Por Arnaldo Calveyra*
Selección de poemas por María Malusardi**
Crédito de la foto www.griseldagarcia.blogspot.pe
El corazón bajo tierra.
7 poemas de Arnaldo Calveyra
De Diario de Eleusis (2006)
Palabra en el tiempo, palabra cielo toldado, a mitad de camino se
desvía, en un sesgo de sílaba se te acerca al oído –te parece que la
oyes-, te llega en redondo el tañido de la campana bajando por lo
mismo de tarde, tarde de ayer tarde, tarde de esta tarde, la rima de
sombra y acacia, nada se mueve, nada se mueve.
………………
Palabra en trance de esperarte, en su compañía nace la palabra cielo
toldado. Una mitad es silencio que destinas al verso, palabra en
espera de la lluvia, se lleva bien con tu esperar que llueva, en un
verso te muestra la grandilocuencia del patio, una mitad es silencio.
………………
Corazón bajo tierra, la palabra escrita se borra, hace como que se
borra. Y al llegar la madrugada ya estará pronta su mitad de
barrilete.
De El hombre del Luxemburgo (1997)
A lo largo, a lo ancho de
espejo de la fuente alivianado por nubes, la mancha de aceite, la
palabra. Cunde, es página –precipicio en blanco y negro-, encierra
el arrojo, encierra la intrepidez de significar, ser agua que corre,
agua de una fuente, pasión imposible de contener, acuñando en su
huida una imagen en los pocos que pasan, música que se destruye ni
bien oída, ocasiona praderas.
Gratitud para con esas
historias que lo ayudan a vivir y, llegado el caso
se deja investir por la
canción
improbable.
De Libro de las mariposas (2001)
Olía triste. Nos llegaba la voz antes que el cuerpo, su voz
cansada por el bajo. Y en la callecita, esa voz se callaba, los
paraísos, para que la hilacha del cuerpo se detuviera atónita, se
quedara mirándonos esperarla, su renguera se llevaba bien con el
mentón.
Era tan triste esa llegada.
Y entonces no era una voz sino un velorio, un velorio con
inacabables migas de pan sobre la falda.
De Maizal del gregoriano (2005)
Acudimos al espectáculo en derredor de un plato incandescente y de
una danza, y yo, entrerriano recién llegado a la abadía de Solesmes
en busca de retiro y de silencio, me siento en un lugar apartado de la
iglesia a oír el gregoriano que cunde a lo maizal de nave a nave en
procura de los techos entibiados por la luz de las velas, oigo al
monje a mano derecha, de pie junto a la columna, en busca de notas
que se amen.
………………
Noche cuerdas adentro. Con noche afinan. Cuerdas en lo desierto
del patio, con él afinan. En este invierno que dura siglos.
*(Entre Ríos-Argentina, 1929 – París-Francia, 2015). Poeta, novelista y dramaturgo. Licenciado en Filosofía por la Universidad de La Plata (Argentina). En 1960 se mudó a vivir a París, allí conoció y trabajó entre otros con Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik. Recibió los galardones Caballero de la Ordre des Arts et des Lettres (1986), Officier des Arts et des Lettres (1992) y Commandeur de l’Ordre des Arts et des Lettres (1999), así como la Beca Guggenheim (2000). Publicó en poesía Cartas para que la alegría (1959), Iguana (1985), Los bares – Les bars (1988), Livre des papillons/Libro de las mariposas (2004), Maizal del gregoriano (2005), entre otros; en narrativa La cama de Aurelia (1990) y El origen de la luz (2004), entre otros; en dramaturgia El disputado está triste (1959), Moctezuma (1969) y Latin American Trip (1971) y L’éclipse de la valle (1988), entre otros.