Vallejo & Co. presenta, en primicia web y en tres entregas, una serie de traducciones de poesía japonesa realizada por Ricardo Silva-Santisteban, reconocido poeta, académico, traductor y editor peruano, quien fuera responsable de las colecciones El Manantial Oculto y Obras Esenciales del Rectorado de la Pontificia Universidad Católica del Perú y, en la actualidad, responsable y promotor de la excelente colección La fuente escondida bajo el auspicio de la Biblioteca Abraham Valdelomar, de la Huacachina-Ica.
En la presente entrega, publicamos textos de los poetas japoneses Príncipe Otsu, Ariwara Narijira, Zeami Motokiyo y Arakida Moritake.
Por: Ricardo Silva-Santisteban
Crédito de la foto: «Gente cruzando un puente
arqueado» por Katsushika Hokusai
www.ukiyo-e.org
EN LAS MONTAÑAS DE LAS BRUMAS
En las montañas de las brumas pertenece, en realidad, a El ciervo en la fuente, mi colección de traducciones sueltas. Hubo, sin embargo, dos motivos para no incluirlo allí: por tratarse de versiones indirectas y por no extender un libro ya de por sí bastante considerable. Puede verse, por tanto, la presente publicación como un apéndice de dicho libro, pero, no por tratarse de un agregado, puede decirse que estas versiones me hayan costado menos trabajo ni que las haya realizado con menos placer. China y Japón han producido la poesía lírica más admirable y hermosa del planeta y su lectura ha sido, y sigue siendo para mí, de un inefable gozo.
Ricardo Silva-Santisteban
POESÍA JAPONESA
(Parte I)
A Nobuoki y Sumiko Ushijima
Príncipe Otsu (663-686)
Esperando a la amada
Bajo las gotas de rocío
en el declive de la montaña,
me mantuve esperando
a mi amada, mojándome
con las gotas de roclo.
Poema escrito cuando el príncipe enfrento su ejecución
El áureo cuervo luce en las cabañas de occidente;
las tambores de la noche arrancan la vida efímera.
No hay posadas en el camino hacia el sepulcro;
¿de quién es la morada a la que esta noche me dirijo?
Ariwara Narijira (825-880)
La amada que huyó
Antaño, un joven y una joven compartían un inmenso amor sin ninguna preocupación. Así ocurría y, sin embargo, por una minucia la joven pensó que estaba cansada de su amor y decidió dejarlo. Escribió este poema que, al partir, dejo prendido a un biombo:
Si es que yo huyese,
¿no dirían los hombres:
mujer inconstante?
Nada se conoce
de nuestros amores.
El joven encontró muy extraño que su amada huyese dejando mensaje semejante pues no recordaba haber hecho nada que pudiese haber provocado su desaparición. ¿Qué habría sucedido? Lloró acerbamente y, preguntándose dónde podría buscarla, dejó la casa. Buscó y buscó por doquiera pero no pudo encontrar ninguna huella del camino tomado por ella. Volvió, pues, a la casa.
¿Qué es lo que pasa en el mundo
que es imposible amar?
¿He vivido realmente
durante estos meses y años
colmado de ilusorias promesas?
Así recitó y cayó en ensueños sombríos…
Oh, ¿qué estará haciendo
si todavía piensa en mí?
Como una diadema,
solo su visión
me penetra hondamente.
Muy lejos estuvo la joven largo tiempo pero, tal vez por no poder resistirlo, envió este poema:
No deseo que siembres
la flor del olvido;
una semilla, solo una:
deseo que siembres
de tu corazón en lo hondo.
Él contestó:
Si quieres saber dónde crece
la flor del olvido
mira en tus propios campos;
en los míos,
sólo brota el amor.
Entonces, con más frecuencia que en el pasado, intercambiaron cartas y poemas. El joven:
Tal vez olvides,
lo admite el corazón,
aprender a dudar;
es lo más doloroso
como nunca pudo serlo.
Ella respondió:
En el horizonte
se forman nubes que se van
sin dejar huellas:
mi vida es vacuo sueño
en los vientos de su desconfianza.
Intercambiaban sus sentimientos. Pero cada cual seguía su camino por el mundo y así vivieron muy lejos el uno del otro.
Zeami Motokiyo (1363-1443)
Tsunemasa[1]
SACERDOTE
Soy Sodzu Giokei, cuidador del templo de Ninnaji. Tajima no Kami Tsunemasa, del clan de los Taira, fue amado por el Emperador cuando era muchacho, pero murió, antaño, en la batalla de los Mares de Occidente. Este es el laúd Seizán que el Emperador obsequióle antes de la pelea. Ofrezco este laúd a su espíritu en lugar de hacer una libación; ante él celebro el debido ritual.
(Celebran el rito al espíritu de Tsunemasa).
Aunque es medianoche, percibo la forma de un hombre, una abatida forma, en esa luz. Si eres espíritu, ¿quién sois?
ESPÍRITU
Soy el fantasma de Tsunemasa. Tu invocación me ha traído.
SACERDOTE
¿Es el fantasma de Tsunemasa? No percibo forma alguna, solo una voz.
ESPÍRITU
Es el abatido sonido que persiste solitario.
SACERDOTE
¡Oh! Veo realmente la forma.
ESPÍRITU
Esta ahí si la ves.
SACERDOTE
Puedo ver.
ESPÍRITU
¿Estáis seguro de verla realmente?
SACERDOTE
Oh, ¿lo hago? ¿o no te veo?
CORO
Tsunemasa cambiante, pleno del movimiento universal, visto atrás sobre el mundo. Allá se escuchó su voz sin forma. Nadie puede verlo, pero él mira desde su fantasma; un sueño contemplando nuestro mundo.
SACERDOTE
¡Es extraño! ¡Tsunemasa! La figura allí estaba y ahora sólo permanece el sonido sutil. ¡Quizá la imagen de un sueño! Fue una recompensa por este servicio.
ESPÍRITU
Cuando era joven fui a la corte. Le di, entonces, una mirada a la vida. Tuve gran acogida. Me dieron el biwa del Emperador, que es el mejor laúd que tenéis, el laúd llamado “Seizán”. Lu tuve cuando andaba por el mundo.
CORO
Es el laúd que tuvo en este mundo, mas ahora tocara la música de Buddha.
SACERDOTE
Revela el laúd que posees y sigue su música.
ESPÍRITU
Os conduciré sin ser visto.
(Ejecuta)
SACERDOTE
Llegó la medianoche; tocaremos Yabanraku, la música de medianoche.
ESPÍRITU
El límpido cielo se va llenando de nubes; la lluvia camina con grávidos pies.
SACERDOTE
Estremecen la yerba y los árboles.
ESPÍRITU
No fueron los pasos de la lluvia. Mira allá.
CORO
Límpida cuelga la luna en la rama del pino. El viento susurra como si estuviera henchido de lluvia. Es una hora de encantamiento. Las cuerdas graves suenan como lluvia; las agudas, como un susurro. La cuerda profunda es la voz del viento en otoño; la tercera y cuarta cuerdas son como los gritos de la cigüeña enjaulada, cuando piensa en sus polluelos a la caída de la noche. Permite que no cacareen los gallos. No dejes anunciar el alba a ninguno.
ESPÍRITU
Una voz de flauta ha movido las nubes de Shushinrei. Y los fénix vinieron desde la nube; descienden con las notas de la flauta. ¡Desgarradora música maravillosa! He descendido al mundo. He recuperado mi música de antaño. Yo era feliz aquí. ¡Cuán pronto pasó todo aquello!
SACERDOTE
Puedo ver ahora de nuevo la figura que vi aquí; ¿puede ser Tsunemasa?
ESPÍRITU
Es un triste rostro el que pongo aquí. Apaga las luces si puedes verme.
CORO
El dolor del corazón se esparce en derredor de los rápidos fuegos. Las llamas se han convertido en densa lluvia. Mató con el sable y el sable lo mató. La onda roja de la sangre ascendió en fuego, y ahora él arde con esa llama. Nos ordenó apagar las luces; voló como una mariposa de verano.
Sus batientes alas eran una tormenta.
Su espíritu hundióse en la oscuridad.
Arakida Moritake (1473-1549)
Jaikus
Una flor cayendo,
retornando a su rama.
Ved: ¡una mariposa!
*
La gloria matutina
revela hoy día claramente
el ciclo de mi vida.
NOTA
Para la sección japonesa, a The Manyoshu, The Nippon Gakujutsu Shinkokai Translation of One Thousand Poems, With a Foreword by Donald Keene (New York, Columbia University Press, 1969); Anthology of Japanese Literature: From the earliest era to the mid-nineteenth century, Compiled and edited by Donald Keene (Tokyo, Charles E. Tuttle, 1977); Donald Keene: Appreciations of Japanese Culture (Tokyo, Kodansha International, 1981); The Translations of Ezra Pound, with and introduction by Hugh Kenner (London, Faber and Faber, 1970); Kenneth Yasuda: The Japanese Haiku (Tokyo, Charles F. Tuttle, 1975); Daniel C. Buchanan: One Hundred Famous Haiku (Tokyo and San Francisco, Japan Publications, 1976); Basho: The Narrow Road to the Deep North and other Travel Sketches. Translated from the Japanese with an introduction by Nobumild Yuasa (Harmondsworth, Penguin Books, 1974); Monkey’s Raincoat (Sarumino): Linked Poetry of the Basho School with Haiku Selections, Translated by Lenore Mayhew (Tokyo, Charles E. Tuttle, 1985) y The Year of my Life, A Translation of Issa’s Oraga Haru by Noboyuki Yuasa (Berkeley/ Los Angeles/ London, University of California Press, 1972).