Por: Martín Rodríguez Gaona
Crédito de la foto: izq. www.labellavarsovia.blogspot.pe
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La edad de merecer (2015)
de Berta García Faet
En su quinto libro, Berta García Faet (Valencia, 1988) propone una obra muy estructurada, que contrasta con el uso de un lenguaje libérrimo y en constante metamorfosis. Su escritura, por momentos apabullante por su ritmo y solvencia, plasma una sostenida introspección bajo la forma de una puesta en escena verbal, que analiza distintos aspectos de una identidad (social, emocional, artística y de género). La poeta construye un recorrido en permanente tensión, formal y a la vez ética, que se mantiene a pesar de cambios abruptos y el empleo de variados registros (líricos, filosóficos, simbólicos y testimoniales).
La búsqueda de La edad de merecer (nótese la irónica ambigüedad del título) es tan sutil como histriónica, tan hermética como codificada (con veladas o rápidas referencias que van desde lo más personal hasta la teoría de género, la crítica literaria y la religión). Estamos ante una poesía culta pero sin pretensión adoctrinadora, que confía siempre en su urgencia, en su necesidad expresiva. El eje del proyecto (o su demonio) parece ser el anhelo incesante de una caótica armonía que concilie la vitalidad y la inteligencia, como contraparte a una radical apuesta por una trascendencia carnal. En dicho sentido, los poemas, generalmente largos y discursivos, son improvisaciones alrededor de algún motivo que funciona como detonante o excusa para una indagación concreta. Curiosamente, este proceso, repetido muchas veces, no pierde intensidad, pues siempre el objetivo es forjar una esfera íntima (al menos a tres bandas: el lector, el destinatario de los textos y el propio sujeto poético). Una estrategia de exploración epistemológica estrechamente vinculada tanto con el informalismo pictórico como con la asociación libre musical (el expresionismo abstracto, los takes jazzísticos o las rutinas de William Burroughs).
La filiación de esta escritura, sin mayores antecedentes en la tradición peninsular, estaría cerca de un romanticismo actualizado, con cruces sugerentes que van desde una versificación audaz (el projective verse de Olson, quizá vía Levertov) hasta problemáticas compartidas con algunos de poetas contemporáneos de la autora (el catolicismo como irrenunciable atmósfera cultural y la recuperación de ciertos autores marginales de la posguerra). Pero, el punto decisivo, indudablemente, estaría en la condición femenina, la cual se asume con todas sus consecuencias: es decir, como un conflicto, como una carga y como un poder, pero, ante todo, como una manifestación en proceso y, por lo tanto, alejada de toda representatividad complaciente y demagógica. Esto es lo que permite a García Faet contrastar situaciones paradójicas, diferencias generacionales, desbaratar expectativas o reafirmar ilusiones. En otras palabras, escribir poesía, siempre con emoción y rigor intelectual, con una inusual contundencia.