Vallejo & Co. presenta, en exclusiva, una entrevista a la narradora argentina Samanta Schweblin, a propósito de la reedición en Lima (en versión corregida y revisada por la propia autora), de su libro de cuentos El núcleo del disturbio (Ed. Santuario, 2014). Once cuentos que perturban e incomodan al lector ante la irrupción de lo extraño e impensado en diversas situaciones de la vida cotidiana.
Por: Teo Pinzás
Crédito de la foto: © Alejandra López /
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El núcleo de Samanta
1) ¿Qué está leyendo Samanta Schweblin en este momento?
Estoy leyendo los cuentos completos de Amy Hempel, que nunca había leído y me tiene impresionadísima, es realmente buena. Su manera de escribir y de manipular una historia me dejó congelada, sin escribir por casi una semana, fue como un baldazo de agua helada. Increíble.
2) ¿Cuál es el último libro que te ha deslumbrado?
Bueno, no me canso de recomendarlo, así que ahí voy otra vez: Toque de queda, de Jessy Bell. También este año me encantó Muerte súbita de Álvaro Erigue, y Sukkwan Island de David Vann.
3) ¿Cuál es, en pocas palabras, el común denominador de los relatos de tu libro El núcleo del disturbio, recientemente reeditado por editorial Santuario en Perú?
Es un libro muy ecléctico porque fue mi primer libro, así que se parece mucho a la paleta de colores de un pintor. Hay de todo, de todos los colores y todas las intensidades. Son cuentos que escribí entre mis 17 y mis 21 años, y de hecho, son cuentos que se escribieron sin concebir siquiera la posibilidad de ser publicados, y menos publicados todos juntos, en un mismo libro. Pero aun así, algunas cosas en común pueden marcarse. Por ejemplo, una geografía y un clima de mucho extrañamiento. Cierta fatalidad en los personajes, la certeza de que no hay libre albedrío. Y también, aunque muy solapado, algo de humor y algo de horror.
4) Hace algunos años (2008) Fernando Gubbins, creador de la ya fenecida Primera Revista Latinoamericana de Libro (PRL), decía que la mejor narrativa latinoamericana del momento está en EE.UU. (inmigrantes) y que la mejor narrativa norteamericana actual está hecha por inmigrantes, sobre todo latinos. ¿Estás de acuerdo con sus ideas de entonces?
¿Quién dijo eso? Estoy en desacuerdo absoluto con las dos cosas. Los norteamericanos, por más que nos pese, siguen escribiendo una literatura de lujo. Son increíbles: Kelly Link, Amy Hempel, David Vann, Jessy Bell y solo estoy pensando en escritores contemporáneos que haya leído este último año y sean absolutamente geniales. Esto no desmerece la producción latinoamericana, que está pasando por un muy bien momento también. Pero para los norteamericanos los latinoamericanos seguiremos siempre siendo latinoamericanos, no hay que hacerse ilusiones con eso.
5) ¿Qué escritores peruanos te resultan interesantes y por qué?
Por supuesto, no me voy a olvidar en mi vida el día que leí La ciudad y los perros, o Los jefes. Tendría unos 14, 15 años, y sé que es poco obvio nombrar al gran premio Nobel peruano, pero realmente los primeros libros que leí de Mario Vargas Llosa tuvieron un impacto enorme para mí. Con la generación peruana contemporánea estoy un poco en deuda, supongo que habrá muchos buenos libros que se me están escapando, pero recuerdo haber leído muy buenas cosas de Carlos Yushimito y de Daniel Alarcón.
6) ¿Cuál prefieres: el libro electrónico o el libro impreso?
Los uso para cosas diferentes. Así que no puedo compararlos. Es como si me preguntaras si prefiero ir en coche y tomarme una buena chocolatada. La literatura la sigo leyendo en papel, quizá es algo generacional, o deformación profesional, pero necesito marcar los libros, tomar nota, doblar las esquinas de las hojas, pegarle papelitos y sobre todo, que nunca, por ninguna razón, el libro que abro me diga que ya no tiene suficiente batería. Pero tengo un e-reader y lo uso mucho también. Sobre todo para la gran cantidad de lectura interesante que encuentro en internet -me refiero a artículos, entrevistas, seminarios, todas las lecturas que no son ficción- y que de ninguna manera puedo leer de la pantalla, y para los viajes largos.
7) ¿Cuál es tu siguiente proyecto literario?
Distancia de rescate, la nouvelle que acabo de publicar, nació de un cuento que formaba a su vez un libro de cuentos, ya casi, casi, listo. Cuando Distancia empezó a crecer el proyecto del libro de cuentos quedó parado, así que ahora que el torbellino pasó estoy embarcada otra vez en el libro de cuentos, que supongo terminaré a principios del próximo año. Luego, tengo una segunda nouvelle en la que ya estoy pensando, muy en línea con Distancia de rescate.
8) Tres escritores jóvenes a los que debemos estar atentos los lectores (¿y por qué?).
Es muy difícil, porque sólo pensando en los argentinos ya se me ocurre una buena docena. Pero a ver, con mucha arbitrariedad, lo intento. Pedro Mairal, por lo original que encuentra hasta en las historias más simples, por la facilidad con la que salta entre géneros, y por buen tipo. Yuri Herrera, porque escribió la maravillosa “Trabajos de este reino”, que es lo más parecido a una novela policial kafkiana. Y Lina Meruane, por su furioso poder de observación.
9) ¿Qué tal la experiencia de publicar con la editorial nacional Santuario?
Es una relación que recién da sus primeros pasos, así que todavía es difícil pensar en esta experiencia. Pero por ahora todo marcha muy bien. Son buenos editores y parecen ocuparse bien de la difusión de los libros. Conozco además a Diego Trelles de proyectos anteriores y es gran promotor literario. Más allá de Santuario, creo además que publicar en editoriales independientes es lo mejor que le puede pasar a un libro en este momento. A esta altura, ya casi tienen tan buena distribución como los grandes monstruos editoriales, y llegan además a sitios y lectores a los que una editorial más grande no puede llegar. Cuidan más los libros, los saben vender mejor, y sobre todo -y sé que esto que voy a decir puede sonar a tontería, pero fatalmente también es una gran verdad-: hacen su trabajo con mucho amor.
10) Partir de lo cotidiano para luego romper el orden de lo ordinario es un procedimiento común de la literatura fantástica y algo que sucede en más de un relato de El núcleo del disturbio, ¿te consideras influida por la rica tradición de la narrativa fantástica argentina?
Por supuesto. Orgullosamente influida. Sobre todo por la literatura rioplatense, la que se escribe desde las dos orillas del Río de la Plata, donde el espacio de lo fantástico no trae vampiros y fantasmas, sino una negrura y un horror mucho más cotidianos, mucho más posibles, a veces incluso absolutamente realista. Pienso en Adolfo Bioy Casares, Antonio di Benedetto, Horacio Quiroga, Felisberto Hernández. Me formé leyéndolos, fueron gran parte de mis primeras lecturas y con ellos me enamoré perdidamente de la literatura.