Por: José Antonio Santano
Crédito de la foto: Ed. Pre Textos
El guardián del fin de los desiertos
(Perspectivas sobre Valente) (2011),
ed. de Antonio Lafarque y José Andújar Almansa
Hay libros que dejan una huella imborrable por mucho tiempo que pase, de tal manera que la palabra escrita brilla en ellos con natural vigor, como es el caso de la edición que ahora comento en este espacio. Consecuencia del ciclo de conferencias llevadas a cabo en Almería en el año 2010, con motivo del décimo aniversario de la muerte del poeta José Ángel Valente se publica este libro “El guardián del fin de los desiertos”, título que responde, según se indica en su solapa, a un fragmento del libro, por aquellos días aún inédito, “Palais de justice”.
Tres grandes apartados estructuran esta obra colectiva: el primero “Memoria”, con textos de Fernando García Lara, Ramón de Torres, José Guirao, Antonio Gamoneda y Andrés Sánchez Robayna; el segundo “Los signos”, con textos del crítico José Andújar Almansa, Lorenzo Oliván, Miguel Gallego y Jordi Doce, y, por último, “Centro y variaciones”, con textos de María Payeras, Ramón Crespo, José Luis López Bretones, Marcela Romano y Aurora Luque. Una experiencia lectora que nos sumerge en las claves de la ingente obra de José Ángel Valente, que nos ayuda a comprender mejor su poética. Si bien todos los textos, en su conjunto, enriquecen el conocimiento sobre la obra de Valente, nos detendremos, dada la limitación de espacio, sólo en algunos de ellos.
El texto del profesor Fernando García Lara, sitúa a Valente en Almería: «La implicación de Valente en los problemas ciudadanos empezó pronto y en los dos lugares de su predilección: el barrio marginal de La Chanca y los paisajes desérticos, con especial predilección por Cabo de Gata», y añade: «En “Perspectivas de la ciudad celeste” se concentra quizá la más bella, lograda y poética meditación sobre el fondo histórico y el paisaje urbano de Almería». Otro de los textos destacados en esta obra colectiva pertenece a quien de forma continua y rigurosa es experto en la obra de Valente, el profesor Andrés Sánchez Robayna, que nos acercará al “Diario anónimo” de Valente, y que podríamos concretar o resumir así: «El “Diario anónimo” aspira a escapar a esa fosilización, a hundir en el anonimato la experiencia personal y a insertar –recordémoslo- la visión particular en el “potencial expresivo universal”. De ahí que lo estrictamente autobiográfico, en este “Diario”, pase a ocupar un plano segundo, a ocultarse o diluirse en lo impersonal, y que incluso, durante largos períodos, las referencias autobiográficas desaparezcan por completo. […] El rechazo de Valente a cualquier forma de relato de sí mismo, la aversión y hasta la impugnación del “moi aïssable”, es una de las características más visibles de estas páginas», pero además, nos dice el profesor Robayna: «El “Diario anónimo” viene a ser un fiel registro de las lecturas del poeta y un ajustado índice de sus preocupaciones y preferencias literarias, filosóficas y artísticas».
El texto “El limo y la ciudad celeste”, del crítico José Andújar Almansa, nos sumerge en distintos aspectos de la obra poética de Valente, en la significación de los signos («Valente sugiere la ansiada tentativa de un lenguaje llevado a su infinita disponibilidad, ese punto en que el signo se comporta como pura expectativa de significación»), la voz («Un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio»), la mística («Pero Valente, profundo conocedor de los procedimientos de la mística, escalonó ese descenso a la noche oscura de su material memoria a través de un conflictivo proceso de purgación de lo subjetivo»), el “yo” poético («En sus últimos años, Valente vuelve al yo, a su reflejo fracturado en las páginas de un diario que decidió titular “Fragmentos de un libro futuro”») o la idea del sur («Valente reivindicó su propia teoría del sur en torno a cuestiones como la desnudez, la esencialidad, el desierto, lo exílico o toda una teología de la luz» – El sur como una larga / lenta demolición-). El profesor de la Universidad de Almería nos acerca, principalmente, a las traducciones de Valente, y añade: «La obra de Valente, erudita y humilde, consciente y sonámbula, su poesía, su prosa, sus ensayos y sus traducciones son resinas que fortalecen el sistema inmunitaria de nuestra contemporaneidad frente a lo prescindible y lo obsoleto, frente al continuo presente del arte o la literatura».
Destacar los textos de Jordi Doce: “La búsqueda de lo propio. Valente ensayista y “La palabra y el canto” que, por falta de espacio sólo citamos, todo, claro está sin menosprecio alguno por el resto de los textos que integran el libro. Como corolario, esta definición de lo que para Valente es la poesía: «cosa para andar en lo oculto, para echar púas de erizo y quedarse en un agujero sin que nadie nos vea».