Por Simone de Andrade Neves*
Curador de la muestra Fabrício Marques
Traducción al español por Carolina Ribeiro Diniz
Crédito de la foto la autora
La corrosión de las aldabas.
13 poemas de Simone de Andrade Neves
Golondrina
Maqueta del cielo
blanco y azul en el enlazado vivir:
pajarito en el cable
ignorante del choque.
Duchamp ardido
La aposición
y el hermetismo
tal orina, urinario
un corazón expande amorfo
a descomponer excrementos metafísicos.
Cavo, calva, la cueva.
Alma de gato
En el fondo del ojo del pájaro
vive un gato.
El observador de nidos ajenos
se sienta en las ramas más altas:
los acusadores de los vientos.
Perito rompedor de cáscaras
accede a la membrana espectral.
Traga de las yemas
los cantos de incontables mañanas
y reafirma tu nombre.
Los ganados
Los bueyes
cabezas y patas
en círculo centrípeto
braman y propagan
montaña arriba,
a las orográficas,
una muerte.
Cesado el réquiem
¡citadinos!
tajamos el filet
freímos hasta las vísceras
apasionados
sin compasión.
Telar
Quitada la corrosión de las aldabas
reacciona al sol
y exhala el olor de los olmos
en la herrumbre la costra rojiza:
el hierro a menstruar en el tiempo.
Transversa
la luz revela el dibujo de telarañas:
colcha plateada de neuronas
-estos nervios de la vida-.
Firmes allí sin más estar
manos invisibles en el ensayo del telar.
Casa de la Hierba Mate
Hay soldados
que no portan rifles
sino sables.
¿Sabes el efecto de un sable?
En marcha continua
piernas palas
en el desintegrar de la carnadura.
Troncos de madera
-o Soldados de Salamina-
pisan la hierba y desvían los pies.
En el fémur con el ilíaco
va la hierba contra la madera
desistiendo de ser.
Y cuando uno piensa que no
renace el verde
en el corazón de la casa.
Rueda de agua
Aguas domadas resbalan en el ducto
del lado izquierdo
y se llevan hasta
peces imaginarios
en olas plateadas por el sol.
En el ritmo de las cosas de la vida
aguas suaves
dan el verde al lodo
y empujan la fuerza motriz.
En el alcance de la rueda
se despide el agua de la fuerza.
El mundo gira,
el mundo es redondo.
Desfile
El pelotón en marcha
atraviesa los cerezos
e imprime en el asfalto
una matanza de flores.
Oración de los vientos
Expuestas en el tendedero
las alas de los patos
y de los gansos
van a ser,
en los días de mayo,
motivos de ángeles.
Barlovento
Quisieran mis brazos
el prolongar
de las olas a propagar del barco
en el intento de cercarle
al viento.
Quirúrgico
Un cuerpo no se subordina
a la ansia por endulzados.
Muchos años
una sutura
y la piel reacciona sensible al tacto
en la línea que traspasa
el estómago y evoluciona acceso a las coronarias.
Chocan en el vago de la aorta
todas las palabras no dichas
cuando oportunas
Viene de la cava a la aorta
el deseo del buceo
y emerge la fuente en la exención
de los bultos en danza sobre la piel:
proyectos de tu mano,
tan precisa,
a la sombra de toda calma,
a perforar la carne y a resbalar
pungiendo líneas negras
en el trazado de puntos indigeribles
que fuerzan el atraganto
todas las veces en que se da a la carrera
por lo que se ha perdido.
Huevo
El niño,
al romperlo
y retener el amarillo en las manos,
no se imaginaba que un líquido
se le fuera por los dedos
a alcanzar el tiempo de los suspiros.
Latente
Borde del plato
playa de la isla
hay devenir
en la ínsula
a la deriva.
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(poemas en su idioma original, português)
A ferrugem dos ferrolhos.
13 poemas do Simone de Andrade Neves
Andorinha
Maquete do céu
branco e azul no envolto viver:
passarinho no fio
ignorante do choque.
Duchamp ardido
O aposto
e o hermetismo
tal urina, urinol
um coração expande amorfo
a decompor dejetos metafísicos.
Cavo, calva, a cova.
Alma-de-gato
Mora um gato
no fundo do olho do pássaro.
O observador de ninhos alheios
assenta nos galhos mais altos:
os acusadores dos ventos.
Perito rompedor de cascas
acessa a membrana espectral.
Suga das gemas
os cantos das incontáveis manhãs
e reafirma o teu nome.
Os gados
Os bois
cabeças e patas
em círculo centrípeto
urram e propagam
montanha acima,
às orográficas,
uma morte.
Cessado o réquiem
citadinos!
talhamos o bife
frigimos até as vísceras
apaixonados
sem compaixão.
Casa de tear
Tracionada a ferrugem dos ferrolhos
reage ao sol
e rescende o cheiro dos carvalhos
no escorrer das ocras:
o ferro a menstruar no tempo.
Transversa
a luz revela o desenho das teias:
colcha prateada de neurônios
– esses nervos da vida.
Firmes ali sem mais estar
mãos invisíveis no ensaio do tear.
Casa da Erva Mate
Há soldados
que não portam rifles
mas sabres.
Sabes o efeito de um sabre?
Em marcha contínua
pernas pás
no desintegro da carnadura.
Toras de madeira
– ou Soldados de Salamina –
pisam a erva e voltam-se os pés.
No fêmur com o ilíaco
vai a erva contra a madeira
desistindo de ser.
E quando pensa-se que não
renasce o verde
no coração da casa.
Roda d’água
Águas domadas deslizam no duto
do lado esquerdo
e portam até
peixes imagináveis
em ondas prateadas pelo sol.
No ritmo das coisas da vida
águas suaves
dão o verde ao lodo
e empuxam a força motriz.
No alcance da roda
despede-se a água da força.
O mundo gira,
o mundo é redondo.
Desfile
O pelotão em marcha
atravessa pés de mulungus
e imprime no asfalto
uma chacina de flores.
Oração dos ventos
Expostas no varal
as asas dos patos
e dos gansos
hão de ser,
nos dias de maio,
motivos de anjos.
Barlavento
Quis meus braços
O prolongar
das ondas a propagar do barco
na tentativa de cerco
ao vento.
Cirúrgico
Um corpo não se subordina
na ânsia por adocicados.
Muitos anos
uma sutura
e a pele reage sensível ao tato
na linha que transpassa
o estômago e evolui acesso às coronárias.
Bate no vago da aorta
todas as palavras não ditas
quando oportunas
Vem da cava na aorta
o desejo do mergulho
e emergir a fonte na isenção
dos vultos em dança sobre a pele:
projetos da tua mão,
tão precisa,
na sombra de toda calma,
a perfurar a carne e deslizar
pungindo linhas negras
no traçado de pontos indigeríveis
que forçam o engasgo
todas as vezes em que dá-se à corrida
atrás do que se perdeu.
Ovo
o menino,
ao quebrá-lo,
e reter o amarelo nas mãos
não imaginava que um líquido
fosse pelos dedos
alcançar o tempo dos suspiros.
Latente
Borda do prato
Praia da ilha
Há devir
Na ínsula
À deriva.