El yo y la gran ciudad. El Expresionismo romántico. Georg Heym + 3 poemas

Poemas: Georg Heym

Nota y traducción por: Montserrat Armas

Crédito de la foto: izq. www.kinderland-diana.de

der. www.metropolisms.blogspot.de

 

 

El yo y la gran ciudad. El Expresionismo romántico.

(Georg Heym)

 

(Notas para una introducción)

 

Die Dämonen der Städte y Der Gott der Stadt son dos poemas que forman parte del único libro que Georg Heym publicó en vida, Der ewige Tag. Estos y algún otro poema como “Die Städte”[1] son los que han contribuido a consagrarlo como el poeta expresionista de la gran urbe. Al leer estos versos recuperamos un malestar que todavía hoy pervive.

Atracción y repulsión por las grandes ciudades. Un espacio del que el individuo desea escapar, pero en el que se siente atrapado por una magia inexplicable e invisible: el estilo de vida urbana, que destruye al individuo a la vez que le proporciona identidad. Un yo incapaz de vivir y de sentir fuera de la gran urbe, obligado a respirar el humo de las fábricas y fascinado a su vez por el vértigo con que las ciudades cambian su aspecto, convirtiéndose en ciudades de acero, cuyos templos son las fábricas. Un yo devorado por la masa y el anonimato al que le condena la gran ciudad. Ich und die Stadt (Ludwig Meidner, 1913).

El poeta se convierte en observador, en fotógrafo, en director de cine, y desde un punto fijo va describiendo un paisaje, a veces íntimo, en medio de la oscuridad e iluminado sólo por su ojo, que desvela una realidad tras la apariencia. El poeta acerca o aleja su ojo, imprimiendo así dinamismo a sus poemas, hasta que consigue la imagen perfecta, una imagen diabólica e infernal cuyo centro es un dios cruel y caprichoso, y la registra para siempre, como crítica a la imagen burguesa de la ciudad, como provocación a sus valores.

La noche eterna. Entre el atardecer que se adentra en la noche y lo tarde que despunta la mañana sitúa el poeta su escenario lleno de sombras y tonalidades: el mundo de la noche, donde transcurre una realidad paralela de la que sólo el poeta es consciente. Es el reino de los sueños, de lo visionario, de lo incomprensible, de lo terrible, de la muerte, del desamparo del ser humano. Paisajes apocalípticos (de nuevo, Ludwig Meidner).

 

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El dios/los demonios de la ciudad. Caprichosos, recorren las accidentadas calles, y, ya cansados, se sientan en los tejados, se apoyan en los puentes. Son los dueños de la noche, marineros de la ciudad que navegan por las calles. Su sombra es su única estela. Imágenes-presentimientos que atormentan a los habitantes de la gran ciudad.

Incapacidad del hombre para reaccionar ante una realidad que lo devora.

Calles, puentes, fábricas, torres, farolas… Toda esta naturaleza muerta, este paisaje industrial (Ludwig Meidner, Max Beckmann) que susurra al poeta los sentimientos más íntimos del hombre urbano (sus miedos, el presentimiento de la muerte), se describe con tanta minuciosidad y sensibilidad como la que el poeta dedica a la descripción de un paisaje de montaña o de un atardecer.  Sensibilidad propia del expresionismo romántico.

El poeta desprende una realidad que yace en los objetos (símbolos) para expresarla mediante un lenguaje visionario.

Equivalencia ciudad=infierno. Un mundo de fealdad y desarmonía sobre el que funda Georg Heym un nuevo ideal de belleza.

Düsseldorf, verano de 2014.

 

Meidner_TheCornerHouse
La casa de la esquina.
Pintura de Ludwig Meidner

 

 

Tres poemas.

Georg Heym

 

 

LOS DEMONIOS DE LAS CIUDADES

(1910)

 

Recorren la noche de las ciudades,

Que negras se doblegan bajo su pie.

Como barbas de marinero en torno a su mentón

Están negras las nubes por el humo y el hollín.

 

Su larga sombra se balancea en el mar de casas

Y apaga las hileras luminosas de las calles.

Ella se desliza con dificultad como niebla sobre pavimento

Y lenta anda a tientas casa por casa.

 

Sobre una plaza ha colocado un pie,

Y arrodillado apoya el otro sobre una torre,

Así se alzan, donde cae negra la lluvia,

Tocando las flautas de Pan en la tormenta de nubes.

 

En torno a sus pies gira el ritornello

Del mar de las ciudades con música triste,

Un gran canto fúnebre. Ya sordo, ya estridente

Cambia el tono, que se eleva en lo oscuro.

 

Caminan junto al río, que negro y ancho

Como un reptil, su espalda manchada de amarillo

Por las farolas, se retuerce triste

En la oscuridad, que cubre de negro el cielo.

 

Se apoyan con dificultad sobre un muro de un puente

Y hunden sus manos en el enjambre

De hombres, como faunos que al borde

De los pantanos hurgan con su brazo en el fango.

 

Uno se levanta. Cuelga ante la luna blanca

Una máscara negra. La noche, que cae

Como plomo del cielo sombrío, profundamente

Empuja las casas al pozo de lo oscuro.

 

Crujen los hombros de las ciudades. Y estalla

Un tejado, del que brota un fuego rojo.

Se sientan despatarrados en su cima

Y como gatos maúllan al firmamento.

 

En un cuarto cubierto de tinieblas

Grita una parturienta con dolores.

Su cuerpo fuerte sobresale enorme de las almohadas,

Y en torno a él, de pie, los grandes diablos.

 

Se aferra temblando al potro del dolor.

En torno a ella, la habitación oscila por su grito.

Llega el feto. Se abren sus entrañas, rojas y largas,

Y sangrantes las desgarra el feto.

 

Los cuellos de los diablos se alargan como jirafas.

El niño, sin cabeza. La madre lo tiende

Ante sí. Cae hacia atrás, en su espalda,

Hendidos, los dedos de rana del espanto.

 

Pero los demonios se hacen enormes.

El cuerno de su sien desgarra rojo el cielo.

En torno a su pezuña, el terremoto truena

Por el seno de las ciudades, propaga el fuego.

 

Ludwig Meidner's Revolution (1913)
Revolución.
1913.
Pintura de Ludwig Meidner

 

EL DIOS DE LA CIUDAD

(1910)

 

Se sienta despatarrado sobre un bloque de casas.

Los vientos se acumulan sombríos en torno a su frente.

Lleno de furia mira a lo lejos, adonde

En soledad se pierden las últimas casas en el campo.

 

Desde el atardecer le brilla a Baal su panza roja,

Las grandes ciudades se arrodillan en torno a él.

Las innumerables campanas de las iglesias

Se alzan hacia él desde un mar de negros campanarios.

 

Como danza de coribantes brama la música

De multitudes por las calles.

El humo de las chimeneas, las nubes de la fábrica

Hacia él se elevan, igual que azulea el aroma de incienso.

 

La tormenta se inflama en sus cejas.

El oscuro atardecer se adormece en la noche.

Las tempestades revolotean, y como buitres miran

Desde su cabellera que se eriza de cólera.

 

Él levanta en la oscuridad su puño carnicero.

Lo agita. Un mar de fuego, veloz, recorre

Una calle. Y el vapor ardiente ruge

Y la devora, hasta que tarde despunta la mañana.

 

 

LAS CIUDADES

(1911)

 

Accidentadas calles de ciudades

Que se oscurecen agazapadas en la tarde,

Multitud de perros ladrando en el vacío.

Y sobre los puentes, vimos grandes coches,

 

Voces temblorosas, traídas por el soplo del viento.

Y ojos redondos nos observaban tristes

Y grandes rostros, sobre los que fluía

La remota carcajada de maliciosas frentes.

 

Dos pasaron por delante con abrigos amarillos,

Llevaban nuestras cabezas ante sí

Cubiertas de sangre, y en sus mejillas hundidas

Todavía por secarse un último rojo.

 

Huimos por miedo. Pero un río de blancas ondas

Nos impedía el paso con dientes regañados.

Y tras nosotros, el inflamado sol poniente

Ahuyentaba calles muertas con espada feroz.

 

 

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(original en alemán)
 

 

Apocalyptic Landscape, 1913
Paisaje de la apocalipsis.
1913.
Pintura de Ludwig Meidner

Drei Lyrik.

Georg Heym

 

 

 

DIE DÄMONEN DER STÄDTE // Sie wandern durch die Nacht der Städte hin, / Die schwarz sich ducken unter ihrem Fuss. / Wie Schifferbärte stehen um ihr Kinn / Die Wolken schwarz vom Rauch und Kohlenruss. // Ihr langer Schatten schwankt im Häusermeer / Und löscht der Strassen Lichterreihen aus. / Er kriecht wie Nebel auf dem Pflaster schwer / Und tastet langsam vorwärts Haus für Haus. // Den einen Fuss auf einen Platz gestellt, / Den anderen gekniet auf einen Turm, / Ragen sie auf, wo schwarz der Regen fällt, / Panspfeifen blasend in den Wolkensturm. // Um ihre Füsse kreist das Ritornell / Des Städtemeers mit trauriger Musik, / Ein grosses Sterbelied. Bald dumpf, bald grell / Wechselt der Ton, der in das Dunkel stieg. // Sie wandern an dem Strom, der schwarz und breit / Wie ein Reptil, den Rücken gelb gefleckt / Von den Laternen, in die Dunkelheit / Sich traurig wälzt, die schwarz den Himmel deckt. // Sie lehnen schwer auf einer Brückenwand / Und stecken ihre Hände in den Schwarm / Der Menschen aus, wie Faune, die am Rand / Der Sümpfe bohren in den Schlamm den Arm. // Einer steht auf. Dem weissen Monde hängt / Er eine schwarze Larve vor. Die Nacht, / Die sich wie Blei vom finstern Himmel senkt, / Drückt tief die Häuser in des Dunkels Schacht. // Der Städte Schultern knacken. Und es birst / Ein Dach, daraus ein rotes Feuer schwemmt. / Breitbeinig sitzen sie auf seinem First / Und schrein wie Katzen auf zum Firmament. // In einer Stube voll Finsternissen / Schreit eine Wöchnerin in ihren Wehn. / Ihr starker Leib ragt riesig aus den Kissen, / Um den herum die grossen Teufel stehn. // Sie hält sich zitternd an der Wehebank. / Das Zimmer schwankt um sie von ihrem Schrei, / Da kommt die Frucht. Ihr Schoss klafft rot und lang / Und blutend reisst er von der Frucht entzwei. // Der Teufel Hälse wachsen wie Giraffen. / Das Kind hat keinen Kopf. Die Mutter hält / Es vor sich hin. In ihrem Rücken klaffen / Des Schrecks Froschfinger, wenn sie rückwärts fällt. // Doch die Dämonen wachsen riesengross. / Ihr Schläfenhorn zerreisst den Himmel rot. / Erdbeben donnert durch der Städte Schoss / Um ihren Huf, den Feuer überloht.

 

 

 

DER GOTT DER STADT// Auf einem Häuserblocke sitzt er breit. / Die Winde lagern schwarz um seine Stirn. / Er schaut voll Wut, wo fern in Einsamkeit/ Die letzten Häuser in das Land verirrn. // Vom Abend glänzt der rote Bauch dem Baal, / Die grossen Städte knien um ihn her. / Der Kirchenglocken ungeheure Zahl / Wogt auf zu ihm aus schwarzer Türme Meer. // Wie Korybanten-Tanz dröhnt die Musik / Der Millionen durch die Strassen laut. / Der Schlote Rauch, die Wolken der Fabrik / Ziehn auf zu ihm, wie Duft von Weihrauch blaut. // Das Wetter schwelt in seinen Augenbrauen. / Der dunkle Abend wird in Nacht betäubt. / Die Stürme flattern, die wie Geier schauen / Von seinem Haupthaar, das im Zorne sträubt. // Er streckt ins Dunkel seine Fleischerfaust. / Er schüttelt sie. Ein Meer von Feuer jagt / Durch eine Strasse. Und der Glutqualm braust / Und frisst sie auf, bis spät der Morgen tagt.

 

 

 

DIE STÄDTE // Der dunkelnden Städte holprige Strassen / Im Abend geduckt, eine Hundeschar / Im Hohlen bellend. Und über den Brücken / Wurden wir grosse Wagen gewahr, // Zitterten Stimmen, vorübergewehte. / Und runde Augen sahen uns traurig an / <Und> grosse Gesichter, darüber das späte / Gelächter von hämischen Stirnen rann. // Zwei kamen vorbei in gelben Mänteln, / Unsre Köpfe trugen sie vor sich fort / Mit Blute besät, und die tiefen Backen / Darüber ein letztes Rot noch verdorrt. // Wir flohen vor Angst. Doch ein Fluss weisser Wellen / Der uns mit bleckenden Zähnen gewehrt. / Und hinter uns feurige Abendsonne / Tote Strassen jagte mit grausamem Schwert.

 

 

 

 

 

 

 

*(España, 1969). Doctora en Filosofía con interés creciente por la cultura alemana. Sus estudios sobre Friedrich Nietzsche, Arthur Schopenhauer y Richard Wagner dieron como resultado varios artículos publicados en diversas revistas de Filosofía. Ha publicado como traductora El mundo como voluntad y representación (2005) de Arthur Schopenhauer y En mitad de la vida. Poesía completa (2007) de Hermann Broch. Actualmente se interesa en el Expresionismo alemán, tanto en su dimensión literaria como artística.

 

 

 


[1] Los demonios de las ciudades, El dios de la ciudad y Las ciudades son poemas que he traducido a partir de Georg Heym, Dichtungen und Schriften. Band I Lyrik. Herausgegeben von Karl Ludwig Schneider, Verlag Heinrich Ellermann, 1964.

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