Por Eugenia Brito*
Presentación por René Silva
Crédito de la foto Cormorán Eds.
El próximo sábado 20 de Julio, se realizará la presentación de Incardinadas, Cartografía Poética de Mujeres del Perú en la Feria del Libro de Lima 2024. Obra que reúne las voces de nueve poetas de reconocida trayectoria tanto dentro y fuera del Perú. En la antología están incluidas las poetas Tilsa Otta, Carolina O. Fernández, Ethel Barja, Violeta Barrientos, Julia Wong, Roxana Crisólogo, Virginia Benavides, Teresa Orbegoso y Victoria Guerrero. Un panorama que marca las señales de ruta de los últimos treinta años en la poesía del Perú.
Incardinadas, Cartografía Poética de Mujeres del Perú inaugura la colección Almacigo de Poesía de la casa Cormorán Ediciones. Una editorial que inicia su recorrido el pasado 2023 y que busca ampliar su espectro a la voz de diversas autoras en el continente, bajo la serie de libros “Incardinadas”. El proyecto editorial, dirigido por Christian Aedo Jorquera y Rene Silva Catalán, además, cuenta una línea enfocada al rescate de obras patrimoniales llamada “Colección Aurora de Chile”, otra que se abre camino en género policial y negro latinoamericano, llamada “Colección Lengua Negra” y se encuentra pronta a inaugurar su línea de artes visuales y fotografía con la reedición del libro “Arte Andrógino” del escritor y académico uruguayo Roberto Echavarren.
En este link pueden encontrar el canal de la editorial y un conversatorio realizado en la Universidad Diego Portales con las poetas Ethel Barja, Violeta Barrientos y Teresa Orbegoso, acompañadas por Christian Aedo Jorquera, editor del libro; y las compiladoras: la poeta Karo Castro y la académica y poeta Camila Albertazzo. Moderado por el poeta y académico Kurt Folch.
A continuación, presentamos un análisis realizado por la poeta y académica Eugenia Brito en el marco de la presentación del libro, realizada en Chile en octubre de 2023 y que contó con la participación de las poetas peruanas mencionadas.
Incardinadas, Cartografía poética de mujeres del Perú
El presente libro emana de una investigación realizada por las poetas chilenas contemporáneas Camila Albertazzo y Karo Castro, en su afán por registrar, investigar y analizar la poesía de los escritores latinoamericanos, y de mostrar el rostro de la mujer peruana que escribe actualmente. Antes que nada, señalar que el Perú fue un virreinato y que de él han surgido grandes figuras, como el Inca Garcilaso de la Vega o como Huamán Poma y extraordinarios poetas como César Vallejo, Blanca Varela, Rodolfo Hinostroza, Jorge Eielson.
Y teóricos que se han caracterizado por su inteligencia y productividad como Julio Ortega y Sara Castro-Klarén, coautora y editora de la famosa Antología de Escritoras Latinoamericanas, Womens Writing in Latin America, Westview Press, Routledge, USA, 1991.
En un período de tiempo que incluye a poetas de unos treinta años atrás posteriores a Carmen Ollé, Mariela Dreyfus para nombrar a figuras que emergieron dentro de los años 70 u 80. La historia del colonialismo que ha oprimido Perú, así como a Chile y a otros países latinoamericanos, el problema del machismo y el de la Otredad frente al imperialismo eurocéntrrico, que fractura el ojo y divide la piel, enangosta el cuerpo y socava la independencia y la autonomía no sólo del ser sino también del pensar y poetizar de todas las y los artistas que emergen de ese continente.
Como señala Camila Albertazzo en su prólogo, las poetas que “aquí convergen permean esto en la voz del sujeto borde, presentando la territorialidad como espacio simbólico corpo-territorial. Este esfuerzo de las poetas aquí reunidas articulará el cuerpo como un territorio descolonizante y despatriarcalizador. Sería según Albertazzo, una manera de leer el cuerpo no sólo desde el Perú sino desde todo el territorio.
También insiste en el carácter de proceso que tienen estas productoras de signos y en la emergencia política y poética de sus obras, ya que el habla y la producción literaria significa la configuración de espacios imaginarios de rebeldía y de generación de alteridades a las voces canónicas y a los discursos culturales más sumisos y lineales con respecto a los poderes hegemónicos. El territorio del que hablan estas poetas es el del deseo y desde donde surge el rechazo y el trauma; la maternidad es muy invocada por ellas a pesar de los desacatos lingüísticos y culturales que ellas representan.
Así la poeta Tilsa Otta emerge desde una poesía que ironiza el programa falologocéntrico y las seudo ideas que acompañan los eventuales proyectos culturales, como en su texto: “La poesía es la gran aguafiestas” y Carolina Fernández declara que su cuerpo “es un campo de batalla” y más adelante señala “Pero no tengo casa ni país/ sino un agridulce manzano/ que resuena en mis oídos” (p.42).
Ethel Barja, por su parte, surge desde las posvanguardias con una poesía visual, entre los que se destacan Origen y Wandeo, mezcla del inglés to wander y del español, vagabundeo.
Violeta Barrientos (Lima, 1968) se inscribe en el tiempo y la geografía de los exilios como lo afirma en el poema “Mi patria”, en el que finaliza diciendo:
Paso el rato como un rey derrotado/ A solas y en exilio/ Sin un día que se anide en mi memoria/ sin días ni muy buenos ni muy malos/ Que es lo que asegura poder vivir/ sin historia.
Burlándose de las genealogías, replica el famoso poema de Ginsberg, “Aullido” con su texto “Vista de Atardecer”.
He visto a los mejores hijos de mi generación/ obedientes hijos/ de pie o de cabeza/ arrojar leña al fuego/ alumbrar/ hijos más dóciles hijos Hogueras/ abrasando/ esta Patria sin padres (p.75).
Julia Wong, de origen chino y recientemente fallecida, remite siempre a la migración de su familia, y acusa recibo del maltrato que le espera a todo migrante en su llegada al país distante y, en definitiva, otro. Su historia tal como ella la dimensiona aparece en su poesía y en el texto “Giacometti”.
Su pertenencia al país la metaforiza con el padecimiento de un cáncer, que, real o no, la hace apreciar la dimensión “oncológica”, de Lima a través del dolor, el malestar y la náusea:
Somos más de cien mil pacientes oncológicos/ Tenemos una Amazonía dibujada en los cuadernos húmedos de químicos/ La corteza del pan más asqueroso de Suramérica/ Es hecha por panaderos limeños// Tú la vomitabas el miércoles/ Yo los viernes.
Estas poetas además tuercen la gran tradición indio-española del Perú, ellas ya no miran las grandes voces masculinas, ni tampoco veneran esas tradiciones que las han desalojado desde siempre, son binacionales y sus referentes son las grandes poetas de habla española como Blanca Varela u otras o como Emily Dickinson y Sylvia Plath. También hay guiños a Zurita, su Anteparaíso o su Canto al amor desaparecido y al mismísimo Bolaño.
“El despojo” también es el poema de la contra épica de Julia Wong. Una contra épica en la que pesa la figura evasiva y silenciosa de la madre. “Recuerdo mucho a mi mamá/ Nuestros muertos nos unen más que nuestros vivos” (pp.98-99).
Y en “La Selva no es lo que tú piensas” postula la idea de que:
Nuestro estómago es la selva/ Nuestro amor no es más que un mordisco/ Nuestro pasado es verde/ Nuestro presente embalsamado en hojas de plátano/ Nuestro ir y venir/ SE quedan en la casa transparente arriba del árbol (pp.100-101).
En cuanto a Roxana Crisólogo (Lima, 1966), la patria para ella es una ilusión y su poesía acusa recibo como en un tapiz de la diferencia. Multiplicidades que hablan de África o bien de Finlandia, en Europa.
Virginia Benavides (Lima, 1978) transita entre la poesía y la prosa y desde ese hibridismo realiza una crítica a Perú:
Mi país hoy no es el del mapa sino el del cuarto de cuidados intensivos y pronóstico reservado/ Mi país es un tren averiado/ un tren de desamparados/ una amnesia.
Su lenguaje muestra una renovación formal que desde donde yo veo, tiene toques de la posvanguardia y la identidad articulada desde lugares inéditos para la cultura hegemónica: “soy un monstruo y como tal he de vivir mi propia vida por dentro” o bien con imágenes como “el río adentro canta y me adiestra en el arte de no necesitar”.
Teresa Orbegoso (Lima, 1976) realiza otra incursión por la identidad tanto la propia como su identidad territorial: “¿Qué ha quedado de nosotros en medio de toda la niebla de Lima?” (p.151). Sea mi destino coser los pedazos descoloridos de nuestra bandera, dice más adelante. Su vida en el país configura un destierro, una privación de sí misma. Encuentra quizá los trazos de una identidad en el mestizaje: “Túpac Amaru descuartizado existe”, señala más adelante. Y reedita la imagen de la enfermedad, como el nombre de su país: “El cáncer del corazón se calla y descansa/ Una cultura sumergida/ Un cáncer inventado”. Y sigue señalando la enfermedad como movimiento regular, como la marcha de un ejército de neblinas (p.162).
Y Victoria Guerrero (Lima, 1971) reedita los nombres de las grandes poetas norteamericanas Emily Dickinson y Sylvia Plath, pero se confiesa a sí misma como escritora de cosas lamentables, del derrumbe, eso es. Victoria Guerrero hace suya la queja de las mujeres por su silencio, impuesto por la cultura falologocéntrica y por el machismo y el sexismo que han obliterado su historia y devastado su cuerpo. Es una poesía airada por esa opacidad, y esa obligatoria postración y negatividad que envuelve a las mujeres que es lo que reprocha a su madre, el ser partícipe de ese silencio, de esa misma carencia desde la que ella trata de hablar.
Es difícil para las mujeres en América Latina generar una identidad y producir un simbólico “otro” que replique, rebelde, al peso de los imaginarios canónicos y sumisos de las culturas locales y con predominio eurocéntrico y masculino.
*(Santiago de Chile-Chile, 1949). Poeta, crítica literaria y ensayista. Licenciada en Profesorado de español y en Literatura, ambas por la Universidad de Chile; con un Master of Arts por la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) y doctorado en Literatura por la Universidad de Chile. Obtuvo la Beca Guggenheim (1996) y el Premio Municipal de Literatura (1993). Ha publicado en poesía Vía Pública (1984), Filiaciones (1986), Emplazamientos (1992), Dónde vas (1998), Extraña permanencia (2004), Oficio de vivir (2009), A contra pelo (2015), Veinte pájaros (2021), y la antología Cuerpos desiguales. Antología de poesía de mujeres chilenas del siglo XX (2022).