Para los lectores de Vallejo & Co. presentamos una entrevista con una voz potentísima que, a sus 26 años y con tres buenos libros de poesía, está reinventando, cuestionando y creando desde el humor y la libertad nuevos registros poéticos que enriquecen la gran lírica ecuatoriana.
Entrevista y selección de poemas por Aleyda Quevedo Rojas
Poemas por Juan Romero Vinueza
Crédito de la foto (izq.)Liliputienses /
(der.) el autor
Juan Romero Vinueza,
cuando la poesía incomoda
Aleyda Quevedo Rojas [AQR]: Si seguimos al escritor rumano Mircea Cartarescu, “nuestro mundo hedonista, consumista y mediático ha producido una civilización sin cultura, una cultura sin arte, un arte sin literatura y una literatura sin poesía, pero, contra viento y marea, la poesía sigue colándose por todas sus rendijas”. ¿Qué reflexión te merece esta cita de Cartarescu, eminentemente poeta? ¿Cuál es el lugar que le concedes a la poesía en la sociedad ecuatoriana? Me interesa tu reflexión porque eres uno de los poetas más potentes menores de 30 años que tiene Ecuador, así lo demuestran tus tres libros de poesía publicados y, de otro lado, ahora estás estudiando y viviendo en México y ese mirar desde afuera siempre enriquece la lectura sobre el país, la escritura y el arte.
Juan Romero Vinueza [JRV]: Como se suele decir, en broma, “pateas una piedra y salen 20 poetas” (risas). Lo cierto es que la poesía es uno de los géneros más importantes en Ecuador. No solo por su producción, sino por su historia. Aunque, muchas veces, sea poco conocida fuera de sus cuatro metros cuadrados. Ahora hay un “boom” de narradoras ecuatorianas y eso está buenísimo. Siempre hemos sido uno de los patitos feos de Sudamérica. Ellas están haciendo que Ecuador sea más visible. Y eso es brutal. Nos están dando una cara internacional.
No obstante, la poesía siempre ha estado. Somos un país de grandes poetas. Quizás lo mejor que se haya escrito en Ecuador sea poesía. Siendo medio canónicos, hay que recordar que acá nacieron Jorge Carrera Andrade, Hugo Mayo, Efraín Jara Idrovo, Jorge Enrique Adoum y César Dávila Andrade. Mis cinco para el futsal. Mis cinco como un puño. Ellos no son tan conocidos afuera. Bueno, a Dávila Andrade lo leen y aprecian mucho en Venezuela, que fue su país adoptivo; Adoum y Carrera Andrade también son visibles, pero no lo suficiente. Es como si la poesía ecuatoriana no existiera para el resto de hispanohablantes. Pienso que Mayo, incluso en Ecuador, sigue siendo un marginal. Me olvido de Iván Carvajal, que es otro autor importantísimo.
La poesía tiene un lugar. No el protagonista, pero tiene un lugar. Además, suele ser incómoda. Montalbetti decía que eso es lo que no le interesa al poder: que le incomoden. Yo creo que gran parte de la mejor poesía que se escribe —o se ha escrito— en Ecuador incomoda, y mucho. La lectura y escritura de poesía siempre ha estado presente. Pensemos que no tuvimos ningún representante en el Boom Latinoamericano. Y, si lo hubiésemos tenido, hubiera sido un poeta y no un narrador. O un poeta que intentó ser narrador.
En cuanto a lo otro que me preguntas, mirar a Ecuador, y a la poesía ecuatoriana, desde México ha sido un martillazo al cráneo. Primero, porque la poesía mexicana me parecía bastante conservadora y aburrida. Que sí, ciertos autores lo son. Pero no todos. De hecho, he descubierto muchísimos poetas que me han hecho cambiar de opinión. La cosa es que acá tienes varios Méxicos con los que toparte. Es una tradición literaria gigante, empezando porque este país tiene diez veces más gente que Ecuador. Asimismo, hay muchas tradiciones dentro de esta tradición.
Otra cosa, acá hay más ayudas estatales para los escritores. En Ecuador casi no las hay y cuando las hay, suelen ser migajas. Las editoriales allá la pasan muy feo para poder sacar un libro, mucho más de poesía, que es menos comercial que el cuento o la novela. En México igual la sufren, obvio, pero si te fijas gran parte de los libros publicados están apoyados por alguna institución gubernamental o educativa. Hay más presupuesto para la cultura.
La poesía ecuatoriana —y Ecuador— en México es casi inexistente. Se conocen muy pocos autores ecuatorianos por acá. Y eso se debe, en gran parte, a que México es bastante endogámico. Se lee mucha literatura mexicana (que, además, hay un montón) y también de los Estados Unidos. Pero se conoce poco, en general, de Centroamérica para abajo. Quizás, Chile, Argentina y Uruguay, acaparen más atención por la cantidad de migración que recibió México en la época de las dictaduras sudamericanas; pero del resto, no tanto.
Hay un quinteto de autores ecuatorianos que son más conocidos, aunque quizás no tan leídos: Juan José Rodinás, Ernesto Carriøn, Edwin Madrid, Xavier Oquendo Troncoso y Augusto Rodríguez. Esto es muy entendible. Rodinás, Carriøn y Madrid han ganado premios internacionales importantes. Y todos los que he mencionado han publicado en editoriales mexicanas y en otras más grandes que distribuyen en varios países. Además, forman parte de antologías y han sido invitados a varias ferias. Igualmente, Carriøn (Desembarco), Oquendo Troncoso (Paralelo Cero) y Rodríguez (Ileana Espinel Cedeño) han organizado importantes festivales de poesía. Eso también los hace más visibles.
[AQR]: Revólver escorpión tu primer poemario está compuesto de corporalidades demoledoras donde se cristaliza la actitud irreverente de la voz lírica ante el mundo; en 39 poemas de mierda para mi primera esposa el humor desenfadado y la búsqueda de nuevas formas de nombrar concentra la atención, y en tu más reciente libro, editado por el prestigioso sello independiente Ediciones Liliputienses de España, Dämmerung [o cómo reinventar a los ídolos], donde la fuerza se concentra en ese ejercicio de convocar e invocar, como en una sesión de espiritismo, a todos los escritores que te han influenciado o que te han interesado para establecer contacto… ¿Cuáles son tus búsquedas estéticas, por dónde están tus rotaciones y caminos con el lenguaje y qué hilo crees que has ido tejiendo y tensando con estos tres libros? ¿Persigues un proyecto de escritura, qué escribes ahora mismo?
[JRV]: Creo que para mí ha sido fundamental releer lo que he escrito y publicado, luego de unos años. No tantos, pero ya es una forma de distanciamiento. Ya no soy el JRV de Revólver Escorpión. Sí que lo fui alguna vez. No obstante, gran parte de mi interés estético-poético se encuentra en ese poemario, que más que poemario es una miscelánea de poemas que me interesaban. Creo que una parte de mis intereses de las propuestas de Revólver Escorpión se cristalizan más en 39 poemas de mierda para mi primera esposa. Por ejemplo, el eje vinculado al humor y la ironía, que viene acompañado del cuestionamiento de todo —o casi todo.
Creo que estos dos libros eran necesarios, al menos para mí, para poder escribir luego Dämmerung. En realidad, Dämmerung lo empecé por el 2015 (antes de publicar Revólver Escorpión). No pensaba que se convertiría en un libro después. De hecho, ni siquiera pensaba que pasaría de un par de poemas. Estaba muy metido con Raymond Queneau y sus ejercicios de estilo. Así que empecé a hacer mis propios ejercicios de estilo con autores que me gustaban o que odiaba. No recuerdo por cuál empecé, quizás Onetti o Mishima o Houellebecq. Después de escribir algunos de ellos, me di cuenta de que me interesaba muchísimo la idea misma de la reinvención, el pastiche y la parodia. Y que, volviendo a RE, esa intención primigenia ya está ahí.
Creo que casi todo autor, aunque no se dé cuenta o lo niegue, persigue un proyecto literario. Casi por defecto, diría yo. Uno escribe sobre lo que le apasiona y obsesiona. A mí me interesa el humor, la ironía, la reinvención, el pastiche, la parodia, los juegos con el lenguaje, la noción de patria, el paisaje urbano, la irrealidad, la insignificancia. En fin, varias cosas y creo que todas se van plasmando en mi escritura —y en mi pensamiento. Muchas veces, pueden encontrarse en los poemas. Pero los desencuentros también son buenos. Refrescan.
Pues, siempre estoy escribiendo varios libros al mismo tiempo. Kimrey siempre me dice que se pierde cuando le cuento algo de un poema o un libro que estoy trabajando (risas). Tengo dos poemarios inéditos acabados. Uno ya corregido y otro en proceso de corrección. Veamos qué hago con ellos. Igualmente, me encuentro escribiendo dos y planeando uno más. Eso, en cuanto a poesía. Creo que todos ellos están transitando un territorio intermedio (o incluso que excede) los límites del Revólver Escorpión y Dämmerung. No así con 39 poemas…, del que se alejan un poco más. También me interesa mucho el ensayo literario. Tengo un libro entre ceja y ceja, pero por el momento son planes nada más. Borradores mentales, digamos. En México he leído mucho más ensayo que en Ecuador. Eso me ha nutrido sobremanera.
[AQR]: ¿Qué poetas de tu generación destacas dentro del Ecuador y también dentro de México? Pensando en que la tuya es una generación que se ha nacido y se ha comido a fondo el cable del que habla Cartarescu: vivir en un mundo hedonista, consumista, mediático, plagado de poemitas que aparecen como dulces en las redes sociales… y ya sabes el azúcar crea más adicción que la cocaína.
[JRV]: En mi caso particular, no soy muy de azúcares. Prefiero las sales (risas). Sí, hay muchos poemas y poemitas en redes sociales. Tampoco hay que satanizar todo lo que está en redes. Hay muchos blogs y revistas que sí valen la pena leer y seguir. Igualmente, gracias a internet se pueden conseguir joyitas. En los grupos de Facebook, por ejemplo, uno encuentra libros que son impensables de conseguir en Ecuador porque son muy caros o, simplemente, porque no llegan. Se tiene más acceso a cosas que antes no se podía tener. Y muchos blogs comparten pdfs o epubs libres de autores que me han interesado mucho. Por poner un ejemplo, hay dos proyectos buenísimos: Poesía Mexa y Poesía Vnzla, donde se puede descargar poesía de autores de esos países. La curaduría está muy bien realizada y la calidad de los textos no me dejará mentir.
Quiero enfocarme en los más jóvenes de todos. Digamos, más bien pienso señalar a algunos de los que ya vinieron con el chip del nuevo siglo incluido, “millenials chavorucos” —como les dicen en México (risas)—, y algunos otros ya más próximos a la llamada “generación z”. Siento que estoy haciendo una antología, así que elegiré 21 (como el siglo) nombres de lado y lado:
De Ecuador, Kelver Ax (1985-2016), Agustín Guambo (1985), Victor Vimos (1985), Jorge Aguilar (1986), Yuliana Marcillo (1987), Pablo Flores Chávez (1988), Issa Aguilar Jara (1988), Luis Franco González (1988), Mónica Ojeda (1988), Pablo Mériguet (1989), Yuliana Ortiz Ruano (1992), Kevin Cuadrado (1993), Andrea Rojas Vázquez (1993), Azael Álvarez (1993), Juan Suárez Proaño (1993), Amanda Pazmiño Torres (1993), David Pinto (1993), Diego Salazar (1994), Pamela Cuenca (1996), Roxana Landívar (1997) y Olmedo Guerra (1998).
De México, Diana Garza Islas (1985), Alejandro Albarrán Polanco (1985), Yaxkin Melchy (1985), Ingrid Bringas (1985), Sergio Pérez Torres (1986), Gerardo Arana (1987-2012), Esther M. García (1987), Iveth Luna Flores (1988), Andrea Alzati (1989), David Meza (1990), César Bringas (1990), Diego Espíritu (1990), Xel-Ha López Méndez (1991), Román Villalobos (1991), Ángel Aviña (1991), Juan Manuel Zermeño Posadas (1991), Andrés Paniagua (1992), Julio Rivera (1992), Alan Vargas Mariscal (1992), Clyo Mendoza (1993) y Daniel Medina (1994).
Se puede encontrar la mayor parte de su obra en internet, obviamente.
[AQR]: ¿Con qué tradición literaria ecuatoriana está emparentada tu poesía?; y, en la misma cuerda de las tradiciones que abrazamos al viajar y movernos, me gustaría que me cuentes, ¿con qué tradiciones y poéticas te identificas, ahora que estás en México?
[JRV]: Creo que empezaré con la tradición mexicana. Arturo Dávila dividió alguna vez la poesía mexicana en los “bárbaros” y los “solemnes”. Si bien es muy tajante y determinista, si pienso en qué me interesa a mí, yo también estoy con los bárbaros. Es decir, con Salvador Novo, Efraín Huerta, Gerardo Deniz, Ulalume González de León, Ricardo Castillo, Mario Santiago Papasquiaro, José Vicente Anaya, José Eugenio Sánchez o Ángel Ortuño; si pienso en autores más contemporáneos, me interesa mucho lo que han trabajado Luis Eduardo García, Alejandro Tarrab, Sara Uribe, León Plascencia Ñol, Eduardo Padilla, Amaranta Caballero Prado o Luis Felipe Fabre, además de los ya mencionados Esther M. García y Gerardo Arana.
En cuanto a la poesía ecuatoriana creo que también sigo la idea de los “bárbaros”. Me interesa mucho la obra de Raúl Arias, Ulises Estrella, Fernando Nieto Cadena, Euler Granda, Humberto Vinueza, Ramiro Oviedo, Francisco Torres Dávila, Sonia Manzano y Pedro Gil; así como ciertas partes de la obra Jorgenrique Adoum, y Edwin Madrid; y los dos ya mencionados Hugo Mayo y Efraín Jara Idrovo. Si pienso en autores más contemporáneos, creo que Juan José Rodinás, César Eduardo Carrión, María Auxiliadora Balladares, Luis Carlos Mussó, Paúl Puma, Ernesto Carriøn, Luis Franco González, Kelver Ax y Agustín Guambo, ocupan sitios predilectos en mis lecturas. Y, obvio, Jorge Carrera Andrade y César Dávila Andrade, esos dos tótems de la poesía equinoccial que todo poeta ecuatoriano debería leer, al menos, por curiosidad.
No obstante, no considero que solamente pueda ceñirme únicamente con esas dos tradiciones. De hecho, mi identificación con esta porción de la tradición mexicana es nueva. Como te dije, antes le prestaba menos atención. De Sudamérica, me ha interesado más la poesía chilena y peruana. Es a la que más atención le he puesto. Bueno, podrás ya imaginar qué nombres surgen por ahí. De los chilenos, Nicanor Parra, Pablo de Rokha, Enrique Lihn, Claudio Bertoni, Juan Luis Martínez, Thomas Harris, Carmen Berenguer, Elvira Hernández, Germán Carrasco; y en Perú, los Hora Zero (sobre todo Juan Ramírez Ruiz, Tulio Mora y ciertas partes de Verástegui), Kloaka (sobre todo Roger Santivánez y Mariela Dreyfus), Carmel Ollé, Rodolfo Hinostroza, Mario Montalbetti. Entre otras lecturas más contemporáneas de Chile, Héctor Hernández Montecinos, Paula Ilabaca, Enrique Winter, Daniel Rojas Pachas, Gladys González Solís; y de Perú, Maurizio Medo, Victoria Guerrero Peirano, Willy Gómez Migliaro, Kreit Vargas, Julia Wong.
De igual forma, no puedo restringirme a Sudamérica. Me interesa mucho la poesía en lengua inglesa (tanto gringa, canadiense o británica). Me gusta mucho traducirla, aunque no la publique en revistas. Autores que me han volado la cabeza son Anne Carson, Edgar Lee Masters, Richard Brautigan, Jack Spicer, Kenneth Koch o Frank O’Hara, que a todos ellos les dedico un poema en Dämmerung. Y, cómo no, a mi querida Emily Dickinson. Yo soy Team Dickinson. A veces me tienta la idea de jugar para el Team Whitman, pero me siento más cómodo del otro lado. Igualmente, un tiempo leía mucho en francés. Me interesa lo que han hecho Pierre Reverdy, Henri Michaux, Guillaume Apollinaire, Raymond Queneau, Antonin Artaud, así como Christophe Tarkos, Charles Pennequin, Serge Pey o Michel Houellebecq. Sin embargo, últimamente, leo menos en francés. Y, por último, debo decir que la poesía polaca me gusta muchísimo. Mis tres columnas de Europa del Este son Czesław Miłosz, Wisława Szymborska y Anna Świrszczyńska. Lástima que no puedo leerlos en polaco, por mi desconocimiento del idioma. Ojalá supiera algo más que los números, unos saludos vanos, y cómo pedir un par de cervezas. Aunque debo reconocer que la última oración sí es bastante útil: “poproszę dwa piwa”.
5 poemas de Dämmerung [o cómo reinventar a los ídolos] (2019),
de Juan Romero Vinueza
Un sujeto parecido a M. Houellebecq o el mundo
contemporáneamente asqueroso
Un gran invento del hombre moderno es el turismo sexual Países que no aportaban en nada al mundo ahora lo están haciendo Los ángeles podrían tener trabajo en un night club llamado el Café del Marqués O por lo menos robarían a niñas blancas de Europa del Este para vestirlas con bonitos atuendos & regarlas por el Boulevard de Clichy O en Ámsterdam o dónde sea ¿Qué tal si a las musulmanas también las incluimos en este caldo de cultivo? La religión les impide mostrar los talones pero ahora se las puede ver desnuditas y expuestas como ropa nueva –o usada– en los almacenes de París Ellas podrían ser parte del nuevo arte contemporáneo Haría falta un body paint sobre sus cuerpos & exponerlas en sitios como el CAC o el MOMA aunque daría lo mismo Quizás así serían más valiosas que cuando están follando con un viejo gordo que busca exoticidad en los cuerpecitos que fueron robados a unos padres & que deben drogarse todos los días para lograr inhibirse por completo ¿Cómo se valora el arte contemporáneo? Podemos recortar trozos de nimiedades & formar un collage de mierda & estrellas & vendérselos a los árabes o a los rusos porque los franceses & los ingleses se quedaron sin plata o siguen comprando art noueveau Nadie sabe bien cómo mismo es la cosa Aunque se dice que el supuesto artista plástico Martin sabe que los catálogos de Michelin son una fuente de oro para sus propuestas artísticas O pintar a Bill Gates junto con Steve Jobs puede ser una manera de honrar a Warhol El arte que me tocó vivir vale más que la vida de una ola de nigerianos o palestinos o ciudadanos de un mundo consumido por la negligencia de las gárgolas La vida es triste cuando lo negro se hace gris & otra vez negro & otra vez gris & otra vez negro &
nunca llega al pacífico blanco Por eso es que en nuestros países hay poesía Los países perfectos no tienen de qué sufrir Ellos completan el ciclo vital porque nosotros estamos jodidos Ellos solo están Puedo matarme dentro de mi obra & a nadie le importaría Ni siquiera a mí Puedo ver mis manos enfriarse & sentir como me hincho poco a poco ¿Qué tan verosímil es ver la muerte de un sujeto que no quería vivir? Le amarro los cordones al tiempo mientras le cuento historias que más bien son poemas escritos por un francés que odia el mundo porque antes de sentarse a escribir poesía sobre por qué un poeta muerto no
puede escribir fue ingeniero agrónomo e informático Por eso necesitamos que Houellebecq huya de los islamistas que quieren cortar su cabeza con sus propios intestinos & quemarlo junto con la fotografía de Salman Rushdie No te mueras Michel & si te mueres Hazlo rápido
Despedidas Onetti o la mentira es una tumba sin nombre
inicio / la despedida es una cruz:
uno no puede negarse a sí mismo
aunque uno sea un buen mentiroso
uno puede crear ciudades e inventarse nombres
para ellas / tales como Montevideo o Santa María
o tal vez uno pueda crear una figura imaginaria que
bien podría ser una mujer con dos rosas blancas como ojos
o uno puede inventarse todos los adioses que quiera
ahogándose en una pequeña plaza de toros sin multitud
o en la cara de una jovencita de una provincia andina
o en un astillero inexistente pero palpable: casi que da igual
la mentira es la mitad de la vida = solo la muerte no engaña
es certera como una bienvenida / o un adiós / ¿o un dios?
uno no puede despedirse de sí mismo sin mentirse
acerca del lenguaje: las palabras son relojes dañados
escondidos dentro de un bolsillo / dentro de una cabeza que es
más bien una luciérnaga que no piensa alumbrar más
por eso vuelvo y repito / la despedida es una cruz:
está claro que uno no puede negarse a sí mismo
aunque uno crea que siempre fue un gran mentiroso
por suerte / puede que uno haya dejado de mentir bien
Un náufrago llamado Baricco o cómo perderse en el océano
a Ariana Sánchez Romero
lo más hermoso del océano es su lejanía / aunque lo sagrado
para mí esté más cercano a un volcán que un río que parece mar
pero eso no importa en lo más mínimo porque mi verdadero deseo
es desvanecerme en un lugar & nunca más pensar en un retorno
morir en la lejanía sin el rugir de la montaña ni el viento helado
que ha marcado mi rostro / un lugar donde quizás respire mejor
el océano es la pérdida disfrazada de paisaje: nadie recuerda a un
náufrago que consideró a una pelota como un amigo / bueno / sí /
podemos recordarlo pero sigue siendo irrelevante e insustancial
¿si me pierdo en el océano / rezarías por mí? ¿sentirías culpa por
haberme dejado partir? ¡qué tal si me meto en una botella & me
convierto en un testamento! de seguro nadie me leerá –si lo hace
que se muera de la pena– así como tú lo harías si me pierdo en el
mar alguna vez: no quiero que vayas al mar conmigo / nunca / porque
perderías la gracia que tiene la soledad cuando la ves desde fuera: cuando
la ola te lleva / lector / ya no puedes volver & tú no debes irte = mejor
quédate cómodo donde estás leyendo poemas & desafiando a un mar que
no conoces / pero tranquilo cuando me vaya no dudaré ni un segundo en
avisarte: ¡los buenos capitanes se hunden con su navío! la poesía aún no
me ha hundido lo suficiente: solo hay que darle un poco más de tiempo
Un recuerdo de los restos de Don Valle-Inclán o el retrato de lo esperpéntico
los espejos son las señales más certeras de la mentira / se puede
recorrer millones de años luz detrás de una mirada de extrañeza
que no nos diga nada más volátil que aquello que ocultamos
se puede callar todo en la vida excepto el reflejo del tiempo
[tiempo = formulación de una mentira piadosa & esperpéntica]
[tiempo = fotograma fallido / flecha llena de púas hacia el olvido]
[tiempo = lo único que nos puede hacer humanos y/o/u occisos]
dentro de un baúl (figura redundante & cliché) encuentro los restos
del hombre que fui pero no los del hombre que siempre quise ser
querer es un verbo muy engañoso / ¡hay que ponerle mucha atención!
por eso digo que se debe cuidar los pasos & las discusiones airadas
no vaya a ser que nos arranquen el brazo –o el alma– en una gresca
en un bar de mala muerte & de buena vida / además se debe procurar
decir palabras grandilocuentes & mezclarlas con el habla popular
para que los colores sulfurados de este espejo escondido conviertan en
carbón a las fotos que han evidenciado rotundamente mi mayor logro
vital como poeta: ser un perdedor a sueldo & enorgullecerme de eso
Souvenir Szymborska o la voz silente bajo un escombro
he cambiado mi voz miles de veces
las invasiones no solo cambian las banderas
& los límites de los países
también son cárceles del lenguaje
la voz de una anciana
es igual a la de un epitafio inconcluso
la voz de mi pluma
se desvanece
escondida en una ciudad sin tiempo
tengo todas las voces del mundo
marcadas sobre las letras de mi nombre vacío
he aprendido a nombrarme / me he obligado a ser feliz
aún sin tener flores en casa
la voz que escuchas / lector /
no es más que un eco de gritos intraducibles
de trompetas que no cesan
de poemas que aún no han sido escritos
la voz que emito
es un animal hecho de escombros
en busca de una palabra de auxilio
el camino hacia la verdad
está enclaustrado bajo el yugo
de una voz
que desconoce el futuro
destruye el pasado
& desconfía del presente
*(Quito, Ecuador, 1994). Poeta. Literato por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador. Estudia una maestría de Literatura Hispanoamericana en la UG (México). Es coeditor de la web Cráneo de Pangea. Ha publicado en poesía Revólver Escorpión (2016); 39 poemas de mierda para mi primera esposa (2018) y Dämmerung [o cómo reinventar a los ídolos] (2019); ha compilado, junto a Abril Altamirano, Despertar de la hydra: antología del nuevo cuento ecuatoriano (2017), así como compiló y tradujo, junto a Kimrey Anna Batts, País Cassava / Casabe Lands (2017).