Hugo Gola o las sílabas de fuego

 

Por Rodrigo Galarza*

Crédito de la foto www.latempestad.mx

 

 

Hugo Gola o las sílabas de fuego

 

 

Hugo Gola nació en Pilar, Santa Fe (Argentina) en 1927 y falleció en 2015. Poeta, ensayista, traductor y animador cultural. Profesor del Instituto de Cinematografía y del Instituto del Profesorado de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Su obra ha sido reunida en varios libros: Jugar con fuego (1987), Filtraciones (2004), Prosas (2007), Retomas (2008) y Resonancias renuentes (2011).

 

 

Llegué a la obra poética de Hugo Gola a través del hermoso y entrañable ritual de ensuciarse las manos y dejarse morder por el olor rancio de los libros amarillentos de las antiguas librerías de usados de la avenida Corrientes de Buenos Aires. Recuerdo tener en mis manos la edición de la Universidad Nacional del Litoral de Jugar con fuego, y relacionarlo, inmediatamente, con el poeta del que alguna vez me había hablado Jorge Sánchez Aguilar. Recuerdo salir de la librería y buscar apurado algún café donde jugar con ese fuego, donde entablar para siempre una ignífuga amistad llena de silencios e imágenes saltándose de la página para luego jugar a aquerenciarse en los ríos y meandros interiores.

Hugo Gola pertenece (años 50/60 arriba o abajo) a la riquísima, interminable, generación de poetas santafesinos; baste con nombrar a Paco Urondo, Juan José Saer, Francisco Gandolfo, Marilyn Contardi, Amelia Biagioni, para hacernos una idea del impulso que tenía la poesía argentina del litoral en esos años. Y con hacer unos kilómetros, muchos de estos poetas visitaban y difundían la obra de Juan L. Ortiz, ese ángel delgadísimo como silbo de perdiz que se perdía al ras del suelo, aquel que nunca pudo ni quiso atravesar “el aura del sauce”.

 

El poeta Hugo Gola

 

Nuestro asaltante de hoy se exilió en 1975 en Londres para luego hacerlo desde 1976 hasta el 2011 en México. Estuviera donde estuviera no solo escribió poesía sino también la difundió y propició la reflexión sobre ella; así, pues, publicó durante veinte años la revista Poesía y Poética a través de la Universidad del Litoral y la de México. Luego, a partir del 2000 publicó de manera independiente treinta y cinco números de El poeta y su trabajo.

Veamos lo que dice Gola respecto al compromiso de su vida con la poesía: “Nosotros hemos apostado siempre a la poesía por la poesía misma, de manera tal que el que leyera un poema tuviera el beneficio de no buscar nada y recibirlo todo” (…) “La poesía es un modo de estar en el mundo, una forma de vivir mi propia vida. Sin ese vínculo no puedo imaginar cómo habría sido mi existencia. En algún tiempo me dio ánimo, en períodos oscuros me sostuvo contra la desesperanza. Por ella pude relativizar tanto lo bueno como lo malo e incorporar estos extremos al equilibrio inestable de mi vida cotidiana. Cuando me siento lejos de esta experiencia, cosa que a veces sucede, todo pierde intensidad y atracción. Y la poesía es, además, una de las formas más sutiles y complejas de conocimiento”.

 

¡Salud, poesía y libaciones!

 

 

6 poemas de Hugo Gola

 

 

Muestrario mínimo

 

De cuanta inclinación

estamos hechos

de cuántos hilos

decaídos

y sin embargo

somos

otra sustancia

una piedra

quizás

o una legumbre

un alambre sonoro

pero no un hueco

 

Quiero abrazar

lentamente

el aire

palparlo

reconocer

su agudo crecimiento

quiero beber

la espuma

toda la espuma de los soles

y la tempestad

y todo ese viento

azul

que asume la mañana

y tocar mis piernas

recorrer su lento límite

pero sabiéndolas

simples

y útiles

e inacabables

como cualquier estrella

o mucho más

 

Estamos tan ciegos

estamos hechos

con una inclinación

y una plegaria

y sin embargo

somos tan enhiestos

como la hierba

tan hondos

como el agua

la piedra

o el canto del océano

que nunca acaba

ni declina

 

Estallamos de pronto

y sin saberlo

cuando la tarde

doblega su rostro

y temblamos

como si el sol muriera

para siempre

como si acabara

detrás de esa cortina

liviana

que el teje el horizonte

 

Somos más que la hierba

y la plegaria

unidas

somos más que el cielo

infinitamente vacío

y desgarrado

y sin embargo

tenemos siempre el llanto

atado aquí

mientras las aves

renuevan su susurro

y los amaneceres

arrastran otra música

 

La tierra

no ganó lo que pensaba

se hizo más triste

con nuestra pobre luz

y comenzó a inclinarse

más allá de la pregunta

y a destilar

las últimas gotas

del sueño

a triturar los goces supremos

del aire

y la estación

 

Mas no alcanzó a saber

por qué la muerte

y el silencio

doblan la felpa tierna

de nuestras rodillas

 

No es el momento aún

 

Todo vendrá

sin embargo

con las nuevas legumbres

con los vinos sabrosos

de un verano

sin término

 

Todo vendrá

cuando los músculos

ensanchen el área de su luz

y las voces alcancen

la nueva esfera

que ya planea

detrás del horizonte

más allá de las estrellas

y de los surcos sangrantes

de estos días

 

 

 

NUNCA

—nunca

el sueño

—-descubre

quién teje

—–en la sombra

–quién mezcla

—–rostros

—–rastros

—-los dispersa

—quién pone

—–los pies

–sobre los campos

—–lisos

—-quién?

Piedras

—pastos

–pálidos soles

—flores arrasadas

por el viento

——pájaros ciegos

llegan

——de dónde?

Padre mío

——-tan callado

———-qué dices

—————–que no te oigo

desde esa orilla

—-turbulenta?

 

 

Y además

mi corazón

tiene la culpa

porque nació

tan tibio y sorprendido

y yo también

un poco

y este cielo

y estás mañanas libres

y estas calles

por donde el aire estalla

y este gran infierno de los hombres

tiene la culpa

 

Pero

sobre todo

mi corazón

que no me deja

mi corazón

que me derrama

y me pierde

 

La culpa es mía

la traigo desde lejos

pero qué puede hacer

sino vivir así

y andar a cada rato

con un dolor

y un sueño

custodiándome

 

Qué puedo hacer

si el corazón

me vino enorme

y tiembla

por cada soplo liviano

qué puedo hacer

sino abrazarlo

o cuanto más

echarlo al aire

 

 

 

Uno debiera

poder tocar la luz

servirse de ella

usarla

como Rilke la usó

o como Dante

pero esta luz de hoy

es huidiza

ni mansa

ni paciente

es un caballo

desbocado

una serpiente alerta

un tigre en celo

 

aguarda con paciencia

espera el otro rostro

tal vez

un día vuelva

una luz cabalgue

entre los dedos

y suba hasta los párpados

y cierre

suavemente

suavemente

los labios sedientos

 

El poeta Hugo Gola

 

No más acopios

inútiles

ni enseres

ni baratijas

ni repisas

sólo paredes blancas

un pantalón

una camisa

una campera de cuero

un pan para cada día

una mínima cuota de carne

poca verdura

alguna fruta

qué más?

tardes vacías

para subir al cielo solitario

 

Recién ahora empieza

la gimnasia

 

 

 

retornas

saltas

hacia atrás

 

lo que pasó

se desvanece

 

aquello

que pasó

la lluvia

el barro

las palabras

 

ínfimos brillos

semiapagados

 

apenas

crestas

que huyen

 

atrás

las pocas

semillas

 

la humedad

el hilo

del agua

 

aquí

ni eso

 

el sol

se precipita

 

y cae

al vacío

 

caen

también

 

las cruces

los ríos

las miradas

 

 

 

 

 

*(Corrientes-Argentina, 1972). Poeta. Reside en Madrid (España), desde 2001. Es Cofundador del Grupo Literario Pájaro de Tinta y director de la revista del mismo nombre. Obtuvo el 1er y 2do Premio de Poesía Los Creadores en la Universidad del Sol (UNNE, 1998 y 2000). Se ha desempeñado como editor de la editorial Amargord y de su revista de Estudios poéticos. En la actualidad, imparte talleres de Escritura creativa en diversas bibliotecas públicas de Madrid y escribe una página de poesía quincenal en el diario El Litoral de Corrientes, Argentina. Ha publicado en poesía Soles dormidos (1992), Cuentionario (1994), Diluvio en la memoria (1995), Ráfagas de pájaros (1997), Relámpagos de crepúsculos (2000), Parque de destrucciones (2007 y 2008), Urubamba (2016 y 2018); y en novela El agujero que integra Trilogía de Corrientes.

 

 

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