La presente entrevista fue originalmente publicada por su autora en la revista Velaverde en el año 2014, cuando Eduardo Chaparro presentó el disco de su último grupo musical, Narrador. Hoy la rescatamos para Vallejo & Co., a manera de pequeño homenaje tras su partida y al legado que deja con el Sargento Pimienta de Barranco.
Por Eliana Fry García-Pacheco
Crédito de la foto www.apnoticias.pe
La felicidad es un arma caliente.
In Memoriam Eduardo “el Mono” Chaparro (1949-2021)
Lunes, trece horas. Nunca había ingresado al Sargento Pimienta de día. Repito, ingresar, porque antes de la autocracia del Plan Zanahoria era habitual despedirse de los amigos en la terraza de la avenida Bolognesi recibiendo los primeros rayos de sol del día. Hoy, durante la hora de almuerzo, las puertas principales del local están completamente abiertas, permitiendo que el personal de Backus acomode las incontables cajas de cerveza. Una aún no se recupera de la resaca del fin de semana y ahí ya se están preparando para tentarte. “Vade retro, Satán”, pienso que sería mi respuesta si alguien me ofrece una cerveza en este momento.
Traspaso las puertas que secundan la barra del fondo para llegar al patio. Ahí se erige una construcción moderna de madera que alberga tanto la casa del Mono, como la cabina de la Radio Sargento Pimienta. En una minisalita, decorada con cuadros de The Beatles, libros de historia y muchos cds, él ensaya y corrige arreglos de las nuevas canciones de Narrador, su primer intento por regresar a la música después de Hnos. Brothers y tras sobrevivir a un derrame cerebral que lo dejó con medio cuerpo paralizado. Prendo la grabadora, estamos listos para empezar a conversar, pero me frena en seco: “¿Una chela, Shaparrita?” “¡Por supuesto que sí, Monito!”
Eliana Fry [EF]: Narras tus canciones porque no puedes cantarlas…
Mono Chaparro [MCh]: Sí, pero nos hemos acoplado bien. Nunca pensé regresar a la música… Eso me bajoneó un culo. Fue lo más jodido de todo esto. Narrador salió como jugando. Entró Juancho (Juan Picher) a la guitarra y luego Christian León que siempre paraba por acá. Nos empezamos a reunir y como entendían de música yo les iba explicando las melodías porque todas las canciones las tenía en mi mente.
[EF]: Pero en vivo dejan lo acústico para dar paso a toda una banda.
[MCh]: La banda somos nosotros tres: Christian León, Roberto Arias —porque el tío Juancho ya no está— y yo. Nosotros componemos y decidimos todo respecto de las canciones para poder avanzar. Y cuando tocamos en vivo sí nos implementamos con una banda conformada por Tavo Castillo (Frágil), sus hijos Oliver y Jeremy, Steph Chaparro en los coros y algunos invitados como Daniel Willis (D’Mente Común), Ricardo Wiesse (La Mente), Joaquín Mariátegui (Bareto) o Humberto Campodónico (Turbopótamos). En conjunto creamos una amalgama musical muy interesante que me tiene contento.
[EF]: Van a ser diez años del derrame. Las secuelas quedan, pero rehiciste tu vida sin sobresaltos.
[MCh]: Tengo la fecha marcada: 27 de febrero del 2004. Lo peor… no sé si lo peor, pero el médico me dijo que tenía hipertensión arterial por lo tanto debía cuidarme, medicarme, bajarle la mano.
[EF]: Y no pasó ni una ni la otra…
[MCh]: [Riéndose como un niño travieso] No. Me entró por una y me salió por la otra. Así me quedaré para siempre. Fue tocando la guitarra en mi casa, fui auxiliado por unos amigos que me llevaron a la Maison de Sante. Estuve en coma quince días. Casi me muero.
[EF]: Por segunda vez. Años antes te operaron del estómago, ¿no?
[MCh]: Sí, hace como 15 años, tal vez un poco más… casi me muero también, sí. Tuve un infarto al estómago, algo que se llama trombosis mesentérica. En el colón. Me extirparon un metro de intestino grueso y me quedé viviendo con una bolsa externa en el estómago por seis meses. Horrible. Pero la pasé. Y me dio esto. Estoy premiado. [Y no puede evitar la risa vivaracha nuevamente]
[EF]: “Hierba mala…”, diría mi abuelita. Pero yo te veo todas las noches con tu vasito de whisky, disfrutando de la juerga.
[MCh]: Sí, pero me tomo dos por noche nada más. El exceso es el problema de todo.
[EF]: Recuerdo que hace como cinco o seis años, una madrugada me comentaste que estabas deprimido por no volver a cantar.
[MCh]: Es que con los Hnos. Brothers íbamos muy bien y tuvimos esta involuntaria para debido al derrame. Estábamos viento en popa. Yo estaba contento, bastante contento y de pronto ya ni podía caminar o hablar. Nunca pensé que me iba a tocar esto. Me arrepiento de no haberle hecho caso al médico. Si me hubiera medicado otra sería la historia. Pero aquí sigo trabajando.
[EF]: Cuando te da el infarto, ¿fue la misma época en que el Sargento estaba con problemas?
[MCh]: Yo sufría de un estrés agudísimo en esa época, estaba entre quebrado, con el local cerrado por el municipio y con muchos problemas. La música era fundamental para mí. Pero los problemas fueron más y me pasó esto.
[EF]: Retrocedamos al pasado. Cuéntame de Dr. Wheat, tu primera banda.
[MCh]: [Mostrándome un cuadro donde él está jovencito] Yo entré al rock en la universidad San Marcos cuando estudiaba periodismo. Tuve la suerte de encajar bien con un grupo de amigos con los que hicimos la banda. Yo cantaba y componía algo de música. Y nos fue súper bien, contando que en esa época no había redes sociales, igual nosotros llenábamos locales.
[EF]: ¿En las matinés?
[MCh]: Matiné, vermut, noche [se carcajea]. E hicimos dinero, para qué. Fue una etapa muy linda que recuerdo con mucho cariño.
[EF]: Pero no hay grabaciones de Dr. Wheat, ¿por qué?
[MCh]: Yo recién he aprendido a ser un poco más serio con el trabajo, a grabar. En esos tiempos las disqueras, que sólo había dos o tres (Sonoradio y IEMPSA, entre otras), te obligaban a hacer lo que querían. Te maquillaban de una manera espantosa, vístete así… ¡fuera de acá! Y con el grupo decidimos que eso no queríamos. Además, los cuatro años que duramos fuimos muy exitosos. Compartimos escenario con Telegraph Avenue, Los Mads…
[EF]: Ellos acaban de editar en vinilo gracias a Repsychled Records.
[MCh]: Sí, buenazo. Suena muy bien. Gran banda. Ahora que recuerdo nosotros también grabamos algo en carrete, pero debe estar ya perdido. Lo gracioso era que con Dr. Wheat cantaba en inglés y yo no sé inglés. Entonces decía wacheychey o lo que sea. Me sentía un huevón. Entonces cuando conocí a Spinetta fue como una cachetada. “Estoy haciendo el papel de imbécil”, me dije. Con Almendra la rompió y fue un referente importante para Latinoamérica. Generó una consciencia sobre el idioma. Todos cantaban en inglés en el Perú en este entonces.
[EF]: Bueno no todos, estaban El Polén, Los…
[MCh]: ¡Los Saicos! Sí, también, pero eran muy pocos. Ellos también le dieron un nuevo giro al asunto. Buenas bandas. Buenas épocas. Buenos recuerdos.
Con una pequeña ayuda de mis amigos
Su andar es lento. Avanza pasito a pasito apoyado en un bastón de cuatro patas. Me lleva a su oficina, muy pequeña en contraste a su espléndido estado de humor. No sé si es debido a los porritos que compartimos durante el ensayo, pero para El Mono todo es motivo de risa y bromas.
Así, en este estado de sosiego que jamás hubiera pensado encontrar dentro del Sargento Pimienta, me entero que se casó “apurado” cuando su mujer tenía 19 años. Luego nació Joaquín (quien hoy mantiene la herencia musical de tremendo local) y El Mono andaba sin chamba fija. Súmele a eso que decidió dejar la universidad harto de las protestas y las paras. ¿Qué hacer? Estudió en las noches administración de empresas y consiguió un puesto en el Banco de la Nación. “Pero yo no soy para marcar tarjeta, ni andar en corbata. Yo trabajaba por necesidad. Por eso abrí el bar. En un momento trabajaba a la par en el banco y el Sargento. Llegaba todas las mañanas boleteado al banco”, y casi diría que se siente orgulloso del recuerdo.
[EF]: El Sargento tuvo dos etapas.
[MCh]: Sí, en 1976 abrimos en la calle San Martín en Miraflores. Ahí estuvimos 18 años. Además, sin querer ser arrogante, ¿quién no ha tocada acá? Después de Dr. Wheat yo dejé la música como cantante, pero igual producía todo lo que pasaba en el Sargento, quise generar un espacio para más músicos. La retomé como actor a raíz de mi divorcio. Yo solía ir a los ensayos de Frágil, que son mi patas, un poco para llenar ese vacío de llegar a un lugar y no ver a tu familia. Pero me metí con zapatos y todos. Primero fue con Los Dipsómanos, que no duró mucho, y luego con Hnos. Brothers desde 1999.
[EF]: ¿Cuándo abriste estabas solo?
[MCh]: Yo era todo: cajero, dj, barman, si había que barrer, lo hacía. Los inicios eran muy emocionantes. Y como era chiquitito se llenaba. Me di cuenta que había que hacer algo más. Así que hice un escenario pequeñito con un amplificador de donde salía la voz, la guitarra y hasta el bajo. Así empezaron las presentaciones. Yo hice un bar musical con ese anhelo de un día no ser un simple bar sino una movida que creo que es lo que somos ahora, ¿no?
[EF]: ¿En qué momento se mudan a Barranco y por qué? La casa de Miraflores era grande podían haberse usado otros espacios.
[MCh]: ¿Por qué? Buena pregunta. Bueno, la ganancia no era mucha. Tenía que dejar el negocio y dedicarme a otra cosa o apostar con todo a esto. Ya teníamos un nombre ganado. Sentía que tenía que mandarme y comprar un local. Siempre he tenido suerte en la vida y llegué a esta casa un poco por casualidad y la compré.
[EF]: Cuando no tenía ni techo. Si llovía la gente se mojaba mientras bailaba. Varias veces escuché esa historia.
[MCh]: Sí, era lindo. Pero es verdad, no había nada. La compré como terreno y como es patrimonio histórico no le puedo demoler paredes ni nada. Pero a mí me encantan estas casas viejas.
[EF]: ¿Paraste mucho tiempo entre un local y el nuevo?
[MCh]: No, fue al toque. Y le dejaba tarjetitas con el plano y la dirección al pata que lavaba carros en Miraflores. Y todos empezaron a caer.
[EF]: Tienes con Narrador una canción dedicada al Sargento, bien feeling.
[MCh]: Sí. Es una canción que se la dedico a ustedes que con su presencia han hecho esto. El Sargento es mi necesidad vital. Es la materialización de mi deseo de independizarme de la vida laboral de oficina.
[EF]: ¿Y ahora vives acá?
[MCh]: Sí. Es que el médico me recomendó que a partir de la enfermedad viviera en un lugar plano, sin escaleras y donde todo esté cerquita. Por eso construí en el patio la casita. Además, acá tengo todo: la música, los amigos…
[EF]: Las chelas…
[MCh]: Las chicas lindas… jajaja. Me la paso muy bien. No tengo problemas. Hacer Narrador me ha ayudado harto porque era para mí impensable. Yo por eso le tengo mucha gratitud a Christian [León] porque me ha apoyado mucho en esto, cree en mi proyecto. Sin él no la hago.
[EF]: ¿Nunca te asaltaron deseos suicidas?
[MCh]: [Piensa un rato] Sí, pero en los primeros días, cuando tomé consciencia de que me quedaría así. Estaba echado todo el día, en verano y en invierno, alguien me bañaba con esponja. Era espantoso. El Sargento me ha ayudado mucho. Joaquín estaba pichón cuando me pasó esto. No tenía la cancha que tiene ahora. Mi recuperación fue jodida porque tenía deuda, juicios. Entonces empecé con una terapista y con acupuntura, lo que logró separarme los pies para volver a caminar. Tenía que regresar a velar por el negocio. [Guarda silencio otro momento. Me mira fijamente y cuando pensaba no sostenerle la mirada por más tiempo, me habla] Yo vivía en un segundo piso. Pensé en tirarme. Pero desde ahí no me mato, me quedo peor. Después conseguí una navaja, pero nunca encontré el momento para cortarme. Siempre había alguien conmigo. Y quitarme la vida para que ahí mismo me salven, no pues. Caballero, tenía que lucharla… jajaja.
[EF]: ¿Es el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band el mejor disco de The Beatles?
[MCh]: El más vendido del planeta, más que Madonna o Michael Jackson que son tremendos hits. Ahora, en lo personal, sí me parecen de los mejores. Y fue por Velazco y su patriotismo que el nombre lo pusimos en castellano.
Un día en la vida
Ricardo Wiesse, frontman de La Mente, ha contado que su unión con el Sargento Pimienta es casi umbilical pues sus padres afirman haber hecho el amor en el baño del local de Miraflores y que, muy probablemente, él sea fruto de una noche intensa apadrinada por El Mono.
Tal vez sea cliché afirmar que su historia sea un ejemplo de tenacidad, de sobrevivencia. Sus detractores alegarán que merecido lo tiene por juerguero. Facilismos. Su discapacidad vocal y física no le han impedido sacar adelante su proyecto de vida más ambicioso: un bar ad portas de cumplir 40 años, que tiene lleno de martes a sábado, que da cabida a nuevos grupos y por el que han pasado gente como Rubén Blades, Los Tetas, Chocolate Algendones, Chaqueta Piaggio, Félix Casaverde, Raúl Pereira, Jean Pierre Magnet, Miki Gonzáles, Pochi Marambio, Frágil, Jingo, Mar de Copas, La Liga del Sueño, El Ghetto, Tambourine Band, Los Amigos Invisibles, Los Tres, Manu Chao, Autoramas…
Ganador de una mención honrosa en The National Geographic por un estudio que hizo sobre los Chachapoyas, al Mono le sobran historias y anécdotas. Hoy está enfocado en la grabación del primer disco de Narrador, su nuevo leitmotiv. Pues, como dice la frase con que nos recibe el Sargento cada noche: “el sueño continúa”.