Por Daniel Arella*
Crédito de la foto www.festivaldepoesiademaracaibo.wordpress.com
El origen resplandeciente del silencio.
5 poemas de Daniel Arella
CUANDO EL PROFESOR Briceño Guerrero
hablaba y hablaba sobre la poesía
y el origen resplandeciente del silencio
Yo te murmuraba palabras obscenas
para que se enredaran en tu cabello
de relámpago oscuro
y te musitaba besitos delgados.
Cuando él hablaba sobre
el dragón rojo en que cabalgaba Lao-Tsé
para buscarte y entregarte
la cabeza de Confucio llena de amapolas
Yo te murmuraba canciones dementes
Mientras él decía que sentía que había perdido algo
yo sentía que te había encontrado a ti
exacta húmeda furiosa
para que me recitaras fumada el poema de Jorge Teillier
que tanto te gusta las veces que quieras
y quedarme dormido al fin
en el bosque astral de tu cabeza
sobre tus teticas despiertas
y seguirte murmurando
aquello que no es poesía
ni silencio resplandeciente
ni mantra
ni sonatina
ni un grito desplegado como un cielo de nubes
ni invertebradas vocales durmiendo su acento en tu vientre
Mientras se hablaba de la inocencia
y los soles prenatales del cuerpo
Yo era un niño infernal
escribiendo este poema de amor para ti.
HE MATIZADO LOS AIRES que azotan el dulce cristal con que te miro.
Nunca olvides el miedo anterior al mal acumulado en una copa rota.
El sol traga vidrios, me dijo el puente, como tú sediento,
agua masticada por la luz de la sangre.
Y he llovido la verdad sobre las espumas, tú lo sabes.
El rocío es un beso libertado y yo soy los zapatos del río.
La lejanía me desconoce pero he nacido para que se enamore de mí
y sólo eso deseo saber.
La muerte me hace el oral mientras le canto una canción estúpida
y no es tan estúpida ahora que la escucha el puente sobre el me he detenido
furioso para bajarme el cierre y reventarla
con la erección de todas mis sombras.
No es mucho lo que podría decir la angustia,
pero el puente me dijo que el río es un hombre descalzo,
un camino de nubes, una larga espada de luz derramada sobre la tierra
como si la sangre fuese anterior a la herida y la herida un puente
tendido entre nuestras bocas.
a Pedro Varguillas
TODOS LOS NUESTROS se han venido
se han venido
los nuestros
Sara
(como inconclusas piedras
entre nosotros nos gastamos)
De abajo nos hemos venido
Aparecieron de pronto
con el tufo
y la sonrisa partida
Estaban perdidos
amanecidos
locos
Ahora somos muchos, Sara
Los que se han venido
Éramos fantasmas todos
puntuales como la desgracia
Vinieron a cantar su delirio
a bendecir nuestra amistad
Vinieron cargados
Los nuestros se han venido
y son muchos ahora, Sara
Somos muchos
ahora
Llegaron con el relámpago
Llegamos con la lluvia
Con el arco-iris llegaron
Llegamos
puntuales como la sed
a verte
Se vinieron todos
Se han corrido encima de ti
Se vinieron desde fondo
para que este poema te entrara
y tu poema me entrase
y nos entremos
Sara
y todos se te entren
porque han venido de lejos
para entrarte
con unos pocos poderes
a no maldecir la tarde
como gitanos absurdos
con su sensualidad triste
y su hambre aterciopelada
y sus voces de ultratumba
Ahora somos varios, Sara
los que hemos surgido del polvo
con los 1.000 amores que nos crucificaron
Hemos venido de abajo
a darnos un abrazo largo
y olvidar la poesía por última vez.
TEMO EL DÍA en que amanezca
y descubra de que nunca exististe
Antes de que me apunte el hierro contra la sien
me obligaré a dormir en ese instante
para soñarte eternamente
Llegará el día
Lo sé
fuera del tiempo
Me despertarás comiéndote mis párpados con dulzura
Una mañana de abril
de la misma forma como un pájaro atormentado por la noche
va picando la fruta con paciencia
para encontrar al Sol
SILVA A LA AGRIMENSURA de la zona mórbida
No olvido tu rostro, nunca
Mi persona se santifica, creo en el negro de tus manos, siempre
Yo vine oscuro a que me vieras, a ver si no fui yo el que mató al hombre
Mi miedo es la medida de las cosas
Yo sufrimiento no, acaba, la palabra no puede ser sangre
Yo necesito acabar esto
Necesito que este grito acabe
No sé acabar; las estrellas me dicen que no
Que si es posible
Les creo
Los árboles me dicen que les crea, que las estrellas son mi madre
La locura es tener muchas madres
La locura es la belleza afilada en la garganta de la puerta
“Mide” –“Tú no sabes medir”
La oscuridad puede ser un cerebro
Un cerebro de balas incorpóreas, de rosarios de bala
Mi pensamiento tiene la forma de una bala en tu cerebro
Yo nací atravesando tu cuerpo al cruzar la calle
Yo te miraba desde el ojo rojo del semáforo pensar en tu hermano
Te vi pasar desde el gato solitario por la avenida Universidad pensando en tu hermano
Yo soy tu hermano
Yo soy la calle mojada que pisas
Me enamoré una vez y era agua y no quisieron recibirme en un cántaro
En un ánfora, o en una bolsa como un pececito naranja
Me dejaron caer al suelo, soy un charco que refleja los árboles de la calle
Soy un charco
Soy un charco como un muerto en la calle