Por Erika Martínez*
Selección por Juan Domingo Aguilar
Crédito de la foto Lucía Martínez Cabrera
El curso negro de su sangre.
3 poemas de Erika Martínez
La casa encima
Tantos siglos removiendo esta tierra
que atravesó el ganado
y alimentó al ganado y a los hombres
que regaron esta tierra
con el curso negro de su sangre
−la sangre cambia de color
cuando sale del cuerpo−.
Tantos siglos alineando ladrillos,
aquí hubo un establo
sobre el que se construyó una iglesia
sobre la que se construyó una fábrica
sobre la que se construyó un cementerio
sobre el que se construyó un edificio
de protección oficial.
Tantas mujeres fregando sus baldosas,
pariendo en sus baldosas,
escondiendo la mierda debajo de las baldosas
que pisaron sus hijos ebrios
y sus sobrios maridos
que trabajaron y fornicaron
por el bien de un país en el que no creían.
Tantos siglos para que yo,
miembro de una generación prescindible,
pierda la fe en la emancipación,
mire el techo de mi dormitorio
y se me venga la casa
encima.
(de El falso techo)
Lugares que se inventan de camino
Nos gustaba impulsarnos de la mano
y salpicarnos todo el eros de política.
Como en aquella foto movida y entusiasta
que nos hicieron saltando en multitud.
Solo después supimos adónde:
cada salto inventaba su lugar.
¿Y si rompemos esto –nos decíamos–
y luego lo volvemos dulcemente a construir?
Estábamos desnudos, estábamos furiosos
y queríamos llevarnos las sobras a casa.
Con el paso del tiempo
nuestros cuerpos detenidos
transparentaron el paisaje,
o nos caímos de la fotografía
por un agujero que nadie esperaba.
De lo que hicimos
queda el lugar, un aire eufórico
y algo hecho añicos que aún respira.
La historia cruje. Y la hostigamos.
Amor es una escala de violencia.
Abolirse
Se podría afirmar: yo soy mi cuerpo.
Sin embargo, si perdiera la pierna derecha en una batalla o huyendo de la batalla o más bien en un estúpido accidente doméstico, seguiría siendo yo.
También seguiría siéndolo si perdiera las dos piernas, o incluso todos mis miembros.
¿Cuánto cuerpo tendría que perder para dejar de ser yo?
Quizás una mínima parte de mí representaría al resto por sinécdoque. O quizás mis restos me convertirían en otra.
Cortarte las uñas te modifica existencialmente.
(de Chocar con algo)