hicieron fue legitimar (a través de la historia) los mecanismos de explotación que su clase imprime a la sociedad peruana. En este sentido, el Estado, a través de la educación oficial, de los textos escolares, incluso de los textos universitarios, generaliza este tipo de conocimientos. La reproducción de conocimientos y de valores que imprime la sociedad dominante es producto del conocimiento que ellos crean y a su vez difunden —que en el fondo esconde la realidad social, esconde los sistemas de explotación y las contradicciones de clase que existen dentro de la sociedad. Entonces, a nosotros que nos ha tocado vivir en San Marcos y en general en el país en una época de coyuntura de crisis y de toma de conciencia de los problemas nacionales, evidentemente lo menos que podíamos hacer es tratar —en nuestra especialidad— de contribuir a este tipo de esclarecimiento ideológico, de rescate de la historia nacional y, de cierta forma, contribuir a formar una conciencia nacional liberadora.
[EV]: Volviendo al tema de los esclavos que nos ocupa ahora, unos amigos (Luciano Correa entre ellos) han descubierto en el Archivo Nacional la presencia de elementos naturales, de aborígenes de la región en esa otra forma de rebelión que era la vida en el “palenque”, en el monte de los cimarrones. ¿Eso probaría, en cierto modo, la toma de conciencia específica de la situación de oprimidos que tenían estas gentes y donde la mujer participaba también activamente?
[WK]: El libro mío es un estudio de la vida de los esclavos al interior de la hacienda, la forma particular cómo la hacienda organiza la opresión y la lucha de los esclavos también al interior de la hacienda. Justamente el problema del cimarronaje, del bandolerismo, es otra de las formas en las que la lucha en la época colonial —y particularmente en las plantaciones azucareras— se evidenció. Los esclavos cuando no pudieron organizar protestas y cuestionamientos colectivos al interior de la hacienda, optaron por fugarse, refugiarse —como se llamaba en la época— en el monte, en las zonas que la naturaleza les permitía utilizar como defensa. Aquí, en las cercanías de Lima, en la zona de Huachipa, Cieneguilla, han existido no solamente cimarrones, sino también verdaderos palenques; o sea, comunidades de negros que tenían toda una organización y división de trabajo al interior de estos palenques o formas de subsistencia. Yo no creo realmente que haya existido una compenetración, ni mucho menos una alianza entre indígenas y negros en la costa porque, justamente, en los mismos documentos del Archivo se observa que gran parte de los saqueos que realizaban los esclavos eran las pequeñas propiedades indígenas.
[EV]: Puede ser también algo particular porque yo le decía esto: hay documentos en el Archivo Nacional que he visto donde se comprueba que los indígenas viven en el palenque, participan en los asaltos junto con los negros y lo he visto a propósito de una película que va a filmar el grupo de cine “Liberación sin rodeos”.
[WK]: Podría ser un caso, pero no nos permite generalizar el fenómeno. En historia, la regularidad del fenómeno —parece ser una cosa de cierta fuerza y consistencia real— tiene que presentarse en amplitud. Casos aislados es probable que, en ese documento que usted señala, se hayan producido, pero como tendencia general no se ha producido es alianza entre negros e indios.
[EV]: Entonces, ¿cuál fue el caso de Antonio Oblitas —creo así se llamó— que fue un lugarteniente de Túpac Amaru, cuál fue la situación real de Oblitas dentro de este movimiento emancipador?
[WK]: La sublevación de Túpac Amaru, en relación a la población esclava, es sumamente interesante porque prácticamente él en su movimiento no solamente decreta la libertad de los esclavos, sino que trata que estos se incorporen al proceso para que el movimiento tuviera más fuerza. En el caso particular del libro, en lo referente a la última sublevación que se produce en el año 79, yo hacía alusión a que Túpac Amaru (como tenía contacto con los criollos, tenía información de los problemas de la costa) incorpora como plataforma de lucha y como símbolo de su sublevación, la rebelión que los propios esclavos ya estaban realizando y sacrificándose por ella. Como Túpac Amaru era un líder que tenía una conciencia y una coherencia política, rescata esa situación concreta, lo incorpora en su levantamiento. O sea, no es como algunos han señalado que Túpac Amaru tenía una visión un poco providencialista, ocurrente, sino que él recogía el producto de una lucha intensa que se producía en la costa y lo introduce en su programa. El caso concreto de Oblitas, el historiador Valcárcel indica que él participó como uno de los lugartenientes de Túpac Amaru, incluso fue el que ejecutó a Arriaga en el ajusticiamiento que se le hace en la plaza de Tinta.
[EV]: ¿Dígame qué causas explican el fracaso de Túpac Amaru en su rebelión?
[WK]: En gran parte se debe a que no existió una alianza de clases de modo real en la sublevación. Túpac Amaru intentó organizar un movimiento en alianza con mestizos y criollos, pero tanto los mestizos y criollos tenían fuertes intereses económicos (propietarios de haciendas, de minas). Ahora bien, la población indígena rebasa el control de Túpac Amaru y actúa así, violentamente contra los intereses de los criollos y los mestizos. Al verse afectados directamente en sus intereses rompen el pacto inicial de luchar contra la sociedad española, quedándose Túpac Amaru al final solamente con la población indígena.
[EV]: Sin ayuda económica ni militar.
[WK]: Y la población indígena actuaba con violencia y, en muchos casos, con una violencia acumulada que más bien optaba por la venganza que por una lucha, digamos, sistemática o con proyección. Que yo creo fue uno de los puntos más débiles. Aparte de que la misma población indígena, encabezada por el cacique Pumacahua, se pone en contra de Túpac Amaru y son los mismos ejércitos indígenas quienes impiden el paso que, en apoyo de Túpac Amaru, venía de Bolivia con el movimiento de Túpac Catari. Se produce un puente entre Cusco y Bolivia y lo aísla.
[EV]: Dr. Kapsoli, hay un tema quizás interesante y también un poco oculto, no sólo en la historia nacional, sino en la latinoamericana, que parece que es un tema polémico. El padre de Las Casas es tenido como un filántropo de los indígenas —es lo que se sabe, lo que se conoce— pero lo que casi desconocemos todos es que fue precisamente el padre de Las Casas quien recomendó la traída de los negros como esclavos para Latinoamérica.
[WK]: Yo creo que, en principio, la presencia de los esclavos en América obedece básicamente a que se produce una despoblación indígena y que se explica no solamente por las enfermedades que traen los españoles, a las cuales no estaba muy prevenida —por inmunización natural o medicina—, aparte por el consumo intenso y violento de la fuerza de trabajo de los indígenas, tanto en los obrajes, en las minas, como en las exploraciones que los españoles realizan hacia Chile o a las zonas del Amazonas en la búsqueda de oro, metales preciosos. Entonces, esta despoblación hace que la única forma de poder compensar el déficit de fuerza de trabajo haya sido por este camino, además de intereses internacionales como los de Holanda, Portugal e Inglaterra que tenían colonias en el África y que podían, a través del comercio de estas personas, acumular riqueza, bienes, hacer de la trata de los negros una veta de carácter comercial. Ahora, la actitud de Las Casas es explicable dentro de su tónica cristiana que plantea un mejor trato, incluso aboga y logra que la colonia española implante las famosas Leyes de Indias, que son de protección de la población indígena. Pero, por otro lado, toda la legislación colonial era una legislación formal que, en la práctica, ninguna de las Leyes de Indias se respetó ni se pusieron en evidencia: la población indígena siguió igual que antes de las Leyes de Indias. Solamente en la prédica colonial para poder justificar y lograr esa legislación de carácter formal es que el padre de Las Casas plantea y legitima a la población negra como llamada a sustituir a los indígenas y a realizar los trabajos más forzados.
*(Lima-Perú, 1950 – Lima-Perú, 2018). Poeta, narrador y ensayista. Miembro del Movimiento Hora Zero. Estudió Economía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Ganador de la Beca Guggenheim. Vivió en Europa estudiando Sociología en la École de Hautes Études en Sciences Sociales de París (Francia). Publicó en poesía En los extramuros del mundo (1971), Angelus Novus (tomos I y II, 1989-1990), Monte de goce (1991), Bodegón. Poemas recuperados 1973-1976 (2017), entre otros.