Por Mario Guevara Paredes*
Reseña y selección de textos por Aleyda Quevedo Rojas
Crédito de la foto (izq.) el autor /
(der.) Ed. Siete Culebras
Humor lacerante en 33 cuentos breves de
Mario Guevara Paredes
La incertidumbre, el desastre, la soledad y el humor, elemento crucial de cierta lucidez, se pasean libremente y en tonos diversos por los 33 cuentos del libro: Matar al Negro, del escritor cusqueño Mario Guevara Paredes.
Podría ser también, luego de una primera lectura, que se trate de cuentos profundamente simples, desde la consideración de que la simpleza es una virtud en la escritura, que casi siempre rompe con lo serio, formal, acartonado o políticamente adecuado. Es más, en sus 33 cuentos breves, la clave parecería estar en: huir a toda costa de lo académico y sacudir al lector de su zona de confort.
Mario es el editor y director de la Revista Andina de Cultura Siete Culebras que lleva muchos años publicando literatura, fotografía y pintura, de modo exquisito y versátil y que ha marcado la escena cultural en la ciudad del Cusco y en otras ciudades del Perú. Y es ante todo un suscitador y gestor cultural que conoce su ciudad para narrarla, contarla y sufrirla con humor y una risa apenas dibujada en el rostro, porque nuevamente el humor es casi siempre un elemento crucial de toda lucidez. Cada uno de los 33 cuentos a modo de mini historias friccionadas nos develan una ciudad del Cusco marcada por la velocidad de la opulencia y la pobreza, del mar de turistas y el mar de habitantes propios que viven los giros contantes y complejos de una ciudad híper turística.
“En Matar al Negro, Mario Guevara busca una belleza cargada de contexto: la palabra más allá del argumento, la recreación de las trivialidades y contradicciones del presente. Por eso, la “escritura del desastre” es su tono y tema; sus relatos traslucen fracaso, un hondo malestar por el tiempo y el mundo que se habitan (el afuera y el adentro). Lo universal no se desliga de lo local y, en ese sentido, es clave resaltar que el autor peruano no teme contar la pobreza de quienes asumen curiosos roles (faquires o bricheros) para sobrevivir en ciudades que ocultan su rostro marginal y exhiben su indumentaria exótica, turística, de postal que nadie debiera perderse”, señala en el epílogo del libro el colombiano: Jorge Ladino Gaitán.
6 cuentos de Matar al Negro (2017),
de Mario Guevara
Destino
Finalmente, no era nadie pero había sido.
El boxeador
Desde infante se preparó para ser boxeador. Y conforme crecía, su única preocupación era convertirse en famoso peleador. Por eso, comía como boxeador, pensaba como boxeador y dormía como boxeador. Cuando por primera vez subió al ring subestimando al rival, cayó fulminado por knock out en el primer round.
Dios
Aquel día, un hombre llamado Jesús que había estado bebiendo en una cantina, salió a la calle exasperado y empezó a vociferar: “Soy Dios, soy Dios, soy…”. No pudo completar la expresión porque un inesperado rayo lo fulminó al instante.
La hormiguita
Desde hace tiempo, una hormiguita me visita. Aparece en las noches en mi apartamento, y sin incomodarse se introduce en la cama. A veces, hacemos el amor; otras, sólo nos acariciamos tiernamente. Anoche, después de acostarnos, soñé que nos encontrábamos a orillas de un inmenso mar, revolcándonos en la arena, bajo el ardiente sol del verano. Al despertar, quedé atónito: mi despistada y amorosa hormiguita yacía aplastada en la alfombra de la habitación.
Sudaca
A pesar de todo, te dirán extranjero; algunos, trotamundos; otros, emigrante. Y para la despistada mayoría, siempre serás un indeseable sudaca. Pero tú, trabajador responsable, que laboras como un indocumentado, sin horario ni paga justa, que duermes mal y comes peor, eres, para colmo, un latinoamericano, es decir, una pequeña e insoportable mierda. Aun así, en tus intermitentes sueños cargados de nostalgia buscas con insistencia a la madre patria. Pero, lamentablemente, encontraste a la puta madre.
Matar al Negro
‐¡Vamos a matar al Negro! ‐dijo Juan.
‐¿Por qué? ‐inquirió Luis.
‐El Negro es un peligro ‐agregó Pedro.
‐¿Peligro para quién? ‐preguntó Ramiro.
‐Para nosotros ‐dijo Carlos.
‐¡Son racistas o qué carajo pasa? ‐intervino Luis.
‐Sucede que el Negro nos tiene bien jodidos ‐dijo Juan.
‐¿Por qué los tiene jodidos? ‐interrogó Ramiro.
‐No nos deja en paz ‐dijo Pedro.
‐Además, está hecho un energúmeno ‐agregó Carlos.
‐¿Por sólo eso lo quieren matar? ‐dijo Luis.
‐¿Y si terminamos en el hospital? ‐argumentó Pedro.
‐Bueno, así la cosa cambia ‐dijo Ramiro.
‐Por supuesto que cambia ‐dijo Juan.
‐Ahora decidamos su muerte ‐agregó Pedro.
‐¿Decidir la muerte de quien? ‐preguntó Luis.
‐¡Del Negro! ¡Acaso eres sordo! ‐ultimó Pedro.
‐¿Tanto alboroto por el Negro? ‐intervino Daniel.
‐Sólo abres la boca para decir cabronadas ‐dijo Luis.
‐El Negro no volverá al barrio ‐retrucó Daniel.
‐¿Por qué? ¿Qué hizo? ‐interrogó Juan.
‐¡Dizque mordió al veterinario! ‐concluyó Daniel.