Por: Javier Llaxacondor
Crédito de foto: ©FIPLima
El III Festival Internacional de Poesía de Lima
y el sueño de mi amigo Sandoval
Recuerdo haber recibido el mensaje de Renato Sandoval una madrugada cuando volvía del trabajo donde me decía que quería hablar conmigo. No sabía nada de él hacía tiempo. No quiero convencerme de que esa noche dormí poco a propósito de su mensaje. Hablamos al día siguiente. Se trataba de invitarme a trabajar con él, una vez más, en la organización de un nuevo FIPLIMA – Festival internacional de Poesía de Lima.
Realizar un festival de poesía en el Perú es una tarea tan poco recomendable como excitante. Justamente con Sandoval ya había organizado las versiones anteriores. Organizar un evento tan grande (hablamos de invitar alrededor de cien poetas de cuatro continentes, además de shows musicales) significa estar preparado para envejecer por lo menos un par de años en solo algunos meses.
Debo confesar que lo pensé mucho porque implicaba mudarme de país (vivo en Manchester, Inglaterra) y volver a todos los riesgos propios de involucrarme en una empresa poco menos que «difícil» en el contexto de la realidad nacional. Me refiero a lo que muchos gestores culturales, artistas, escritores, poetas han podido, probablemente, experimentar (o padecer) al momento de pasar de las ideas a la acción y emprender cualquier proyecto grande o pequeño y encontrarse con una política cultural sin presupuestos, instituciones muy desconfiadas de cualquier propuesta que no sea, por ejemplo, gastronómica; la enorme barrera educativa que provoca que el sentido común no le dé importancia a la cultura y, específicamente, a la poesía. Qué negativo y desalentador puede sonar todo eso. Pero, por otro lado, pensaba también en cada cómplice que habíamos encontrado en el camino, harto como nosotros, de esperar que algo cambie en todo este tiempo sin involucrarse en el proceso. Hablo, por ejemplo, de muchos escritores y jóvenes voluntarios, y también de la gestión anterior de la Municipalidad de Lima, que tuvo una reconocida inversión en industrias culturales y que, de hecho, financió cerca del 30% de las dos versiones pasadas del FIPLIMA.
Sandoval sabe de sobra todo esto y lo ha pagado con su propia salud. El FIPLIMA se dejó de hacer un par de años por los casi cinco o seis infartos que sufrió después de los eventos. Pero desde que lo conocí en la universidad, donde fue primero mi profesor y después mi amigo, siempre me suscitó respeto por ser un tipo fuera de serie, o quizá sea mejor decir «fuera de lugar» a diferencia de los que aceptan todo como viene porque el sistema lo dictamina así. Sandoval fue siempre un antisistema con ideas descomunales, provocadoras, ironizadas de la realidad y que podrían parecer siempre imposibles, pero finalmente, constructivas y hasta visionarias.
Fue el año 2012 cuando realizamos el primer FIPLIMA. No recuerdo si fue a la segunda o tercera reunión a la que yo llegué a asistir. Había cerca de veinte muchachos que habían sido convocados por Sandoval para organizar el Festival con mucho entusiasmo. De ese grupo quedamos cinco personas y al finalizar ese primer evento, solitariamente, solo tres.
No tardé mucho en renunciar a mi empleo en Inglaterra y aceptar volver a Lima en parte porque nunca está del todo mal dejarlo todo por un proyecto imposible. Me terminó de convencer la lista extraordinaria de invitados que había para esta edición.
De Cees Nooteboom había visto hacía poco en una conocida librería de Madrid toda una sección dedicada a su obra, llamaba la atención la enorme colección de libros de viaje. Philip y los otros, Una canción del ser y la apariencia, Rituales, Perdido el paraíso, La historia siguiente, y una cuantiosa obra con títulos que han recorrido el mundo como su imparable nomadismo. Pero fue en Lima, en casa de Renato Sandoval, donde realmente pude dimensionar la vastedad de Nooteboom como escritor. Me impresionó muchísimo la idea de lo que él llama Hotel literario, cuya dirección postal está solo en su pensamiento y que en el fondo es una justificación para basar su propia vida en el movimiento: El origen de la existencia es el movimiento, dice Cees. Y, ¿no era acaso eso mismo lo que estaba haciendo ahora con mi vida?
Yevtushenko (Siberia, 1932), fue otro de los nombres que me sorprendió enormemente. Antes, en las primeras dos versiones del FIPLIMA, habíamos hablado mucho de él casi en tono mítico porque para nosotros lo era. Yevtushenko vivió con fervor la época más saltante de la guerra fría y pasó antes por muchos procesos que influyeron en su obra, empezando por una lucha constante contra el régimen stalinista. Voz de toda una generación fue quizá el primer poeta de ese lado del mundo que empezó a llenar teatros y estadios con sus lecturas multitudinarias de poesía, se volvió un símbolo y no exagero si digo que se convirtió en el heredero de Mayakovsky. Y, otra vez, aparece la idea del movimiento y los más de cien países donde ha leído sus poemas. Dijo alguna vez a propósito de esto: «nacer en todos los lugares es, por supuesto, imposible, pero renacer en cualquier parte depende de nosotros mismos». Entre muchos poemas emblemáticos de Yevtushenko hay uno en particular llamado Babi Yar escrito en 1961 a propósito del terrible asesinato de por lo menos treinta y cinco mil judíos en este lugar llamado así. Babi Yar es un barranco cercano a Kiev, Ucrania. Este poema se encuentra en una placa recordatoria en el Museo del Holocausto de Washington.
Ahora que escribo estas líneas no puedo dejar de emocionarme al saber que lo conoceré en unas semanas más y que conversaremos de cómo así existe un planeta menor al que le pusieron su nombre: 4243 Evtushenko.
En el contexto de quien vuelve al Perú después de un tiempo y sobre todo en la actual coyuntura electoral, cómo no recordar este poema:
En el país llamado Más o Menos
Vivo en el país llamado Más o Menos,
donde,
muy extrañamente,
no hay ningún partido oficial llamado “Masomenosista”…
donde ellos
leen a nuestros escritores clásicos… más o menos.
Donde a veces,
hasta los distinguidos ciudadanos
se enamoran (más o menos),
pero a veces,
después de algunos meses
ya no hay besos,
los unen sólo los pesos.
Entonces no son ajenos,
más o menos.
“¿Es verdad, señor, que todos beben en su país Más o Menos??”
Hay algunas personas que no beben nada…
Más o menos…”
“Difícil de creer, señor,”
Ni siquiera algo así como…
una gota. Más o menos.”
“¿Qué tipo de gente es aquella, la de su amado pueblo
del país llamado Más o Menos?”
Son más o menos agradables…
Más o menos honestos…
Unas veces menos, otras veces más…
“¿Está Usted, señor, orgulloso de su gran país,
llamado Más o Menos?”
Hmmm…
Más o menos…
Por lo general, somos generosos más o menos..
suficientemente amistosos… menos o más…
Por supuesto, todos estamos por la paz…
un tanto más, un tanto menos..
Por supuesto, tenemos algunas pequeñitas,
pero más o menos
desagradables guerras.
En cada esquina,
en cada cocina de cada casa
cuando las esposas y los esposos están algo
así como peleando discretamente,
tenemos nuestra propia Chechenia doméstica,
y un Irak privado,
ondeando un trapo húmedo de cocina
como una bandera nacional,
cuando las sandalias y las planchas
a veces vuelan por encima de las cabezas
como ovnis…
sin embargo, apreciamos nuestros valores de familia..
Más o menos…
En nuestras cortes de justicia tenemos
más o menos incorruptibles jueces,
en nuestros centros de investigación
hay pensadores, más o menos insobornables.
Una más o menos bella mujer me susurró:
“Estoy más o menos enamorada de Ud.
Más o menos para siempre…”
Me gustaría pararme frente a Dios,
así como soy,
no algo así como más o menos.
No estar más o menos feliz
En esta más o menos vida…
En esta más o menos libertad.
Por otro lado, me ilusiona conocer a Jack Hirschman, el poeta de 81 años más joven de la generación beat, director de la mítica librería City Lights y Poeta Laureado de San Francisco. Hirschman, así como Aggie Falk, su esposa, y que también estará en Lima próximamente, son parte de una generación responsable de haber revolucionado la poesía norteamericana entre los años cincuenta y sesenta junto a Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, Harold Norse, Bob Kaufman, Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, entre otros. Quisiera escuchar las anécdotas que se cuentan sobre él en su propia versión. Por ejemplo, aquella en que siendo muy joven le envió un cuento suyo a Hemingway, quien le respondió una carta que decía: «I can’t help you, kid. You write better than I did when I was 19. But the hell of it is, you write like me. That is no sin. But you won’t get anywhere with it. »/ «No puedo ayudarte, muchacho. Tú escribes mejor de lo que yo lo hacía cuando tenía 19 años. Pero el problema es que tú escribes como yo. Eso no es un pecado, pero no te va a llevar a ninguna parte.» O aquella otra anécdota donde pasó un semestre siendo profesor de Jim Morrison y éste un alumno atento del poeta.
En el FIPLIMA participarán alrededor de cien poetas de todo el mundo además de los que brevemente he mencionado. Cada uno con una mirada particular del mundo y que llegarán a nuestro país para dejarnos un poquito de su magia particular. Entre ellos Sophie Reyer (Austria), Nicole Brossard (Canadá), Cai Tianxin (China), Emilio Coco y Lello Voce (Italia), Markus Hediger y Prisca Agustoni (Suiza), Fernando Fiorese y Iacyr Anderson Freitas (Brasil), Jean Portante (Luxemburgo), Silvia Guerra y Roberto Fernández Ibáñez (Uruguay), Eira Stenberg (Finlandia), Jüri Talvet (Estonia), Jeannette Lozano (México), Fernando Pistilli (Paraguay), Anat Zecharia (Israel), Mohamed Ahmed Bennis (Marruecos), Rafael Soler, Juan Carlos Mestre, Cecilia Quílez, Beatriz Russo (España), Abdul Hadi Sadoun (Irak), Rafael Patiño, Jotamario Arbeláez, Juan Manuel Roca (Colombia), Andrés Ajens, Juan Cameron, Paula Ilabaca (Chile), Francisco de Asís y Gloria Gabuardi (Nicaragua), Reynaldo Jiménez, Leopoldo “Teuco” Castilla, Santiago Sylvester, Jorge Boccanera, Ana María Intili, Marcos Silber y Cristina Domenech (Argentina), entre otros.
Además de los treinta países de los que provienen nuestros invitados extranjeros, siempre es un honor volver a escuchar a los poetas peruanos. Leerán Arturo Corcuera, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, Carlos Germán Belli, Leoncio Bueno, Julio Ortega, Isaac Goldemberg, Mariela Dreyfus, José Rosas Ribeyro, Martín Rodriguez Gaona, Ricardo Silva-Santistevan, entre otros.
Las lecturas se realizarán en veinte sedes distribuidas en varios puntos de la ciudad. En la página web www.fiplima.com se puede ver el programa de lecturas, las biografías y poemas de todos los invitados.
Hace unos meses, Sandoval, viajó invitado a Uruguay para unas lecturas de poesía. Ahí se encontró con Paco Ibáñez, el legendario cantautor español ―precursor de grandes artistas como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, León Gieco, etc.―, quien fuera el primero en musicalizar la gran poesía iberoamericana. En esa ocasión concretaron la invitación conversada hacía tiempo para que Paco pueda estar presente en el FIPLIMA y así será. Paco se presentará en la clausura del Festival el sábado 16 de abril a las 7:30 pm en el auditorio del Colegio Médico y aprovechará el evento para presentar su última producción: Paco Ibáñez canta a los poetas latinoamericanos (2012), con textos de César Vallejo, Pablo Neruda, Rubén Darío, Alfonsina Storni y Nicolás Guillén.
Es todo un reto dar a conocer la obra de Paco Ibáñez en el Perú porque ―como nada de lo que hacemos― es comercial. Valdría a lo mejor recordar a algunas de las personalidades que se refirieron a él con palabras cálidas y con un reconocimiento sincero a su obra, entre ellos Salvador Dalí, que diseñó nada menos que la carátula de uno de sus discos, José Saramago, Ernesto Sábato o Rafael Alberti quien dijo de él: Un internacionalista convencido que ama repetir: «Yo hablo vasco por mi infancia, castellano por la escuela, francés por el exilio, italiano y hebreo por placer, catalán por amistad… »
Finalmente, el FIPLIMA ha previsto varias actividades que buscan interactuar con el público asistente, entre ellas tendremos micrófonos abiertos, donde todos los asistentes puedan leer sus creaciones, Cordeles de poesía, una charla de poesía para jóvenes a cargo de Óscar Limache, otra que dará Cristina Domenech (Argentina) en el penal de máxima seguridad Ancón II dirigida a los internos privados de libertad, y talleres de Décimas y la canción popular dirigido por Zejo Cortez, Enrique Mesías y Manuel Jiménez Sologuren en la Casa de la Literatura.
Acepté este trabajo, porque no me resigno a que el Perú se refleje en la penosa clase política que pretende representarnos. Creo que podemos, desde nuestro modesto aporte, hacer algo para demostrar que la sociedad civil está dispuesta a esforzarse para generar cambios. El FIPLIMA en este sentido no es un festival de poesía para poetas, sino para los no poetas. De ahí que la entrada a todas las actividades es gratuita y de ahí que buscamos una asistencia masiva. No me queda más que suscribir el lema de mi amigo Sandoval e invitarlos el día de la inauguración el 13 de abril a las 7:30 pm en el Anfiteatro del Parque de la exposición donde llenaremos los cinco mil asientos de su aforo para decirle al mundo que TODO LO IMAGINABLE ES POSIBLE.