Por Renato Pita Zilbert*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Animal de Invierno /
(der.) www.limaenescena.pe
En busca del hilo que une todos los poemas.
Entrevista a Carlos López Degregori
A mano umbría (2019) del poeta Carlos López Degregori** es, a decir de su autor, una deriva. Agregamos que es una deriva estimulante y, al mismo tiempo, una esfinge. El libro contiene testimonios, afectos y reflexiones en diversas formas audaces de prosa, poesía e imagen. Es un laberinto transparente que guarda intacto su misterio.
López Degregori es una de las voces vivas más importantes de la poesía peruana y latinoamericana. Tras la publicación de su poesía completa en 2019, el autor nos ofrece un libro novedoso, un gran collage sobre la vida y el hacer poético.
Al publicarse A mano umbría, tuvo gran acogida en el ámbito local; pero merece mucha más atención y lecturas. En esta entrevista hablaremos con CLD de su libro y de lo que se desprende de él. De sus estratos, de oscuridades, de cierta genealogía, del universo paralelo y hasta de una muerte macabra a la vuelta de la esquina. Todo ello sin salir del enigma y la mano del poeta.
Entrevista
La búsqueda en la cara anterior a la poesía
Renato Pita Zilbert [RPZ]: Carlos, en varias oportunidades has señalado que A mano umbría (AMU) nace de textos que se desprenden de poemarios, artículos y otras anotaciones. ¿Cómo y cuándo te das cuenta que maduraba un libro en esos fragmentos?
Carlos López Degregori [CLD]: Desde finales de los años noventa he escrito ensayos, artículos; en algunos casos más formales, más de análisis de texto. Pero también empezaron a salirme unos textos más personales. Luego, un par de años antes de publicar Una mesa en la espesura del bosque (2010), empecé a escribir una serie de textos en prosa, de los cuales me salieron dos particularmente: El primero, indudablemente una primera versión del texto que abre AMU, que a pesar de tener una cuota de ficción parte de experiencias infantiles que para mí fueron, creo yo, definitivas. Apareció ese texto y también otro, sobre un soldado japonés [“Hermano Sastre”, presente en AMU], que en ese momento lo sentí como un cuento pequeño que no se vinculaba con los otros textos.
Luego escribí los textos de La espalda es frontera (2016) entre los años 2010 y 2015. De esos textos algunos deseché y otros quedaron en borrador. En ese conjunto aparecieron nuevos textos de fibras más personales. Pensé que serían parte de otro cuerpo, pero en ese momento aún era nebuloso, incierto.
Más o menos a partir de 2015 me di cuenta de qué estaban formando esos textos. Ya cuando empecé a corregir y revisar toda mi poesía para publicar Lejos de todas partes (2019), me di cuenta que tenía que armar ese libro que se llama A mano umbría. Entonces aparecieron más de los textos breves que son filatelias, abreviaturas; que son más poéticos, digamos.
De la misma manera seguí escribiendo ensayos y les fui dando una cuota mucho más personal. El ensayo era como un punto de partida para explorarme a mí mismo e indagar en mis preocupaciones y escritura. Poco a poco el libro fue perfilándose. Así aparecieron 49 textos que, creo yo, son la contraparte de mi poesía completa, pues son una poética, un testimonio de lo que significa para mí el hacer poético.
[RPZ]: Se te ha calificado de poeta insular. Se ha dicho que tus poemas son algo sin antecedentes, lejos de todo. AMU posee esa misma singularidad de tu poesía, pero a la vez desdice esas afirmaciones que te ponen como una isla, pues el libro reúne lazos literarios, amistades y referencias que habitan contigo ¿Qué representa AMU en tu literatura?
[CLD]: En realidad, eso del carácter insular fue algo de coyuntura durante los setentas y ochentas, cuando empecé a escribir: Mi poesía no encajaba dentro de lo que la mayoría de autores en ese momento buscaba. Ahora, sobre AMU, es un libro que fundamentalmente da testimonio de lo que ha significado para mí la escritura.
En el libro Lejos de todas partes recojo toda mi poesía completa, es un libro “vida”, un libro que ha ido creciendo conmigo. Allí los poemarios se acompañan con el año en que fueron escritos y hay una cierta poética en la concepción de lo que es la escritura que los unifica. Entonces, luego, AMU fue prácticamente un ajuste de cuentas conmigo mismo.
[RPZ]: ¿Contigo mismo?
[CLD]: Claro, era buscar ese hilo que une todos mis poemas. ¿Cuál es esa mano secreta, esa otra mano, esa tercera mano que está delante o detrás de quien escribe? Mi escritura ha jugado con la identidad y con mirarse a sí mismo. Creo que en mi escritura y en mi concepción de la poesía hay una parte oscura, y yo he tratado de auscultar ello.
[RPZ]: El libro es audaz, en él juntas varias formas literarias: el poema visual, el poema en verso o en prosa, hay artículos, hay ensayos personales, comentarios. Es un libro poco común en la literatura peruana ¿Cuáles son los referentes del libro en nuestra tradición literaria?
[CLD]: Bueno, yo no encuentro, por lo menos en la tradición de la literatura peruana o incluso en la literatura latinoamericana, un libro que exactamente sea de esa naturaleza. De las referencias que tengo estarían algunos experimentos de Julio Cortázar, por ejemplo, La vuelta al día en 80 mundos o Último round. Pero creo que están alejados porque esos libros juegan con formas literarias y funcionan a partir del tejido de intertextualidad.
AMU no es solo un libro que borra los géneros entre poesía y narrativa, sino es un libro que acoge, que recibe todo. Es como una deriva. Es como una embarcación en un gran océano y llega a distintas partes, que pueden ser poemas, imágenes, ensayos, testimonios o anti-testimonios más personales. Todo ello da una visión fragmentada de lo que yo soy.
Ahora, personalmente -y permíteme la primera persona aquí-, este es un libro que me agrada. Es un libro que me ha otorgado una libertad y me ha abierto puertas, porque lo que en este momento trato de hacer está allí.
[RPZ]: ¿Tu interés está ahora en esas exploraciones múltiples desde la poesía?
[CLD]: Yo me estoy preparando para cuando pierda el lenguaje…
Vínculos, fragmentación, desvanecimientos
[RPZ]: En AMU hay un ensayo que pone en especial relevancia al libro Contra el secreto profesional de César Vallejo. ¿Ese libro es también una influencia? En tu ensayo indicas que ves el libro de Vallejo como una poética…
[CLD]: Bueno, sí hay un vínculo porque Contra el secreto profesional también es un libro que se abre a muchos géneros. Ahora, es un libro que podemos discutir hasta qué punto lo es. En realidad, fue una concepción de Vallejo y no. Simplemente es una reunión de textos dispersos después de su muerte. Pero es un libro que tiene relatos, poemas en prosa, aforismo, es un libro que trata de esclarecer el hacer poético y también, de alguna manera, el hacer político en la realidad del autor.
Además, es uno de los textos menos analizados y estudiados de Vallejo. Y probablemente sea un libro que en este momento tiene mucha actualidad por esa estética del fragmento, de la dispersión, por esa incertidumbre e inseguridad.
Y bueno, es un libro que me interesa mucho. Como también las Prosas Apátridas de Ribeyro, cuyo origen está en los mismos diarios del autor. No todas, pero por lo menos una buena cantidad de las prosas surgen a partir de apuntes de páginas de los diarios de Ribeyro.
[RPZ]: La estética y, digamos, metodología de los fragmentos literarios, es un interés patente en todo el libro. También mencionas los diarios de Kafka como una influencia importante.
[CLD]: Kafka tiene una importancia cada vez mayor para mí. A él lo descubrí cuando salí del colegio y no por las novelas largas, sino por los relatos. Los relatos breves que algunos casi parecen poemas; y otros, simplemente, son escenas absolutamente magistrales. Sus diarios también están llenos de proyectos, apuntes, gérmenes de futuro.
El otro autor que para mí también es fundamental e importante, y también es mencionado en el libro, es Pessoa. Por esa fragmentación y capacidad de moverse en tantos lugares. Hace unos días, en un homenaje a Pessoa, dije que él es como un laberinto donde tienes muchas puertas de ingreso y en el que no hay ningún centro, donde no vas a salir, dónde puedes llegar a cualquier parte. No solo es el Pessoa de los cuatro grandes heterónimos, de los cuatro grandes poetas, sino esa multitud de voces. Él, de alguna manera, también recoge toda la fragmentación actual porque vivimos en una cultura cada vez más fragmentada, más dispersa. Nos estamos deshaciendo, desvaneciendo. El mundo y la sociedad también se están desvaneciendo.
La enfermedad y el oscuro
[RPZ]: Hay un poema, que está en AMU, y que especialmente tiene que ver con tu poética. Se llama Patografías.
[CLD]: Es un arte poética…
[RPZ]: Un bello poema, además. Pero, en la jerga médica, la patografía es una descripción de una determinada enfermedad. ¿Si los poemas son patografías, la enfermedad es la poesía? ¿Es correcta esta asociación?
[CLD]: Yo no diría que la enfermedad es la poesía, sino que la enfermedad es el caos, es el deterioro, es la entropía. Eso está a tu lado y la poesía es el hilo, la posibilidad de auscultar, de acercarte a esa zona, casi como un médico.
[RPZ]: ¿Qué es lo que encuentras en ese cosmos de lo enfermo?
[CLD]: Yo creo que esa obsesión, porque es casi una obsesión por la enfermedad, se vincula con algunos de los aspectos biográficos, que se señalan también en el libro. Yo pasé desde los cuatro hasta los quince años al lado de la enfermedad, al lado de un hospital, un sanatorio donde había niños enfermos. Yo me acuerdo haber visto una serie de niños en camas; claro, inmediatamente me sacaron. Ahora, no sé si esto me lo he inventado, si llegué a entrar… Sí son imágenes que después he visto, porque he encontrado videos de esa época y allí estaban los niños. Entonces, yo he vivido, digamos, al lado de la enfermedad. La enfermedad para mí es lo que está al otro lado de la pared y mi poesía se dirige a un otro lado. No sé lo que hay. En ese otro lado hay sombras, hay niebla, hay algo que no llego a dilucidar exactamente qué es. En ese sentido, la poesía es ese hilo que permite asomar allí, aunque no llegues nunca a saber exactamente qué hay al otro lado.
[RPZ]: Me parece esencial lo que dices, y ayuda a entender tu poesía. Porque el tratamiento literario que das a esa “enfermedad” o lado oscuro, no es la que haría un poeta maldito o romántico. No haces alegorías; exhibes, presentas. ¿Cómo te acercas a ese mundo enfermo? ¿Has sentido miedo al acercarte?
[CLD]: A veces sí, porque en realidad no sé lo que hay ahí. No sé quién vive, qué cosa bulle. Y llegará el momento, de repente, no sé si de mi vida o en el momento en que justo vaya a desaparecer, donde esa puerta se abra. Yo siento que estoy en una realidad aparentemente sólida, pero detrás de ella hay otra cosa que no sabemos exactamente qué cosa es.
[RPZ]: ¿La poesía te ha permitido convivir con ese otro espacio?
[CLD]: Sí, o sea, yo vivo como en dos realidades, en dos mundos. Pero no es esa imagen tan sencilla de Dr. Jekyill y Mr. Hyde. Fundamentalmente son dos estancias, como el relato de Julio Cortázar El otro cielo, que habla de Buenos Aires y París, donde aparece Lautréamont. En ese cuento existen dos mundos en los que se mueve y por los que se desplaza fácilmente el personaje del cuento. Bueno, yo también me muevo y desplazo en dos mundos. En este mundo, digamos, de Lima, del profesor, de un mundo organizado. Pero también me muevo a ese otro mundo, donde solo hay sombras, presencias. Y no lo siento como una amenaza, sino simplemente como una posibilidad de desplazarme y moverme en dos realidades. Ahora, no sé muchas veces quién de los dos [yo] escribe, o si ambos escriben. Es que el primer impulso se escribe al otro lado; pero después viene el impulso reflexivo, la presencia reflexiva que controla el poema, corrige y encausa los aspectos formales.
[RPZ]: Es interesante. Le das su lugar a esa oscuridad y la respetas, trabajan en conjunto.
[CLD]: ¡Sí! Y no lo asumo como una impostura, sino como algo que está. Con el tiempo lo he podido afirmar e incluso constatar. Para relatarte algo, he vivido casi una metáfora de ello durante algunos años en mi casa.
[RPZ]: ¿Cómo fue?
[CLD]: En la casa donde vivo en este momento, al lado, antes había otra casa. Una que jamás terminaron de construir, quedó casi en casco, semiconstruida. Esa casa estaba habitada por una pareja, personas un poco mayores y por un hijo. Ellos nunca salían, nunca se vinculaban con otras personas de la cuadra a las cuales sueles ver o reconocer. Un día llegaron los bomberos. Una vecina les llamó porque, digamos, estaba percibiendo olores de putrefacción. Entraron los bomberos, los fiscales y hasta un canal de televisión. Cuando abrieron la casa encontraron una escena absolutamente macabra: La señora había muerto, estaba muerta en su cama; el hijo, que tenía trastornos mentales, se había suicidado, se había colgado y estaba allí, colgado. Por eso fue que los vecinos empezaron a percibir lo extraño y raro, porque eran cadáveres en descomposición. Y había quedado vivo, el…
[RPZ]: ¡El esposo…!
[CLD]: El esposo… Que cuando abrieron la casa estaba ahí, débil, casi tirado en el suelo. Entonces me pregunté ¿He vivido durante años al lado de una casa en la que no sabía qué cosa sucedía? ¿Cómo habrá sido la vida cotidiana en esa casa? Entonces, vives en una realidad aparentemente muy segura, pero al lado, hay todo un universo que ni siquiera sospechas que está allí. Entonces, casi la misma cotidianidad me ha corroborado lo que de alguna manera pasa con mi escritura.
[RPZ]: A propósito de esta imagen cruda. Considerando tu universo oscuro, crispado, donde en poesía se lucen amputaciones, tumores, pústulas, como en un muestrario de lo grotesco como estética ¿Qué es para ti la fealdad?
[CLD]: Mis poemas tratan de ser muy cuidados formalmente en términos de ritmo e imágenes, pero quieren ser también un poco reticentes a no mostrar eso abiertamente. Sí creo que hay una estética de la fealdad, de lo torcido, lo deforme. Y creo que eso está en todos nosotros, o sea la fealdad es una parte nuestra. Y no tiene que ver únicamente con esos monstruos a los que te acostumbra el cine, las novelas, la literatura. Porque si tú te pones a ver, la fealdad es lo contrario de lo que una cultura entiende por equilibrio, por armonía. Es lo que no controlas. Eso puede ser de alguna manera la fealdad. En ese sentido creo que sí aparece en mi escritura.
[RPZ]: ¿Crees que la belleza puede ser una camisa de fuerza para la poesía?
[CLD]: ¡Sí! Además, la belleza siempre es muy relativa.
[RPZ]: Es particularmente interesante esto de la fealdad, porque permite hurgar en lo que genera rechazo, miedo. Fácilmente se dice feo a algo que simplemente no se comprende.
[CLD]: Por ejemplo, hay una película que se llama Freaks, de Tod Browning, que fue hecha en 1932 con fenómenos de circos. Por ejemplo, uno de los cineastas que me parecen muy interesantes y que digamos tienen una estética cercana a mis intereses es David Lynch. Siento que muchos de mis poemas parecen escenas de David Lynch. Creo que en mi poesía hay mucha visualidad. Si tu lees muchos de mis poemas es como que vieras una escena. Son escenas entre oníricas, siniestras, extrañas, raras. Tal vez por eso también tengo una cierta cercanía con el surrealismo como reconocimiento de la imaginación, del inconsciente, del sueño y también de la pesadilla. Y bueno, también hay en toda mi escritura una atmosfera de desaliento, de escepticismo, de poca esperanza, eso también creo que está presente.
El que siempre recuerda lo que le espera
[RPZ]: Carlos, nos has dicho que AMU se parece mucho a lo que quieres escribir ahora, pero en otro momento dices que puedes quedar en silencio. ¿Qué vislumbras? ¿Qué se viene en tus próximos trabajos?
[CLD]: En este momento tengo tres carpetas, grandes archivos donde estoy guardando cosas. Los tres van creciendo. Alguno está más avanzado que otro. Hay un primer proyecto que se llama Variaciones Victoria. Digamos que por mis vínculos médicos tengo en mi estudio un cráneo que se llama Victoria, lo tengo hace 30 años, y en realidad es casi como ese lugar barroco de reflexión, un memento mori, un recuerda que morirás, recuerda que es lo que te espera. Tal como sucedía con los monjes, los monarcas, ellos tenían su cráneo para tomar conciencia de lo que se venía. Entonces, este un proyecto que explora temas de la muerte, el tiempo y la memoria. Va a estar formado por 32 textos breves, deben llegar a ese número porque hay un diálogo e intertextualidad con las Variaciones Goldberg de Bach.
Hay otra carpeta, en este momento sin título, que es como una especie de museo. Una especie de museo en el que están surgiendo figuras, presencias. Son textos en prosa a partir de fragmentos, atisbos de historias. Y finalmente, hay otra carpeta más donde están apareciendo algunos poemas. En realidad, no sé cuánto me demoren estos proyectos.
[RPZ]: Cuando hablabas hace un rato del memento mori, recordé que en AMU y en tu poesía hay reiteradas alusiones a la muerte. Muchas veces me han recordado a esas pinturas del renacimiento llamadas vanitas, donde aparecen cráneos o elementos de putrefacción. ¿Tu obra sería como una gran vanitas?
[CLD]: Por supuesto que sí, incluso algunos de los elementos visuales que voy a tomar para estos proyectos son como una especie de naturaleza muerta, pueden aparecer flores, libros… Son además alegorías, porque todos esos elementos son vanidades. Vanidades porque lo que te espera a ti es, realmente, la muerte, el fin.
*(Perú). Poeta, artista plástico y comunicador. Se desempeña en temas de la Amazonía y los pueblos indígenas. Ha publicado los libros de poesía Cuadernos del neopregón (2005), El animal se muere en los límites de un país conocido (2015) y Tapir Tapir (2021).
**(Lima-Perú, 1952). Poeta y ensayista. Se desempeña como docente en la Universidad de Lima (Perú). Ha publicado en poesía Las conversiones (1983), Cielo forzado (1988), El amor rudimentario (1990), Aquí descansa nadie (1998), Retratos de un caído resplandor (2002), Una mesa en la espesura del bosque (2010), La espalda es frontera (2016), entre otros. Sus poemarios son los capítulos de un único libro titulado Lejos de todas partes 1978 – 2018, escrito a lo largo de cuarenta años y publicado a finales del 2018. A la vez, ha publicado en poesía las antologías de su obra Campo de estacas (Colombia, 2014), Herida de mi herida (Chile, 2015) y 99 púas (España, 2017). Su último libro es A mano umbría, un volumen de límites borrosos que reúne memoria, testimonios, poemas en prosa, componentes de ficción y ensayos.