Catatau, de Paulo Leminski
Por: Paulo Leminski
Traducción: Reynaldo Jiménez
Crédito de la foto: Carlos Roberto Zanello de Aguiar
Texto de encabezado: Mario Pera
Paulo Leminski es uno de los pocos poetas brasileños cuya obra, pese a la barrera lingüística existente, ha tenido y cada vez logra una mayor resonancia en los demás países del continente. Se trata de un poeta sui generis, uno que transmite en su poesía y diversos escritos una vitalidad extrema y envidiable. Un deseo por hacer explotar al mundo a través de sus palabras y reconstruirlo desde otra óptica, una muy personal.
Publicamos, como nota exclusiva de Vallejo & Co., un fragmento de Catatau, de Leminski, que acaba de ser editado en Buenos Aires por Descierto Editorial. El poeta peruano-argentino Reynaldo Jiménez se ha dado a la ardua tarea no solo de traducir el difícil Catatau del poeta Leminski sino de, además, permitirnos ingresar en el mundo y la vida de este personaje de la cultura brasilera de las últimas décadas, pues si Leminski es reconocido en su país no lo es solo por ser poeta (aunque con ello hubiera bastado) sino también por ser un gran agitador cultural. Ensayista, crítico literario, músico y traductor de autores esenciales tales como Lawrence Ferlinghetti, Samuel Beckett, James Joyce, John Fante y hasta Petronio, eso fue Leminski y más. Un ser iluminado.
En Catatau descubrimos un Leminski que utiliza las palabras y los diversos temas como un terreno de juego, o de batalla, un instrumento para “asimilar” el mundo sea por medio de su solidez como, más aún, a través de sus resquicios. Paulo Leminski lo asimila todo como una esponja y nos lo devuelve como una nueva piel a través de la cual podremos sentir, como unos nuevos ojos a través de los cuales podremos ver el mundo que nos rodea transformándolo en un permanente reto por descubrir.
Catatau y Paulo Leminski se revelan así, ante nosotros, en la voz de Reynaldo Jiménez en esta versión que recomendamos y calificamos como lectura imprescindible.
Un fragmento de Catatau*
No veo inconveniente, no conozco conveniencias: para bien de los
incautos, institúyese persuasión universal de que todo va bien cuando
nadie se queja de que le prohíban la boca de abrirse a oficios que no
los prestados por el paladar. El entendimiento instruido atenta en
eso sin secuelas palpables: la platea reunida en asamblea triunfante
resplandece en aplausos, — cosas indiferentes o igualmente elegibles,
gran fundamento de todas. Todo, excepto, quizá, una excepción
siquiera. La tráctica desta dimensura emérguese en exterín. Soy
propenso al silencio: disciplina observationis, observatio
disciplinarum. Interpreto y soy interpretado, trínseco. ¡Cláusulas,
den parcelas! Tantas las medidas a tomar, no tendré manos para
medirlas de cabo a pabilo: ¡substancto, abracuadrada! Agujas pasadas
en punto ruso no mueven aquilón, mapa no es terreiro: mapeo una
zona, yoentes hiantes en Clox, ¡ápice de la elipse y colapso de lince,
clima ypsilon y clímax de eclipse! Espectáculo, inspectáculo:
estábula. Casa d’Averno indica pirámide, ¡sursumpresa! Supe de su
existencia por uno desos acasos de memoria, del que no recuerdo el
nombre. Occam sabe, ¡una vesícula sola, un invesubio! Apartante
unos apéndices, cada catastro en su cabestro, cada catástrofe en su
catedrástica. Pensando bien, es eso. No voy mucho con esas cosas.
De monogotariis. Dije todo y dije más. Esto es una historia. No es
mucho. Muchas comienzan así. Era sólo haber una vez y allá venía
de nuevo la misma historia. Era una vez aquella historia. Sólo una
vez. Esta historia se perdió. Vamos a decir otra vez, en mejor ocasión.
Eso es otra historia. ¡Qué de víveres, de haberes, de placeres! Un lapso
cardiaco es el libre parecer, esposagema de alma gemela, álguerra.
Mágnico, míximo. La causa surte efecto, lo que es para ser ya nace
hecho. El malentendido fue repetido por extensión de un error
elemental, a saber, sábese. El cuidado está bien avenido con la
distracción. Estamos bien mas no es mucho. Esta todo dicho ¿pero
cuál es el asunto? ¡Hipótesis me sufraga las sospechas, el pescador va
dando alcance al otro extremo suyo! ¡Venid a mí los especulas de la
minucia a quien enseño reconocer una ecuación por la manera de
distinguirse de las demás! En el epinicio, es el peor negocio del
mundo, no se puede hablar del silencio so pena de quebrarlo. Así
no vale. Después, cae como guante en el muñón: cuento, vicario de
los hechos; roto, hablando del desharrapado. Hay los que hacen,
haciendo así. Respecto a eso, tengo para decir lo que vengo diciendo
aquí. A despecho deso, tengo a decir lo que tengo dicho, eso.
Cuanto más conforme, tanto menos confirme. Según oí, primero —
los enmedios: énfasis del minotauro, enfártica esfera. Cada César con
su cidio, cada causa con su juicio: encolvidezco disciplinio. Sursum
cursus curvus conculsus, versus vultus discursus: ¡audacia de oír,
campana biblioteca, signatrix! Ars Problemathica — axis problematis.
¿Quieres apuestular? Enmienda merienda. Cuando la duda dividir el
entendimiento entre un enigma y un signo, algo dice dos cosas de
cada vez. Cito dat, quid bis in idem datur. Digo cada vez más los
silencios del futuro. La crisis cruza con un signo. ¡Mxcxitl! In hoc
signo — Occam, mero inspíritu, puro explícito, espión. Pequeña
pecunia, callada calumnia, columna. Alea jacta non abolenda fata:
ictus actus, liquida liquent. Res pictas pingo, res fictas fingo, gesta
facta gero, indigna signa. Aenigmata in insignia. Disto mucho desta:
museo en llamas, nunca más al acaso. Sabe de memoria las señales
del museo, los signos del zodíaco, las cosas de allende. Tempus agi
mecum sine me non nisi triste gaudia mihi! Percipicios, aenigma
aegiptiacum. Quid est — avis, palma, panis, vultur, et quaedam alia
signa indiscernibilia. La persona de Perséfone, la estrella constelada.
Cosa late abscóndita por aquí, desapareció en un parecer parecido al
de Occam, el cual transcurre de inmediato. Desarróllase
contradicción en el seno del equilibrio, lo invariable tórnase viable:
diálogo. El verdadero lugar común es realmente notable. Recurso
para actuar Occam, colócase el arquero en posición de obvia
distracción. El lugar mayor era espejo de las cosas por venir, lugar
teniente: muéstrase en su puesto, señor indiscutible de la gran área,
adéntrase por el centro, rolando en la rotación. Impedido: Occam es
anulado, ¡eso! Tristis unitas, unica Trinitas. Aquel que no se dice —
no vuelve más. Nolite turbarecirculos medios. Resta el monstruo.
El bicho perjudica el juicio, me prevarica la iniciativa. Una palabra
va a abolirlo en algún encuentro fortuito, está con la vida contada.
El estado inspira cuidados, ¿eso con descuidos? Cuida de la cosa.
¿Quién diría antes de tiempo que el monstruo declaraba la
independencia de lo obvio en régimen ambiguo? Un señor locutor,
tan cumulado de bendiciones respecto a las mañas del decir,
donatario de estrellas, camaleón estelionatario, digno de todas las
confidencias, pozo de secretos, fuente de saber, alguien en fin en
quien depositamos el tesoro de todas nuestras esperanzas de ver
dicha algún día — ¡la verdad! Diversa es la opinión en una sola
ocasión. Lo que no quiere decir — lo que yo digo, digo asimismo.
Aquí mismo, por ejemplo, no estoy exento de errores sin exagero.
Ejerzo oficio por hacer. Ambos son todos. Qui alter dicit, idem dicit:
id est natura, quasi cantilena rhetorica. Quiero saber lo que quiere
decir lo que digo. Extraño encuentro, comentarios. In dubio — pro
rebus. El ambigual no da para entender: se coincide. En general,
cuando estoy diciendo una cosa, particularmente, — estoy hablando
diferente: nunca dije eso, el tono es otro. El sentido es neutro. Nunca
dije la misma cosa, esas son otras que no dije. Responda, no importa.
No cree casos. No crea en crisis. Otra cosa: no todo viene al caso, hay
casos aparentes. Poca cosa se dice con poco esfuerzo. Otro caso: si yo
quedase omiso, perdería todo lo que ya dije. Entonces repito
negando. Tomo una indecisión. No, no soy de eso, diré después lo
que venga. Mantengo decir lo que hago. No preciso decir nada, basta
lo que ya dije. Acá estoy, viviendo y aprendiendo. Estoy aprendiendo
lo que estoy diciendo. ¿No estoy diciendo? Ya dio lo mismo, de
nuevo. Hablando es que la gente procede. Me entiendo. Acumulo
datos, quedé disponiendo de todo. Cuanto más presto atención, más
presto. Sea hecha la voluntad, deshecha a voluntad. Invirtió. Ahora
dio. Ahora no todo vale lo que parece. Vale, así será evaluado. ¿Cómo
puede ser dicho lo que nunca es lo mismo, mudando un aspecto por
una circunstancia, mutatandis? Nada es tan ambiguo, el punto de no
tener sentido o a fuerza de decir sentencias: cada cosa en su dividido
lugar, dos por dos, se unen. Y decir que pensé que había entendido
otra cosa. ¿Qué es que estoy pensando? La ambigüedad está entre
quien habla y quien piensa en todo, la divergencia produce un
silencio. Suelo más una pregunta: ¿quién no sabe lo que está
hablando, sólo porque nadie entendió? Obvio que no todo es
ambiguo. Yo es que perdí los sentidos. Los cinco vienen diversos,
en un mismo universo: nuliverso — contrasentido. Perdí los duplos
sentidos, diem perdidi, idem pertitir. Quien dice lo que no habló, lo
que no dije — yo hablé. Lo dicho es hablado. A los oídos de Mercator,
Dios da voces de pasmar. Sólo se uve lo que se dice, es pluma que
vuela, palo que quiebra, estallido que suena en pedazos, el sonido
viene y ¡es-si-lo! No se busque los cuernos de la luna, el rabo preso en
las cifras oficiales del diablo, contabiles operationes Societatis Indiae
Ocidentalis. ¡Papagayo irreal, es de Portugual! El trato es harapo de
trapaza: ¡carro al frente de los bueyes! ¡Habló el buey y dijo bé!
Puntos en los ejes: este buey es ba. Falacias, la alenga desempeña
ninguna renga en ese lengalengaje: ¡despedracé la cáscara, de lascar
— y nácar! Aterrorizar de mi estar y ser, ¡apaga el fuego del yo! Hablo
lo que hasta se habla lo que se dice por ahí, por ahí dicen, ¿no es así?
Acaso se habla en esos parajes mejor hollín, sin dar un shhh, en el
toma Alá, cada cual da acá, ¿qué? Las cataluñas de las arabias,
negocios de la China: mundos que ya pasó. Dáseles el pie y toman la
madre, caso evidente de estrabismo que doctores ilustres
diagnosticaron. Bien carece dejar claro, ¡oh noche: filosofal es el
cálculo en la pálpebra! ¡Ascensión, mucha asunción, directantes y
dilactores! ¡Admilagro! ¡Admilagro! ¡¡¡Admilagro!!! A Dios nada
difícil; difícil ser Dios. ¡Cuerpo de mí! A ese macaneador — mi más
estrecho y magno ¡no! Digo palabras que no son — para hallar lo que
soy. Con pérdida de una palabra — ¡no! La cigarractriz multiplifanta,
el lenjaguar comprovoca el pesadédalo. Escabullir — eso
escahienden, escahender — eso esconfunden… Gargantajadas
chaporevuelcan momentoluscos, paralelodédalos a su babelplacer.
Occam, el antitantán, en el puro acáusaso, alisios — en el
promontorio alto, — ácaros, y en el azul del nadir, ¡Occam! Atento
en el lance, escoba las gamas: el desenlace daquel desempeño en el
diseño dese espejo, testimonio deste desespero. ¿Dondeayer? Acá.
¿Cuanso? Pleknuzultra… Inveniveritas: es el desenlastre de aquel
emplastro abstracto, la pista del lance por la pinta del astro. ¡Nadie
se mueva, agoten los recursos! ¿Qué querella es aquella? Amaripolas
espantapachan los xilios de los goiones, vult… ¡de raspasaje! ¡De
canambota, de saporificie en sepultigie, — el obsaluto! ¡Y que no sólo
desencadena casualinas mismoriavilladas! ¡Los hijos en fila indiana!
Oh parásito galguea ojos desbugraznados, tal vez cuando hace, ni
siquiera tanto hizo. Nada, asperezco que dar con deslumbranza de
desremembramientos el debido destoque de las brincadencias destos
acontecenarios. Sólo un blandengue será tronado en dolido virado.
¡Contraclaro avientrájome, membrión siendo, esperoremos que, y
repinto, vesperoremos que mal restasen delante fransplantárticas!
¡Apelasen, exiit! ¡Mucho, señores, mucho engrandecí, cuestriúnfulas
no competen a los llevados de la abracabrequacóccix! Esterturas,
¿dónde las no hubo cuando jamás? ¡Muerte, mate esa pantedra! ¡Con
quién estamos, mis señores, las cosas, con qué estamos, mío! ¿Cuál el
motín? ¿Como así sea como fuera? ¡El dispadrate crucidado en un
sacrucifilio, crux interpretum! Contejempla el ojo bizcpertino al
sesgo, ¡alto ahí! ¡Aquí, hablemos abajo! Ojos, espejos d´alma,
¿Narciso está? No sé si está, si no sé, quién sabe allá, yo sé aquí: ¡sepa
de aquí, Sibilisterralewis! Antes de ser, ¡pague, sisifísimo señor!
¡Desbangaje las fantasmagonías de bibelonias, válgame, Baal! Así es:
¡macaquinismos en acontellego, triunfanías y sus inigualjares en buen
brocardo! ¡Ahora, sí! Aunque ni por eso tenga que estar lo que te decía
entonces, ahí es que son ellas, ¡el peligro! De aquí que arre mi regla no
veía de ver, ni era preciso en vez que de más a más tal y cual
más vale un no-sé-qué que dos para lo que diere y fuere. ¿Eso a
trueque de qué cosa es que se haga? Hace diferencia si era una vez
mejor ignorar, faltar y morir que dios-me-libre de ti es que sabe, yo
que lo diga, ¿qué va? En esta estratragedia de despercidio, ¿quién
escapahiede? Occam, es lamentable. ¡Vacíe un enjambre de
consfidencia, déme una vuelta de conscidencia, creediste en retritos,
cual no admira astromisión! ¿Sólo no me ven de cuerda a letra, que
mi estrella no es manera, control? ¡Mi más alto estigma de
consideralación, sondeos cardiacos! Si, pase la hipótesis, no hubiese
mal gusto, ¿qué sería de la caída de Francantartinobra, lo que es, es lo
que seguiremos a ver? Amor con amor se paga, que sale más barato.
Vano los anillos y queden los dedos, hurgando la nariz, codeando la
misma tecla, uña en la herida. ¡Dios sólo da nueces a quien noguera!
La ralea en general con su proverbial aptitud de hacer proverbios, de
decir bobadas, de acreditar en dioses, de ver errado en líneas ciertas,
de caer en la danza sin saber latín — el pueblo, digo, ése sí. De una
nave en avante, — tierra ciega, quien tiene oídos afinados en la oída,
¡cállese! A caballo no se mira el diente del donatario, ¡que duele! En
cerrada nunca entró boca. Y arquicentra la mielésima cosa. ¡Ora,
uy, habla como quien es, mira sólo quien lo hace, compadre dun
perro con higa del demo! Id, venid, palabras y caminos Roma llevó.
¡Oh, doy al decho aquel cachorrón de mala ventura, razón al
hombrezarrón! Negra muerte le dé. Tenga el pegue. Mala sopa venga
por ti. ¡Cuerpo de mí con la bestia! ¡Ojalá es diosnosacuda, yo otro y
nosotros mismos! Latropidios que el monstruo asasignó, ¿quién
arreladra en marasmorras? ¡Benevidelicent! Abnominable, el
endemoniñado dóminase, ¿a cómo? Para cita: ¡palabracadabraxas!
Palabra que palabra de rey no vuelta atrás, o vuelta: atrás vuelta no
palabra de rey, ¿qué palabra? ¿Hay o bah? Cadaver, caro data
vermibus, papaver, caput carminibus: ¡moluscofoscos, en un lucus a
non lucendo! La pausa en la pauta, disparates tartabundos…
Patarata, resfunmoho del mungo, hinojo funcionando. Bien se dieron
siempre sagita persa y calcañar aquilino. ¡Marée, boré, yacaréacarajé!
¿La laringenaranja arma la babosamoria, espantanajo? ¡Un ploma!
El interpretérito desembreña el aconocimiento, la alucilámina
apaziguezagua las chubaschamuscas. Ojademás, el crificio no
cancerne, el perlumbre ciclusurca… ¡Espiralámides trextran
moluscofosculaturas, amasacramasan las pillernias que carcomascan
los duélagos del usurcapiau! ¡Marsup! ¡Aurifúlgido, argenticerúleo
dentorrostro! ¡Calambrecadabra! ¿Lampantinela en letany, o en
ninguñeengatú? ¿Cualcuál colloro? ¡Un ningúnflar! ¡En Antipatía,
rubicundan el inmismo langaré! ¡Cualidrátero fue donteayer, el
masacrificidio triunfotribuyó en el principio, testininguna en la
ocacasión, ocacasial! ¡La palatea ignogra colibristas, y por
talismañana — palpenas el muselao! Guijálculo: ¿cuántos
andromedrontarios desvenclavestran el ojerizante? Calverdáver,
mecanículas donde cuentagotagiosas? Acullí. ¡Invernea el descascaso,
y cleampujepatrás! Terrestrecelestrellestra, quieroquerubín:
contitactos, tautuaje… El colopso acasaja la armandíbula. Verdad que
anteosculta, e inclusive, heme, achancelerado en tétalos, irreversando
lo que tiene tenido y viene siendo y, teniendo el tiempo todo para el
ser, llegó temprano. ¡Y viva la voz! Lo quiera tal cuan lo dice el viejo
anaxímenes, — Zenón, Zenón, ¿sin zenit se burla del nadir? ¿Pero
tampoco tanto? ¡No por eso sino, Zenón, no! ¡El plantasma, ostra en
claustro diseinvista a las palparpadellas contra Constanprimobra!
¡Albísceras! ¡Y dentro de poco ya es bien más allende que ayeanteayer
era otrora, y constantemente ya! Dice que quien anda como quien no
quiere, se manda. ¿Decir te diré, cansa? ¡Mis dansalias, quiero
ensandanzar! En materia de liquen, ¿hablo látex o quedo sílex?
¡Hablante a su talante, el tránsfuga se transfigura! ¡Blasfo! Aldea
ajena, aldea y aldea y media. ¡Un rápido bosquejo para las
parpálgebras! Empíreo e imperio — primero, — después, emporio…