Por: Mario Pera
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El corazón cicatrizado.
La poesía de Max Blecher
Max Blecher, poeta y narrador, nació en 1909 en Botoșani, Rumania, a inicios del siglo XX, una ciudad que también vio nacer a otros importantes poetas rumanos como Mihai Eminescu y Nicolae Iorga. Perteneció a una familia judía instalada en aquel país, y su niñez y juventud transcurrieron en los años del auge del antisemitismo en Europa y, principalmente, en los Balcanes.
Tras culminar sus estudios escolares, partió a Francia para estudiar Medicina en París, pero al poco tiempo y contando con 19 años contrajo el Mal de Pott, o tuberculosis extrapulmonar, que lo obligó a internarse en sanatorios de diversos países como Francia y Suiza. Tras ello regresó a la casa familiar en Botoșani para tratar su enfermedad, por la que pronto tuvo que aprender a vivir con el tórax enyesado en un estado de casi inamovilidad. Esto le causó un gran dolor físico y una profunda frustración psicológica al verse joven pero enfermo. Sin duda, esta condición determinó su vida y, evidentemente, influyó en su obra literaria, aunque es cierto que su enfermedad no es un tema central en sus escritos.
En el viaje que realizó a Paris se pudo conectar con algunos escritores de la vanguardia poética y artística de aquel tiempo, con el Surrealismo esencialmente y, entre ellos, con André Bretón. Por este motivo Blecher se unió a aquel grupo llegando incluso a publicar en el periódico filocomunista de Breton, intitulado «El surrealismo al servicio de la revolución». No obstante su condición, mantuvo una permanente comunicación con escritores de gran talante como Gidé, Mihail Sebastian y Heidegger.
Max Blecher es más conocido por su obra narrativa que por su poesía; sin embargo, esta última ha recibido un mayor estudio y divulgación en los últimos tiempos, pese a que su única publicación en este género literario fue el poemario Cuerpo transparente (1934). Blecher es un escritor maldito, era miembro de una minoría en Rumania, siendo un judío que escapaba del movimiento fascista, antisemita y de ultraderecha rumano conocido como la Guardia de Hierro, a la par de estar adscrito a la corriente surrealista en un país en el que las expresiones artísticas, y las nuevas corrientes que significaban una transgresión a las normas establecidas, eran acalladas cada vez de modo más violento. Su obra literaria, se constituye por escasos cuatro libros, entre otros textos publicados en revistas o periódicos, el ya mencionado Cuerpo transparente, y Aventuras de la irrealidad inmediata (1936), Corazones cicatrizados (1937) y La guarida iluminada: Diario de sanatorio (1971, publicación póstuma).
Una de las herramientas principales de Blecher fue la contemplación de su entorno, así como la posibilidad de proyectarse mentalmente para «salir de sí» y ubicarse en distintos lugares y circunstancias, algo muy necesario para alguien con su enfermedad, lo que le permitió crear y recrear sus textos de ficción. Para el autor, la palabra se materializaba y recreó con ella otros mundos en los que él, o los protagonistas de su prosa o poesía, no son aquejados por sus males y viven plenamente, disfrutando de emociones y situaciones que Blecher, por su enfermedad, no podía vivir en la realidad. En sus relatos, en su poesía, el autor era omnipotente, pudiendo realizar en ellas lo que en la vida real no le era factible.
El imaginario de Max Blecher es exorbitante, lleno de símbolos, imágenes extrañas, sueños, etc. todos los que llegaron al escritor a través de su inconsciente para concretarse por medio de la escritura automática, la que empleó con gran destreza. La obra literaria de Blecher y, en particular, su poesía rezuma una temática de corte existencialista, pero no por ello cae en el pesimismo, la autocompasión o la declaración lastimera de su condición personal debido a su enfermedad, sino que sus experiencias de vida matizan la percepción que él tenía del mundo que lo rodeaba.
La poesía de Max Blecher nos revela una voz muy singular, no solo por las circunstancias de vida del autor, sino por el momento histórico que le toco vivir, todo lo que marcó su percepción del mundo y de la existencia humana en condiciones desfavorables. A poco más de 100 años de su nacimiento, su palabra está más viva que antes.
5 poemas de Max Blecher*
Poema
I
Tu mirada interior lleva una barca y me la envía
cargada de terciopelo de ojos negros y diamantes
menudos de sueños y abismos ayer al anochecer
se ahorcó un ángel en un momento de felicidad
y sus alas caídas chirrían bajo tus pies en
la nieve cuántas flores cuántas ramas cuántos dedos.
II
El vestido del mar en la concha del zafiro mueves o deslizas
navío o acróbata, tú, río vertical con la diadema
del pelo azul cascada de helechos y de gritos
y de pronto un cristal se inclina, cambias tus transparencias
y eres una mujer muerta un fantasma con el vestido del mar
en la concha del zafiro, la palmera extiende el brazo y te
saluda, los buques transportan tus andares y las nubes
tu belleza hacia el crepúsculo.
Andadura
A Pierre Minet
Yendo siempre adelante las sombras de mis pasos mueren
Como la trayectoria de un cometa de oscuridad
Y el asfalto a mis espaldas me suprime
Con todo lo que he sido y todo lo que he pensado
Como un prestidigitador
Destinado a escamotearme la vida.
Hay una sucesión correcta de casas
En este camino que no obstante
Ha de significar algo
Hay un cielo sin color sin olor sin carne
Sobre mis pasos sin importancia
Con los ojos cerrados ando en una caja negra
Con los ojos abiertos ando en una caja blanca
Y por más que me esfuerzo por entender algo
Pesados martillos me parten en la cabeza todos los pensamientos
Eternidad
Los pasos conocen nuestro abismo
El cuerpo pasea nuestro cielo
La tormenta pierde trozos de carne
Cada vez más inconcreta cada vez más débil
Hay un principio de azul
En este paisaje terrestre
Y otro vindicador
Como un dedo cortado
Lo único que ves es una mujer dando vueltas
Como un huso y copiando su delta
En el delta de las aguas.
En la orilla
Esto es lo que verás en el mar
Buques como cabezas de ahogados con el cigarrillo aún en la boca
Soñando y fumando navegan a Estambul
En la orilla hombres como suicidas que se han librado de la muerte
Soñando y fumando pasean al atardecer.
Viejo vals
Viejo vals la novia muerta yace entre velos cubiertos de polvo
Guirnaldas de muchachas blancas con vestidos como espumas
Con caballeros de picas giran enlutadas
Y esparcen al aire un vago perfume de arcilla
Está el cementerio en la luna, las acacias señoras de las sombras
Como invitados ilustres asisten y murmuran
Entre misteriosos panteones amantes de corazón sombrío
Con gestos adormecidos testimonian su amor.
Viejo vals parejas de cera en el aire se elevan
Y en el salón de la noche vertiginosamente bailan
Hay cosas demasiado normales a mi alrededor, me da miedo
Despacio cruje el viento y el vals delira
Es la boda de la que antaño en vida
En su boda viva murió entre flores de sangre
Su blanco rostro se estremece como un espectro
Cuando el vals lentamente gira, cuando el vals diríase que llora.
*Todos los poemas han sido traducidos por Joaquín Garrigós.