Por Yaxkin Melchy*
Crédito de la foto www.dentrodelosbosquesfamelicos.blogspot.com
El sonido de una gota de agua.
7 poemas de Yaxkin Melchy
Sueño
Recibí noticias tuyas
—Aún estás por entender
el lenguaje de la naturaleza—
Miremos juntos el amanecer
Dijiste
Miramos juntos el amanecer,
mi primera palabra
en gran lenguaje.
13 de octubre de 2016. 7:30 a.m. Ajusco.
Del pino
Hoy cayó una piña
sobre mi cabeza
¡Despierta! Me dijo
¡Despierta! Me dije
antes de dormir
19 de octubre de 2016. Ajusco
(de Meditaciones del Pedregal)
Entre las lluvias
Que no haya frialdad
en las montañas
Que el viento se llene
el corazón del perfume
del barro.
(Inédito).
13 de septiembre de 2018, El Rosal, Estado de México
Cosmos sulphureus “Mirasol amarillo”
—La vida espiritual de la planta es simple—
—El trabajo de la medicina
es una espiral luminosa
y sencilla—
—La palabra
alada
es un río
que escucha
Se comunica
en el canto
que reposa
en el sueño
y la vida
sosegada.
El aliento
del mundo
es movimiento
sin dejar
nada aparte.
La luz
de la estrella
se va encendiendo.
La mirada
del cielo
es profunda—
Para vivir
sin deseos
que nos intoxiquen
se cura
el espíritu.
Y lo oscuro
se vuelve luz
compartida.
Y así la espiral
asciende
más luminosa
en la resolana.
Que nuestras palabras
sean ríos de buena memoria
Que la luz
florezca en nuestros corazones.
28 de octubre de 2018. Tepoztlán
(Escrito en Tepoztlán en compañía de Hugo, quien sabe cosas de medicina, junto al pochote del estanque de las libélulas. Inédito).
La verdadera risa
Los maestros de Sol Verde son sus amigos:
aprender a cuidarse,
aprender a curarse,
aprender a danzar,
aprender a sentarse,
Y la enseñanza de mis amigos del bienestar es una:
—Ama la verdad que en ti es
y has de ella
tu trabajo en el mundo—
10 de abril de 2020. Tsukuba, día 5 del confinamiento.
Mariposa Bajo la Lluvia
Llega el día
que no importa quién soy
ni el que fui
ni el que seré
que se borran como las ilusiones
de los reflejos del agua
como las formas de las nubes
como el sonido de una gota de agua
y otra
Todo se escucha
Todo hace su canto
Todo ve con sus ojos
y saborea el agua
y se nutre de la tierra
Todo conoce su aroma
y vive y se desprende
y muere y se incorpora
No importa por ser quien fue
ni lo que será
Importa en el momento que
su corazón palpita
Habla en el momento en que
su corazón palpita
Dice su sueño en el momento que
su corazón palpita
Nunca ha perdido el origen
no importa si lo siembra
o si lo ignora
El origen vuelve a sí mismo
como la primavera
y camina adelante.
Para qué aferrarse a detener su paso
si el corazón se suelta
avanza con la primavera
se posa suave
sobre la flor.
18 de abril de 2020, Tsukuba, día 13 de confinamiento
(de Gaia, poemas en la Tierra)
Tres maneras de ser nativo (ecopoema)
Dios, estrella del espíritu
llena mi sueño
en el vacío humilde,
en la danza de los días.
Episteme de luz,
de las flores,
deja tu graciosa palabra
descansar
en el silencio de marzo.
Estrellas
y caracoles
en la playa
escucho las olas
en mi respiración
y veo la corriente
de kuroshio,
antigua
e invisible.
Le he dicho al poeta pescador,
—si tomo un barco
sobre esta corriente
llegaré a México—
y nos reímos juntos.
Nāga, (Nagasawa Tetsuo)
es su nombre
que significa la serpiente,
mensajera de aguas
un dragón
del Pacífico.
Nāga, yo me siento
como un hermano menor
de un hermano mayor,
en tu casa,
en Suwanose,
donde montas sobre la corriente
y me mencionas
a la poeta Ámbar Past
—y esta casa es igual
a la casa de Ámbar
que conocí en Chiapas—
¡Ah!
los Himalayas, los Méxicos,
las islas japonesas, las mandarinas
sashimi y pescados fritos.
Cenamos juntos
Nāga, Rada y yo
en esta isla de 70 habitantes
y un volcán activo.
Esa noche
antes de llegar
a la casa de Nāga
soñé con la basura
que atiborra
las playas
de todos los mares
y estuve ahí,
en Suwanose,
a diez horas en barco
desde Kagoshima
entre corales
y botellas de PET
de todos los mares.
Rada, me dice
—Cada tanto
la gente de la isla
recolecta la basura
para enviarla a Kagoshima
para procesarla,
pero siempre
llega más basura
y esa basura la comen
los peces, las tortugas,
las aves
y enferman—
Dios,
en este barco del mundo
cuida mis ojos de la basura
y de la basura en mi corazón.
Muéstrame la manera
abundante de flores
jardines, pájaros
y coral azul:
—Inochi no sango— Coral de la vida
así dijeron hace décadas
estos poetas ecologistas
para salvar los corales.
Entonces jóvenes de América
vinieron en sueños
a Suwanose.
Hoy,
mis manos
y mis pies
me mueven
llevando
las semillas
de algún brillo
por tierras lejanas.
Voy con el amor
de mis abuelitos
y de mis conchitas
de Coatzacoalcos.
Sobre estos caracoles,
que se llaman
takaragai, cauries,
caracoles de tesoro,
brilla el violín wixárika
así como hace unos días
en un margen del río Isso,
brillaron las flores
de la palabra florida
del pájaro xiuhtototl.
Aquel entonces, en Yakushima,
la isla del cedro Jōmon,
en la casa de los Yamao,
hablamos de flores
e insectos
y del pájaro sankōchou 三光鳥
un ave del paraíso
de mayo.
Esa noche,
hablamos de la palabra
que llena el corazón de flores
y reí junto a Calabaza Tonta
y su esposa Haruko
y la guitarra de Te-chan
que ahora lee mi poema.
Japoneses de la ciudad,
neo-rurales,
que ahora cultivan la tierra
y rezan
al Buda Amida.
Y Amida Nyorai
está en el paraíso
de una cabaña de montaña 山小屋
y deja escuchar canciones de compasión y milagro.
Aquí, en su ermita de la tonta perspectiva 愚角庵,
Sansei recitaba a Milarepa
leía a Rumi
recitaba el Sutra del Loto
y con Shinkai
escuchaban un disco de Atahualpa Yupanqui.
Y el buen vivir
del corazón
llenó de perfumes
este cuarto
cuyos libros ahora envejecen
y cuyos tatamis se llenan de hormigas.
Colecciones de piedras,
fotografías junto a las plantas,
Sansei —líder estudiantil anarquista
del 68 japonés—
siembra camotes,
papas
y escribe poemas de la calabaza
y las flores
que sobreviven a los tifones.
Y Calabaza Tonta, su hermano,
me enseña el disco de Yupanqui:
El hombre, el paisaje y su canción
grabado en Sapporo
y saca libros que me regala,
entre ellos un tratado sobre Bashō
(que algún día espero leer)
y en fina caligrafía escribe su nombre
愚唐茄子 Gutōnasu (Calabaza Tonta).
Esa noche comemos camarones empanizados,
espinacas y un delicioso guiso de papas de Yakushima.
Yo hablo en japonés,
casi sin saber cómo,
explicando con el corazón
el final de Tecayehuatzin
en la reunión de poetas de Huexotzingo.
—Éramos jóvenes
buscando nuestro camino,
pero en ese momento, quién diría
que treinta años después
vendría un poeta mexicano a visitarnos—dice Haruko.
Ah, Camino escondido.
Camino de Shirakawa, de Isso,
que lleva a un templo budista zen
junto a piedras de dos toneladas.
Allí fueron juntos Sansei Yamao y Nanao Sakaki
a visitar las aves del paraíso.
¡Sankōchou!
¡Sankōchou!
Aves del paraíso
que regresan cada año
a las islas del sur
como las flores del mokuren,
como las cenizas
y los huesos triturados
de Nanao Sakaki
que volvieron
al río Sendai
al norte de Kagoshima.
Allí, en la tierra natal de Nanao
vi el índigo de la familia
de los tintoreros de Satsuma,
y el azul era un pez recién nacido
migrando al mar.
Y quizá ahora,
Nanao, el caminante
que llegó a la Luna,
que fundó la Academia de vagabundos,
parte en su viaje planetario
por esta galaxia
en un grano de arena.
Parte en una balsa,
en una canción
de esta tribu.
Ah, semillas del viento
que traen las buenas nuevas
de las islas misteriosas
Semillas del viento
van caminando
navegando
y cantando
con la primavera:
Por el camino nativo
dispersas por las colinas
florecen las yamasakuras.
21 de marzo de 2018- 2 de enero de 2022, en las islas del sur de Japón
(Se trata de un ecopoema sobre las vidas de los poetas japoneses Nanao Sakaki, Sansei Yamao y Tetsuo Nagasawa, un poema de inmersión ecopoética por las islas de Kyūshū, Yakushima y Suwanosejima durante un viaje que el autor realizó entre el 9 y 26 de marzo de 2018. Inédito).
*(Ciudad de México-México, 1985). Poeta, traductor e investigador del pensamiento ecopoético. Maestro en Estudios de Asia y África por el Colegio de México en el área de Japón. En la actualidad realiza un doctorado sobre el pensamiento ecopoético de Japón y América Latina e Indígena en la Universidad de Tsukuba (Japón). Escribió una columna sobre ecopoética y el haiku para la revista El Rincón del Haiku (2020) y junto con Pedro Favaron, coordina para Cactus del Viento la serie de poesía Ecopoéticas de la Madre Tierra. Ha publicado en poesía Hatun Mayu (2016), Cactus del viento (antología de poemas de Nanao Sakaki, 2017), Meditaciones del Pedregal (2019) y GAIA. Poemas en la Tierra (2020).