Vallejo & Co. presenta esta breve serie de poemas de poetas nórdicos gracias a la colaboración y traducción de Albert Herranz Hammar y David Guijosa, quienes dirigen el blog de traducción de literatura nórdica Södertexter (www.sodertexter.blogspot.pe)
Por Karin Boye*
Nota y traducción de poemas por Albert Herranz Hammar
Crédito de la foto www.minnenasjournal.nu
La amazona muerta.
Karin Boye
Karin Boye es una de las autoras más populares de Suecia. Muchos de sus compatriotas se saben de memoria algunos de sus poemas o fragmentos de ellos, para hacernos una idea de su popularidad referimos una anécdota: hace unos años una conocida marca de coches utilizó uno de sus poemas en un comercial. Las protestas fueron numerosas y miembros de la Academia de la Lengua Sueca amenazaron con llevar a la empresa fabricante a los tribunales por la perversión que significaba usar los versos de Boye en un contexto consumista.
La autora se dedicó a escribir poesía y novela, y su vida penduló entre la visión religiosa del mundo, su bisexualidad y la poca, según ella, repercusión que su obra tenía. Publicó su primer poemario Moln (‘Nubes’) en 1922, en el cual reflexiona sobre Dios y la fragilidad de la vida; a este le seguirían Gömda land (1924), Härdena (1927), aunque el éxito le llegaría con la novela Astarte –una crítica a la sociedad de consumo– que le valió el primer premio en un concurso nórdico de literatura en 1931. En 1927, la poeta había entrado a trabajar en la redacción del periódico socialista Clarté, y años después fue cofundadora de la revista Spektrum (1931-33) de gran influencia en el mundo cultural de la época y en la que colaboraron Gunnar Ekelöf, Harry Martison, Artur Lundkvist -uno de los introductores de la literatura española en Escandinavia- o Eyvind Johson. En 1929 se casó con Leif Björk, de quien se divorció en 1932 cuando estando en Berlín decidió vivir con Margot Hanel. En Berlín, Boye se liberó sexualmente, asistió a sesiones de psicoanálisis y fue testigo del nacimiento del nazismo. Esa experiencia le sirvió para escribir la novela distrópica Kallocaín (1940). La poeta retornó a Suecia con su compañera en 1933, viviendo entre dos amores, el de Hanel y el de Anita Nathorst, quien nunca la correspondió. En 1941, después de unos meses de desequilibrio mental y depresión, Karin Boye decidió suicidarse con una sobredosis de somníferos en el bosque cercano al sanatorio de Allingsås. Un mes más tarde también Margot Hanel se suicidó.
El reconocimiento a su obra llegó un año después de la muerte de Boye, cuando se editó un libro homenaje en el que se publicó el poema “Död amazon” (‘Amazona muerta’), escrito por Hjalmar Gullberg en donde se refleja la vida trágica y rebelde de la autora. En la actualidad, esta poeta es considerada una autora clásica y muchos de sus libros son reeditados con regularidad.
3 poemas de Karin Boye
Noche de Valpurgis
Tardíamente estoy ante la montaña de los destinos.
A mi alrededor, como nubes de tempestad
se arremolinan seres sin forma, animales nocturnos,
de alas negras,
ojos de fósforo.
¿Me quedo? ¿Me voy? El camino está a oscuras.
Si me quedo pacíficamente al pie de la montaña
no me pasará nada.
Tranquila puedo ver su lucha como un juego de niebla en el aire,
desorientada.
Sin embargo, me voy, me voy sin saber nada más.
Para aquel que da los pasos
la vida es un cuento.
Para mí, fuego
cabalgaré sobre serpientes de fuego.
Para mí, viento
volaré sobre dragones alados de viento.
Para mí, la nada,
perdida en la tormenta
lanzada viva o muerta hacia delante, un destino pesado.
Sí, es verdad que duele
Sí, es verdad que duele cuando los brotes se abren.
¿Qué otro motivo hay para que la primavera dude?
¿Por qué tiene que estar atada toda nuestra ardiente espera
al pálido helor amargado?
El refugio durante el invierno fue el capullo.
¿Qué novedad es esa que consume y estalla?
Sí, es verdad que duele cuando los capullos se abren.
Dolor para lo que crece
y lo que constriñe.
Sí, es verdad que es difícil cuando las gotas caen.
Temblorosas de angustia cuelgan pesadas,
se aferran a la rama, se hinchan, se deslizan–
el peso las arrastra hacia abajo, por mucho que se afiancen.
Es difícil sentirse insegura, temorosa y dividida,
es difícil sentir como el abismo atrae y llama,
y a pesar de ello permanecer y temblar–
Es difícil querer quedarse
y querer dejarse caer.
Entonces, cuando todo es difícil y nada ayuda,
se rompen como un júbilo los brotes del árbol.
Entonces, cuando ningún miedo retiene,
caen brillantes las gotas de las ramas
olvidan que estaban asustadas por lo nuevo,
olvidan su angustia por el viaje–
sienten en un segundo su mayor certeza,
descansan en la confianza
que crea el mundo.
En ningún lugar
Estoy enferma de un veneno. Estoy enferma de una sed,
para la cual la naturaleza no creó un líquido que la calme.
De la tierra nacen fuentes y arroyos.
Me agacho y bebo de las venas de la tierra
su sacramento.
Y el espacio está inundado de ríos sagrados.
Me alzo y siento mis labios bañados
de blanco arrebato.
Sin embargo, en ningún lugar, en ningún lugar…
Enferma de un veneno. Enferma de una sed,
para la cual la naturaleza no creó un líquido que la calme.
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(poemas en su idioma original, sueco)
3 dikter av Karin Boye
Valborgsnatt
Sent omsider står jag vid ödenas berg.
Runtomkring som ovädersmoln
skockar sig formlösa väsen, skymningsdjur,
svartvingade,
fosforögda.
Stannar jag? Går jag? Vägen ligger mörk.
Stannar jag fredlig här vid foten av berget,
då rör mig ingen.
Lugn kan jag se deras kamp som en dimmans lek i luften,
själv blott ett vilset öga.
Men går jag, går jag, då vet jag ingenting mer.
För den som tar de stegen
blir livet saga.
Själv eld
skall jag rida på ringlande eldormar.
Själv vind
skall jag flyga på vingade vinddrakar.
Själv intet,
själv förlorad i stormen
slungas jag död eller levande fram, ett öde framtidstungt.
Ja visst gör det ont
Ja visst gör det ont när knoppar brister.
Varför skulle annars våren tveka?
Varför skulle all vår heta längtan
bindas i det frusna bitterbleka?
Höljet var ju knoppen hela vintern.
Vad är det för nytt, som tär och spränger?
Ja visst gör det ont när knoppar brister,
ont för det som växer
och det som stänger.
Ja nog är det svårt när droppar faller.
Skälvande av ängslan tungt de hänger,
klamrar sig vid kvisten, sväller, glider –
tyngden drar dem neråt, hur de klänger.
Svårt att vara oviss, rädd och delad,
svårt att känna djupet dra och kalla,
ändå sitta kvar och bara darra –
svårt att vilja stanna
och vilja falla.
Då, när det är värst och inget hjälper,
Brister som i jubel trädets knoppar.
Då, när ingen rädsla längre håller,
faller i ett glitter kvistens droppar
glömmer att de skrämdes av det nya
glömmer att de ängslades för färden –
känner en sekund sin största trygghet,
vilar i den tillit
som skapar världen.
mitt innerstas tågor.
Ingenstans
Jag är sjuk av gift. Jag är sjuk av en törst,
till vilken naturen icke skapade någon dryck.
Ur alla marker springer bäckar och källor.
Jag böjer mig ner och dricker ur jordens ådror
dess sakrament.
Och rymderna svämmar över av heliga floder.
Jag sträcker mig upp och känner läpparna våta
av vita exstaser.
Men ingenstans, ingenstans…
Jag är sjuk av gift. Jag är sjuk av en törst,
till vilken naturen icke skapade någon dryck.