Presentamos una selección de poemas de Eugenio de Andrade, seudónimo de José Fontinhas (1923-2005), poeta y traductor portugués ganador del Gran Premio de Poesía de Portugal en 1989 y del Premio Camões en 2001, quien empezara su carrera poética con la publicación de Adolescente (1942) y As mãos e os frutos (‘Las manos y los frutos’, 1948), poemario con el que se consagra como una de las voces poéticas insulares más importantes en su país, al ser considerado uno de los mayores logros de la poesía portuguesa contemporánea.
Por: Eugenio de Andrade
Traducción del portugués: Iván García
Crédito de la foto: www.abretelibro.com
El sol de invierno
PRIMAVERA EN OXFORD
La floración:
el cuerpo magnífico
del viento nos trae el aroma
de la floración de las lilas
en las calles más íntimas de Oxford,
coronando
de alegría a los muchachos
que huyen en bicicleta bajo la lluvia
menuda y clara,
como si la luz corriese con ellos
hacia un encuentro nupcial
conmigo o con la vida.
LLUVIA DE MARZO
La lluvia detrás de los cristales,
la lluvia de marzo,
encendida hasta los labios, danza.
Pero la maravilla
no es que la primavera llegue así
como si nada,
la maravilla son los versos
de Williams
sobre la rastrera y amarilla
flor de mostaza.
CANCIÓN DEL PASEO ALEGRE
En el invierno el viento está como dios
en todas partes: en la cabellera verde de los cometas,
en el largo y turbulento sueño de los niños,
en los ciegos fundamentos de la alegría.
Ten piedad, le digo,
sé bueno con los desamparados,
sonríe a quien vuelve tarde a casa –la boca
amarga del fermento de la tristeza.
Al igual que dios, el viento
baila indiferente sobre la arena.
FRUTOS
Higos, fresas, manzanas,
melones, melocotones, cerezas,
peras, sandías, naranjas,
oh música de mis sentidos,
pura delicia de la lengua;
déjame ahora hablar
de la fruta que me fascina,
por el sabor, por el color,
por el aroma de sus sílabas:
mandarina, mandarina.
LAS NUBES
A veces bailan en las colinas
o en los ojos de las tórtolas:
van hacia al sur, buscan
la luz fresca de las islas,
los pies diminutos de la lluvia,
el estallido del mar,
el olor juvenil de la leña
todavía verde y con resina,
el alma de las placitas,
los gorriones, el susurro del alba.
LA SÍLABA
Toda la mañana anduve en busca de una sílaba.
Poca cosa, ya sé: una vocal,
una consonante, casi nada.
Pero sólo yo sé
la falta que me hace.
Por eso la busqué tan obstinadamente.
Sólo ella podía protegerme
del frío de enero, del ardor
del verano. Una sílaba.
Una única sílaba.
La salvación.
LAS MANZANAS
Del alma sólo sé lo que sabe el cuerpo:
donde la esperanza y la gracia
aspiran al ardor
del fuego está la morada del hombre.
Ve cómo arden las manzanas
en la frágil luz del invierno.
Así debería ser una
casa: brillar en el crepúsculo
sin usura ni vileza
con la compañía de las manzanas.
Así: limpia, madura.
CANCIÓN
Viene de la música de Verlaine
la lluvia
y nadie,
ni el sol,
tiene pies tan hermosos.
En la boca
el verano, en la colina
el barco.
El aire,
en cada calle el aire,
conmigo baila.
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(versión original em portugués)
PRIMAVERA EM OXFORD
A floração –
o imponderável corpo
do vento traz-nos o cheiro
da floração dos lilases
nas ruas mais íntimas de Oxford,
coroando
de alegria os jovens
fugindo de bicicleta à chuva
miúda e clara,
como se a luz corresse com eles
para um encontro nupcial
comigo ou com a vida.
CHUVA DE MARÇO
A chuva detrás dos vidros,
a chuva de março,
acesa até aos lábios, dança.
Mas a maravilha
não é a primavera chegar assim
como se não fora nada,
a maravilha são os versos
de Williams
sobre a rasteira e amarela
flor da mostarda.
CANÇÃO DO PASSEIO ALEGRE
No inverno o vento está como deus
em toda parte: na cabeleira
verde dos cometas, no extenso
e turbulento sono dos rapazes,
nos cegos fundamentos da alegria.
Peço–lhe que tenha piedade,
que seja amável com os que não dormem
debaixo de telha, que sorria a quem
regressa a casa a deshoras – a boca
amarga do fermento da tristeza.
À semelhança de deus, o vento
dança indiferente nas areias.
FRUTOS
Pêssegos, peras, laranjas,
morangos, cerejas, figos
maçãs, melão, melancia,
ó música de meus sentidos,
pura delícia da língua;
deixa-me agora falar
do fruto que me fascina,
pelo sabor, pela cor,
pelo aroma das sílabas:
tangerina, tangerina.
AS NUVENS
Por momentos dançam nas colinas
ou nos olhos das rolas:
vão para o sul, procuram
a luz molhada das ilhas,
os minúsculos pés da chuva,
a crepitação do mar,
o cheiro juvenil da lenha
verde ainda e com resina,
a alma das pequenas praças,
os pardais, o sussurro das matinas.
A SÍLABA
Toda a manhã procurei uma sílaba.
É pouca coisa, é certo: uma vogal,
uma consoante, quase nada.
Mas faz-me falta. Só eu sei
a falta que me faz.
Por isso a procurava com obstinação.
Só ela me podia defender
do frio de janeiro, da estiagem
do verão. Uma sílaba.
Uma única sílaba.
A salvação.
AS MAçãS
da alma só sei o que sabe o corpo:
onde a esperança e graça
aspiram ao ardor
da chama é a morada do homem.
Vê como arden as maçãs
na frágil luz de inverno.
Uma casa devia ser
Assim: brillar ao crepúsculo
sem usura nem vileza
com as maçãs por companhia.
Assim: limpa, madura.
CANÇÃO
Vem da canção de Verlaine
a chuva
e ninguém,
nem mesmo o sol,
tem pés tão formosos.
Na boca
o verão, na colina
o navio.
O ar,
em cada rua o ar,
dança comigo.