Juan Carlos Bustriazo Ortiz: el quetral que hace cantar a las piedras, por Laura Giordani

 

Por: Laura Giordani

Crédito de la foto: www.revistalamasmedula.com.ar

 

 

Juan Carlos Bustriazo Ortiz*:

el quetral que hace cantar a las piedras

 

 

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Juan Carlos Bustriazo junto a su inseparable portafolios

 

La civilización es una conquista frágil, protegida sólo por un delgado espesor de vidrio.
R. Caillois

 

La voz de Juan Carlos Bustriazo Ortiz es una de las más excéntricas de la poesía argentina y, muy probablemente, de toda Hispanoamérica. Adentrarse en su obra equivale a ingresar a un espacio encantado, espectral como la niebla que pasa por la pampa y a veces se suelta el pelo o se ensimisma ante los ojos alucinados del poeta.

Los poemas seleccionados y traídos aquí son parte del libro Herejía Bermeja (Ediciones en Danza y Ediciones Espacio Hudson, 2008); concretamente, pertenecen a Elegías de la piedra que canta (1969), Las Yescas. Canciones del Enterrado, obra inédita compuesta por treinta y ocho poemas titulados alternativamente Canción y Bordona y a Caja amarilla (1973-1974). El libro es fruto de un intensivo esfuerzo de edición, investigación y compilación de Cristian Aliaga, Andrés Cursaro, Sergio De Matteo y Javier Cófreces.

A partir de Elegías de la piedra que canta (1969) se produce en la escritura de Bustriazo un quiebre con la tradición clásica y folklorista, una incursión por un lenguaje cada vez más complejo y renovado. Un lenguaje del que los resortes vitales parecen ser canto y encanto, palabras propiciatorias, la repetición. Tal como apunta Octavio Paz, “Aunque el poema no es hechizo ni conjuro, a la manera de ensalmos y sortilegios el poeta despierta las fuerzas secretas del idioma. El poeta encanta al lenguaje por medio del ritmo. Una imagen suscita a otra”(1). Y Bustriazo es maestro en este oficio de convocar imágenes vertiginosas, ancestrales, materia que pasa ante las sienes afiebradas del poeta que apenas puede dar cuenta de todo lo que ve y escucha, y para lo que necesita palabras nuevas o hacer copular palabras distantes para así dar a luz una criatura nueva, elocuente en su mestizaje.  Los neologismos no son meros recursos estilísticos tal como nos lo cuenta el propio Bustriazo:

“He inventado muchas palabras, sí. Lo hice porque yo quería decir alguna cosa y no podía con las otras palabras existentes y tenía que inventar una palabra para poder decir correctamente lo que quería decir. Se me ocurrió hacerlo sin haber visto esto en otros poetas.”(2)

 

Tampoco las abundantes rupturas y subversiones gramaticales responden a una vocación pirotécnica, ni siquiera estrictamente vanguardista, aunque gran parte de su obra lo es, entendiendo por vanguardia en este caso, no tanto una experimentación con el lenguaje como finalidad, sino más bien una exploración radical en los límites del lenguaje, la rotura del mismo producida por una rotura existencial previa: el poeta se rompe por dentro y ya no puede volver a hablar de la misma manera. Su lengua se quema en ese fuego producido por las luces malas, la memoria indesterrable como yerra y los espíritus que como ghenpín(3) invoca y trae a la manifestación con su verbo encantatorio.

Con este imperativo, inaugura El libro del Ghenpín (1977): “Soy el ghenpín: ordénosle hacer la magia!”

En  su ensayo Quiromancia de la pampa, Victoria Ocampo traduce a  Henri Michaux para quien la pampa sería el espacio de lo que se repite de manera infinita por lo que se trata de un espacio que probablemente dejará indiferente al viajero, sobre todo si éste viene de espacios en los que impera la diversidad de colores y texturas de la superficie.

 

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La Pampa, tierra de vacas, dice todo cuanto tiene que decir en un metro cuadrado, pero lo repite en los millares y millares de kilómetros que constituyen la mayor parte de la Argentina… La América es una tierra de la dimensión de la multiplicación, y como tal hay que conocerla; no ofrece lo pintoresco a cada vuelta de camino, pero si una vastedad infatigable(4).

 

El ojo de Michaux es para Ocampo, el ojo europeo que no puede dejar de identificar el vacío de las inmensas llanuras con la ausencia y el tedio.

Lejos de esta mirada engolosinada con la variedad y lo pintoresco, como el llano en llamas en Rulfo, la pampa deviene en Bustriazo la orografía propicia para el desfile de fantasmas, la proyección de tiempos que coexisten y con-versan.  No podemos dejar de hacer mención a su trabajo de telegrafista, visitante de postas en las afueras, siempre en los márgenes. La inmensidad de una mesa ofrecida o como dice el poeta “esta enorme, terrible mesa mía”.  La pampa y su pulso de moribundo, limbo en que tierra y cielo se confunden.

La tierra es la yesca, el material inflamable y el cielo el quetral(5) que incendia los piquillines del monte a la siesta, haciéndolos arder.

vengan, cielos, la yesca de la mesa tañe de oro sagrado, repartida, una llama que cae en las cabezas, un quetral de los cielos, una niña que se sale de la niebla, que se hornea…

 

En la poesía de Bustriazo se despliega una espectralidad vibrante y como sostenía Ortega y Gasset en La pampa… promesas,  la desmesura del paisaje no puede más que convocar formas fantasmagóricas de llenado, convirtiéndose así en el espacio en el que se produce la emergencia de un orden fantasmagórico, vaporoso, imaginario:

“La pampa es una borrachera, flota, ondula, como los bordes de una bandera al viento”(6).

La pampa es así un lienzo generoso para proyectar fantasmas y alucinaciones, mesa en la que dialogan vivos y muertos, habitantes de un mundo ancestral que fue aniquilado e invisibilizado, un tiempo no clausurado del todo que como la niebla, se posa sobre el presente rompiendo los límites de lo convenido y su sintaxis de la extinción.

 

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Tehuelches

 

En palabras de Er­nest Re­nán “La esen­cia de una na­ción es que to­dos los in­di­vi­duos ten­gan mu­chas co­sas en co­mún y que ha­yan ol­vi­da­do las mis­mas co­sas”. Bustriazo parece quedarse a escuchar todavía esas voces, agrietando así las operaciones colectivas de borrado, la amnesia convenida, su propia cordura.

 

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La Posada del Diablo

 

 

Notas

(1)   Octavio Paz, El arco y la lira (1956), pg.20.

(2)   Herejía Bermeja  (Ediciones en Danza y Ediciones Espacio Hudson, 2008), pg. 175.

(3)   Autoridad mapuche, el dueño de las palabras, el orador, el que sabe decir.

(4)   Victoria Ocampo, Quiromancia de la pampa, en Fryda Schultz de Mantovani (ed.), Victoria Ocampo, Bs. As., Ediciones Culturales Argentinas, 1963, p. 63.

(5)   Voz de los indios pampas que significa «fuego»

(6)   José Ortega y Gasset,“La pampa… promesas, en El espectador, ed. cit., pp. 257.

(7)   Joseph Ernest Renán, ¿Qué es una Nación?, discurso de 1882 en el que sostenía que tanto el olvido como el error histórico, son factores esenciales para la creación de una nación.

 

 

 

Glosario

 

Bordona

Sexta cuerda de la guitarra, y p. extensión, las tres más bajas.

Piquillín

Planta arbórea de América Meridional, de cuyo fruto se hace arrope y aguardiente.

Chilca

(Del quechua chillca, arbusto de hojas pegajosas. Mitraria coccinea) Planta trepadora leñosa de la familia Gesneriaceae, nativa de la pluviselva de Chile, y de los Andes del sur argentino. Tiene flores tubulares de color rojo. Se cultiva como planta ornamental en áreas libres de heladas.

Trapelacuche

Adorno pectoral tradicionalmente utilizado por las mujeres mapuches, fabricado generalmente de plata. Se compone de un cuerpo principal del cual baja una serie de eslabones, los cuales sostienen un cuerpo inferior.

Tehuelches

Nombre genérico dado a un conjunto de etnias amerindias de la Patagonia Argentina y la región Pampeana en América del Sur.

 

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Selección de poemas

de Juan Carlos Bustriazo Ortiz

 

 

Te regalé unas cuentas indias
y había un color de aroma hereje tan sobre mí caía el
cielo amarilleaba su piel verde yo sé que labro joya
oscura sólo por vos que me la entiendes porque a vos
te hablo en esta piedra enrumorada de caldenes quién
sino vos me la naciste y en quién sin vos ellas se mece
te di en la tierra qué colores sonorositos magamente
remotas gemas de collares ascuas de piedras de otras
gentes besos de piedras recobradas entre tus manos
vieja fiebre alegría vieja o amoríos de aquella aquel que
están sin frente te regalé gualicheríos piedras de dulces
redondeles

 

de Elegías de la piedra que canta (1969)

 

 

 

 

 

Pasa niebla con el pelo suelto

 

(“por la cruz yo te digo, juan, la copa, y en su nombre me espejo

lo enyescado, lo sentido del vaso, Juan, qué pasa, quién vihuela sol-

tada de humo santo, esta casa de sal, la noche mía, esta noche aca-

bada sin regazo, niebla pasa de costa enfueguecida, de palacio que-

mado son sus pájaros, de alma suelta se viene, dobla el viento o la

esquina del viento enoverado, pasa suelta de sienes, pensamientos,

hoguerones del éxtasis llorando, se le vuelan las niñas de los ojos,

el plumaje azafrán, lo perfumado, se le vuelan los ayes de la boca,

abejones sonrojos son sus brazos, se le vuela la noche amarillada

“de la niebla de dios, dobla el quebranto de la calle de mí, juan, va

“soltada, ni sin carne ni huesos, va volando, suelta suelta, cortada

“de la niebla, con su pelo de niebla bor-

“doneado, juan, la noche, la copa, el entre-

“vero redondito del trago en desamparo,

“niebla pasa, la suelta de humaredas, des-

“humada del tiempo, de lo amargo, suelta

“de humo, de antigua cabellera de la nie-

“bla pintada en los piedrajos, juan, la

“niebla que pasa desatada, suelta de agua

“y de sangre, mi costado siente su aire

“latiendo la sal negra de su flauta, ya,

“juan, campana, canto, cencerrura del cielo

“tan soltada de mujer de la niebla, juan,

“el vaso, pasa suelta de diosa, puma suel-

“ta, cachorrita del monte, ojo rasgado, juan,

“la niebla sueltísima de nuncas, niebla jo-

“ven, nieblor ensusurrando, doledor quedo,

“juan, de eternidades, yo le adoro la vida,

“siento pasos… “)

 

 

 

 

“…ay …, esta enorme, terrible mesa mía…”

 

(“vengan, noches, que el pan es una boca en la boca que huye de la espina,

“vengan, cielos, la yesca de la mesa tañe de oro sagrado, repartida, una

´”llama que cae en las cabezas, un quetral de los cielos, una niña que se

“sale de la niebla, que se hornea, que se arrulla de pan de olor, cobriza, nie

“bla niebla de olor, ala en la yesca, juan, la luna es un ascua conmovida, ven-

“gan árboles vivos, rosas, pájaros, heriduras no me oigan, muertes finas, muer-

“tes bárbaras, juan, la niebla tarda, apenitas un agua enlejosida, pasan aguas

“redondas por la calle, aguas dulces de a dos como mellizas, juan, la noche,

“la yesca tañedora, juan, la calle, la sal de aquella esquina, otra vez estos

“símbolos quemados en la mesa se agolpan, se persignan, vengan, fuegos de le-

“jos, vengan, cantos, alerón de las bardas, las bardinas, los paisanos del vien-

“to, vengan, ruidos, luces malas, juan, vengan, costeritas, las bandadas de dios,

“las jagüaleras, cicatrices del vino, juan,

“esquilas, las comparsas paisanas, pobres in-

“dios esquilando entre piedras que caminan,

“juan, la niebla es un beso por la frente, por

“los ojos la niebla es una chilca, un olor de

“la chilca, juan, la yesca, vengan piedras salto-

“nas, primitivas, muertes ciegas y tristes no me

“escuchen, juan, la copa de niebla, la escudilla,

“vengan, flores de piedra, boleaderos, vengan, ca-

“rros quemados, torrecitas, juan, la mesa es el

“mundo, no hay distancias, tajamares del loco,

“travesías, vengan, flores de niebla, venga, nie-

“bla, juan, la copa, los cerros de la vida!… “)

 

 

 

“…ay, juan, la piedra infiel, la siesta, ay,

el poniente…”

 

(“…moradito el poniente, juan, la sangre de la vida, la tarde machucada,

“niebla vuela en la siesta, misteriosa, en la siesta que se va, juan, de mi ala,

“allá lejos la piedra que se mueve en un cerro que brilla como la plata, el

“abuelo que afila su cuchillo en la piedra que vive, que se habla, en los

“cerros salados, juan, la piedra que se gasta la sombra milenaria, en la sies-

“ta se va, piedra del hambre y se vuelve con ojos de torcaza, juan, la tarde

“de piedra que se mece, que se arrulla en la siesta espinamala, en el pecho

“me esplende este salitre, esta plata del diablo ensortijada, esta joya sin

“dios, trapelacuche, pectoral de la muerte con sonajas, en la siesta se vue-

“la, juan, y vuelve de perfume majado en las miradas, moradito el poniente,

“y el cuchillo del abuelo en la pie-

“dra que se hamaca, juan, la siesta me

“miente, yo la dejo que me taña su mú-

“sica delgada, que me abeje su abeja

“infiel, la piedra del abuelo afilando

“su hoja mansa, juan, la siesta, dónde an-

“da niebla, dónde, en qué esquina del co-

“bre está su casa, mata oscura me soy

“sobre la piedra, juan, matojo de sienes

“torturadas, moradito el poniente, mora-

“dito, pectoral, parirura de la plata,

“plata hereje, sal, sal, trapelacuche,

“plataespinayelurapuñalada, juan, la

“siesta terrible, y ella vuelve, berme-

“jita me arrulla, me alabanza, y el cu-

“chillo en la piedra del abuelo, inocen-

“te terror de la chivada, moradito el

“poniente, juan, la siesta, ella vuelve,

“la plata canta, canta…”)

 

 

 

 
agonial dos

esperas que baje el ángel de los alerones sarmentosos el santo de
cáscaras de los montes overos el ángel de maderas voladoras el santo
pájaro de lomos endoloridos punzados por el sol de cogote azafrano
esperas que se te acurruque en el oído y te envihuele y te envihuele
con tréboles amarillos esperas que baje el ser de rodillas imantadas
el roedor de las bayas desmoronadas esperas que venga entre zumbidos
verdes el rumoroso comedor de la leña-de-vaca la ganosa hembra del
pecho colorado el ángel de pies comidos las muchachas que ríen en las
tripas a esperas al santo de los ponientes el achicharrado pájaro del
corazón esperas al ser que mengua el que cordoneará tristes viudos
vidalitas partidas al ángel violeta para hechizarte la guacha boca
al santo pájaro de bullonas chauchas el ser que va sembrando como un
oculto matrero ceremonioso solitario los hijos de los caldenes mori-
bundos ajenados la delación del cuerudo el pistoletazo fragoroso el
aullador ensartamiento la despedida de la vicenta a dónde irás con es-
te sol más allá de las bendiciones más acá de los juramentos más afuera
del veladito más adentro de las lloronas el ángel con el color de otro aire?

(t., para negrita turnes.)


de Caja amarilla (1973-74)

 

 

 

 

 

*(Santa Rosa, capital de La Pampa – 1929). Su obra, iniciada con Los poemas puelches (1954-1959), incluye más de sesenta títulos que se conservan inéditos. De ese conjunto extraordinario, hasta hoy apenas se publicaron Elegías de la piedra que canta (1969), Aura del estilo (1970), Unca bermeja (1984, 2004, 2006), Los poemas puelches y Quetrales (1991) y El libro del Ghenpín (2004), todos ellos en pequeñas tiradas. En 2007 fue editado el disco compacto Hereje bebedor de la noche, que recoge grabaciones realizadas por el poeta. A pesar de ser considerado como una de las mayores voces poéticas de su provincia, el silencio y la falta de atención a que fue sometida hasta el momento su obra resultan incomprensibles.

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