Por Teresa Shaw Urioste*
Crédito de la foto la autora
La dilatación del tiempo.
9 poemas de Teresa Shaw
Camino difícil
La noche dejó restos de nieve
en los bordes de la avenida,
corrompidos por la cal y el hierro.
Nada es superfluo en este paisaje,
pero nada dice. Viramos
hacia un punto en cualquier momento.
Una pareja camina entre sus escombros.
Son imágenes de archivo.
La historia agota esta brevedad,
Sus nombres.
No podemos saber
si el día acaba o empieza.
Y esta intimidad
sin rostro entre
las fotografías y el poema,
como otra farola rota
entre los despojos del invierno.
Ahora que he muerto
Ahora que he muerto,
tejeré una corona
de ramos y colgaré
una guirnalda
en cada puerta de la casa.
Más tarde lavaré mi cuerpo,
el frágil lazo de la lluvia
hilándose en el cuello.
Y como el tiempo es nada,
correré del brazo de los días,
el pelo suelto,
libre de dulzuras, desasida ancla.
Así, llegaré a todas partes.
Ahora que he muerto,
rueda bajo la mesa,
negro como una uva, mi corazón.
Rastrojos
Solía bajar al corral
por la misma carretera.
No reconoció los árboles de siempre,
la sombra fresca de los paraísos
en flor.
Dentro del estómago
sumergida la congoja.
Pajonales, rastrojos del fondo.
Ahora sube a la superficie.
Los balidos de la majada,
el arroyo detrás del monte.
A veces flota un pensamiento
como un cuerpo que lleva la corriente.
La vida no era atravesar el campo.
Supongamos el estallido
un instante de pura luz
un punto denso de materia
el aluvión de mercurio y azufre
La dilatación del tiempo
antes del primer segundo
Infinitos manzanos
en una sola semilla parda
Supongamos la Tierra y los océanos
la vida desnuda y sin propósito
la naturaleza entera abriendo los ojos
cuando la amorosa criatura despierta
Y supongamos aun que en el silencio de la noche
nadie lo advirtiera
Pero escucha
los suaves cascos del verano
descienden ya por el jardín
Quiero evocarte
en el lugar que ocupas,
allí donde la hierba crece
arremolinada en el viento
y la tarde se ilumina
con el sosiego de la majada.
Cuando los altos troncos y el aroma
de eucaliptus
pudieron ser escenario.
Te nombro a la distancia,
donde los juncos y la cañada
proclaman -igual tú-
la inexistencia
de un yo que era
en el relato de nadie.
Y me recuerdan que esta que te dice, que me dice,
como quien retorna
al pasar,
no es más que el eco
de un rumor indistinguible
sembrado
en las paredes del lenguaje.
Hölderlin
Largas conversaciones epistolares.
La herencia
que te corresponde.
La herencia de un hombre.
En vano buscas a los tuyos
bajo la luz del sol.
La nobleza de andar solo
y con amor desprenderse de las palabras.
Andar
andar entre la humildad de los árboles
junto al río
y permanecer separado
desprendido de las palabras
de todo lo que te es semejante,
los árboles
el río.
Andar
sin salirte de ti, del tiempo.
No ser nada
y permanecer en el camino.
Mendigo pobre pordiosero indigente menesteroso. antónimo: rico, así las palabras clasifican. y sin embargo. tú el mendigo de mi calle. sentado cada mañana en el escalón. invisible porque no queremos ver. ¿quién eres? cuál tu cuna. cuál tu riqueza. porque ha de haber una riqueza más allá del dinero. una abundancia más allá de la miseria. este poema no quiere ser un alegato. no quiere acusar. tampoco minimizar tu desgracia. tu dolor de hombre. pero tu humildad no por desposeído. tu humildad simplemente. tu modestia que aún aprecia la vida. me hablas de los niños. del hambre. de tus orígenes extranjeros. y veo en tus ojos un amor. un amor que no comprendo. oh el mundo delante de mí. porque amanecerá tal vez mañana: quiero yo ser bueno conmigo en todo.*
(inédito)
*César Vallejo, Me viene hay días, una gana ubérrima, política…
(Poemas humanos)
Una carta olvidada entre las páginas de un libro. despierta la memoria. los años pasaron. los sentimientos también. apenas un recuerdo aquel dolor. cuando el mundo se derrumbó. leer esa carta escrita por otra que ya no soy. retroceder en el tiempo. reencontrarme en aquella. prestarle la serena mirada de hoy. liberarla de la pena de entonces. y como en una última despedida decirle adiós. Así morimos así renacemos a cada instante un poco.
(inédito)
La luz del sol ilumina una mitad de la casa. el resto permanece en sombra. no sabemos quienes son sus habitantes. las ventanas están cerradas. nadie se asoma. fuera todo es silencio. con el silencio la luz se tiñe de sombra. mientras presta a la sombra algo de su luz. de pronto niños jugando interrumpen el silencio. ellos lo ignoran. ignoran la casa. ignoran el silencio. y en su ignorancia la habitan. con su presencia y sus voces. nada sospechan. Una casa que es mitad luz mitad sombra tiene muchos rincones. rincones para la desnudez. rincones para el sueño. rincones para el rencor. rincones para el olvido. rincones para el amor. estos niños con sus voces los van ocupando. poco a poco casi sin darse cuenta. poco a poco también la casa les descubre su mitad de luz. su mitad de sombra.
(inédito)
*(Montevideo-Uruguay, 1951). Poeta. Licenciada en Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Su obra ha sido recogida en algunas antologías como Barcelona: 25 años de poesía en lengua española, The other poetry of Barcelona: Spanish and Spanish-American, Women Poets y Voces de la poesía uruguaya reciente. Austero desorden (2011). Ha publicado en poesía Destiempo, El lugar que contemplas, Cabañas en el desierto, entre otros.