In Memoriam Irene Gruss. 7 poemas

Por Irene Gruss*

Selección Mario Pera

Crédito de la foto www.infobae.com

 

In Memoriam Irene Gruss.

7 poemas

 

 

Pavesiana

 

Estoy desnuda.

Quieta y desnuda.

No soy un pájaro sino

este cuerpo.

A veces la desnudez trae el pavor.

A veces el pavor no trae nada.

Yo quisiera poder caminar desnuda

y disolverme.

 

 

Astigmatismo

 

Fuera de foco.

No es neblina.

Tiniebla no es.

Arbol superpuesto al bosque,

memoria borroneada, superpuesta

sobre sí misma.

Espejismo: lo que se ve

es ambiguo, tiniebla y

luz: pareciera que

Dios no ha separado nada.

 

 

Mientras tanto

 

Yo estuve lavando ropa

mientras mucha gente

desapareció

no porque sí

se escondió

sufrió

hubo golpes

y

ahora no están

no porque sí

y mientras pasaban

sirenas y disparos, ruido seco

yo estuve lavando ropa,

acunando,

cantaba,

y la persiana a oscuras.

 

 

 

I.

 

La muerte está en casa

La muerte está en casa.

Nos movemos como pedazos descosidos

y ya nadie pregunta qué ha pasado,

qué nos hace mirarnos sin queja.

El cuerpo vacío de la muerte

entró y se desvistió en casa,

a pesar del sol,

a pesar de los nacimientos,

a pesar de los llamados alegres.

Y nadie de nosotros le

pregunta hasta cuándo,

nadie de nosotros la golpea,

nadie vuelve a vestir a la muerte

 

 

La poeta Irene Gruss

 

Jinetes del Apocalipsis

 

No hay lugar para la huida, ángel

del deseo.

Ellos, que dicen que son fantasmas,

siguen haciendo malas artes,

influyen, lo hacen bien,

estorban la huida, ángel

del deseo. Me corrompen.

Adonde fuera, el sol o la lluvia

me perseguirían como un testigo;

adonde me quedara,

ellos,

que dicen que son fantasmas,

mandarían cartas anónimas, desapasionadas

o donde la pasión

ocupa un lugar antiguo, de pacotilla.

Ahora, dicen,

el cielo se resquebraja tanto como

el suelo,

la gente lee libros trágicos,

sueña con llanuras que parecen desiertos.

Ahora, dicen, todo ha terminado.

Y yo quería un lugar,

un toque

de infancia,

una frase verdadera.

 

 

CONTÉ CON LOS DEDOS de mi mano

las veces que tuve, no las que amé.

Las yemas de los dedos

se quedaron mirándome, las líneas

de la mano rieron (¿amé

lo que tuve? ¿Quise decir

quiero un poco

de esto o de aquello,

gané, perdí semejante

generosidad?).

Ahora que me aferro

a lo que tengo -como a un poco

de nada-,

veo líneas que una burla desecha,

y lenta, tiernamente abro

el puño, dejo caer

la arena, vuelvo a tomarla.

 

 

 

El mundo incompleto

 

a mi hijo

El reverso del mundo plagado de

margaritas

ondulantes, iluminadas.

El mundo tal como es

difícilmente pueda completar

la llegada a las

ondulantes margaritas.

¿Quién necesita esas flores

quién se queda en describirlas

tal como están, allá lejos,

quién sabe cómo son esas flores?

¿Y si no son margaritas?

¿Si no se llega

si no se completa el mundo?

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1950 – Buenos Aires-Argentina, 2018). Poeta. Curso estudios de Medicina en la Universidad de La Plata (Argentina) que no concluyó, así como Biología y Letras en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Fue cofundadora del taller «Mario Jorge De Lellis». Recibió el Premio a obra inédita de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1975) y el Premio de la Biblioteca Cornelio Saavedra (1986). Dictó talleres de poesía entre los años 1986 y 1994. Publicó en poesía La luz en la ventana (1982), El mundo incompleto (1987), La calma (1991), Sobre el asma (1995), Solo de contralto (1998), En el brillo de uno en el vidrio de uno (2000), La dicha (2004), La mitad de la verdad (2008), Poetas argentinas (1940-1960) (recopilación, selección y prólogo de Irene Gruss, 2006), La pared (2012), Música amable al fin (2012), Notas para una tanza (2012) y Humo (2015); y en narrativa la nouvelle Una letra familiar (2007).

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