Habitar la sombra. Una entrevista a Emma Fondevila

 

La presente entrevista fue realizada por su autor el 16 de febrero de 2023, en Valencia (España), en la presentación del poemario Habitar la sombra (2021), de Emma Fondevila.

 

 

Por Arturo Borra*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Tigres de Papel /

(der.) archivo de la autora

 

 

Habitar la sombra. Una entrevista a Emma Fondevila**

 

 

Como tantas otras publicaciones que han quedado confinadas por la pandemia, Habitar la sombra (2021) sigue haciendo su peculiar viaje por la extrañeza de nuestra existencia. Al partir del reconocimiento de nuestra opacidad esencial, evita la idealización y por esa vía abre camino a lo Real. Invierte el signo de lo humano y, mediante esa inversión, conjuga el dolor del destierro con un temblor vital que insiste a pesar de los naufragios que sangran. Como si solo fuera posible florecer en la grieta, esparcir su fragancia en la ternura y persistir en los diminutivos como condición de otro habitar. El propio poema, como una barca en altamar, recuerda nuestra vulnerabilidad común sin dejar de apostar por un horizonte incierto: la promesa de un desplazamiento que nos sostenga en la zozobra. En el umbral de la desnudez, ¿qué más se puede arriesgar que no sea la propia sombra?

 

Los poetas Arturo Borra y Emma Fondevila en la presentación de «Habitar la sombra» (2021), en la librería Berlín, Valencia (España), 2023

 

Entrevista

 

 

Arturo Borra [AB]: Habitar la sombra, en más de un momento, parece asumir varios presupuestos psicoanalíticos, comenzando por el reconocimiento de una sombra del ser humano que, más que desterrada, necesita ser habitada, quizás en consonancia a Carl Jung, a quien citas en el comienzo del poemario. Además de este punto de partida ―hacer consciente la oscuridad más que fantasear figuras de luz―, ¿en qué otros aspectos consideras que se cruzan poesía y psicoanálisis en tu poética? ¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la poesía y viceversa en un contexto cultural poco receptivo a ambas indagaciones?

Emma Fondevila [EF]: ¿Qué significa habitar la sombra? La sombra es lo familiar siniestro, algo con lo que convivimos pero que no nos deja vivir. Puede ser una experiencia de la infancia que seguimos arrastrando y que una veladura nos impide reconocer (pág. 34 de Habitar la sombra).

En la última etapa de mi carrera, en Buenos Aires, tuve la gran suerte de tener como profesor a Noé Jitrik, un gran crítico literario, además de escritor de cuentos y novelas. En sus clases se insistía mucho en la aplicación de las técnicas psicoanalíticas a la crítica literaria. Se trataba, en la medida en que esto sea posible, de hacer una especie de psicoanálisis del texto para descubrir la participación del inconsciente en la creación literaria. Él siempre insistía en que toda obra literaria lleva incorporada una metáfora que la define. Del mismo modo que nadie puede psicoanalizarse a sí mismo, no puede un poeta hacer una interpretación psicoanalítica de su obra. A lo más que puede llegar es a una introspección seria y rigurosa adoptando el rol de lector. Ese ensayo me revela que la palabra “veladura” (pág. 34, 52) alterna con otras “niebla”, “vaho” que transmiten la misma sensación de opacidad. Trasponer el vaho, la niebla, es la única forma de habitar por fin la sombra, de entender qué es lo que la compone, y de abrir en su lugar un espacio de luz.

 

 

[AB]: Vienes de Argentina y me resulta inevitable preguntarte por aquellos textos y autores de origen que marcaron tu camino poético… Más en general, ¿cómo han incidido estas poéticas a distancia en tu escritura?

[EF]: Es inevitable que surjan nombres como Borges, Neruda, Octavio Paz, Mario Benedetti, Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik, y otros más recientes como Javier Galarza, María Malusardi y, sobre todo, María Negroni. ¿Cómo han influido sobre la escritura? Supongo que de todos ellos he ido incorporando algo, se me han convertido en cultura. Todos escribimos en el hipertexto y “plagiamos” como locos, porque a estas alturas todo está dicho. De lo que se trata es de decirlo de otra manera, de reelaborar y aportar algo diferente.

 

 

[AB]: ¿Qué persiste de la “tierra natal” en una poeta que asume su condición extranjera? Y dentro de tu perspectiva poética, ¿qué vínculo se plantea entre poesía y exilio?

[EF]: Lo que lo define todo, lo que lo vincula todo es el desarraigo. El desarraigo me ha marcado desde que nací porque a mi madre, que emigró de Cantabria a Buenos Aires a los 20 años para ir a reunirse con su hermana, la marcó de una manera tan brutal que me lo transmitió. Recuerdo haberla oído contar lo mal que lo había pasado en el barco, mareada constantemente, y de su sensación de extrañamiento cuando iba, por ejemplo, en el tranvía y le parecía ver a alguien conocido en la calle. Llegó a bajarse y a buscar ese rostro entre la multitud, sin encontrarlo.

Hay una anécdota que suelo contar sobre el día que mis tíos y mi primo se embarcaron rumbo a España para visitar a la familia. Yo tenía 4 años y fuimos al puerto mis padres y yo a despedirlos. Cuando subimos al barco me puse a llorar y a tirar de mi padre para que bajáramos a tierra porque temía que aquello zarpara y nos llevara consigo. Después tuve que emprender yo también el viaje, pero esta vez sin perspectivas de volver. No me bajé del avión, pero creo que la sensación fue la misma. El tiempo lo amortigua todo, pero sigo sintiendo que mis raíces no están firmemente adheridas al suelo. Aunque quisiera, yo no podría escribir un libro como Feliz Idade, de Olga Novo, o como Aquí, de Paco Caro. Los desarraigados escribimos siempre con distanciamiento, “desde lejos (¡!)”, y lejos es una palabra grave, muy grave.

 

 

[AB]: En más de una ocasión, has insistido en la necesidad de una esperanza, a pesar de todo, incluso si hay que partir de nuestra sombra. ¿Por qué esa necesidad y en qué sentido podría contribuir a mejorar algo de nuestro entorno?

[EF]: El amor y la esperanza son lo único que puede llevarnos a aceptar la realidad, el único consuelo ante lo escasamente aceptable. A mí fue el amor el que me permitió aceptar el exilio, y ahora que estamos inmersos en un clima prebélico, abocados a una posible contienda que podría acabar con todo, ¿podríamos vivir sin amor, sin esperanza?

 

 

[AB]: En un verso de Habitar la sombra te refieres a una “grieta que florece”. ¿Solo por las grietas ingresa la luz añorada o es pensable algún florecimiento para el cual ni siquiera hemos hecho hueco?

[EF]: Volvemos a hablar de la esperanza. Si la belleza puede abrirse camino en una grieta entre dos piedras o en una pared agrietada por las obras de construcción del metro, ¿cómo no pensar en la posibilidad de un cambio que nos haga recuperar la dignidad donde parece haberse extinguido irremediablemente? Una urna electoral es también una grieta que espera nuestro voto para hacerlo germinar y florecer.

 

La poeta Emma Fondevila

 

[AB]: Además de Habitar la sombra, en el último tiempo has escrito algunos poemas todavía inéditos. ¿Siguen orbitando bajo la sombra de tu libro precedente o estos poemas inician un nuevo proceso de escritura poética? ¿Qué nuevas inquietudes te planteas afrontar actualmente? En términos más generales, ¿cómo describirías el universo simbólico en el que se mueve tu poética?

[EF]: En mi nuevo poemario reflexiono mucho sobre la naturaleza del hecho poético. ¿Cómo surge el poema? ¿Dónde hay que buscar realmente la poesía: en los versos impresos o en lo que se perdió en el forjado? Busco lectores ávidos que se dejen llevar por la intuición y sepan captar lo que se sugiere yendo más allá de lo literal, lectores activos que hagan su propio poema con los mimbres que yo propongo. Esto en cuanto a la poesía, pero también tengo casi listo un libro de relatos en los que abunda el extrañamiento y que podría titularse Un elefante entre el maíz, que es el título de uno de los relatos.

 

 

 

 

 

*(Argentina, 1972). Poeta y narrador. Licenciado en Comunicación Social y doctor en Estudios Interdisciplinarios de la Comunicación. Actualmente reside en Valencia (España) y colabora en diferentes revistas hispanoamericanas. Ha publicado en prosa poética Anotaciones en el margen (2008) y El azar de la historia (2020), las plaquetas Cielo partido (2009), La vigilia del deseo (2013), Esplendor saqueado (2015) y Donde nunca (2022); en cuentos Casa heredada (2022); y en poesía Umbrales del naufragio (2010), Figuras de la asfixia. El libro de los otros (2012), Para trazar lo (im)posible (2013), todo tanto (2016) y Desde lejos (2020). Asimismo, ha publicado en ensayo Poesía como exilio. En los límites de la comunicación (2017). También ha participado en diversas antologías poéticas, como Cuadernos Caudales de Poesía (2007), Por donde pasa la poesía (2011), Voces del extremo (2013), En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (2014), Disidentes (2015), Tribu versus Trilce (2017), Árbol de Alejandra (2019), Los que se van (2020) o In nomine Auschwitz (2022), entre otras.

 

 

 

**(Buenos Aires, Argentina). Poeta. Licenciada en Filología Hispana. Es hija y nieta de inmigrantes españoles. Realizó trabajos de crítica literaria como “Los silencios de Compadre Mon”, publicado en Manuel del Cabral y su obra (2001). Vive en Madrid (España) desde 1976, donde se dedicó a la traducción. En la actualidad, es asesora literaria del programa La Poesía y los Poetas de Radio Villalba (Madrid), y coordinadora del Club de Poesía Carmen Conde. La primera parte de su producción poética está reunida en la antología Buscando un resquicio de luz y en la plaqueta La piel del tiempo. Ha publicado en poesía La deriva de los hemisferios, La vertical del tango y Habitar la sombra (2021).

 

 

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