Por Javier García Wong
Crédito de la foto (izq.) Ed. Mesa Redonda /
(der.) archivo del autor
“Este libro empezó siendo mi modo de transitar el duelo
por la muerte de mi padre”.
Entrevista a María de los Ángeles Fornero*
Javier García [JG]: ¿Cómo surgió tu gusto por la literatura? ¿Quiénes te estimularon en la lectura?
María de los Ángeles Fornero [MAF]: Creo que accedí a la literatura desde la oralidad campesina. Yo soy hija de la inmigración italiana que vino a hacer la América y se quedó en las orillas. Nací y me crie en el campo, haciendo el tambo y cuidando ovejas con mis hermanos. No había muchos libros en mi casa, pero los que había eran un tesoro para mi papá. Cuidar los libros era sagrado.
[JG]: ¿Con qué títulos iniciaste?
[MAF]: La literatura me entró con los cuentos y relatos que mi papá nos contaba, alrededor de una estufa a kerosene en invierno, con noches estrelladas cuando era verano o bajo un alero mirando llegar la tormenta. La literatura es la historia ficcionalizada contada por mi papá. Después, hubo un inicio con las novelitas del far west: un bandido que llegaba al condado a apoderarse de una granja, un sheriff valiente, un reverendo pacífico y una pelirroja preciosa y libertina. Eso fue a los 10 años. Después vinieron las otras lecturas. El primer libro que fui a sacar a una biblioteca fue El Aleph, de Borges. No entendí nada, pero no solo leí El Aleph sino todos los cuentos de ese libro y me sentí una verdadera estrella de la lectura.
[JG]: ¿Qué autores han sido valiosos para tu formación como lectora y para iniciar tu carrera de escritora?
[MAF]: Sin duda, los del Boom. Empiezo a relacionarme a inicios de los 80 (y después de la dictadura) con un grupo de poetas y escritores de Villa María que publicó de manera cooperativa una revista under que se llamó Luna Quemada. en 1982. Discutíamos el mundo en esos encuentros medios clandestinos. Escribíamos y leíamos mucho. Eran talleres espontáneos. El llano en llamas fue el libro que más me influyó, creo. Rulfo era el modo en el que había que decir la belleza para conjurar el dolor. Y después, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, (Vargas Llosa, menos). Hasta que descubrí todo lo oculto.
[JG]: ¿Y esos qué autores serían?
[MAF]: En Argentina, durante la Dictadura se había quemado cantidad de libros. En los cuarteles se hacían enormes hogueras con libros como Operación masacre de Rodolfo Walsh, la poesía de Alfonsina Storni, Oliverio Girondo, las vanguardias todas, Laura Devetach. Entre lo oculto estaba José María Arguedas, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Ciro Alegría, Augusto Roa Bastos. Y el rock nacional con León Gieco, la nueva trova rosarina, Juan Carlos Baglietto. Había sido la Guerra de Malvinas y no aceptábamos más silencios.
[JG]: ¿Cómo empezaste en el mundo editorial y qué expectativas tenías al publicar tu primer libro?
[MAF]: Escribí siempre. Y además estuve ligada a trabajos periodísticos, columnas de colaboración con algunos periódicos, publicaciones y crónicas con pseudónimos. Sin embargo, nunca publiqué un libro propio hasta 2019, cuando le envié a Alción el original de Viajes entre dos orillas (era así, en plural, el título original) y en quince días Juan Maldonado, el dueño, me devolvió un correo que empezaba diciendo: “esta novela la quiero publicar yo”.
[JG]: Alción es en Córdoba una editorial reconocida por su calidad de trabajo.
[MAF]: Sí, por su seriedad en el trato con los autores, su conocimiento profundo del mundo editorial, artístico y comercial. Tiene más de veinte colecciones, una se llama Archivo, en la que figuran los grandes tótems de la literatura universal, publicados enteramente con trabajo cordobés. Pero, además de todo eso, que es ya un sagrario, Alción fue la primera editorial que, en octubre de 1983, la semana antes de las elecciones con las que se retiraba la dictadura, publica uno de los autores de libros prohibidos, Leopoldo Lugones. Hace cuarenta años que Alción es un símbolo en Córdoba y en la Argentina.
[JG]: ¿Y cómo fue el recibimiento de tu libro?
[MAF]: Viaje entre dos orillas es una novela de autoficción, de 187 páginas, que se publicó en 2019 y en 2021 se había agotado. Fue una tirada de 300 ejemplares que tuvo mucho “boca en boca”, se distribuyó en Córdoba y llegó a Buenos Aires. Estuvo en librerías porteñas a donde van a meterse los lectores selectos y están horas buscando. En esas librerías también se agotó. El libro diría que conjuga el despliegue de un vínculo filial fuerte con la fuerza de la historia americana. Me parece que eso gusta mucho.
[JG]: ¿Cómo surgió la idea de este libro?
[MAF]: Este libro empezó siendo mi modo de transitar el duelo por la muerte de mi padre, que luego se expande porque todos los hijos tenemos padres que se mueren, han muerto o van a morir y tenemos cosas que discutir o abrazos que darnos antes de que llegue la hora. En ese marco inmediato se van desplegando las 187 páginas, los debates, los paisajes, las búsquedas de todo nuestro subcontinente. Y esas búsquedas, que son personales, de inicio, terminan siendo sociales y a su vez en esa indagación hay un nutrir la propia subjetividad. Es un libro multidimensional, creo. La narrativa es ese mar en el que uno puede ser tragado por un tiburón o llega a un puerto calmo después de rolar olas gigantescas.
[JG]: ¿Cuál es para ti la diferencia entre escribir poesía y narrativa?
[MAF]: La poesía (tengo publicados dos libros) es ese lugar que inventamos para que sea lo que no es, decía la enorme Alejandra Pizarnik. En la poesía redescubrimos el lenguaje que hablamos, el lenguaje con el que andamos en bicicleta o hacemos unas papas al horno. Vibra, desordena, desmesura, libera. Los libros de poesía que publiqué son: La devolución de las texturas, en Tinta Libre, y Úlcera, sal, papel y carbón, en El Mensú ediciones.
[JG]: ¿Qué autores te interesan en el género de autoficción y qué otras facetas de tu vida consideras que podrías utilizar para otra obra de este estilo?
[MAF]: Creo que lo que ahora llamamos género de autoficción no es más que un sincerarnos. Que los escritores creamos personajes e historias a partir del material que nos compone, del acopio que fuimos haciendo a lo largo de la vida, que nuestros alter-egos andan merodeando todos nuestros vericuetos que un día salen a luz. Eso es, entiendo Los ríos profundos, La ciudad y los perros, La danza inmóvil, por nombrar obras peruanísimas. Pero eso es también Crónicas de un iniciado, de Abelardo Castillo o Los llanos de Federico Falco, y, por supuesto, Las malas de Camila Sosa Villada. Una novela de autoficción con todas las letras. Dolorosa, intimidante, desprejuiciada, como es ella.
[JG]: ¿Qué autores contemporáneos has leído con entusiasmo o sientes que son familiares con la propuesta literaria de este libro?
[MAF]: No conozco lo nuevo de la literatura peruana. Quiero conocerlo. Creo que Claudia Salazar Giménez con La sangre de la aurora, es una autora que me interpela. Y tres autoras argentinas, vivas, son nombres con mayúsculas: Silvia Iparraguirre con su novela La tierra del Fuego, Selva Almada con No es un río y Dolores Reyes con Cometierra, nos obligan a mirar el mundo de hoy y la literatura de frente. Sara Gallardo y Libertad Demitrópulos son autoras de las que, en Argentina, tenemos que abrevar sí o sí.
[JG]: ¿Qué otra época de la historia te gustaría narrar y qué otros aspectos sociales son interesantes para tu obra de ficción?
[MAF]: Bueno, acabo de nombrar todas autoras mujeres. Por fin las mujeres escritoras nos referenciamos en la obra de otras mujeres escritoras. La potencialidad y la fuerza está ahí. El año que viene Alción publicará Cosecha de soja, mi nueva novela que comenzará su proceso de edición en febrero. Es una novela cuya trama se basa en la desaparición de mujeres y los femicidios asociados a los intereses terratenientes y de los agro-negocios por la siembra de la soja. En la Argentina actual, la base de las divisas proviene de la exportación de soja a China. Son miles de millones de dólares que no reparan en nada para realizarse. Y, además, acaba de aparecer en Córdoba una obra llamada Historial de la cuerda floja, de Lago Editora, una antología en la que está mi cuento El Familiar. Son diez cuentos de diez escritoras argentinas donde conviven los amores y las bestialidades.
*(Córdoba-Argentina, 1961). Narradora y poeta. Psicóloga Social y profesora de Lengua y literatura de educación secundaria. Ha publicado en novela Viaje entre dos orillas (2019 y 2022) y en poesía La devolución de las Texturas (2020) y Úlcera, sal, papel y carbón (2021).