Por Augusto Munaro
Crédito de la foto (izq.) Patronus Ed. /
(der.) Agustín del Sel
la poesía vendría a ser como la textura del lenguaje
“El lenguaje es tramposo”.
Entrevista a Laura Fuksman
Tan real como el pavo (Patronus Ed., 2019), segundo poemario de Laura Fuksman, es un libro cerrado, perfecto en su circularidad. Con un registro que se propone casi documental, como si cualquier desvío lírico o metafórico sustrajera la esencia de aquello que quiere ser enunciado, Fuksman asume el riesgo de quedarse en el límite mismo de la expresión poética. Voz por completo atípica pero no disonante. Una poesía que elude los lugares comunes.
Entrevista
Augusto Munaro [AM]: Ya desde la primera cita inicial de T. S. Eliot: “Sólo puedo decir, allí estuvimos: pero no puedo decir dónde./ Tampoco puedo decir cuánto tiempo, pues eso sería situarlo en el tiempo.”, el libro vislumbra una clara cuota de ambigüedad. ¿De qué modo la poesía te permite explorar el concepto de imprecisión?
Laura Fuksman [LF]: La imprecisión está en el lenguaje porque el lenguaje es tramposo. Si yo te cuento algo que pasó y que originó en mí la necesidad de escribir unos poemas, ¿puedo situarlo en el tiempo? ¿Puedo decir que ya pasó o sigue pasando? ¿O vuelve a pasar al momento que lo escribo? ¿Es una acción en un tiempo acabado? ¿O vuelve a producirse en el momento que alguien lo lee? Y a la vez, si un suceso que ocurrió hace por ejemplo 3 años me provocó dolor, y al recordarlo el dolor vuelve, o la misma tristeza, eso ¿ocurrió hace tres años realmente o de algún modo está volviendo a ocurrir?
[AM]: La idea de circularidad articula la estructura del poemario. ¿Por qué optaste por esa forma en particular, en donde aquello que comienza se desdibuja en un final y viceversa?
[LF]: Justamente por esto que te cuento. Porque Tan real como el pavo habla del tiempo, del paso del tiempo, del tiempo en los vínculos, de la impermanencia y la eternidad, del conflicto de algunos vínculos en los cuales las escenas se repiten como un disco rayado que una y otra vez vuelve a empezar. ¿Cómo es la idea de la impermanencia y del paso del tiempo en relación al deseo? Es algo sobre lo que me encuentro pensando últimamente.
[AM]: La repetición sostenida de un mismo verso, “todo comenzó”, y luego, “todo terminó”, en diferentes momentos del libro, apela a favor de una idea de la realidad y sus falsas apariencias. ¿Puede haber lirismo en la repetición?
[LF]: Creo que sí. Que no sólo es posible sino que la repetición, de algún modo, lo refuerza. Lirismo viene de lira. De lo musical. Y yo vengo de ahí. No tengo un recorrido literario académico. Mi formación es la que fui adquiriendo como lectora voraz. Vengo de la medicina, esa mezcla rara entre las humanidades y las ciencias. Y vengo de la música. En cualquier composición, una frase que se repite, es una frase que insiste, o una pregunta que no encuentra respuesta. Por un lado, mi proceso creativo es a través de la repetición. Por ejemplo, en Hostal Klezmer (2016) hay unos cuantos poemas que insisten con “no sólo el pan se vuelve cotidiano”. Pero es algo que me sucede en general, no sólo con la poesía. Me pasa también cuando saco fotos o hago collages. Tomo una idea, me invento una consigna, y la repito una y mil veces para explotar todo lo que tiene para darme.
[AM]: Me gustaría te refieras al proceso de escritura de este libro. ¿Fuiste trabajando los poemas por series?, ¿el orden del libro corresponde al orden de su escritura?, ¿por qué?
[LF]: Respondiendo a esta pregunta, y también volviendo un poco a la pregunta anterior: este libro habla de un vínculo, de su deterioro, y su reparación. ¿Podríamos decir con exactitud el momento en el que comenzó ese deterioro? Cada Todo comenzó… vendría a ser algo así como una opción entre tantas posibles. Y podría incluir aún más. En cambio, no fueron necesarios tantos Todo terminó. Los gestos de amor siempre me resultan más claros. A diferencia de Hostal Klezmer que me quedaron unos cuantos poemas afuera y cambié el orden de los mismos varias veces, en Tan real como el pavo todos los poemas fueron incluidos, y están por orden de aparición, tal cual los fui escribiendo.
[AM]: El libro posee una sintaxis particular. ¿Cómo y por qué decidiste desarrollar e incorporar las litografías de Valeria Di Tommaso?
[LF]: Soy una persona apasionada. Con mis afectos y con las cosas que hago. Yo ya había terminado la escritura, ya tenía el librito. Osvaldo Bossi, con quien comenzaba taller por esas épocas y con quien corregí el libro, me recomendó darle el material a Alfredo Machado para hacer una versión digital. Pero a mí me gusta leer en papel! Poder marcar, subrayar y hasta doblar las hojas! Entonces se lo mostré a Javier Roldán.
Mientras los muchachos leían el material, Valeria, queridísima amiga que vive en Londres desde hace algunos años, me contó que le apenaba no estar produciendo obra, que sentía algo así como un bloqueo. Mi respuesta a eso fue enviarle un mail con los poemas. Su respuesta a la lectura fueron ocho o diez bocetos de grabados. Para ese entonces Javier y Alfredo habían decidido dar rienda suelta a su proyecto. Armarían la editorial y editarían al pavo. ¡Mi felicidad era inconmensurable!
Me gusta hacer cosas con otros, formar parte de algo colectivo en todo lo que hago. Como médica trabajo fomentando la inter y multidisciplina, como terapeuta psicocorporal armo equipo de trabajo y coordino grupos, como cantante integro un quinteto. Por decisión editorial, el libro podía contener cuatro imágenes. Entonces con Valeria elegimos tres bocetos y comenzó a trabajar sobre ellos. Como además de apasionada, soy juguetona, le pedí que a su antojo eligiera uno ya creado y yo escribiría un poema sobre la imagen y así nació Costanera Sur de la coda. Como ves, las razones no son estéticas, sino afectivas.
[AM]: ¿Qué libros, pensás, podrían llegar a dialogar con Tan real como el pavo?, ¿por qué?
[LF]: Leo mucho, de muchos géneros y muchos autores diferentes. Desde muy chica fue así. Y aunque entre mi familia y amigos se dice que yo tengo muy buena memoria, te confieso que tengo lo que yo llamo memoria emotiva. O sea: Yo leo un libro. Me encanta. Marco párrafos incluso. Pero pasa el tiempo y no puedo citar al autor/a. Incluso de cosas que leí muchas veces. A veces me acuerdo muy vagamente de que se trata. Pero puedo recordar la sensación que tuve al leerlo, la emoción, y hasta alguna sensación física. Lo mismo me pasa con el cine. Es como que recuerdo en forma de sensaciones, de melodías, de climas y colores, pero no con palabras. Entonces pienso en textos que dialoguen con el pavo y se me ocurren pocas cosas: algunas ciudades de Ítalo Calvino como Raissa, o Pentesilea, o Las ruinas circulares de Borges y no mucho más.
Me encantaría poder decir que dialoga con algún libro de Chantal Maillard, a quien admiro no sólo por su escritura, sino por su filosofía. Quizás tenga que leer más. Qué pena no haber consultado con Oliver Sacks porque lo que sí viene a mi memoria sin ningún esfuerzo son melodías. Diabaram de Ryuchi Sakamoto o la música que compuso Michael Nyman para las películas de Greenaway (Zoo y El cocinero, el ladrón…), de las cuales me acuerdo poco el argumento, pero hasta puedo tararear la música. (Todavía no leí Musicofilia, quizás ahí encuentre alguna respuesta)
[AM]: En el proceso poético, ¿de qué manera las palabras polisémicas (pienso por ejemplo en “pavo”, claro), te permitieron construir el aspecto más lúdico de la apuesta de este singular poemario?
[LF]: Para mí, la polisemia vino de la mano del psicoanálisis. Bah…del psicoanálisis en mi vida. Y todo el título juega con eso. Por un lado, está “pavo” que remite a la edad del pavo, a ser un zonzo, pero también al pavo real. ¿Real de verdadero, del animal, real de imaginario? Me fascinan, literalmente, los pavos reales. Ese transitar que son entre un ave que con la cola cerrada no dice nada y esa otra versión de cola desplegada, ese abanico repleto de ocelos …una magia y una majestuosidad que me dejan muda. Tan muda como frente a un “Real” en el sentido más psicoanalítico del término. O sea, lo que no puede metaforizarse, que excede lo simbólico, que se puede bordear y tratar de apalabrar pero no se puede terminar de escribir. Lo que repite, insiste y vuelve al mismo lugar. Por eso, en el título también está lo lúdico, y está planteada esa ambigüedad que vos mencionabas anteriormente.
[AM]: ¿Tenés un significado personal sobre la poesía?
[LF]: Creo que la poesía es un modo de mirar. Al menos así llegó la poesía a mi vida y yo a ella. Es un modo de andar por la vida, con las cosas, la poesía vendría a ser como la textura del lenguaje. Por ejemplo, el otro día vi un pimiento bien rojo en la zanja de la esquina. Llovía, hacía frío, el día era gris. Y el pimiento no se decidía: si fugarse por la alcantarilla o seguir la corriente barranca abajo por la avenida… ¿cómo escribir eso en un poema? A mí me resulta más fácil traducirlo en una foto, o imaginarme que suena Piazzolla, pero no sé todavía ponerlo en palabras. Tengo mucho por aprender.
[AM]: Por último, Laura, ¿nuevos proyectos vinculados a la poesía?
[LF]: Sí. Aunque en el último año escribí poco y nada, ando trabajando en dos proyectos. Uno, diría que tiene que ver con collages que hice en el último tiempo y son como poemas en imágenes. El otro, hace poco más de un año escribimos un poemario con Fabiana Rivero (que en ese entonces vivía a 550km de Bs. As) y los escribimos al alimón. La consigna era que una empezaba y escribía uno o dos versos y la otra agregaba, pero casi de manera automática, sin demora y en el lugar que los recibía. Así fueron escritos en la calle, en el baño, en el súper, en la cola del banco, etc. Los poemas ya están. Ahora estamos viendo si los editamos, si componemos imágenes, o qué. Con algunos probamos hacer unos videopoemas con nosotras danzando y daba algo muy bello y oriental. Pero nos gusta el papel y en eso estamos. Pienso en esto último que te acabo de contar y veo que, para mí, la poesía es también acortar distancias.