El poema que ahora reproducimos fue escrito por Sebastián Salazar Bondy, y publicado el 18 de febrero de 1945 en el diario La Prensa. Se trata de uno de los primero poemas del poeta peruano y que, para mayor rareza, se encuentra ilustrado por el también poeta y artista plástico peruano Jorge Eduardo Eielson, quien era amigo suyo y quien contaba en aquel año con escasos 20 años de edad, tal como SSB.
Este poema fue posteriormente incluido y publicado por Salazar Bondy en su segundo poemario, Cuaderno de la persona oscura (1946), bajo el título de “La Danza” y con algunos cambios menores
Por: Sebastián Salazar Bondy
© Irma Lostaunau y Ximena Salazar Lostaunau
Ilustración del poema: Jorge Eduardo Eielson / © Martha Canfield
Crédito de la foto: Izq. © Ximena Salazar Lostaunau / Der. © Martha Canfield
La Danza
(Para La Prensa)
El oso blanco que se adentra en la sangre es ala
cuán libre de estar como los ángeles,
y una triste batuta en la luz de los candiles aledaños
cae arrullada en la soda que no es flor
sino cuello de cisne gota a gota.
La música recién nacida el cisma alcanza
en el tejado, en la hebra del clarín,
en el plato del día
más allá, en cambio, de la rosa de la piel y la gasa.
El sosiego de pronto
es la armonía del beso que vuela lentamente por la boca
de alguna santarrosa moribunda
o de un negro panadero que reza
debajo de la ropa o el clima del sonido,
(Oh verdad, los hombros y el silencio,
las madres buenas que no mienten,
el muslo, la bocina!)
Vuelve, vuelve al encino, al hacha,
tu embarazo equilibra en el cerco
en tu serrallo, en la postal,
ya nadie te conoce.
El remolino en el sismo del gorgojo y la semilla,
hunde su dedo en los lugares cinerarios del sueño
y con las plumas de los indios se estremece de risa,
el cinema en que un niño se estremece de risa.
Caen lentamente el charol y la guitarra
en el pasmo del círculo absoluto
y luego un trote tonto sobre los caramelos
o en la carne del lirio que ahora yace dete[ilegible]
Oh verdad, oh largo instante tenso,
oh la hormiga que nos llena de pereza!
Sebastián Salazar Bondy.
(dibujo de J. E. Eielson)
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(versión publicada en Cuaderno de la persona oscura)
La Danza
El oso blanco que se adentra en la sangre es ala
cuán libre de estar sobre los ángeles,
y una triste batuta en la luz de los candiles
cae arrullada en la soda que no es flor
sino cuello de cisne gota a gota.
La música recién nacida el cisma alcanza
en el tejado, en la hebra del clarín,
en el plato del día,
más allá, en cambio, de la rosa de la piel y la gasa.
El sosiego de pronto
es la armonía del beso que vuela lentamente por la boca
de alguna santarrosa moribunda
o de un negro panadero que reza
debajo de la ropa o el clima del sonido.
(¡Oh verdad, los hombros y el silencio,
las madres buenas que no mienten,
el muslo, la bocina!)
Vuelve, vuelve al encino, al hacha,
tu embarazo equilibra en el cerco,
en tu serrallo, en la postal,
que nadie te conoce.
El remolino en el sismo del gorgojo y la semilla,
hunde su dedo en los lugares cinerarios del sueño
y con las plumas de los indios se estremece de risa
el cinema en que un niño se estremece de risa.
Caen lentamente el charol y la guitarra
en el pasmo del círculo absoluto
y luego un trote tonto sobre los caramelos
o en la carne del lirio que yace ahora deshojado.
¡Oh verdad, el largo instante tenso,
oh la hormiga que nos llena de pereza!