Vallejo & Co. presenta 5 poemas de Roger Santiváñez como homenaje al poeta José Watanabe (1945-2007) en un súbito retornaris al pasado conversacional en el estilo poético del primero.
Por Roger Santiváñez
Crédito de la foto Archivo de Caretas.
Homenaje a José Watanabe
[Spiritual Exercise]
San Pedro / Escena 1
Lanzábamos piedras chatas
Para que saltaran sobre el mar
………………………………………………..Aún recuerdo
Ese raro placer de los veranos
Perdidos en la memoria adolescente
¿A dónde fueron a parar aquellos
Soles intensos del mediodía?
¿Qué fue del balneario solitario
Cuyas pocas casas refulgían con
Sus techos de calamina al atardecer?
Nadie sabe que allí –en sus arenas doradas-
Se formó mi primera canción
Al ritmo de los besos confundidos
……………………………………………………….De una niña
No preguntes por ella.
Ahora es una dama circunspecta en la ciudad.
Una vez le envié un poema
Pero ella desapareció en los confines cibernéticos.
Su sonrisa todavía irrumpe sinembargo
Cuando busco un refugio
……………………………………………En la poesía
Porque las piedras aplanadas
-que juntos tiramos a la superficie del estero-
No cesan de saltar
En el recuento de las pasiones puras
Aquellas que se hundieron -sin más-
Como el sol tras el horizonte
El último día de las vacaciones
De un verano feliz.
Durand’s Garage
En mi infancia hubo una garza
………………………………………………..Blanca, hermosa
Caminaba super elegante
Por el patio y el terral de los Durand
Me placía verla
………………………..Erguida, consentida
En cualquier ámbito del lugar
Limpiaba sus plumas
………………………………..Pituca ella
Con suaves picotazos
Y al crepúsculo saltaba –volaba mejor dicho-
Sobre la vieja carrocería de un camión
Para pasar la noche
Un día llegué al garage
Y un ambiente de tristeza
……………………………………….Rodeaba el patio y el terral
La preciosa garza
………………………….Sin darse cuenta
Había caído al buzón del desague
Muriendo allí ignorada por la gente
Después de horas
Alguien abrió la tapa del buzón
Y todos vimos a la garza muerta
…………………………………………………..Sucia y manchada
Pero había algo de elegancia todavía
En su albo plumaje humedecido.
Verano 1969
En ese tiempo el río Piura no tenía agua
Y a nosotros nos gustaba cruzarlo corriendo
Para llegar a Miraflores
Ibamos a ver a las chicas de la quinta Cúneo
Las tres Patricias de aquella época
Cada quien dueña de su propia canción
Pero al final sólo quedó una
Y fue la reina del verano
Pachy, Richard, Choli
……………………………….Todos nos templamos de ella
¿Y a quién le hizo caso?
Cabría preguntarse
……………………………….A todos y a ninguno
Sería ideal decirlo
Mas no fue así
El poema ha de guardar silencio
……………………………………………………Sobre el tema
Al final del verano
Patty se fue a vivir a Lima
Y su canción aún resuena
……………………………………….En mis oídos.
En un ómnibus “sudamericano”
Con mi tío Alejandro
Contábamos las cruces de la ardua carretera
Viajando Piura-Lima
Algún verano del olvido
Queríamos saber
Como dijo Eliot o Dante –que no es lo mismo pero es igual–
A cuántos arrebataría la muerte
¿Cómo habría sido cada accidente?
Nadie lo sabe.
Perdimos la cuenta en un momento
Y ya casi entrábamos a Lima.
Se nos fue el afán.
Al año siguiente
Ante la tumba de mi tío
Supe porqué habíamos viajando contando
Las cruces de la berma en la autopista.
Sólo falta la mía.
Jardín de infantes no 1
En el Jardín de la Infancia de Bertha Arbulú
Imaginé una canción para Rosina, la de
Largos rulos tipo La Pequeña Lulú
O tal vez fue para Marcela, la inquieta
Rubia que se sentaba a mi costado
Mis amigas, mis dos platónicos amores
A quienes nunca jamás volví a ver
Ni a saber de ellas
Miento: A ambas las divisaba
Eventualmente –desde el auto de mi viejo-
Cuando pasábamos por la Avenida San Teodoro
Hasta quizá unos diez años después
Pero nunca les hablé de nuevo
Aunque ganas no me faltaron
¿Para qué? –lo sentía sin precisarlo-
El pasado ya fue. No hay vuelta que darle.
O quizá el carro de mi viejo
Pasaba demasiado rápido
Como el recuerdo.