«En la desnudez de la luz, brevísima antología arbitraria» (2023) + poemas de Elizaria Flores

 

Vallejo & Co. presenta una selección de la obra de poetas venezolanas de la década de 1960, publicada en el libro En la desnudez de la luz, brevísima antología arbitraria. Poetas venezolanas de la década del sesenta (2da. Ed., 2023), con la compilación y selección de Gladys Mendía y el prólogo de Carmen Virginia Carrillo, publicado por Lp5 Editora. Puedes leer el prólogo haciendo click aquí.

 

 

Poemas por Elizaria Flores

Compilación y selección por Gladys Mendía*

Crédito de la foto (izq.) LP5 Editora /

(der.) archivo de la autora

 

 

Elizaria Flores

(Caracas, 1961)

 

Poeta. Lingüista y licenciada en Letras por la Universidad de Los Andes (Venezuela). Se desempeñó como docente e investigadora de la misma universidad. Desde el 2018, reside fuera de Venezuela, primero en Santiago de Chile y ahora en Bogotá (Colombia). Ha publicado en poesía El torpe andar (2022) y Un solo mediodía largo (2004).

 

La poeta Elizaria Flores.

 

21 poemas

 

 

2

Larga caída en un abismo liso con espejos

Esta es mi fatua inmolación del día

 

Suplicio inútil

 

 

 

11

Una mujer y su sigilo

Dormitan sobre gris

Y madrugada

No le queda ni el nombre

Ni el color del vestido

Estrecha en callejón,

La calle guarda y calla

 

Nadie la ve morir

De llanto nadie

 

 

 

13

Su ruidoso aleteo

Su ojo curioso y oscuro escudriñando

Pájaro de pico roto

 

Me alcanza la mañana

Dolorosa.

 

 

 

20

Cada calle en su sitio

Y la parada a diario en horas fijas

Esta es mi sensatez y sano juicio

 

No hay sangre en las aceras

ni lenguas de fuego en la boca del metro

Muda su boca

 

Cuento hasta tres y a salvo en cotidiana

 

 

22

Sin lugar, errante y extranjero

No tener sitio

Padecer el destierro en uno mismo

 

 

 

27

Prescindir de sí mismo

 

Desconocer su sombra y su memoria

Destruir el retrato y la fe de bautismo

Negar el lugar sobre la tierra

Del nombre y del hogar abandonarse

Desterrarse de su propia memoria

Volverse paria, pobre, despojado

 

Esto es el suicidio

Aniquilarse y frecuentar las plazas

 

 

 

28

Y no hallarán refugio en el desastre

Y vagarán a cielo descubierto

A tientas, extraviados

 

Vendaval y vorágine

Vaguada y mar de leva

Huyan de mí

Adentro llevo la intemperie

 

 

 

40

Morir día tras día

Ese es mi oficio

Ser cuerpo inerte, escombros y cascajo

 

Morir día tras día

Ruina, ceniza, polvo de todos los difuntos

Sin plañido morir

Sin ceremonias

 

 

 

46

La enajenada vuelta y la pirueta

El movimiento deslucido fatuo

Soy el que baila

Torpe

Sobre su propio abismo 

 

La poeta Elizaria Flores.

 

49

Ajeno en el espejo se contempla

El desterrado de sí mismo

El paria

El extrañado

 

Piedra o escama, cáscara quebrada

 

 

 

50

Allá van descalzos pisando vidrios rotos

Allá van desnudos el látigo en la espalda

Entran y salen de los edificios

Ven la hora

Almuerzan

La procesión por dentro y el suplicio

 

Calle larga y dolor que nadie ve

Hasta el fin de sus días, penitentes

Despojados y heridos y temblando

 

 

 

V

Tenderme en una laja a que me coman los lagartos

 

Que se me tiñan de amarillo los ojos

El pelo, los talones

Amarillo de polvo, adobe roto

 

Que me siento cascajo

Pueblo donde no llueve nunca

Cal.

 

 

 

VI

De los lagartos son las calles

Y las casas también, la plaza, las aceras

 

Se sabe que comen adobe y caña brava

Que no cierran los ojos

Que nos indagan, nos escudriñan todo

Se sabe que envenenan a la gente

Quieren el pueblo solo

El aire quieren, la mañana, el cielo

Y cubrirnos de olvido es lo que quieren.

 

 

 

XI

El polvillo tapándome la boca

Pintándome la cara y el cabello

 

Lagartijas muertas en el patio, dragoncitos

En una teja rota un pájaro enmudece

Y tengo el cuerpo lleno de miedo

 

Esta angustia de ver tantos escombros

Tanto polvo también dentro de uno.

 

La poeta Elizaria Flores.
Crédito de la foto: José Ángel Rivero

 

XII

Cuatro paredes sin ventanas, ruidos sordos

Plumas, huesos, hojas que caen afuera

 

De ojos abiertos, quieta e indolente

Asisto a mi derrumbe

Sin ventanas.

 

 

 

XX

Nos quedáremos siempre en esta tarde

Filo de sol

Ventana abierta y el aire detenido

 

Que nadie nunca escuchará el lamento

Que no tendrá dolientes esta quietud perversa de la hora

Maldeciremos en silencio

 

Solos.

 

 

 

XXI

Certeza de espantar

Camino mi soledad inmutable y mi espejismo

Punzante lucidez hiriendo vago

 

Entro en las casas a espantar

Yo la sin sombra

Yo la despierta, hostigo.

 

 

 

IV      

Con qué nombre te nombro 

            No me quedan

            Palabras para tanto naufragio

Cómo explico

            Cataclismo calamidad catástrofe

Con qué nombre te nombro abismo sumidero barranco

 

            Torcidas estrujadas maltrechas

            Cáscaras secas ya no quedan tampoco las palabras

 

Con qué nombre te nombro exilio/insilio

            Que aquí estoy expulsado/arrinconado

            Mudo de la palabra arrebatada

            Cómo digo la herida con qué sangre

 

Cae encima el exilio una avalancha piedra desde arriba el insilio

            Qué lengua balbuceamos

            En qué idioma

            Puedo decir aquí mi desventura.

 

La poeta Elizaria Flores.

 

V

 

No hay manual de instrucciones

Para cargar lo imprescindible en la maleta

 

            Convertir la vida en equipaje un bulto el morral la bolsita

            Atadito de cosas

            El peso la etiqueta la requisa

 

Qué te puedes llevar

            Define imprescindible necesario útil

            Qué necesito hoy mañana qué

            Me la llevo esta esquina con el fucsia naranja de su tarde

 

 

Define imprescindible necesario útil

            El cuaderno tres libros que salvar del incendio

            Bordó un mantel mi abuela

            Sobre el mantel vajilla porcelana

            Campánulas de boda de tu boda el cuadro

 

Más es lo que no cabe en la maleta

            Todo

            No dejo cosas

            Aquí me dejo yo quién soy quién era

            Ahora equipaje bulto morral bolsita.

 

 

 

VII

 

Detrás de cada exilio hay una culpa

            Tan podrida la culpa

            Y el culpable

            Que no duerma en paz que se consuma íngrimo

            Con su propio veneno se inocule

            Que lo calcine el sol que el hígado le coman los zamuros

            Que a tientas vague su alma sin la piedad de nadie

            Que se coma su culpa tan podrida

 

Detrás de cada exilio

            Los escombros

            La ruina

            Tanto dolor la herida

            Y la sal en la herida

            Pérdida y renuncia la despedida un hueco

Pero delante del exilio

 

            Delante del exilio el horizonte solo.

 

La poeta Elizaria Flores.

 

Historias tristes

 

Gente que llora detrás de las ventanas

La lluvia cada noche y el zapato mojado

Hiere avergüenza jode el zapato mojado.

 

Alguien reza sin fe, alguien no vuelve nunca, alguien traiciona

Y el olor a flor muerta en los jarrones.

 

Hay quien arrastra su sambenito a diario

Y quien teje a croché y llora y desteje

Su fracaso y sus caries

Su hambre o sus hartazgos.

Hay quien va solo y enamorado solo

Hay la esperanza boba el desengaño

Malos poemas y peores camas.

 

Historias tristes hay en todas partes

Mi tristeza en gerundio sucediendo

No tiene nada que decir.

 

 

 

 

 

*(Venezuela, 1975). Poeta, escritora, traductora y editora. Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde 2004 y cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Traduce del portugués al castellano, entre otros, la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Ha publicado en poesía El tiempo es la herida que gotea (2009), El alcohol de los estados intermedios (2009), La silenciosa desesperación del sueño (2010), La gritaReescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila (2011), Inquietantes dislocaciones del pulso (2012), El cantar de los manglares (2018), TelemáticaReflexiones de una adicta digital (2021), LUCES ALTAS luces de peligro (2022) y cocreados con Inteligencia Artificial Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023); ha participado en diversas revistas literarias y antologías, la más reciente Temporary ArchivesPoems by women of Latin America, ed. Juana Adcock y Jèssica Pujol Duran (2022).

 

 

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